Entretenida película de aventuras que mantiene las constantes narrativas y estéticas de la original de Zach Snyder, 300. Basada, como la anterior, en una novela gráfica de Frank Miller, Xerxes, este nuevo 300 nos cuenta el acceso a la corona y la divinidad de Xerxes después de que su padre, el conquistador Darío, resultase herido de muerte por el ateniense Temístocles. También nos cuenta la batalla naval que los atenienses mantienen contra los persas, en los mismos días que Leónidas defiende el paso de las Termópilas. Para conducirnos finalmente hasta la batalla definitiva de Salamina. Así que estamos ante una precuela, secuela y narración contemporánea a la vez, de los hechos narrados en 300.
El antagonismo de Leónidas y Xerxes en aquella, se reproduce aquí con Temístocles, héroe ateniense que persigue la unión de las ciudades-estado de Grecia, y la comandante de los ejércitos persas Artemisa. El otro cambio entre ambas películas es el desfiladero por el mar, ya que todos los enfrentamientos son en batallas navales. La CGI brilla con todo su esplendor en estas escenas apabullantes y espectaculares.
Hay que decir que Temístocles y Artemisa se enfrentan a lo largo de toda la película pero sobretodo en dos duelos personales, uno erótico-hegemónico (que es de lo mejor de una película sembrada de bizarrismos) y otro final a muerte.
En el Temístocles que interpreta con solvencia Sullivan Stapleton se echa en falta un cierto carisma. Mientras la Artemisa que nos entrega Eva Green destila arrojo y pasión, el suficiente como para apropiarse de la función.
De todos modos siendo una película entretenida y con una factura visual potente, carece del ritmo y del aliento épico de la original. Su mayor valor es preservar la estética que reproduce el cómic y unas batallas espectaculares como corresponde. Sin embargo la oscura fotografía acaba resultando cansina por repetitiva y lo peor es que carece de emoción.
Xerxes, según Frank Miller |
Todo lo bueno y malo que se puede decir de esta película derivará sin remedio de la comparación con su precedente. La intensidad que lograba 300 se pierde en este Origen de un Imperio, donde ni la unidad de Grecia, ni el heroísmo de Temístocles, ni el propio Xerxes desaparecido en gran parte del metraje, se hace con las riendas. Quizás todo se deba a la inexistencia de una novela gráfica que seguir, ya que Frank Miller sólo entregó los dos primeros números y seguro que las editoriales van a echar en falta el tirón de ventas que hubiese supuesto su lanzamiento junto al estreno.
Más que en la propia historia de la cinta (muy traicionera con la Historia) salgo de la sala recordando esas ciudades-estado que Temístocles ansiaba unir. Él sacrifica su exiguo ejército esperando que la amenaza persa provoque una respuesta unida de toda Grecia. Pero esto no se produce hasta que Atenas es destruida. No puedo dejar de pensar en nuestra cacareante Europa de mil voces, ruin con sus propios miembros, cada vez más ensimismada y mezquina, potencia económica insignificante en la escena mundial.
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