viernes, 5 de marzo de 2021

LOS IDUS de MARZO y otras... - de Ernest W. Hornung












Recién estrenada en Netflix la miniserie Lupin, basada en el ladrón de guante blanco francés creado por Maurice Leblanc, no me resisto a retomar este pequeño volumen que recoge algunas de las aventuras de su antecesor inglés, J. W. Raffles, caballero victoriano y ladrón. Ernest W. Hornung publicó tres volúmenes de relatos a partir de 1899 y obtuvieron tal predicamento que en 1907 Maurice Leblanc lo emuló con su personaje Lupin.

Abundando en familiaridades Mr. Hornung fue cuñado de Arthur Conan Doyle, creador del inmortal Sherlock Holmes, personaje del que Raffles es un reflejo aunque menos virtuoso. Conan Doyle, por cierto, le afeaba a su cuñado presentar a un ladrón con el porte y la educación de un caballero: "No debes convertir al criminal en héroe", llegó a escribirle. Incluso se ha llegado a argumentar que la publicación de los volúmenes de Raffles podrían haber llevado a Conan Doyle a resucitar a Sherlock Holmes en 1901 con The Hound of the Baskerville, después de haberlo hecho morir en las cataratas de Reichenbach en The Final Problem, en 1893.

Es evidente que Hornung sigue el modelo de los cuentos detectivescos escritos por Conan Doyle, pero siendo así que el temperamento de los dos escritores era muy distinto, sus dos héroes habrían de diferir. Uno, detective a la caza de criminales; otro, ladrón audaz y elegante. Uno, recluido en su piso compartido; otro, manteniendo una gran vida social. En el prólogo podemos leer: "El siglo XIX toca a su fin, y la frívola belle époque, con su mentalidad lúdica y liberal, choca frontalmente, con el puritanismo y la rigidez victoriana imperante en Inglaterra; y ese mismo combate moral y estético se reproduce en el trato personal y familiar de estos dos escritores; Conan Doyle, conservador y mojigato, y Hornung, liberal y cínico. También, por supuesto, en sus grandes personajes: Holmes y Raffles.

Aunque quizás sus personajes no difieran tanto.
"No pronostico ninguna violencia. La violencia, es una confesión de terrible incompetencia."
Por ejemplo tanto Raffles como Holmes son unos perfectos caballeros, evitan la violencia y el asesinato, son maestros del disfraz, cada uno tiene un ayudante que recoge y publica sus aventuras y, estando cada uno a un lado de la ley, ambos son defensores del orden establecido y fieles súbditos de la reina. Raffles incluso arriesga su vida para salvar el honor inglés cuando, en El regalo del Emperador, se embarca en un vapor alemán para robar una perla de valor incalculable que el monarca alemán quiere regalar al "rey de las Islas Caníbales" por burlarse de la reina Victoria. 
Como se puede apreciar hasta hay un tufo de xenofobia respecto a los adversarios de Raffles; entre los que encontramos marinos alemanes, condes italianos, contrabandistas de diamantes sudafricanos y australianos que se han enriquecido con la especulación.


El paralelismo más claro se da en los ayudantes que tienen cada uno. El Watson de Raffles es Harry "Bunny" Manders, un viejo compañero de colegio que aparece en su primera aventura, Los idus de marzo; el cual arrastra graves problemas económicos por haber extendido cheques sin fondo para pagar deudas de juego. Desesperado pide ayuda a Raffles, momento que éste aprovecha para declararle su estilo de vida y convencerle para que se convierta en su cómplice. Bunny desempeñará con respecto a Raffles la misma función que el doctor Watson asume con Holmes: es el testigo y narrador de sus diversas aventuras; también su contrapunto, ya que su ingenuidad y ausencia de imaginación hacen más notoria la sagacidad de sus compañeros.  

Quizás la diferencia más notable se encuentre en el plan narrativo. En los relatos de Raffles no seguimos un encadenamiento de pistas que nos lleven a resolver un misterio, como ocurre en las investigaciones de Holmes; sino que la intriga viene dada por la resolución de los problemas que surgen al ejecutar su acción acción depredadora.

En Los idus de marzo la pareja de ladrones se estrena robando una joyería de Londres, mientras que en Una representación teatral se enfrentan a un taimado contrabandista de diamantes que se protege rodeado por un verdadero "séquito de cafres" que les acaba poniendo en un brete. Uno de los que me ha gustado especialmente es Le premier pas que recoge el primer golpe de Raffles cuando estaba de visita en Australia. Una banda de asaltantes, tan fiera "como una segunda banda de Kelly", y una confusión sobre su persona le brindan la oportunidad de cruzar al otro lado de la ley, al hacerse pasar por el nuevo director de un banco. Un asesinato con premeditación es todo un juego de caballeros donde Raffles decide matar a un rufián que lo ha descubierto, pero se mete por medio un joven endeudado. En Quien ríe último, Raffles se enfrenta a Corbucci, "uno de los jefes máximos de la Camorra" que le lleva hasta el mismísimo borde la muerte. El último y quizá el mejor, Atrapa un ladrón, nos ofrece un duelo de inteligencia de Raffles contra un par, también ladrón de guante blanco; pero culpable de la felonía (en el peculiar sistema moral de Raffles) de robar a sus anfitriones. ¡Hasta ahí podríamos llegar! Estos dos últimos tienen las mismas cualidades de intriga, astucia y aventura que podemos encontrar en los relatos de Sherlock Holmes.

Y es que el hecho de que el protagonismo se centre en el ladrón resulta bien curioso. Pero con Raffles lo verdaderamente relevantes es que es un caballero. Ni Raffles ni Bunny parecen tener la firme convicción de que robar está mal en sí mismo, incluso puede servir como justicia social: "la distribución de la propiedad está mal de todos modos", llega a decir. De todos modos estas historia sobre un ladrón son menos antisociales que muchas historias modernas escritas desde el ángulo del detective.

Raffles vive en el hotel Albany, muy próximo a Regent Street y tiene abiertas las mejores casas y reuniones sociales de Londres gracias a su educación y a ser un gran jugador de criquett. Aunque gran parte del trabajo de Hornung ha caído en el olvido, sus historias de Raffles continúan siendo populares gracias a una gran destreza narrativa y a haberse convertido en testimonio de una época: un fin de siècle caracterizado por el refinamiento, la morbidez y el dandismo; donde triunfaban Oscar Wilde y su filosofía del arte por el arte.

Raffles demuestra en cada aventura un ingenio y una audacia incomparable, incapaz de evitar un buen desafío.
"El arte por el arte es un vil juego de palabras, pero confieso que me atrae. En este caso, mis motivos son absolutamente puros, ya que dudo de que estemos jamás en condiciones de vender unas piedras tan peculiares. Pero si no intento algo con ellas..., después de esta noche ya nunca podré ir con la cabeza alta."






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Las aventuras de Raffles gozaron de amplia difusión en revistas populares de gran circulación. Incluso fueron adaptadas al cine, en donde Raffles ha sido protagonizado por John Barrymore, Ronald Colman y David Niven. Graham Greene llego a adaptarlas para el teatro, con el título de The Return, of A. J. Raffles. 
E. W. Hornung reunió las historias de Raffles en tres volúmenes: 
Raffles, the Amateur Cracksman (1899) donde se recogen las siete primeras historias de Raffles.
Fue seguido por A Thief in the Night (1905) y por Mr. Justice Raffles (1909). A ellos puede agregarse Stingaree, que registra anécdotas similares cuya acción transcurre en Australia. 
Para George Orwell, que escribió un ensayo crítico sobre él, sólo la primera colección mencionada tiene "la atmósfera verdadera" y, en consecuencia, es la única plenamente satisfactoria. De ella se han tomado los cuentos de la presente selección. 

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