de Ruben Fleischer
Vistosa película con un lujoso diseño de producción y una estilización visual que la acerca al cómic pero cuyo atropellado guión y falta de pulso en la dirección le impide elevar el vuelo.
Mickey Cohen (Sean Penn) es un exboxeador que se está haciendo el dueño del cotarro en la ciudad de Los Ángeles. Jueces, políticos y policías comen de su mano y el que se atreve a chistarle no lo cuenta. Pero el jefe de policía (Nick Nolte) no se arruga y forma una "escuadra antigángster" que actúa en la clandestinidad con el ánimo de hundir los negocios de Cohen.
El sargento O´Mara (Josh Brolin) es el encargado de reclutar al grupo de incorruptibles donde por supuesto hay un gafitas, un viejo policía, un guaperas, un agente de raza negra y uno mejicano, muy hábil con las armas. Un pastiche demasiado evidente de Los Intocables de Eliot Ness (Brian de Palma), aunque muy lejos de su calidad. Allí donde había personajes poderosamente trazados y el dramatismo propio de jugarse la vida, aquí deviene en simple juego de pim, pam, pum.
El guión de Will Beall hace agua de mala manera. Las acciones surgen de la nada, los personajes no conocen la estrategia, simplemente actúan. No existe crescendo alguno, sino golpes sueltos. Hay una persecución de coches resultona y un tiroteo final satisfactorio pero tiene recaídas casi ridículas como el rescate de la cárcel de Burbank o la batalla final a puñetazos entre el policía y el mafioso.
Sean Penn sobreactúa sin control y Josh Brolin es un buen secundario pero no da la talla como héroe trágico. Quizás el único que se salve de la quema sea Ryan Gosling que dota de carisma a su personaje, Jerry Wooters. Su relación con la chica de Cohen, Enma Stone, aporta un poquito de peligro, aunque no mucho (¿no os recuerda a la despampanante mujer de Roger Rabbit). Otras subtramas como la familiar del jefe de la escuadra, o la de pillar al gángster casi por un tecnicismo son muy tenues. Asimismo la trampa que les tiende Mickey Cohen en Chinatown resulta casi cándida.
Falta brío. Todo es muy light, inocuo. Con un gran presupuesto, unos hechos históricos de los que dejan huella (el libro original es de Paul Lieberman) y una buena colección de estrellas, se da por hecho que habrá una gran película; pero le falta enjundia, coherencia y por supuesto halo trágico.
Ruben Fleischer fue el director de la descacharrante "Zombieland" rodada con buen pulso y un cierto desenfreno; pero a la hora de afrontar una de gánsters, parece un novato dubitativo que no sabe si rodar un cómic inundado de arquetipos o una tragedia de tipos duros que inopinadamente se encuentran en medio del fregado soltando frases grandilocuentes. Fleischer declaró que su intención era dejarnos una película de gángsters tan memorable, como las que vienen jalonando la historia del cine desde El Padrino, Los Intocables, L.A. Confidential o Promesas del Este. No lo ha conseguido. La película se deja ver y punto.
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