Mostrando las entradas para la consulta malpertuis ordenadas por relevancia. Ordenar por fecha Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas para la consulta malpertuis ordenadas por relevancia. Ordenar por fecha Mostrar todas las entradas

martes, 1 de mayo de 2018

MALPERTUIS - de Jean Ray


Me relamo de gusto mientras hojeo este libro legendario sobre una casa infernal y su aborrecible propietario. Hay escenas de esta novela fijadas en mi memoria de una lectura tiempo atrás. Un navío colmado de almas en pena batido por una horrible tormenta. Un cadáver clavado en lo alto de una columna mientras su voz resuena por toda la casa entonando el Cantar de los Cantares. Un viejo abad escuchando en una celda la confesión de un sacrilegio mientras el monasterio tiembla atacado por mil demonios. 
Puro gótico. 

Malpertuis es el nombre de una mansión, el epítome de una larga vida  dedicada al ocultismo y al conocimiento arcano por parte de su propietario, el temerario Quentin Moretus Cassave. La casa esconde un Gran Secreto. En esta mansión maldita se debate la primacía entre hombres y dioses. 
"Está allí, con sus enormes balcones, sus escalinatas franqueadas en masivas balaustradas de piedra, sus torrecillas crucíferas, sus ventanas duplicadas con travesaños, sus esculturas gesticulantes de serpientes fantásticas y de tarascas, sus puertas claveteadas...
Rezuma el hedor de los grandes que la habitan y el terror de los que se rozan con ella.
Su fachada es una máscara seria, donde se busca en vano alguna serenidad. Es un rostro retorcido de fiebre, de angustia y de ira, que no logra ocultar lo que hay de abominable tras él.
(...)
He entrado en Malpertuis. le pertenezco. No nace ningún misterio de su interior. Ninguna puerta se ha obstinado en permanecer cerrada, ninguna sala se ha negado a mi curiosidad. No existen ni cámara prohibida, ni pasadizo secreto y, sin embargo...
Sin embargo, es un misterio a cada paso, y rodeará cada paso de una cárcel movediza de sombras."
La aventura que relata es malsana y voluptuosa. 
Un ladrón de iglesias esquilma un monasterio. Se lleva códices, incunables y un cilindro de plomo que promete secretos tesoros. Ya en su cuarto lo que encuentra son papelajos; escritos y memorias de diversos narradores que han venido participando en una maldición que se arrastra desde hace tres generaciones. Los inicios datan de principios del s. XIX. El primer relato sienta los antecedentes en un naufragio frente a una costa pavorosa sobre cuyas rocas yacen y bailan unas figuras deformes; es el de un clérigo blasfemo, Doucedame el viejo. El segundo es el cuerpo principal de la historia y lo constituye el diario de Jean-Jacques Grandsire, el inocente sobrino del verdadero demiurgo de este universo aborrecible, el tío Cassave. Posteriormente conoceremos el relato del clérigo Doucedame el joven, heredero de una maldición de la que quiere resarcirse. De esa lucha desigual nos informará Dom Misseron, el abad del monasterio de los Padres Blancos, donde quedarán depositados los legajos. El último narrador será el propio ladrón.  
"En el célebre y truculento Roman de Renart, los clérigos dieron ese nombre al antro del zorro, el muy ladino. No creo que me equivoque demasiado al opinar y al afirmar que ese nombre significa la casa del mal o, más bien, de la malicia. Ahora bien: la malicia es, por excelencia, patrimonio del Espíritu de las Tinieblas. Por extensión del postulado así expuesto, diré que es la casa del Maligno o del Diablo."
Las aventuras son fantasmales y tienen que ver con lo que se denomina terror metafísico; pero paradójicamente todo comienza con algo tan burgués como es el reparto de una herencia. El tío Cassave está a punto de morir por lo que reúne en Malpertuis a su familia y allegados para despedirse de ellos y hacerles conocer su inusual testamento: la fortuna no será dividida. Para disfrutarla en plenitud todos los presentes deberán vivir bajo el techo de Malpertuis hasta su muerte. 

Una vida regalada... o una maldición. La misma ambigüedad con que el joven Jean-Jacques Grandsire recibe la promesa de una hermosísima y misteriosa joven llamada Euryale. "Cuando todos los aquí presentes hayan muerto, excepto tú y yo, tú te casarás conmigo..."

Pronto este grupo de personas, encerradas en un malsano microcosmos, comenzarán a ser engullidas por él como en un agujero negro.

La galería de personajes supone toda una fuente de fascinación. Unos son atroces como el gigantón Tchiek, otros enigmáticos como el elevado Eisengott. No falta el tenebroso y obsesivo taxidermista Philarete. Todos esconden un juego de símbolos avasallador.  Lampernisse es un pariente loco que solloza y se desespera porque una sombra le apaga las velas que él enciende.  
"Veo a Lampernisse, que solloza porque le soplan la luz de las lámparas; el águila, que le desgarra las carnes; las cadenas, que le clavan al suelo, ennegrecido por su sangre: ¡Prometeo!
Y ¿quién es el tío Cassave?
¿Quién es Quentin Moretus Cassave? "Lo descubro por primera vez entre esa extraña secta de iluminados que se funda hacia el año mil seiscientos treinta en Alemania y cuyos secretos jamás fueron revelados: los Rosacruces."
"Continuó los curiosos estudios del doctor Mises, de Leipzig, sobre las figuras, el lenguaje y la anatomía comparada de los ángeles. Pretendía que estos espíritus celestiales expresan su pensamiento por la luz y emplean los colores a modo de sonidos".
Toda la novela ilumina un gran debate, el que se produce entre deidad y humanidad. 
"Los hombres no nacen del capricho o de la voluntad de los dioses; por el contrario, los dioses deben su existencia a la fe de los hombres. Si esta fe se extingue, los dioses mueren"
Malpertuis se nos presenta como "un pliegue en el espacio", donde batallan una mitología decrépita y unas fuerzas diabólicas bajo los auspicios de un perverso demiurgo. 
"El padre Doucedame, que manifiesta una aversión cada vez más marcada por un tema de conversación semejante, se ha dignado hablarme de un cierto "pliegue en el espacio" para explicar la yuxtaposición de dos mundos, de esencia diferente, del cual Malpertuis sería un abominable punto de contacto."
Allí están presentes todas las fuerzas del universo: los hombres y los dioses, la vida y la muerte, el cielo y la tierra, la condena y la expiación. Los habitantes de Malpertuis están sometidos a estas imprevistas alternativas y esa tensión entre lo sagrado y lo decadente acaba por provocar el estallido del horror.

El terror no sólo viene de lo desconocido. Incluso una vez desvelado el misterio en el tercio final de la novela, el hechizo adquiere nuevos bríos por el carácter atávico de la amenaza. Así se lo reconoce el loco Lampernisse al narrador Jean-Jacques Grandsire. 
"Voluntades desconocidas te imponen, de cuando en cuando, el olvido y el recuerdo."
"Añado que unas veces, los habitantes de Malpertuis parecen actuar con pleno conocimiento de causa, que no existe misterio para ellos, y en otras no son más que pobres criaturas temblorosas de miedo ante lo desconocido que se prepara".
El libro es ágil y directo en su expresión, soberbio en su imaginación y muy moderno en su composición (data de 1943). Tiene esa forma de retales en la que diversos testigos, a través de sus manuscritos, nos ayudan a componer el cuadro. De este modo el autor aumenta la inquietud, al presentar hechos que distintas personas fueron incapaces de gobernar.

Ray no recarga sus textos de retórica. Sus escenarios son tan potentes que devienen en personajes. Su verdadera fuerza está en las escenas que imagina; poseen tal viveza que perduran en la memoria con ecos resonantes. El naufragio inicial, los claustrofóbicos pasillos de Malpertuis, el espeluznante taller del taxidermista, los monjes barbuquinos corporeizándose entre la ruinas o la pavorosa aparición en el número siete de la calle de la Tête Perdue así lo atestiguan.

Concluiré con la cita que inicia el libro. Es de Nathaniel Hawthorne y el autor logra  imprimirle un carácter verdaderamente revelador.
Construiréis iglesias, jalonaréis los caminos de capillas y de cruces, pero no impediréis que los dioses de la antigua Tesalia reaparezcan a través de los cantos de los poetas y los libros de los sabios.



La novela fue adaptada al cine -de forma olvidable- en 1973, bajo la dirección de Harry Kumel y con Orson Welles en el papel del tío Cassave. 

sábado, 11 de febrero de 2023

El VIGILANTE - creada por Ryan Murphy - Ian Brennan



La serie recoge la leyenda urbana que rodea a la famosa Casa Westfield, construida en 1905 y situada en el 657 Boulevard de la pequeña ciudad de Westfield, Nueva Jersey.

Se trata de una hermosa casa de estilo colonial holandés con seis habitaciones, un fabuloso jardín y piscina. Fue comprada por Derek y Maria Braddus en 2014 por casi 1,4 millones de dólares, pero vivir en un lugar de ensueño pronto se convirtió en pesadilla cuando empezaron a recibir cartas amenazantes como si hubiesen usurpado la propiedad. Las firmaba alguien que se autodenominaba "El Vigilante", un acosador anónimo obsesionado con la casa y su pretendida oscura historia.

Las cartas eran diabólicamente afables y anónimas, por lo que resultaban de lo más perturbadoras.
"Querido nuevo vecino en el 657 Boulevard, permítame darle la bienvenida al vecindario, ¿Cómo terminaste aquí? ¿Te llamó la fuerza de esta casa? El 657 Boulevard ha sido el tema de mi familia durante décadas y, a medida que se acerca su 110º cumpleaños, me han encargado que vigile y espere su segunda llegada. Mi abuelo vigiló la casa en los años veinte y mi padre en los sesenta. Ahora me toca a mí. ¿Conoces la historia de la casa? ¿Sabes lo que hay entre las paredes del 657 del Bulevar? ¿Por qué estás aquí? Lo averiguaré".
                                                                             -El vigilante-
Con los días llegaron dos misivas más. En la segunda constaban ya los nombres del matrimonio y además mencionaba detalles de sus hijos, a los que se refería como “sangre nueva”, lo que alarmó definitivamente a los Braddus. Incluso cuando decidieron abandonar la casa y volvieron a recoger los restos les llegó una última misiva que decía:“¿A dónde has ido? 657 Boulevard te está extrañando”.

La realidad es que la amenaza nunca sobrepasó el límite de la recepción de esas misivas. La policía e investigadores privados contratados por el matrimonio indagaron sobre los vecinos, rastrearon a los antiguos dueños e incluso se investigó al mismísimo matrimonio, pero las pesquisas nunca llegaron a nada. 

Sobre esa base y con esas mismas cartas tan insidiosas el director y guionista Ryan Murphy ha elaborado una historia completa en 7 episodios, rellenando los huecos y ofreciendo un posible desenlace. El matrimonio que va a sufrir el acoso son Dean y Nora (Bobby Cannavale y Naomi Watts).

Lo primero que hace la serie es dotar a la casa de unos vecinos de lo más inquietante, dos matrimonios ya ancianos cuyas mujeres lucen de lo más siniestro. Mitch y Mo (interpretados por Richard Kind y Margo Martindale) son unos jubilados metomentodo que acostumbran estar tumbados en el jardín, frente a la casa, espiándola constantemente. Más amenazantes resultan Pearl y Jasper (interpretados por Mia Farrow y Terry Kinney). Jasper es un tipo raro y silencioso que puede aparecer de pronto en cualquier lugar de la casa, lo que hace sospechar a Dean que el anciano conoce alguna trampilla o túnel secreto por el que acceder. 













Los guionistas han vestido la serie con sospechas por doquier que unas veces se dirigen hacia un antiguo propietario que se volvió loco o a la posibilidad de un complot con fines inmobiliarios para asustarlos y obligarles a vender a la baja. En ese sentido la antigua amiga de Nora, que fue la agente inmobiliaria que le vendió la casa, guarda algunos secretos. 

Del mismo modo que en la realidad, la serie mantiene un desenlace abierto apuntando varias hipótesis como son la aparición de túneles secretos que conectan la casa con otras donde se reúnen miembros de una secta satánica e incluso desarrolla una hipótesis fantástica cuando aparece un antiguo propietario que se supone que murió hace años y que mató allí a sus hijas. 

El juego pirotécnico funciona y la serie es un buen entretenimiento; pero más que producir terror nos coloca en el lugar de los propietarios que van dando palos de ciego hasta acabar de los nervios.



En su momento se llegó a apuntar que alguien había estado viviendo detrás de las paredes o quizás en un espacio secreto en algún lugar de la casa; suponiendo que había habitaciones secretas que jamás se descubrieron.

"¿Necesitas llenar la casa con la sangre joven que pedí? Mejor para mí. ¿Vuestra antigua casa era demasiado pequeña para la creciente familia? ¿O era la codicia de traerme a tus hijos? Cuando sepa sus nombres los llamaré y los atraeré también hacia mí".

El cambio de casa es casi un lugar común para comenzar una novela o película de terror. Se supone que el hogar es nuestro espacio más seguro y por eso cuando nuestra nueva morada nos revela tener un pasado y una vida propia despierta en nosotros miedos atávicos. El tema es clásico y un buen puñado de grandes obras así lo atestiguan como La casa infernal de Richard Matheson, El ocupante de Sarah Waters, La puerta de Audrey de Sarah Langan, La maldición de Hill House, de Shiley Jackson (que cuenta con una extraordinaria adaptación televisiva), La casa de hojas de Mark Z. Danielewski o la clásica y hoy casi olvidada Malpertuis de Jean Ray. 

martes, 1 de mayo de 2018

JEAN RAY


Mariano Buscaglia redactó en la revista AvAtares un completo perfil de Jean Ray, autor de culto en la literatura fantástica. He aquí unos extractos.










"Jean Ray es considerado con justicia un maestro del relato fantástico. Forma parte de ese crisol de escritores extraños que suelen compartir espacio en antologías exquisitas, hablo de autores como Bloch, Bierce, Machen, Blackwood, Lovecraft, William Hope Hogdson, etc. 

Raymundus Joannes de Kremer alias, John Flander, alias King Ray, alias Sailor John y alias Jean Ray, como lo llamaré de aquí en adelante, fue un escritor belga que gestó su obra en la mitad del siglo veinte. A pesar de tener una producción capaz de hacer sombra a los grandes maestros del relato fantástico anglosajón, Jean Ray es un escritor casi para exquisitos, su escasa difusión en nuestra lengua y en la lengua inglesa atentan contra su memoria.

Como todo escritor que se precie de tal, Jean Ray fue un eximio mentiroso, tuvieron que pasar décadas para que se esfumara - como esas nieblas que pueblan sus relatos de marineros borrachos -, el mito que el autor tejió alrededor de su vida. Una vida azarosa sobre las cubiertas de los barcos, traficando armas y alcohol durante la ley seca, peleando contra filibusteros o tentando la muerte en los burdeles más rancios del Asia donde ahogaba su existencia con enormes dosis de opio. Al igual que ese otro maestro de la narrativa (despreciado hasta el hartazgo) Emilio Salgari, Ray creó una vida de tintes aventureros y románticos para suplir la carencia casi total de ellos. Su existencia apócrifa, que pudo firmar Marcel Schwob en un cuento de su magistral Vidas Imaginarias, sostenía que por sus venas corría sangre Sioux proveniente de su abuela materna y que sus primeros cuentos los escribió a bordo de veleros piratas o sobre las mesas desvencijadas de tabernas, perdidas en los ignotos mares asiáticos. 
Nació en Gand, Bélgica, el 8 de julio de 1887. A los 36 años Jean Ray inicia su periplo de colaboraciones literarias para la revista l'Ami du Livre. En esa época comienza a mezclarse en negocios sinuosos de contrabando que lo hundirían en el futuro. En 1925 edita su célebre libro de relatos fantásticos: Los cuentos del Whisky, volumen que contiene gemas inolvidables como: Whisky Irlandés, El guardián del cementerio o Los extraños estudios del doctor Paukenschlager. En 1926 es condenado a seis años y seis meses de prisión por contrabando; pero es liberado con anticipación en 1929. A partir de entonces la producción del escritor se intensifica.

Desde 1931 hasta 1938 escribe ininterrumpidamente los fascículos policiales de Harry Dickson. Aceptó el encargo de traducir del neerlandés al francés una serie de novelitas alemanas que relataban las aventuras del inefable detective Harry Dickson (uno de los tantos clones de Sherlock Holmes que prosperaron a principios de siglo), donde la acción imperaba sobre la lógica del relato. Historias recargadas de truculencia, de monos homicidas o de asesinos célebres. Jean Ray consideró que él podía escribir mejores cosas que la basura que le daba el editor para traducir, le propuso su idea a la editorial y esta aceptó con la condición de que respetara el título y que la escena, que ilustraba la cubierta de los fascículos, debía figurar dentro del relato. Jean Ray aceptó gustoso el proyecto e inmortalizó a un personaje, mediocre en su origen, en más de cien novelitas inolvidables por sus climas góticos, crímenes fantásticos y de corte sobrenatural. El canto del vampiro o El templo de Hierro (donde mantiene al lector sobre ascuas con la caída de una nave espacial y su perverso tripulante suelto en la Inglaterra victoriana), son novelitas de lectura imprescindibles para cualquier amante del fantástico. 

A mitad de la década del 30, Jean Ray comienza a consagrarse como autor de relatos fantásticos y de terror al colaborar en la mítica revista estadounidense Weird Tales, revista que publicó por primera vez autores de la talla de Lovecraft, Robert E. Howard, Clark A. Smith, Kuttner, Bloch, etc. Como también en Terror Tales y en Dime Mysteries. Revistas de temática pulp donde la prosa de Jean Ray, aunque superior a la media, se ajustaba en sus atmósferas opresivas y tenebrosas. 

La Segunda Guerra estalla en Europa y las publicaciones en las que el autor colaboraba habitualmente se ven forzadas a cerrar, por lo que Ray considera conveniente encarar obras de más largo aliento. Publica El Gran Nocturno y El crucero de las sombras, antologías de relatos largos. 1944 es un año de capital importancia en la obra de Jean Ray, ya que publica sus dos novelas más importantes. La ciudad del miedo indecible, una novela de corte policial con profundos matices fantásticos y macabros que no alcanza las dosis de genio a que nos tiene habituados el autor y Malpertuis, su óbra maestra, libro considerado como la última novela gótica de la era moderna. Como en muchos relatos del autor, el escenario en sí es uno de los grandes protagonistas de la historia.

A principios de los 60, Jean Ray escribe su última novela: Saint-Judas-de-la-nuit. Por aquellos años comienza a ser considerado por la crítica francesa como un maestro del fantástico. Las ediciones comienzan a sucederse una tras otras y su obra se difunde en otras lenguas. Contribuye el hecho de haber publicado una antología que se conoció como Los veinticinco mejores relatos negros y fantásticos (recopiladas por el también escritor y amigo cercano de Ray, Henri Vernes) que reunía parte de la mejor obra de Jean Ray, cuentos como: La noche de Camberwell, El salterio de Maguncia, La callejuela tenebrosa, El cementerio de Marlyweck, son sencillamente inolvidables y perfectos en su ambientación tenebrosa.

El legado de Jean Ray a la literatura fantástica es tan desmedido como su obra. El viejo cuentista, hacedor de imágenes terribles, muere el 6 de noviembre de 1963 de un ataque cardíaco. Fue enterrado en el cementerio de Westerbegraafplaats, en Gand."