miércoles, 28 de agosto de 2019

El ÁNGEL - de Sandrone Dazieri















Wow. 
Aquí tenemos un thriller a todo trapo: trepidante y con una violencia visceral, denso como una pesadilla y con el aliento del mal sobrevolando cada página.
 
Si tuviese que dar referencias, las primeras que me vienen a la cabeza son El silencio de los corderos, de Thomas Harris, por una vesania criminal que rompe límites, y El Mito de Bourne, de Paul Greengrass, por la potencia y el vértigo de la acción.

No he citado a El silencio de los corderos gratuitamente. También aquí los crímenes que se narran son espeluznantes y el malvado ángel vengador carece de piedad; pero, sobretodo, porque la subcomisaria Colomba Castelli tiene como asesor a un perturbado psicológico, Dante Torre, del mismo modo que el psicópata Aníbal Lecter asesoraba a Clarice Starling. Aunque el pobre Dante no tiene ni mucho menos el carácter depredador del temible Lecter.

Desde su mismo comienzo, la novela se muestra contundente:

     "La muerte llegó a Roma a las doce menos diez minutos de la noche con un tren de alta velocidad procedente de Milán. Entró en la estación de Termini, se detuvo en la vía número 7 y descargó en el andén a una cincuentena de pasajeros con pocas maletas y rostros cansados, que se repartieron entre el último viaje del metro y la fila de los taxis, luego se apagaron las luces de a bordo. Del coche de lujo extrañamente no salió nadie —las puertas neumáticas habían permanecido cerradas— y un somnoliento jefe de tren las desbloqueó desde el exterior y subió para comprobar si alguien se había quedado dormido.
     Fue una mala idea.
   Su desaparición la detectó al cabo de unos veinte minutos un agente de la Policía Ferroviaria que esperaba al jefe de tren para tomar una cervecita en el bar de los marroquíes antes de acabar el turno. No eran amigos, pero a fuerza de encontrarse entre las vías habían descubierto que tenían cosas en común, como la pasión por el mismo equipo de fútbol y las mujeres con un trasero generoso. Se subió al coche y descubrió a su compañero de copas acurrucado en el pasillo de intercirculación, con los ojos abiertos como platos y las manos en la garganta, como si quisiera estrangularse a sí mismo.
De su boca había salido un chorro de sangre que había dejado un charco en la alfombrilla antideslizante" pág. 19
Todos los pasajeros del vagón de lujo habían muerto de un modo horrible. La escena allí es dantesca, con cadáveres retorcidos, sangre y vómitos. La subcomisaria Colomba Caselli se hace cargo de la investigación de esta masacre que el ISIS ha reivindicado a través de un vídeo. Todo es muy aparente y ordenado; pero la subcomisaria abrirá la caja de Pandora al solicitar la colaboración de un viejo amigo, Dante Torre, un ser traumatizado por un secuestro de 13 años, agorafóbico y atiborrado de ansiolíticos, pero con un sexto sentido para leer entre líneas y detectar mentiras. 




Para lo bueno y para lo malo la escritura es cinematográfica. Muchas de sus escenas demandan un set de rodaje y una cámara. El estilo es ágil, los diálogos afilados y la caracterización psicológica de los personajes, perfecta. Caselli y Dante son dos personajes con heridas profundas que iremos conociendo con cierta profundidad y hasta los secundarios están trazados de forma impecable. Los ayudantes de la subcomisaria se autodenominan los Tres Amigos y su presencia en modo alguno es vacua.



Los capítulos son cortos, 3 o 4 páginas, 6 en algunos. Siempre se avanza. Siempre hay acción. La mayoría de los capítulos, y son muchos, acaban con las espadas en todo lo alto como si fuese un serial con sucesivos cliffhangers que te dejan sin respiro y te incitan a devorar uno tras otro. Si los giros son constantes en la investigación, por la información que se va descubriendo, todo es elevado al paroxismo en la conclusión. Una sorpresa que deja la puerta abierta a un nuevo episodio de las andanzas de Colomba y Dante.


En varias entrevistas Dazieri identifica su escritura con el modelo del thriller internacional. Descendiente del gran Andrea Camilleri, busca introducir en la novela negra un punto de inquietud, e incluso de terror. El Ángel es la segunda novela protagonizada por Colomba Caselli y Dante Torre, tras la inicial No estás solo, otro vertiginoso e intenso thriller. Pero esta segunda sin duda es más redonda, está magistralmente construida, tiene un inicio fulminante y avanza sin tregua añadiendo facetas nuevas que enriquecen enormemente la narración. El eje principal de la trama es la investigación de la subcomisaria; pero, en paralelo, al principio de cada parte, la historia va hacia atrás buscando el origen siniestro de este ángel vengador. 

Roma, Milán, Berlín, Marbella, Shangai, Venecia o Chernóbil. Como buen thriller del siglo XXI, su acción transcurre en la aldea global en que se ha convertido el mundo. Del mismo modo, los conflictos que se narran son palpitantemente contemporáneos, sin que falte la mafia o el terrorismo árabe. En una entrevista con Berna González Harbour en El País, el autor confesaba:

"Lo que escribo tiene que partir de una impresión fuerte de algo que sucede en el presente.
Esa impresión se la causó el atentado contra Charlie Hebdó y la huida de sus autores, los hermanos Kouachi, que se dejaron misteriosamente el carné de identidad de uno de ellos en el primer coche en que escaparon. Aquella casualidad le llevó a Dazieri a cuestionar las versiones oficiales. “Lo que cuentan los servicios secretos y la policía es lo que nos quieren decir. Puedes creerlo o no”.
El ISIS, dice, “es una franquicia del terror”. “Yo ahora salgo de aquí, mato a alguien y digo que soy del ISIS y nadie lo va a cuestionar porque el ISIS lo va a reivindicar. Hay entre ellos homosexuales, alcohólicos, hay violentos contra las mujeres, delincuentes y no es que dediquen precisamente su vida a crear el Estado Islámico”. En Italia un hincha de la Juventus se suicidó y un año después se supo que trabajaba para los servicios secretos para encontrar infiltrados de la mafia. “Lo curioso es que en las siete horas anteriores al suicidio hubo un apagón de todos los servicios de comunicación de los servicios secretos y sus últimas llamadas no se grabaron. Tal vez es cierto o tal vez nos están contando una historia diferente. Lo que intento hacer en los libros es hablar de mis dudas, no dar respuestas”.
El autor con su obra

Uno de los factores más atractivos de la novela son sus personajes. En la línea que tan bien definió Stieg Larsson con su Lisbeth Salander, los protagonistas de El Ángel esconden profundos costurones psicológicos. Tanto la subcomisaria Caselli como Dante, y no digamos  ese ángel aquejado por una extraña y terrible enfermedad que le obliga a reponer constantemente los vendajes que cubren todo su cuerpo; están en gran medida traumatizados.

El personaje del asesor Dante Torre es inolvidable. Sufrió durante 13 años secuestro y tortura de forma que su equilibrio mental está triturado. Por su parte la subcomisaria Caselli tiene a sus espaldas lo que ella denominada "el Desastre", una operación internacional que ella coordinaba y que costó la vida a varios compañeros y otros inocentes. Todas estas terribles circunstancias han quebrantado su seguridad en sí mismos y dejado marcas indelebles. 

Dante es un hombre atormentado, adicto al café y a los fármacos, su claustrofobia convierte los simples pasillos en tétricas mazmorras y el asiento de un coche en un pozo amenazante. A cambio de sus múltiples neurosis ha desarrollado un radar superpreciso para leer entre líneas y detectar sutiles cambios en las modulaciones orales y en la comunicación no verbal. Es capaz de apreciar en un vídeo, una conversación o una noticia lo que los demás no ven. Además tiene una imaginación desbocada que lo convierte es todo un experto en confabulaciones varias. Su presentación mientras ofrece una charla en la Universidad o posteriormente ante los Tres Amigos nos regala el espectáculo de unas dotes deductivas y un carisma propios del mismísimo Sherlock Holmes. 
"Después de la llamada telefónica, los Tres Amigos deliberaron durante unos diez minutos y luego se colocaron frente a él.
   —No es por falta de confianza —dijo Guarneri—. Pero no entendemos cómo nos puede ayudar usted. Ese vídeo lo están examinando desde la pasada noche, usted lo ha visto cinco minutos.
   —¿La doctora Caselli no se lo dijo? Soy un mago.
   Los tres lo miraron inexpresivos. Qué público más malo, pensó Dante.
   —Se me da muy bien el estudio de las personas. Y encontrarlas —dijo.
   —A mí también —dijo Esposito—. Sin embargo, ¿dos con la cara enmascarada en un vídeo… no es un poco demasiado?
   —Voy a revelarles un secreto: con las caras soy bastante malo. Incluso me resulta difícil recordarlas —no era del todo cierto, no desde que era adulto, por lo menos, pero así la historia sonaba mejor—. Todos ustedes saben que me secuestraron, ¿verdad? Durante trece años solo vi a mi carcelero, el Padre. Y siempre llevaba el rostro cubierto. Tenía que descifrar de qué humor estaba por los movimientos del cuerpo: me hice bueno en eso. También en ver lo que otros por lo general no perciben.
   —¿Como qué? —le preguntó de nuevo Esposito.
   —Tiene una serpiente en el cuello —le dijo Dante.
   —Qué chorrada.
   —Sí, pero instintivamente usted quería comprobarlo. Su conciencia bloqueó el gesto antes de que se realizara para impedirle quedar mal, pero el cuerpo tiene un cerebro propio, diseminado por los miles de kilómetros de fibras nerviosas que nos envuelven. Los movimientos, las posturas, están influenciados por factores como la educación, el medio ambiente y la edad, pero son únicos, como las huellas dactilares. Si mañana volviera a verle con una capucha en la cabeza, puede estar seguro de que le reconocería. También gracias al hecho de que se rompió el menisco jugando al fútbol.
   Esposito abrió la boca por completo.
   —¿Cómo lo ha hecho?" pág. 98
A una trama precisa y compleja y unos personajes tan problemáticos como interesantes, se une la invención de La Caja, una terrible prisión quebrantahombres que supone el nudo gordiano de la historia. Estos son los tres trazos de una cuerda en tensión máxima. 








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La novela negra italiana viene desde Leonardo Sciascia y su impronta social y reivindicativa, pasando por el poco valorado (en España) Giorgio Scerbanenco, también muy pegado a la realidad y llegando hasta al maestro Camilleri, cuya ascendencia recogen autores como Massimo Carlotto, Gianrico Carofiglio, Giancarlo De Cataldo (autor de Romanzo criminale, un tremendo éxito donde se reconstruye la trama de empresas de la llamada “Banda della Magliana”, una organización de narcotraficantes y secuestradores relacionados con el neofascismo que ha actuado en colusión con algunos sectores del poder político en Roma), y Antonio Manzini: todos ellos practicantes de lo que se denomina "giallo"; un tipo de novela centrada en la realidad italiana que se hace eco de la corrupción política, las injusticias y marginación social, la xenofobia o la degradación de las ciudades. Muchos de sus libros y detectives se ocupan de una ciudad italiana en particular. 
    


En cambio autores como Dazieri o D´Andrea practican otros derroteros más internacionales que ellos mismos identifican con el thriller de estilo norteamericano. En sus libros pesan menos los problemas personales de los detectives respecto a la acción y más allá de los problemas sociopolíticos del "giallo", introducen elementos inquietantes e incluso sobrenaturales. El estilo de este grupo de autores se ha empezado a conocer como spaghetti crime. Algunos autores y obras de esta corriente serían:


Luca D´Andrea: La sustancia del mal.
Sandrone Dazieri: No está solo, El Ángel.
Donato Carrisi: El tribunal de las almas, El cazador de la oscuridad.
Carlo Lucarelli: Almost Blue, Por la boca muere el pez, Trilogía de El Comisario De Luca.
Marco Vichi: Un asunto sucio, El comisario Bordelli.
Maurizio di Giovanni añade toques sobrenaturales a su ficción que nos remiten directamente a John Connoly y su detective Charlie Parker: El invierno del comisario Ricciardi, La Primavera del comisario Ricciardi, El verano del comisario Ricciardi, El Otoño del comisario Ricciardi

  

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