A través del variadísimo Blog de Jesús Martín, me encuentro con la reseña de esta vieja novela que veinticinco años después sigue siendo una de las más nuevas y modernas.
"De Alaska a Nuevo México, las
letras alumbradas al carbón de las hogueras en el país de las barras y estrellas siempre han buscado –cual el oro en las montañas- lo que se ha venido
en llamar la “gran novela americana”. Creadores aspirantes a esta categoría
siempre los ha habido (John Steinbeck, William Faulkner, Sommerset Maugham,
Francis Scott Fitzgerald, Thomas Pynchon, John Updike…) y los habrá; sobre todo
mientras el río de la vida en USA corra a la velocidad de las imperfecciones
sociales.
(...)
(Wallace) firmó una serie de obras que le catapultaron al engañoso Olimpo de los
literatos más valorados, de cuantos nacieron en la era sesentera del hipismo
contestatario (por lo menos, así lo celebraron en los círculos de los expertos
e intelectuales de los ochenta y los noventa). Distinción que logró con sus
excelentes disecciones en clave quirúrgica -muy propias de gente como Philip
Roth- sobre tipos a los que la rutina les obliga a perder la fe, individuos
malheridos por la realidad y cuya visión del triunfo les llega apoltronados en
el salón de sus casas, eternamente mediatizados por el aparato de televisión o
la pantalla del ordenador.
Graduado con honores en el
Amherst College, Wallace comenzó en el universo editorial con un relato de los
de vitriolo en las páginas, recluido en las sensaciones de desmoronamiento
constante que sufre cualquier hombre y mujer en este recriminatorio siglo XXI:
centuria de esparto y jarabe de palo, en la que los mecanismos de protección
medioambiental han quedado mortalmente quemados por el agujero de ozono
filosófico (imposible de tapar, ni tan siquiera con los artilugios inventados
de la nada por el rancio capitalismo de antaño). Esa oda a la confusión
mediática y comunitaria fue bautizada con el sugerente título de La escoba delsistema, texto de 1987 que la editorial Pálido Fuego acaba de refrescar en España.
El vehículo de un aparente
thriller se convierte en la excusa estilística perfecta para el vástago de
profesores, con el fin de acometer sus intenciones de psicólogo, ataviado con
una simple y figurada pluma en vez de un diván. Esto explica que el motor de la
historia esté construido en torno a la faz de la ingenua Lenore Beadsman; una
operadora telefónica, que sufre un colapso emocional cuando le cuentan que su
bisabuela y veinticinco ancianos más han desaparecido de la residencia en la
que estaban ingresados. Ahogada por los paisajes monótonos del Gran Ohio
Desértico, la joven encaja el golpe con la habitual sensación de hastío; la
misma que le provocan su aburrido trabajo y la relación, a vueltas con el
pecado voluntario, que mantiene con su jefe: Rick Vigorous (también conocido
irónicamente como Vlad el Empalador).
El fatalismo que tiñe la
paleta diaria de Lenore, al igual que del resto de los personajes (imbuidos en
una dinámica hacia la desazón y la tragedia sin honores), hace de este cuaderno
de bitácora -carente de reminiscencias de clasicismo helénico- un documento
especialmente atractivo, estimulante para los lectores que se sienten como
autoestopistas en una carretera sin tráfico."
Por su parte el escritor y crítico literario Juan Francisco Ferré nos hace una apología de esta novela en su selectivo blog La vuelta al Mundo:
"En estos difíciles tiempos de
bancarrota intelectual y cultural y de severa crisis de tantas cosas (ideas,
pasta, inventiva, audacia, rigor, etc.), nada mejor que apostar por lo
inseguro, en la literatura, el cine y el arte en general, invertir en los
valores de lo incierto, esto es, la novedad, la ambición, el riesgo, vengan de
donde vengan.
(...)
La editorial Pálido Fuego ha sabido hacerlo a su vez rescatando del basurero esta gran novela de David Foster Wallace (La escoba del sistema, Pálido Fuego, trad.: José Luis Amores, 2013) publicada por primera vez a finales de los ochenta y desdeñada durante décadas, como tantas otras obras valiosas de la escena internacional, por prestigiosos editores nacionales. Una novela que es tan nueva hoy, recién traducida, o más, de lo que lo fue hace veinticinco años.
(...)
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La editorial Pálido Fuego ha sabido hacerlo a su vez rescatando del basurero esta gran novela de David Foster Wallace (La escoba del sistema, Pálido Fuego, trad.: José Luis Amores, 2013) publicada por primera vez a finales de los ochenta y desdeñada durante décadas, como tantas otras obras valiosas de la escena internacional, por prestigiosos editores nacionales. Una novela que es tan nueva hoy, recién traducida, o más, de lo que lo fue hace veinticinco años.
(...)
PRIMER ESCOBAZO (EN LA CABEZA
DEL SISTEMA)
¿Qué hacer cuando una cultura
alcanza tal grado de saturación que todos sus signos parecen producto de la
repetición o el cansancio? ¿Qué hacer cuando la televisión, el medio
mayoritario y capitalista por excelencia, ha usurpado a la literatura y el arte
todos los recursos de la ironía y la autorreflexión crítica y hasta la parodia
de las formas, los estilos y los temas? ¿Qué hacer cuando un medio artístico ve
menguar su audiencia de manera dramática y disminuir hasta niveles irrisorios
su poder de influencia sobre la cultura y la sociedad contemporáneas? ¿Qué
puede hacer un escritor cuando el lenguaje se muestra tan devaluado como
incapaz de expresar los problemas íntimos y las cuestiones morales a que se
enfrentan sus usuarios en una época de mutaciones radicales? ¿Qué vale la pena
escribir todavía en un contexto desmoralizador y estéril como este?
Todas estas preguntas y muchas
más se hizo un escritor veinteañero llamado David Foster Wallace antes de
darles una respuesta primeriza en esta deslumbrante novela cuyo borrador
informe se atrevió a presentar como tesis de graduación en una universidad
americana. El alusivo título incluye todo un programa filosófico y estético,
donde Wittgenstein se abraza a Pynchon
para cartografiar en clave cómica la América finisecular. Así como la fibra
limpia el sistema fisiológico de toda impureza, según le decía su madre, así
esta ficción deslenguada y excéntrica de Wallace contribuye a higienizar, con
sus modos chistosos y sus diálogos chispeantes, tanto los sistemas de
comunicación entre humanos como los canales culturales infectados por el virus
del espectáculo y el consumo. La “escoba” mencionada en el parágrafo # 60 de
las Investigaciones Filosóficas de Wittgenstein sirve para anunciar el designio
teórico del artefacto: el pensamiento debería ser como la escoba con la que, en
un momento de extenuación, se quiebra el cristal de una ventana para que
penetre el aire fresco exterior y se regenere la atmósfera viciada de la
habitación. En su momento, esta novela fue fundacional de la nueva vanguardia
americana del avant-pop.
(...)
(...)
La escoba del sistema es, en
suma, una ingeniosa novela sobre un mundo que oscila entre la cacofonía banal
de la televisión y la publicidad, el autismo innato de los individuos y el
psitacismo paródico de una cacatúa logomáquica que se hace famosa como solo
pueden hacerlo los personajes que imitan hasta el absurdo los lugares comunes
que los otros repiten de modo acrítico como verdades fundamentales de la vida.
(...)
(...)
En la suntuosa puesta en
escena de este desternillante carnaval sociopolítico, se insinúan ya las
coordenadas estéticas en que se moverá en adelante la exuberante literatura de
Wallace, su preferencia por los espacios ilocalizables (el “Gran Desierto de
Ohio”: G. O. D.) y las temporalidades dislocadas de la ciencia-ficción como
forma de registrar la sombra espectral que el futuro proyecta sobre el presente.
La escoba del sistema contiene, pues, todo el talento cómico, filosófico y
verbal de Wallace envasado en un formato juguetón y desenfadado mucho más
asequible para el lector al que hayan intimidado las dimensiones vertiginosas y
la perversa recursividad de La broma infinita."
(...)
P.D. Wallace publicó esta su primera novela en 1987. Se suicidó en 2008, cuando sólo contaba con 46 años.
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