En la novela Este latente mundo, de Jose Luis de Juan, se cita repetidamente este poema de Auden. Uno de los protagonistas lo recita maravillosamente. Una excusa como cualquier otra para volver a él.
Egon Schiele -Transfiguración- |
CANCIÓN DE CUNA
Posa la cabeza dormida, amor mío,
compasiva en mi brazo desleal;
el tiempo y las fiebres consumen
la belleza individual de
los niños considerados, y la tumba
demuestra al niño efímero:
pero en mis brazos hasta el amanecer
deja que descanse la criatura viva,
mortal, culpable, aunque para mí
totalmente hermosa.
Alma y cuerpo no tienen límites:
los amantes cuando se recuestan sobre
su ladera tolerante y encantada
en su desmayo corriente,
grave la visión que envía Venus
de compasión sobrenatural,
amor y esperanza universales;
mientras una percepción abstracta despierta
entre los glaciares y las rocas
el éxtasis carnal del ermitaño.
Certidumbre, fidelidad
al dar la medianoche pasan
como las vibraciones de una campana
y los locos de moda alzan
su grito pedante y aburrido:
hasta el último penique del precio,
todo lo que predicen las temidas cartas,
será abonado, pero de esta noche
que ni un susurro, ni un pensamiento,
ni un beso o mirada se pierdan.
Belleza, medianoche, muere la visión:
que los vientos del amanecer que soplan
suavemente en torno a tu cabeza ensoñada
muestren tal día de bienvenida
que el ojo y el corazón latiente lo bendigan,
y tengan suficiente con nuestro mundo mortal;
que los mediodías de aridez te encuentren alimentado
por los poderes involuntarios,
las noches de injuria te franqueen el paso
observado por todos los amores humanos.
Enero de 1937
Traducción de LULLABY hecha por Eduardo Iriarte en el volumen "Canción de cuna y otros poemas" (Editorial Lumen)
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