jueves, 12 de diciembre de 2019

La PESTE T1 - creada por Alberto Rodríguez y Rafael Cobos



Con esta serie mi opinión viaja de un extremo a otro.
En un extremo la trama urdida por Alberto Rodríguez y Rafael Cobos me parece brillante y conseguida. Jugando con las conspiraciones y la edición de libros prohibidos, concita el crimen, el misterio, la luchas religiosas y el juego del poder en una Sevilla capital del mundo a finales del siglo XVI por las riquezas que llegaban a su puerto procedentes del nuevo mundo. 

En esa vertiente histórica reside precisamente otro de los grandes atractivos de la serie. La ambientación de época es extraordinaria. Las escenas de mercado, de taberna o de mancebía (un espacio intramuros cerca del puerto donde se permitía la prostitución bajo la administración de la Iglesia y el cabildo), los palacios, el dédalo de callejuelas y túneles secretos, los antros, las murallas y el puerto con todo tipo de carruajes, figurines y mobiliario: todo luce magnífico. La Peste tenido un presupuesto de 10 millones de euros y Alberto Rodríguez los ha hecho brillar.

En el otro extremo están las interpretaciones. Muy deficientes. Pecan de inexpresivas y con una dicción entre plana y desganada arruinan toda la función. De entre los cuatro protagonistas (Pablo Molinero, Paco León, Patricia López Arnáiz y Sergio Castellanos) sólo se salva Patricia López. Intención, esperanza, ironía, miedo, amenaza. Hay mil emociones que modula la voz humana y ninguna aparece cuando hablan los protagonistas. Mucho mejor están los secundarios: Manolo Solo, como el avieso Gran Inquisidor de la ciudad sobre la que extiende su poder; y Manuel Morón como un antecedente sevillano del avaro Fagin que Dickens creara en su novela Oliver Twist.

En medio de una terrible epidemia de peste, aparecen en Sevilla varios cadáveres con signos de una muerte ritual. Muy a su pesar Mateo ha regresado a la ciudad para cumplir la palabra dada a un amigo fallecido, rescatar a su hijo bastardo. Mateo está perseguido por la Inquisición por imprimir libros prohibidos y antes de poder huir con el muchacho es arrestado. El Gran Inquisidor promete perdonarle la vida a cambio de resolver esta serie de misteriosos asesinatos. Creo que la serie hace un guiño, sin disimulo, a El Nombre de la Rosa (Jean-Jacques Annaud). La trama (Iglesia, corrupción, cultura) y la presentación del protagonista me recuerdan al gran Guillermo de Baskerville y sus deducciones a partir de escuetos indicios. Más cuando el hijo bastardo que ha recogido se convierte en su doctor Watson.
"- ¿Imprimías biblias?
- Libros.
- ¿Qué libros?
- Libros prohibidos.
- ¿Qué son libros prohibidos?
- Libros que hacen a la gente pensar y cuestionarse las cosas"
La Peste realmente es una película dividida en 6 episodios. La acción es continua hasta el desenlace final y esta nueva experiencia fílmica, serializar una historia, quizás sea la causante de algún desfallecimiento en el ritmo de la narración. La serie es ambiciosa y sin duda tiene el marchamo de calidad que han impuesto las producciones de la BBC o HBO. El nivel técnico y la ambientación son magníficos. La ciudad de chabolas donde los más pobres se hacinan y mueren, así como las calles huelen a excrementos, sudor y muerte. La fotografía de Pau Esteve es grandiosa. Deudora del mejor Caravaggio, define toda la serie con multitud de interiores iluminados sólo por velas o antorchas. Por cierto que muchos usuarios de redes sociales expresaron sus quejas por "la falta de iluminación" en la serie: yo creo que son buscadores de comodidad y consumo rápido.

Según Cobos, “la peste es una metáfora de la condición humana”, de ahí que en la tolva de sus seis capítulos encontremos el abuso de poder, la superstición o la represión política y religiosa. El guionista refleja cómo para el Gran Inquisidor la peste era el protestantismo, o para el Cabildo de la ciudad los advenedizos de Alemania y Flandes. Los musulmanes, los protestantes, los mercaderes sine nobilitate, las mujeres o los homosexuales eran vistos como la peste por aquella sociedad inmovilista. El papel de la mujer tiene un sustancioso desarrollo dramático en el personaje de Teresa (Patricia López Arnáiz), viuda propietaria de una fábrica que no puede gestionar por el simple hecho de ser mujer, y pintora que se esconde tras el nombre de su padre. 

Otro personaje secundario pero con un brillo particular, es Monarde (Tomás del Estal), un médico ilustrado que conoce mil técnicas y pócimas naturales que teme usar por miedo de ser acusado de hereje. "La peste es la ignorancia", se llega a lamentar. 

Abundan los jugosos detalles de documentación como por ejemplo la regulación de la prostitución o de la venta de esclavos. También sobre el gobierno de la ciudad a través del Cabildo. Pero quizás lo más interesante tiene que ver con la medicina de la época, la imprenta o la criptografía. En una de las escenas que más recuerda a El Nombre de la Rosa, Mateo lleva a su ayudante a una sala que fue construida por los musulmanes y le dice "para los musulmanes el mundo entero está representado en una habitación. Dime lo que ves". Una verdadera clase de símbolos pictóricos y herméticos.



















En fin. Una serie con muchos atractivos pero con una rémora importante. Espero que en la segunda temporada, recién estrenada, la aventura cobre vuelo y sus intérpretes se liberen de su hieratismo.  

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