jueves, 23 de enero de 2020

FLEABAG T2 - de Pheobe Waller-Bridge






















¡Qué tía!
Me he tenido que obligar a ver sólo dos capítulos por día para que me durase más el chute. Sólo son 6 capítulos de 25 minutos.

¿Cómo puede ser tan puñetera, libre e iconoclasta? 
¡Le da igual todo! Está empeñada en ser feliz, follar y no pasar por las gilipolleces que nos asfixian a todos cada día.
Fleabag es una liberación. Cada vez que rompe la cuarta pared y mira a cámara nos está diciendo ¿estás a gusto tras tu máscara? ¿No quieres ser tú mismo y buscar tu felicidad? Yo lo hago constantemente... y estoy llena de magulladuras... 
En un momento de sinceridad su padre le suelta: 

-Creo que sabes cómo amar más que cualquiera de nosotros, por eso lo encuentras todo tan doloroso..
-...No lo encuentro doloroso....
Fleabag es una apuesta vitalísima que apuesta por la agonía y el éxtasis de estar vivo. Con todas las consecuencias.

Por otra parte en una sesión con terapeuta que su padre ¡ha tenido la gentileza de regalarle!, tiene que acabar reconociendo que no tiene amigos y que como cualquiera de nosotros se engaña a sí misma. Ah.

Pero es que uno de los mayores valores de este "saco de pulgas" (Fleabag) feroz e inquieto es precisamente delatar las contradicciones propias y ajenas. Otro valor es su elevada velocidad de crucero, su ritmo trepidante, sus réplicas mordaces, sus miradas a cámara para revelar la verdad: "¡esta noche follamos!" "Está mintiendo".

La primera temporada era como una huida hacia adelante intentando dejar atrás la culpa y el dolor. Una temporada que giraba alrededor de ella (su pareja, un novio trastornado y la mala relación con su hermana y su padre), y qué mejor que el sexo y el humor para escapar... aunque al final de la escapada acabara cayendo en el mismo centro de la pérdida y el dolor.

En cambio en esta segunda la vemos salir de sí misma y explorar su ecosistema más cercano: su hermana y el capullo de su marido, la boda de su padre con doña artistaza (qué cáustica y condescendiente Olivia Colman) y su propia historia de amor....¡con el cura que oficiará la boda de su padre! Todo un implacable estudio de personajes para desnudar la hipocresía cotidiana.



La temporada también podría explicarse como un combate contra tres hombres: el cura con el que quiere enrollarse (Andrew Scott), un abogado buenorro y el cuñado gilipollas que está amargando a su hermana. Precisamente es con su hermana con la que acaba superando diferencias y entablando una relación profunda (aunque sin poder evitar alguna metedura de pata, léase premio de cristal).

Pero lo que es más evidente es que esta temporada es "una historia de amor", tal y como nos lo declara la protagonista mientras mira a cámara y se limpia la sangre que resbala por su cara. 
El amor de ella por un cura.
El sexo de ella con un tipo bien dotado.
El amor de su hermana por alguien que no es su marido.
El amor de su padre por la pintora pedorra.
El amor del cura por Dios.
El amor.....¡Es horrible! como dice el cura cuando ha probado sus mieles y tiene que decidir a quién se entrega en cuerpo y alma: la agonía y el éxtasis de estar vivo. Éste es el santo y seña de Fleabag y su forma descarnada de enfrentarse a la realidad, algo que quizás proviene de la desesperación....o de la soledad.

El pobre cura sometido al fuego de la vida y el amor lo tiene claro:
-¡El amor es horrible! ¡Horrible! Es doloroso, es aterrador, ta hace dudar de tí mismo, te autojuzgas, te distancias de la gente que hay en tu vida, te hace egoísta, un ser asqueroso. Te obsesionas con el pelo, te hace cruel, te hace decir y hacer cosas que jamás pensaste que harías. Es lo que todos queremos y es un infierno cuando lo encontramos, o sea que ¡es normal que sea algo que no queramos hacer solos!

Hay tantas cosas que me gustan en esta serie que podría estar viendo tres capítulos diarios durante los próximos seis meses. La intensidad vital, espontánea e ingeniosa; la vulnerabilidad, las meteduras de pata, la ausencia de filtros emocionales, el narcisismo mezclado con empatía, el ritmo endiablado de los capítulos, la rotura de la cuarta pared que me convierte en cómplice de algo muy íntimo y personal...

Este temporada gira alrededor de la boda de su padre con esa novia pintora que tan mal cae a Fleabag. La cena familiar donde se presenta el proyecto de boda se convierte en toda una "fiesta pasivo-agresiva" como lo denomina ella. Allí le presentan al cura que va a oficiar la boda y ella se encoña con él; luego vuelve a pelearse con el estúpido marido de su hermana, éste amenaza con demandarla y su hermana le presenta a un abogado cañón que Fleabag sueña con tirarse. 
























Si el primer capítulo es antológico, un perverso docudrama sobre la disfuncionalidd de la familia, el tercero es una deliciosa bofetada sobre la imagen de las mujeres maduras y el éxito profesional o la menopausia. El hecho de que la conferenciante sea nada menos que Kristin Scott-Thomas no hace más que profundizar su sabor en boca. 

Respecto a los premios a mujeres empresarias: "Es como la puta mesa de los niños en las bodas: una segregación."

Respecto a la biología femenina: Belinda (K. Scott-Thomas) le cuenta a Fleabag una revelación: 
"-Escucha, el otro día iba en un avión y me dí cuenta...¡hace tiempo que quiero gritarlo a los cuatro vientos! Las mujeres llevamos el dolor congénito. Es nuestro destino físico. Dolores menstruales, de tetas, los partos...ya sabes, lo llevamos dentro de nosotras durante toda la vida. Los hombres no. Tienen que buscarlo. Se inventan todos esos dioses y demonios para sentirse culpables de no sé que. Algo que nosotras sabemos hacer muy bien solitas y luego se inventan guerras poder sentir cosas, tocarse entre ellos. Y cuando no hay guerras juegan al rugby. En cambio nosotras lo llevamos todo aquííí (se señala el vientre), en nuestro interior. Sufrimos dolor en ciclos, durante años, años y años; y luego, justo cuando crees que estás en paz con todo ¿qué pasa? ¡La menopausia! La maldita menopausia llega y es....la cosa más maravillosa ¡joder! del mundo. Y sí, todo el suelo pélvico se desmorona. Te dan sofocos y a nadie le importa; pero tú ya eres libre. No eres esclava, no eres una máquina con partes. Solo eres una persona en marcha."

¡Marchons!
...aunque de vez en cuando nos demos una morrada.


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