Lanthimos es un director de cine griego que habitualmente nos presenta personajes pesimistas y quebrados en lo emocional. Sus historias parecen fábulas absurdas y violentas sobre el ser humano y sus relaciones en el mundo contemporáneo.
La película se divide en dos partes. En la primera, David (Colin Farrell), abandonado por su mujer, es internado en un hotel-balneario de lujo. No se permite la soltería. David tendrá 45 días para encontrar un pareja afín. Los inquilinos deberán seguir un riguroso programa de actividades con el objetivo de aparearse. El dibujo que hace Lanthimos de esa sociedad es lúgubre y mecánico. Los hombres y mujeres que por allí deambulan parecen autistas emocionales. El estricto control al que son sometidos nos puede recordar a 1984, de Orwell. La opresión psicológica y vital es enorme.
David acaba rebelándose y huye desde el complejo al bosque cercano. Se abre así una segunda parte donde se expone la otra cara de este universo. En el bosque conviven -sin mezclarse- personas solitarias. Pero no es el bosque de otro clásico, Fahrenheit 451, de Bradbury, donde los huidos de una sociedad tiránica convivían en libertad y fraternidad. Este bosque que nos presenta Lanthimos esconde un régimen tan déspota como el anterior. Allí existe otra líder (Léa Seydoux) que vigila para que no se formen parejas. Armados con sus mochilas y chubasqueros, cada cual campa como un lobo solitario.
Sea el de la felicidad obligatoria o el de la soledad autoimpuesta, el director nos los presenta como sistemas opresores. En ambos David intenta una historia de amor que deviene en dos rotundos fracasos. La reflexión es incómoda. Esencialmente, el ser humano está solo.
Junto con su pareja (secreta) del bosque (Rachel Weisz) intentan socializarse, visitar la ciudad, reunirse con la familia. Todo es un fiasco.
Yorgos Lanthimos crea una sociedad distópica y demoledora que triturará cualquier intento de salida o redención. No sólo hay una caza con escopeta de los huéspedes de hotel sobre los del bosque, también la líder del bosque somete a los suyos a juegos crueles. El despotismo y el dogma nos rodea por doquier.
El estilo de la narración es seco pero vibrante. El tono frío y desconcertante. La voz en off de una narradora tiene el dejo del que rememora un fracaso.
El mundo que ha puesto en pie el director es un purgatorio cruel y fascinante. Las escenas de reeducación para los solteros serían hilarantes si no fuesen tan siniestras. En la primera escena una mujer baja de un coche y se acerca a una pareja de burros disparando a uno de ellos repetidamente. Luego sabremos que el castigo por no conseguir pareja tras los 45 días concedidos es que te convierten en un animal.... aunque eso sí, te permiten elegir cuál. David -llegado el caso- ha elegido ser una langosta porque le encanta el mar.
En el fondo, creo que Lanthimos reflexiona sobre el hecho de que cualquier sistema social se basa en la opresión. Que vivir en sociedad, sea del tipo pareja feliz o solitaria, siempre te maniatará con normas y castigos. No hay sitio para la verdadera libertad.
P. D.
Lanthimos ha escogido para sus películas el camino de una indagación radical sobre el ser humano y las relaciones sociales entendidas como un juego de poder.
En Canino metía su escalpelo en la intimidad familiar a través de una alegoría surrealista y turbadora. Un padre mantiene aislados a su mujer y a sus tres hijos. Todos viven encerrados en una bonita casa con jardín y piscina, ajenos al mundo exterior. Los padres crean un microuniverso pernicioso con una aleación de censura y control. La alegoría acaba sobrepasando el tema familiar para llegar al más general de la sociedad. En una entrevista el director afirmó:
"Si, a partir del momento en el que ya te planteas hasta qué punto un hombre, un líder, puede transformar a un grupo de personas, puedes empezar a aplicar los mismo interrogantes a la política y a la sociedad. La película puede ser también un comentario indirecto sobre la ilusión de las masas, sobre cómo los líderes mundiales y los medios sólo muestran una parte de la información a la gente... Hay que evitar quedarnos dormidos sobre nuestras certezas. Todo es cuestionable."
Por su parte en Alps analizaba el impacto de la muerte de una persona querida. Según el director: "El punto de partida fue el argumento sobre aquellas personas que escribían cartas haciéndose pasar por personas muertas". De este modo Alps es una empresa que se dedica a reemplazar a un ser querido fallecido con el fin de hacer más llevadera la dolorosa pérdida. Suplantan al desaparecido vistiendo su ropa y sus gestos, recitando sus palabras y recreando momentos concretos de su vida. El pozo de incertidumbre que en el ser humano generan la mortalidad y el tiempo, se encuentra en el centro de esta película; cuyos planos tienen la peculiaridad de que muchas veces vemos a los personajes de espaldas o con la cabeza fuera de plano. Esto más la lectura apática de los diálogos ensayados nos ofrece una solución entre cómica y espeluznante.
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