Ya se sabe lo que es navegar por la Red.
Una palabra, una imagen, un enlace, te acaba conduciendo a un remoto y solitario peñón.
Así encontré el blog que se autodenomina El Inconstante del 87. Según su archivo, el blog completo lo integran únicamente 8 entradas. Una de ellas se refiere al Titus Groan de Mervyn Peake. Leí hace tiempo el primer volumen. En mi biblioteca falta el tercero, último e inacabado. Quise ver en esta entrada algún tipo de relación, de metáfora, entre un blog abandonado y el mundo varado de Gormenghast. En todo caso sirva la reseña del inconstante Gonzalo Hernández como Incitación hacia esta obra hipnótica, siniestra y embriagadora.
"¿Qué
ocurre cuando un mundo es ajeno al cambio? ¿Cuando las tradiciones fomentadas
por milenios, incomprendidas en el presente, pero que otorgan la seguridad de
lo permanente, se convierten en el único factor en movimiento de un universo?
¿Cuando los anhelos ocultos acaban aplastados bajo el peso del silencio
ancestral y el estoicismo permanente, provocando un desasosiego casi palpable
que acaba inundando las estancias de un palacio tan grande como una ciudad? Lo
que acaba sucediendo es algo como la obra de Mervyn Peake, ilustrador, poeta y
escritor que empezó siendo conocido por sus dibujos para obras de referencia
como La isla del Tesoro de Stevenson o Alicia en el País de las Maravillas de
Carroll, pero que acabaría pergeñando una serie de libros, hoy de culto en
Inglaterra (donde incluso ha conocido una descafeinada versión para TV de la
mano de la BBC) que se convertiría en parada obligada de muchos escritores que
han reconocido la influencia de Peake en sus novelas.
La
fantasía de Mervyn Peake no tiene absolutamente nada que ver con minotauros ni
seres mitológicos. Es una fantasía realista, tanto que casi parece histórica.
Triste y decadente. Cubierta por las sombras inabarcables de las estancias de
Gormenghast: la ciudad-castillo donde habitan los personajes más melancólicos
que la fantasía literaria haya conocido. Porque así es el mundo concebido por
Peake. Oscuro y pesaroso. Poca luz resplandece en él. La esperanza es un bien
escaso. Y pocos la cultivan. La mayoría de sus personajes viven esclavizados
por sus circunstancias. Poco importa que sea dentro de un castillo, o fuera de
los muros de la fortaleza, entre paredes de barro y montañas. La tristeza que
les inunda es la misma. Lord Sepulcravo es el ejemplo perfecto. Padre de Titus
y Conde y Señor de todo Gormenghast, se mueve por el castillo como alma en
pena, encontrando refugio únicamente en su biblioteca, entre las palabras de
poetas y filósofos ajenos a su mundo.
Bajo
su mando sobreviven, cada uno a su modo, su primogénita Fucsia, hermana mayor
de Titus, adolescente soñadora, intuitiva, pero huidiza. Siempre evadiéndose de
las penumbras que lo rodean todo, refugiándose en el desván inalterado de su
cuarto; su criado personal Excorio, sombrío personaje amante de la
inalterabilidad de los rituales de Gormenghast, sin duda uno de los más
carismáticos y ambiguos del libro. Repelente, pero con principios; la esposa
del Conde, Lady Gertrude, una mujer con muchos “pájaros en la cabeza”,
literalmente; sus cuñadas y hermanas de Sepulcravo, Cora y Clarice, mellizas
enfermas de poder; el Doctor Prunescualo y su esposa Irma, un hombre que
comienza despertando desconfianza tras la máscara social que se impone, pero
poco a poco va descubriéndose como el personaje con más sentido común de toda
la fortaleza; La adorable y quejumbrosa Tata Ganga, la ama de llaves del
castillo, y encargada del cuidado de Titus y de Fucsia; el ritualista Agrimoho,
maestro de ceremonias de las tradiciones milenarias que rigen la vida diaria de
la corte, y por último y de vital importancia: Pirañavelo y Vulturno, aprendiz
y jefe de cocina respectivamente. El primero, alguien de quién cuidarse
muchísimo. Un personaje tristemente común en la vida real. Esa clase de gente
que oculta su verdadero rostro detrás de falsas personalidades muy bien
construidas, de tal forma que embaucan al interlocutor, mostrándole lo que
quiere ver. Un manipulador que utiliza a los demás en su propio beneficio. A su
lado, el chef de Gormenghast, un loco de dimensiones mastodónticas y carnes
fláccidas, sudoroso y terrorífico.
(...)
La faceta descriptiva es tan importante como los personajes mismos. Es parte de la esencia de la novela. Pero mientras en otros autores, esta mal integrada o equilibrada de forma dudosa, aquí encuentra el punto exacto. No resulta tedioso, aunque hay que ir preparado. Gormenghast es un mundo hipnótico, y acaba ocupando la imaginación del lector al completo. Es el protagonista indiscutible. El primer párrafo se abre con una presentación visual de sus muros que ya instaura su presencia de forma impactante:
La faceta descriptiva es tan importante como los personajes mismos. Es parte de la esencia de la novela. Pero mientras en otros autores, esta mal integrada o equilibrada de forma dudosa, aquí encuentra el punto exacto. No resulta tedioso, aunque hay que ir preparado. Gormenghast es un mundo hipnótico, y acaba ocupando la imaginación del lector al completo. Es el protagonista indiscutible. El primer párrafo se abre con una presentación visual de sus muros que ya instaura su presencia de forma impactante:
“Gormenghast, es decir, la mole principal de piedra originaria, habría ostentado cierta cualidad de pesadez arquitectónica si hubiese sido posible ignorar el enjambre de míseras viviendas que circunvalaban los muros exteriores como una erupción epidémica. Las casas de barro se desparramaban por la pendiente encabalgándose unas sobre otras hasta alcanzar la muralla del castillo; allí las más recónditas se apoyaban en los gruesos muros, agarrándose como lapas a las piedras. Una ley ancestral les permitía esta intimidad glacial con la fortaleza que se cernía encima. Sobre los techos irregulares caían, a lo largo de las estaciones, las sombras de los contrafuertes roídos por el tiempo, de los torreones quebrantados y altivos, y sobre todo la enorme sombra de la Torre de los Pedernales. Esta torre, irregularmente moteada de yedra negra, se alzaba por entre los puños de la mampostería almenada como un dedo mutilado y blasfemo que señalaba al cielo. De noche, los búhos la convertían en una garganta resonante; de día callaba y proyectaba una larga sombra.”
La
atmósfera tenebrista de Gormenghast invade todo el libro. Peake se empeña en
plasmar la decadencia en todas sus formas. Ese era uno de sus objetivos a la
hora de escribir Titus Groan, una historia concebida como una saga de hasta
cinco libros (de los que al final el autor sólo llegó a completar los tres
primeros y a dejar inacabado un cuarto antes de morir) que contuvieran la vida
al completo del Septuagesimo Séptimo Conde de Gormenghast, el pequeño Titus, el
Señor que acabaría desafiando siglos de tradición obligando al cambio a un
mundo estancado en el tiempo. Por ello, la novela se permite una cadencia que
le permita dibujar un cuadro general del conjunto repleto de detalles, similar
a lo concebido por el Bosco en El Jardín de las Delicias, pero trasladado a la
literatura. Un ritmo que le permite centrarse en todos los personajes, ahondar
en cada uno, y darle su propia identidad. (...)
El
empeño de Peake va de lo físico a lo psicológico. Utiliza el castillo como un
pulmón que transpire podredumbre y humedad, el sudor pegándose incómodamente al
cuerpo, mientras las telarañas rozan las nucas, y las estancias nunca visitadas
duermen el sueño eterno del vacío. Es lo que convierte a la obra en una de las
últimas novelas genuinamente góticas. El aire es malsano entre los pasillos, y
Peake sabe cómo ilustrarlo:
“La rueda del lúgubre ritual continuaba girando. Dentro de aquellas paredes el fermento del corazón era burlado por sombras dormidas, largas o breves. No mayores que la llama de una vela, las pasiones titilaban en el bostezo del Tiempo, pues Gormenghast, inmenso y oscuro, todo lo aplasta.”
Es
uno de los extractos que mejor definen la esencia de lo que es el libro, de lo
que es Titus Groan como novela, y de la melancolía irredenta que afecta a su
autor. La oscuridad de los espacios es trasladada al alma de los personajes.
Ninguno de ellos es feliz, ninguno guarda apenas esperanzas. Todos siguen
adelante casi como por inercia. Y la llegada de Titus tampoco cambia las cosas.
Como mucho trae una seguridad que llevaba tiempo anhelándose. El Conde por fin
ha tenido un heredero varón, y Gormenghast por fin puede continuar su vida inalterable
en el Tiempo. Aún así, algo se respira en el aire. La explosión de muchísimas
emociones contenidas...
“En
las tinieblas resonaban cada vez más las notas de las crueles pasiones. Odio y
cólera y dolor y las acosantes voces de la venganza.”
- Hay una página web oficial (en inglés) de Mervyn Peake, aquí, donde se pueden encontrar tanto su biografía como novelas e ilustraciones que realizó para obras como The ancient Mariner, Alicia en el País de la Maravillas o Casa desolada de Dickens.
Autorretrato - Mervyn Peake |
- En Red de Ciencia Ficción, titulan la reseña como "El esplendor de la tiniebla" y subrayan que "el estilo de Peake es deslumbrante, poderoso y poético hasta el desmayo", mientras ven la obra como "una película en la que no dejan de suceder cosas a cámara lenta. El efecto es hipnótico hasta lo enfermizo, embriagador hasta lo alucinatorio. Un cenagal de aguas estancadas en el que crecen las flores más bellas y extrañas, en el cual el olor nauseabundo del limo se entremezcla con el aroma mágico y mareante que desprenden las páginas de un libro antiguo."
- Hay otro artículo en El Jardín del Sueño Infinito
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