Hace unos meses leí un artículo donde se reflexionaba sobre el escaso éxito que Iris Murdoch ha tenido siempre en España. Su prestigio es innegable, pero las diversas editoriales que han querido publicar sus obras en sendas colecciones siempre tuvieron que abandonar. Es una lástima que la última intentona de Lumen, tampoco lo consiguiera; porque parece que sus libracos blancos y en tapa dura se inventaron para envolver clásicos: en mi biblioteca constan, en este formato, las maravillosas novelas de Dorothy L. Sayers o los cuentos de Flannery O´Connor. Aunque podemos felicitarnos de que últimamente la Editorial Impedimenta está rescatando varias de sus novelas.
Creo que hay dos asuntos que determinan que Iris Murdoch no tenga éxito en España. Por un lado es demasiado literaria en sus tramas y tratamientos, por otro sus personajes suelen ser artistas o literatos centrados en el buceo de sus almas y los problemas derivados de dar cuenta de ello. Sus obras están enraizadas en la filosofía, la representación, la moral y la poesía; asuntos que parecen lejanos a los intereses del lector medio español, más centrado, parece ser, en la acción y el suspense; aspectos ajenos a esta excelente obra de pulsión interior.
"He pensado en escribir un diario, no de sucesos, porque no los habrá, sino como un registro de ocurrencias mezcladas y observaciones cotidianas: «mi filosofía», mis pensées contra un fondo de simples descripciones del tiempo y de otros fenómenos naturales.
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Por cierto que no hay necesidad de separar «memoria» de «diario» ni de «diario filosófico». Puedo contarte, lector, mi vida pasada y hablarte también de mi «visión del mundo» mientras voy divagando. ¿Por qué no? Todo puede brotar naturalmente mientras reflexiono. Así, sin ansiedad (¿pues no estoy ahora dejando atrás la ansiedad?), descubriré mi «forma literaria». En cualquier caso, no es necesario decidirlo ahora. Más adelante, si me place, podré considerar estas divagaciones como notas preliminares para un relato más coherente. Quién sabe lo interesante que puede parecerme mi vida pasada cuando empiece a contarla. Quizá vaya actualizando gradualmente el relato y, por así decirlo, haciendo que el presente flote sobre el pasado.
¿Es la autobiografía el mejor método para arrepentirse del egoísmo? Como no soy filósofo, solo puedo reflexionar sobre el mundo reflexionando sobre mis propias aventuras en él."
Quien afronte la lectura de El mar, el mar obtendrá el complejo placer literario que destila un profundo estudio de personajes espoleados por conflictos familiares y sexuales, donde no faltan envidias, celos, culpa y remordimientos hasta lograr un intenso retrato de la condición humana. La novela gira totalmente alrededor del exitoso director de teatro Charles Arrowby, sesentón que se retira desde el glamour y el tumulto de Londres a una casa junto a los acantilados en el mar.
Ilustración de Tatsuro Kiuchi |
Una lectura directa y poco avisada se encontrará con un tirano encantador acostumbrado al triunfo de su voluntad, la manipulación de las personas y el reconocimiento que, en la primera parte, nos da cuenta de su sencilla vida (arreglos en la casa, compras en el pueblo) mientras nos va desgranando sus recuerdos, fastos y pasiones. Sin embargo, la insospechada aparición de Hartley, su primer y verdadero amor, ahora casada con un recio militar, inundará de una renovada pasión la segunda parte de la obra, en la que Arrowby se comportará como un adolescente ardiente y caprichoso.
El presente sustituye a los recuerdos y la memorialística se convierte en un agitado diario. Las páginas recogen los hechos con inmediatez, casi mientras transcurren, y todo adopta un aire de urgencia. En esos impetuosos momentos Arrowby se ve a sí mismo como un caballero al rescate de su antigua novia a la que incluso, en su obsesión enfermiza, llega a raptar.
El presente sustituye a los recuerdos y la memorialística se convierte en un agitado diario. Las páginas recogen los hechos con inmediatez, casi mientras transcurren, y todo adopta un aire de urgencia. En esos impetuosos momentos Arrowby se ve a sí mismo como un caballero al rescate de su antigua novia a la que incluso, en su obsesión enfermiza, llega a raptar.
Perseo y Andrómeda, de Tiziano; obra que inspira a Arrowby |
Esta lectura directa será ya suficientemente satisfactoria dado que la personalidad de Arrowby resulta arrebatadora. Un ser fascinante y tiránico a partes iguales que poco a poco transformará su incipiente soledad en una galería de personajes/satélites que volverán a caer bajo el influjo de su poderosa órbita. Tanto como director de teatro como en su vida personal actúa como un demiurgo de poder fascinador.
Arrowby, lo iremos descubriendo, es el mismo farsante tanto en la vida como en el teatro: para él todo es una representación sometida a su poder de manipulación. El renacido amor por Hartley lo concibe como una oportunidad de vivir algo genuino después de tanta impostura; aunque a la postre, lo volverá a convertir en un vodevil. Todo ello nos revela uno de los asuntos principales de la novela: la vida como un gran teatro o representación.
"Las emociones existen realmente, en el fondo de la personalidad o en su cima. En la zona intermedia se fingen. Por eso el mundo entero es un escenario, por eso el teatro es siempre popular y por eso existe; por eso es como la vida, y lo es aunque sea también la más vulgar y escandalosamente artificiosa de todas las artes. "
Pero un lector más avisado deberá tener en cuenta que Mrs. Murdoch estudió Filosofía y escribió unos ensayos muy edificantes y platónicos sobre La soberanía del bien en un mundo sin dioses. No hay que olvidar que, según él mismo nos confiesa, Arrowby se retira de la sociedad para aprender a ser bueno después de toda una vida de egoísmo y poder tiránico. Puesto que para Platón el amor era la fuerza mediadora entre los hombres y los dioses; amar se convertiría en una aspiración a la belleza y al bien.
Es en este sentido en el que Murdoch concibe a Arrowby: dejando atrás su egoísmo, aspira a llegar al bien a través del amor. Para ello tiene que despojarse de sus ilusiones, de sus deseos y manipulaciones. Salir de la caverna cuyas sombras y engaños él mismo ha contribuido a poner en pie.
"Desde que empecé a escribir este libro, o lo que sea, me he sentido como si anduviera por una caverna oscura donde hubiese varias luces, tal vez procedentes de pozos o aberturas que comunican con el mundo exterior. (Qué imagen tan sombría se me ha ocurrido, pero no la uso en un sentido sombrío.) Entre esas luces hay una gran luz, hacia la cual he ido encaminándome de un modo semiconsciente. Es probable que sea una gran "boca" que se abre hacia la luz del día, o quizás un agujero a través del cual emerge el fuego del centro de la tierra." pág. 85
Este asunto, el equívoco entre la realidad y su representación, es uno de los más sutiles e interesantes de la novela y nos lleva a un ingenio literario de primera magnitud, la fiabilidad del narrador. Cuando Arrowby le explica a su primo James que está escribiendo una autobiografía, éste le hace la siguiente reflexión
"En lo espiritual, somos unas criaturas muy sigilosas, y esa espiritualidad es lo más sorprendente que hay en nosotros, más sorprendente incluso que nuestra razón. Pero no podemos limitarnos a entrar en la caverna y mirar. La mayor parte de lo que creemos saber de nuestra propia mente es seudoconocimiento. Nuestra afectación es escandalosa, exageramos la importancia de lo que creemos valer. Según Estesícoro, los héroes de Troya lucharon por una Helena fantasma. Guerras vanas por objetivos fantasmas. Espero que te concedas mucho tiempo para reflexionar sobre la vanidad humana. La gente miente demasiado, incluso nosotros, los viejos. Aunque, en cierto modo, si se hace con suficiente arte no importa, porque en el arte hay otra clase de verdad." pág. 182
La novela está escrita en primera persona y en ningún momento se esconde su egocentrismo, ni su discurso autorreferencial. El relato siempre es subjetivo, interesado, a veces paranoico y en ocasiones juega a sembrar la duda entre apariencia y realidad:
"Se me acaba de ocurrir que en estas memorias podrían caber toda clase de delirios fantásticos sobre mi vida, ¡y la gente se los creería! Así es la credulidad humana, el poder de la palabra impresa y de cualquier "nombre" conocido, o cualquier "personalidad" del mundo del espectáculo" pág. 85
Incluso de vez en cuando alguno de sus compañeros intentan "despertar" a Arrowby.
"¿Qué vas a hacer con esa mujer? No puedes hacerte con una mujer medio chiflada a estas alturas de tu vida, y mantenerla encadenada como una loca. ¿O es que lo he entendido todo mal?
—Hartley no está prisionera, y me ama. Lo que pasa es que le han hecho un lavado de cerebro.
—El matrimonio es un lavado de cerebro, lo cual no siempre está tan mal. A tu cerebro le vendría bien un lavado. Oh, Dios, me siento tan cansada… Ese maldito viaje, tan largo… Creo que se te está yendo la cabeza, te estás volviendo senil, viviendo en un mundo de sueños, y bastante infame. ¿Quieres que te diga algo para despertarte?
—No, gracias.
—Tú dices que «siempre quisiste un hijo». Eso no es más que una mentira sentimental: no querías complicaciones, no quisiste saberlo. Jamás te pusiste en una situación en que pudieras haber tenido un hijo de verdad. Tus hijos son fantasías, que son más fáciles de manipular. ¿Te imaginas que realmente podrías «cargar» con ese tonto adolescente sin educación que está ahí dentro? Titus desaparecerá de tuvida como ha desaparecido todo lo demás, porque tú no puedes asir la materia de que está hecha la realidad. Él también terminará siendo un hijo soñado… Cuando lo toques se evaporará, desaparecerá… ya lo verás." pág. 322
Hacia el final de la novela Arrowby tiene que reconocer que el diario no es más que una fachada con carita sonriente para esconder sus miedos, remordimientos y fracasos.
"Naturalmente, este diario de chismes es una fachada, el equivalente literario del cotidiano rostro sonriente tras el cual se ocultan los íntimos estragos de los celos, el remordimiento, el miedo y la conciencia de un irredimible fracaso moral. Y sin embargo, tales ficciones no sólo consuelan, sino que incluso pueden llegar a producir un cierto sustituto del coraje." pág. 489
Por otra parte la novela está plagada de innumerables referencias literarias que empiezan por el título y llegan hasta la traslación de la arquitectura y personajes de La Tempestad, de William Shakespeare. La autora misma reconoció que el bardo siempre fue su gran modelo:
«Las obras de Shakespeare son extraordinarias porque presentan un mundo moral muy sólido. Es algo que ha sido negado por autores del XVIII que no vieron a Shakespeare bajo esa luz. Pero se equivocaban. Había una gran carga moral en esas obras. Es una moralidad de lo más refinada, pero al mismo tiempo no es dogmática y contiene una dimensión extraordinariamente abierta. Shakespeare crea una increíble atmósfera tanto de juicio moral como de libertad poética».
Representación de "La Tempestad" |
Arrowby mantiene numerosas concomitancias con Próspero y en general toda la historia tiene un innegable trazo shakesperiano, con pasiones eternas y un juego de personajes muy canónico: Arrowby es el mago y Hartley la princesa cautiva. Titus es el hijo perdido, el adolescente que cree encontrar a su guía hacia la vida adulta. James es el caballero de nobleza intachable. La envidia de Charles hacia su primo proviene de que nunca lo ha podido manipular y de que lo sabe moralmente superior. Gilbert Opian es el bufón adorador de Charles, mientras que Rosina es Morgana, la bruja malvada.
La personalidad y la moral de los personajes es el asunto principal de la novela. Murdoch es una brillantísima creadora de personajes consistentes y portentosos que nos trasladan una intensidad vital impresionante atravesada por la vanidad, el autoengaño, los remordimientos y la culpa.
En cuanto al título, la referencia más directa es el verso de Paul Valèry en "El Cementerio Marino" “El mar, el mar, siempre recomenzando”. Un mar profundo, de esencia cambiante y poderosa, que se erige como una proteica metáfora de la permanencia y la muerte, del cambio y de una realidad insondable.
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