miércoles, 5 de agosto de 2015

JAUJA - de Lisandro Alonso

La pantalla se abre con este texto: "Los antiguos decían que Jauja era una tierra mitológica de abundancia y felicidad. Muchas expediciones buscaron el lugar para corroborarlo. Con el tiempo, la leyenda creció de manera desproporcionada. Sin duda la gente, exageraba, como siempre. Lo único que se sabe con certeza es que todos los que intentaron encontrar ese paraíso terrenal se perdieron en el camino."

Búsqueda y extravío. Alrededor de estos dos polos gravita esta película hipnótica. La anécdota es sencilla. Un oficial danés, Gunnar Dinesen (Viggo Mortensen), se enrola en el ejército argentino en plena campaña (1879) contra los indios de la Patagonia para anexionar sus territorios. Le acompaña su joven hija. Una noche la hija escapa con un soldado. Gunnar sale a buscarla y se adentra decidido en tierra ignota. Desconoce que ese territorio sideral (que diría Neruda) es una frontera donde se confunden la realidad y el sueño. Antes, ya un soldado ha relatado la leyenda del comandante Zuloaga, perdido en el desierto. El oficial danés acabará convertido en una sombra de Zuloaga.

Gunnar Dinesen afrontará, incansable, un periplo de profunda soledad. Las hierbas, las rocas y el viento lo irán sumiendo en el olvido de dónde estaba o qué estaba haciendo. 

Según avanza, la película se vuelve más contemplativa y abstracta. A ello contribuye la composición que practica Lisandro Alonso. Se dice que es un director de películas con no más de 60 planos. Efectivamente aquí son largos, pausados y, sobretodo, con la cualidad pictórica que suele imprimir a sus fotogramas Timo Salminen, director de fotografía habitual de Aki Kaurismäki en películas como Ariel o Le Havre.
Dicha cualidad pictórica se acentúa por el formato de imagen elegido, un anacrónico 1:1,37 que se corresponde con el de las diapositivas o Instagram.

Los planos largos y estáticos acentúan el protagonismo del paisaje que se vuelve imponente y acaba tragándose al protagonista. El paisaje también se vuelve irreal, se presenta a la vez como una promesa (para la joven) y como un castigo (para el oficial). 
“No es una película ideológica, pero con una pincelada, te hace pensar en la historia de Argentina, y de las Américas, o también de Australia y Norteamérica. En lo que hicieron los europeos y sus descendientes contra los pueblos originarios. También hay un punto de vista sobre lo que son esos paisajes: para el capitán Dinesen, es un mundo extraño y peligroso, y para su hija, es un mundo extraño y maravilloso”, explica Viggo Mortensen.
En su deambular, Gunnar se encontrará con un perro que le guía hasta una gruta. Allí mora una anciana hospitalaria. Su conversación induce a pensar que se trata de la hija desaparecida. La anciana le habla en danés y enigmáticamente le entrega una cajita que contiene un brújula.

       "-¿Cómo era mi mamá?
        -Su...mamá?
        -¿Cómo era la mamá de la niña?
        -¿Por qué?
        -Siempre he querido saberlo."

La anciana le despide preguntándose, "¿qué es lo que hace que la vida funcione y siga adelante?". 


«Cuando empezamos a hablar del proyecto hace dos años, pensamos que sería una película experimental. El guión apenas tiene 20 páginas." Ha contado el propio Lisardo en alguna entrevista. El guionista es el poeta Fabián Casas. Ha construido un personaje que se pierde en los meandros de su mente. La escenografía inhóspita de la Patagonia aparece como un reflejo. La anciana que vive en la cueva juega a ser la hija desaparecida que de pronto aparece en un pliegue del tiempo. Ese pliegue que traspasa misteriosamente un soldadito de madera: desde la Dinamarca actual, hasta la Patagonia del XIX, donde Gunnar y su hija lo van encontrando y perdiendo consecutivamente. 


Jauja recoge todo ese espacio mítico, a la vez legendario y engañoso. Jauja era la capital del Virreinato español en Perú. La propaganda imperial del siglo XVI hablaba de un lugar paradisíaco, un paraíso terrenal. En realidad se trataba de una simple estratagema para atraer a nuevos colonos y soldados. 

Hay que resalta la poderosa actuación de Viggo Mortensen que ha tenido la oportunidad de dialogar en el idioma de sus ancestros. Voy a interpretar con el habla que recuerdo de mi abuelo, le dijo en los preparativos al director. En él vemos hacer mella, paulatinamente, la pesadumbre y el agotamiento. Espléndido.

Horacio Muñoz Hernández, en el blog ACuartaParede, analiza con profundidad el uso del tiempo en esta película y la importancia simbólica del soldadito de madera que aparece en la misma. También nos informa de la filmografía de Lisandro Alonso:
"Alonso es un cineasta posnarrativo porque su cine se sitúa más allá de las historias: ante la ausencia de narración, lo importante son los paisajes, el tiempo y los cuerpos de sus protagonistas. En La libertad (2001), Alonso observa la jornada de trabajo de Misael Saavedra, un hachero que vive en La Pampa, haciendo realidad el sueño de Cesare Zavattini: “filmar noventa minutos de un hombre al que no le sucede absolutamente nada”. En Los muertos (2004) nos muestra la salida de la cárcel de Argentino Vargas y su viaje de regreso en barca al interior de la selva para reencontrarse con su hija. En Fantasma (2006), Alonso traslada de hábitat a Misael y a Vargas, y los hace deambular por los espectrales pasillos y espacios del Cine Lugones de Buenos Aires durante un estreno vacío de Los muertos. Son cuerpos extraviados en un entorno completamente desconocido y nuevo con excusa metaficcional que sirve para confrontar a Vargas con su doble fílmico en la pantalla. En Liverpool (2008), Farrel, un marinero errante, realiza un viaje hasta su aislado y frío hogar en Ushuaia para rencontrase con su madre y su hija, y desaparecer de nuevo. Películas minimalistas, sin trama y desprovistas de cualquier sentido que no sea la observación distanciada de los movimientos y las acciones de los cuerpos en el paisaje."

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