de Luis Cernuda
Inicié mi biblioteca durante el Bachillerato. Mi primer libro, y único durante meses, fue la Antología Poética de Luis Cernuda editada por Alianza Editorial. Su poesía siempre me fue cercana. Era un poeta español pero fuera del canon oficial, incluso fuera de lo que se estudiaba en la clase de Lengua y Literatura. Siempre me ha fascinado el título que puso al conjunto de su poesía: La Realidad y el Deseo. Un magnífico título que a la vez nombra y define un mundo poético.
Esta poesía abre un surco profundo en nuestra alma, nos amenaza con tan honda melancolía, porque nos dice dos cosas contradictorias a la vez. Con el tono de voz nos habla de la división radical del Ser, pero con parte de su temática trata constantemente de salvar esta división. Es una poesía que quiere prometernos la redención pero que sabe que es imposible. He aquí el motivo del parentesco entre Cernunda y T.S.Eliot. Y ahora podemos explicar la importancia de la temática de los dioses en Cernuda. En Cernuda lo mismo puede ser un dios griego, el dios cristiano, o un dios-amante. no tiene nada que ver con la religión, aunque sí, quizá, con las fuentes de la religión. Lo que le interesa a Cernuda es el deseo de unir cielo y tierra, de confundirlos; pero sabe que esto es imposible, que no puede haber encarnación feliz. Recordemos que la imaginación no puede fundarse si no es uniéndose a la materia, pero que entonces pierde divinidad. Cuando los dioses bajan a la tierra es para quedarse en ella."
P.D. No puedo dejar de reproducir dos estrofas de su Díptico español cuyos ecos llegan hasta hoy en este áspero país nuestro donde la más abyecta ideología ha arrinconado a la razón.
Un pueblo sin razón, adoctrinado desde antiguo
en creer que la razón de soberbia adolece
y ante el cual grita impune:
muera la inteligencia, predestinado estaba
a acabar adorando las cadenas
y que ese culto obsceno le trajese
adonde hoy le vemos: en cadenas,
sin alegría, libertad ni pensamiento.
Si yo soy español, lo soy
a la manera de aquellos que no pueden
ser otra cosa: y entre todas las cargas
que, al nacer yo, el destino pusiera
sobre mí, ha sido ésa la más dura.
No he cambiado de tierra,
porque no es posible a quien su lengua une,
hasta la muerte, al menester de la poesía.
Inicié mi biblioteca durante el Bachillerato. Mi primer libro, y único durante meses, fue la Antología Poética de Luis Cernuda editada por Alianza Editorial. Su poesía siempre me fue cercana. Era un poeta español pero fuera del canon oficial, incluso fuera de lo que se estudiaba en la clase de Lengua y Literatura. Siempre me ha fascinado el título que puso al conjunto de su poesía: La Realidad y el Deseo. Un magnífico título que a la vez nombra y define un mundo poético.
Philip Silver compuso el prólogo de aquella edición del que tomo estas notas:
"El dolorido sentir de Cernuda tiene resonancias más hondas que cualquier tópico literario. En su voz sentimos una soledad y una añoranza cósmica, mas al mismo tiempo nos da la sensación de que no le puede ya interesar nada, como si escuchásemos a un pobre muerto. y esto hace que la añoranza, el deseo, resulte algo paradójico. Si no le importa ya nada, ¿cómo puede sentir la pérdida de algo? Por una parte desprecia el mundo y dice que sólo vale el mundo de la poesía, para luego decir que tampoco vale el mundo de sus poemas. Parece que escuchamos a Cernuda cuando leemos en una de las cartas de Rousseau a Malesherbes: ´Si todos mis sueños se hiciesen realidad, aún seguiría sin estar satisfecho: tendría que seguir soñando, imaginando, deseando. He encontrado dentro de mí un vacío inexplicable que nada ha podido ocupar: un movimiento del corazón hacia otra clase de satisfacción que no concibe para nada, pero de la cual he sentido la atracción´. Es esta conciencia dolorosa que comparten Rousseau y Cernuda tan peculiar que difícilmente puede considerarse como mera nostalgia o deseo. Porque no es el resultado de la ausencia de nada o de nadie; es más bien resultado de una presencia, la de un vacío. Una comprensión de que nada se pierde porque no tenemos nada que perder. Sentimiento ab initio de añoranza y nostalgia.
M.Chagall - I and the village |
En Cernuda la única figura que puede encarnar -o, mejor dicho vivir- una posible unión de los contrarios es la figura del poeta.
DAYTONA
Hubo un día en el que el día no engañaba,
en que sus manos tristes no sostenían un
cuervo
indiferente como los labios de la lluvia,
como
el rojizo hastío.
Mas
hoy es imposible
buscar
la luz entre barcas nocturnas;
alguien
cortó la piedra en flor,
sin
que pudiera el mundo
incendiar
la tristeza.
Sólo
un lugar existe, cuyos días
nada
saben de aquello,
aunque
todo allí sea mortal, el miedo, hasta las plumas;
mas
las olas abrazan
a
tanta luz aún viva.
A tanta luz desbordando en la arena,
desbordando en las nubes, desbordando el
tiempo,
que dormita sin voz entre las ramas,
olvidado fantasma con su collar de frío.
Mirad cómo sonríe hacia el amor Daytona.
TODO
ES POR AMOR
Derriban
gigantes de los bosques para hacer un durmiente,
derriban
los instintos como flores,
deseos
como estrellas,
para
hacer sólo un hombre con su estigma de hombre.
Que
derriben también imperios de una noche,
monarquías
de un beso,
no
significa nada;
que
derriben los ojos, que derriben las manos como estatuas vacías,
acaso
dice menos.
Mas
este amor cerrado por ver sólo su forma,
su
forma entre las brumas escarlata
quiere
imponer la vida, como otoño ascendiendo tantas hojas
hacia
el último cielo,
donde
estrellas
sus
labios dan a otras estrellas,
donde
mis ojos, estos ojos,
se
despiertan en otros.
¿SON
TODOS FELICES?
El
honor de vivir con honor gloriosamente,
el
patriotismo hacia la patria sin nombre,
el
sacrificio, el deber de labios amarillos,
no
valen un hierro devorando
poco
a poco algún cuerpo triste a causa de ellos mismos.
Abajo
pues la virtud, el orden, la miseria;
abajo
todo, todo, excepto la derrota,
derrota
hasta los dientes, hasta ese espacio helado
de
una cabeza abierta en dos a través de soledades,
sabiendo
nada más que vivir es estar a solas con la muerte.
Ni
siquiera esperar ese pájaro con brazos de mujer,
con
voz de hombre oscurecida deliciosamente,
porque
un pájaro, aunque sea enamorado,
no
merece aguardarle, como cualquier monarca
aguarda
que las torres maduren hasta frutos podridos.
Gritemos
sólo,
gritemos
a un ala enteramente,
para
hundir tantos cielos,
tocando
entonces soledades con mano disecada.
(De
Un río, un amor, 1929)
QUÉ
RUIDO TAN TRISTE
Qué
ruido tan triste el que hacen dos cuerpos cuando se aman,
parece
como el viento que se mece en otoño
sobre
adolescentes mutilados,
mientras
las manos llueven,
manos
ligeras, manos egoístas, manos obscenas,
cataratas
de manos que fueron un día
flores
en el jardín de un diminuto bolsillo.
Las
flores son arena y los niños son hojas,
y
su leve ruido es amable al oído
cuando
ríen, cuando aman, cuando besan,
cuando
besan el fondo
de
un hombre joven y cansado
porque
antaño soñó mucho día y noche.
Mas
los niños no saben,
ni
tampoco las manos llueven como dicen;
así
el hombre, cansado de estar solo con sus sueños,
invoca
los bolsillos que abandonan arena,
arena
de las flores,
para
que un día decoren su semblante de muerto.
SI
EL HOMBRE PUDIERA DECIR
Si
el hombre pudiera decir lo que ama,
si
el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
como
una nube en la luz;
si
como muros que se derrumban,
para
saludar la verdad erguida en medio,
pudiera
derrumbar su cuerpo, dejando sólo la verdad de su amor,
la
verdad de sí mismo,
que
no se llama gloria, fortuna o ambición,
sino
amor o deseo,
yo
sería aquel que imaginaba;
aquel
que con su lengua, sus ojos y sus manos
proclama
ante los hombres la verdad ignorada,
la
verdad de su amor verdadero.
Libertad
no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
cuyo
nombre no puedo oír sin escalofrío;
alguien
por quien me olvido de esta existencia mezquina,
por
quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
y
mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
como
leños perdidos que el mar anega o levanta
libremente,
con la libertad del amor,
la
única libertad que me exalta,
la
única libertad por la que muero.
Tú
justificas mi existencia:
si
no te conozco, no he vivido;
si
muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.
TE
QUIERO
Te
quiero.
Te
lo he dicho con el viento,
jugueteando
como animalillo en la arena
o iracundo como órgano tempestuoso;
Te
lo he dicho con el sol,
que
dora desnudos cuerpos juveniles
y
sonríe en todas las cosas inocentes;
Te
lo he dicho con las nubes,
frentes
melancólicas que sostienen el cielo,
tristezas
fugitivas;
Te
lo he dicho con las plantas,
leves
criaturas transparentes
que
se cubren de rubor repentino;
Te
lo he dicho con el agua,
vida
luminosa que vela un fondo de sombra;
Te
lo he dicho con el miedo,
te
lo he dicho con la alegría,
con
el hastío, con las terribles palabras.
Pero
así no me basta:
más
allá de la vida,
quiero
decírtelo con la muerte;
más
allá del amor,
quiero
decírtelo con el olvido.
(De
Los placeres prohibidos, 1931)
DONDE
HABITE EL OLVIDO
Donde
habite el olvido,
en
los vastos jardines sin aurora;
donde
yo sólo sea
memoria
de una piedra sepultada entre ortigas
sobre
la cual el viento escapa a sus insonmios.
Donde
mi nombre deje
al
cuerpo que designa en brazos de los siglos,
donde
el deseo no exista.
En
esa gran región donde el amor, ángel terrible,
no
esconda como acero
en
mi pecho su ala,
sonriendo
lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.
Allá
donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya,
sometiendo
a otra vida su vida,
sin
más horizonte que otros ojos frente a frente.
Donde
penas y dichas no sean más que nombres,
cielo
y tierra nativos en torno de un recuerdo;
donde
al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
disuelto
en niebla, ausencia,
ausencia
leve como carne de niño.
Allá,
allá lejos;
donde
habite el olvido.
(De Donde
habite el olvido, 1934)
JARDIN
ANTIGUO
Ir
de nuevo al jardín cerrado,
que
tras los arcos dela tapia,
entre
magnolios, limoneros,
guarda
el encanto de las aguas.
Oír de nuevo en el silencio,
vivo
de trinos y de hojas,
el
susurro tibio del aire
donde
las almas viejas flotan.
Ver
otra vez el cielo hondo
a
lo lejos, la torre esbelta
tal
flor de luz sobre las palmas:
las
cosas todas siempre bellas.
Sentir
otra vez, como entonces,
la
espina agua del deseo,
mientras
la juventud pasada
vuelve.
Sueño de un dios sin tiempo.
UN
ESPAÑOL HABLA DE SU TIERRA
Las
playas, parameras
al
rubio sol durmiendo,
los
oteros, las vegas
en
paz, a solas, lejos;
los
castillos, ermitas,
cortijos
y conventos,
la
vida con la historia,
tan
dulces al recuerdo,
ellos,
los vencedores
caínes
sempiternos,
de
todo me arrancaron.
Me
dejan el destierro.
Una
mano divina
tu
tierra alzó en mi cuerpo
y
allí la voz dispuso
que
hablase tu silencio.
Contigo
solo estaba,
en
ti sola creyendo;
pensar
tu nombre ahora
envenena
mis sueños.
Amargos
son los días
de
la vida, viviendo
sólo
una larga espera
a
fuerza de recuerdos.
Un
día, tú ya libre
de
la mentira de ellos,
me
buscarás. Entonces
¿qué
ha de decir un muerto?
(De
Las nubes, 1937-1940)
TIEMPO
DE VIVIR, TIEMPO DE DORMIR
Ya
es de noche. Vas a la ventana.
El
jardín está oscuro abajo.
Ves
el lucero de la tarde
latiendo
en fulgor solitario.
Y
quietamente te detienes.
Dentro de ti algo se queja:
esa
hermosura no atendida
te
seduce y reclama fuera.
Encanto
de estar vivo, el hombre
sólo
siente en raros momentos
y
aún necesita compatirlos
para
aprender la sombra, el sueño.
(De Desolación
de la quimera 1956-62)
P.D. No puedo dejar de reproducir dos estrofas de su Díptico español cuyos ecos llegan hasta hoy en este áspero país nuestro donde la más abyecta ideología ha arrinconado a la razón.
Un pueblo sin razón, adoctrinado desde antiguo
en creer que la razón de soberbia adolece
y ante el cual grita impune:
muera la inteligencia, predestinado estaba
a acabar adorando las cadenas
y que ese culto obsceno le trajese
adonde hoy le vemos: en cadenas,
sin alegría, libertad ni pensamiento.
Si yo soy español, lo soy
a la manera de aquellos que no pueden
ser otra cosa: y entre todas las cargas
que, al nacer yo, el destino pusiera
sobre mí, ha sido ésa la más dura.
No he cambiado de tierra,
porque no es posible a quien su lengua une,
hasta la muerte, al menester de la poesía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.