La serie adapta (David Farr) la novela homónima de John Le Carré a lo largo de 6 episodios. Dado que la novela tiene más de veinte años se ha actualizado el contexto histórico, con el beneplácido del propio Le Carré, que también ha participado como productor de la serie. Mientras que la novela gira alrededor del tráfico de drogas en Centroamérica, la serie centra su atención en el tráfico de armas con destino a Oriente Medio. No puedo dejar de acordarme de la serie de espías por antonomasia, la legendaria Tinker, Taylor, Soldier, Spy (Calderero, sastre, soldado, espía), novela que recientemente ha vuelto a sacar brillo Tomas Alfredson con su magnífica película El Topo.
Yo creo que a las novelas de La Carré les va la presentación en serie. Sus obras son densas, con tramas intrincadas y personajes turbios, duchos en sutilezas. Le va la pausa y el masticar sus movimientos. Le Carré reflexionaba sobre aquella serie: "Con Alec Guinness al frente de un maravilloso reparto de pesos pesados del Teatro Nacional Británico, la versión televisiva se planteó, curiosamente, como una historia de amor hacia un sistema británico en decadencia. Estaba hecha con mucha nostalgia; hasta los personajes más insignificantes y desagradables resultaban, de algún modo, entrañables". Nostalgia. Uno de los ingredientes que falta en El Infiltrado, que pasa por encima de disquisiciones morales para entregar un thriller muy compacto, actual y dinámico.
"The Night Manager" es Jonathan Pine (Tom Hiddleston), un exsoldado británico que trabaja como regente nocturno de un hotel de lujo en El Cairo. Estamos en 2011, en plena Primavera árabe. Las calles son un hervidero y la presentación de este manager no puede ser más cinematográfica: camisa de lino y recién afeitado camina con aire de sportman por las calles bullentes de enfrentamientos y tiroteos hasta su lugar de trabajo. Un par de planos que nos definen plenamente su carácter: decidido, seguro, circunspecto. Entre los aromas de un hotel de lujo y el azabache de una hermosísima mujer propiedad de un magnate árabe, ésta le pedirá que esconda la copia de unos documentos confidenciales. Transacciones de dinero y armas a gran escala. Los documentos incriminan a Richard Roper (Hugh Laurie), cabecilla internacional del tráfico de armas y a un par de topos en el mismísimo gobierno británico. La mecha está encendida.
Los documentos serán el arranque de una historia de corrupción y espionaje. Pine hará llegar los documentos a un amigo del consulado y éste a la agencia de seguridad que lidera Angela Burr (personaje que en la novela original es masculino). El brutal asesinato de la mujer árabe desencadenará la implicación definitiva de Pine. Angela Burr le fichará y su misión será infiltrarse en la red de Roper. Una misión muy peligrosa ya que Roper no hace prisioneros. Pocos años después otro hotel maravilloso, en las altas nieves de las montañas austríacas, vuelve a juntar a nuestros dos protagonistas. Un robo de efectivo y una huida serán la carta de presentación del nuevo Jonathan Pine ante Roper. El anzuelo está echado.
La serie tiene un sorprendente aire español. Roper suele retirarse a su mansión particular en Palma de Mallorca y entre sus contactos está un traficante interpretado por Antonio de la Torre.
La serie tiene el empaque propio de las novelas de La Carré y las ficciones británicas. Basa su calidad en la solvencia de la novela, que hace que nunca pierda el norte, y en la clase que lucen sus intérpretes. Hugh Laurie es un espléndido villano y como ayudante cuenta con un sibilino Tom Hollander que en cada circunstancia amenaza con descubrir al confidente. Pero quien se lleva el gato al agua es Olivia Collman (que ya estuvo magnífica en Broadchurch). Aquí luce una inteligencia y una decisión que contrasta enormemente con su avanzado embarazo.
En el debe encuentro que la acción se ha comido al drama. Las estupendas escenas de intriga y acción (cuando definitivamente Pine se cuela en el equipo de Roper en Mallorca, las escenas de robos de claves o la demostración del armamento) hacen que el relato discurra en volandas sobre los hombros del protagonista. Pero en cambio no se profundiza suficientemente sobre los aspectos más turbios (como la historia de la joven amante de Roper o la propia idiosincracia de Pine, quizá dibujado con un excesivo halo de héroe de acción). De todos modos una serie muy estimable.
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