La literatura de género tiene eso, unas pautas fácilmente identificables en las que encajan historias y personajes. No confundir con vacua reiteración. El talento para mezclar los ingredientes suele identificar a un autor. La personalidad del protagonista, el retrato de la sociedad o el momento histórico, el raciocinio especulativo, el mensaje que lanza el criminal. Todo ello hace de un relato de fuste, algo nuevo y apetecible.
Rebus en Edimburgo, Brunetti en Venecia o Charlie "Bird" Parker en Nueva York nos hacen explorar senderos que se bifurcan en un jardín siempre renovado.
Casi sin pensarlo cojo este libro de Petros Márkaris, seguramente influido por los artículos, artículos y artículos leídos las últimas semanas sobre el convulso momento económico de Grecia. Después de tanta economía y tan poca política creo que busco pasear por las calles de Atenas, pulsar su ambiente, escuchar los insultos y los cláxones de su caótico tráfico. El creador del inspector Kostas Jaritos me parece un estupendo medium.
"¡Despierta tío, esto es la globalización! ¿Sabes qué significa globalización? Que todos los muertos de hambre de los Balcanes pueden venir aquí para trabajar por un mendrugo de pan. Y que yo puedo dar el trabajo al que come menos. ¡Esto es la globalización"
Márkaris me enseña que el insulto en Grecia cobra la forma de una mano levantada y con todos los dedos abiertos. También que el griego es un pueblo muy nacionalista y desprecia profundamente a sus vecinos albaneses, rumanos y búlgaros. El libro nos sumerge en otra época también convulsa para Grecia, aunque en contraposición a la actual, el dinero corría por las calles en forma de obras para los Juegos Olímpicos del 2004.
"-Parece que Dios atiende mis oraciones, a pesar de estar ocupado a jornada completa en ayudar a nuestro equipo a ganar el euro, como llamamos a la copa para abreviar, influidos por la moneda.-¿A Ganar? El euro ha atropellado a Grecia."
Frente al clasicismo de historias criminales como Ingleses, franceses y portugueses..., o La emancipación de Tatiana, y también la de Sonia y Varia donde aparecen crímenes, bajos fondos y mafias; hay dos títulos tan atractivos como experimentales. En De Refilón el plano de la narración está ocupado exclusivamente por pies y manos, que son quienes conducen la acción. En Café batido un personaje nos va conduciendo hacia su autor. Este relato tiene una extraña cualidad abstracta. Un tipo acude a una pequeña y rocosa isla con el encargo de asesinar a una mujer. El entorno, una isla rocosa, y los circunloquios mentales me hacen recordar alguna obra de Patricia Highsmith, como Dos caras de enero.
Cada cuento guarda un atractivo propio. En el primero y más largo Ingleses, franceses y portugueses.... Jaritos investiga la sucesiva aparición de cadáveres en las obras de los Juegos Olímpicos mientras Grecia gana la Eurocopa de fútbol. En sus páginas nos asalta el bullicio de las calles y el hartazgo de los omnipresentes norteamericanos.
"Queríamos organizar unos Juegos Olímpicos y hemos vuelto a los tiempos de la dictadura. Y todo eso porque los americanos nos contagian el miedo al terrorismo como si fuera el sida."
Suite para flauta y violín es una mezquina historia sobre una pareja de músicos de calle que navegan entre el desprecio y el amor. El juego de prejuicios nacionalistas es tremendo. La vieja Europa de odios y nacionalismos se esconde hasta en los corazones más inocentes.
En uno de los relatos, un mercero griego le grita a un bosnio: "¡Aquí pagamos nuestras deudas. No como vosotros, que nos chupáis la sangre con la ayuda de Bruselas, todo préstamos a fondo perdido. ¡Sois basura!"
Leído hoy nos revela un amargo juego de ironía y sarcasmo.
Sonia y Varia es el más sórdido. Está contado desde el punto de vista de una prostituta rusa esclavizada en busca de redención.
Sonia y Varia es el más sórdido. Está contado desde el punto de vista de una prostituta rusa esclavizada en busca de redención.
Jaritos sólo es protagonista en Alemanes, franceses y portugueses... mientras aparece de refilón en Sonia y Varia. Desencantado, intransigente y cabal; sumergido en la realidad más actual y doliente de su querida Grecia, le conocemos de otras novelas, como Defensa cerrada, El accionista mayoritario o Muerte en Estambul,
"En Grecia todo va al revés. Nada más permanente que lo provisional y nada más provisional que lo permanente."
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