de Alejandro Brugués
Sorprendente y cachonda película cubana de ¡zombies! Ahí es nada la rareza.
Con muy pocos medios, la producción es muy esmerada y los escenarios naturales de la Habana, con sus decrépitas casas y carros desvencijados, ayudan a presentar un entorno apocalíptico. El tono es tan desvergonzado y lenguaraz, las situaciones tan delirantes que nos gana sin remedio.
En principio la infección es tratada por el régimen como un nuevo asalto del imperialismo, por lo que el humor negro impregna toda la cinta. Juan y su pequeño comando, que sobrevive en medio de la debacle, les grita "¡disidentes!" a los zombies que van reventando.
En una de las mejores escenas, uno del grupo pregunta si no van a ayudar a la población. A lo que le responden que no. Pero chico, no ves nada raro. No, veo que hacen lo de cualquier día.
Es decir gente con el cerebro lavado que pulula por la calle como zombies, buscándose la vida.
Hay multitud de metáforas como el hecho de que Juan vea una oportunidad de negocio en esta situación y monte su empresa bajo el lema: Juan de los Muertos, matamos a sus seres queridos ¿en qué puedo ayudarle?. O cuando los supervivientes se echan al mar con flotadores hechos de cualquier cosa y descubren que por el fondo del mar también vienen caminando los zombies. O cuando el grupo es llamado a un hotelucho donde un puñado de españoles zombies estaban de turismo sexual.
El tono paródico y hasta la sonoridad del título nos remiten a la película de Edgar Wright, Shaun of the Dead; aunque en este caso menos atildada y más estrafalaria.
El tono paródico y hasta la sonoridad del título nos remiten a la película de Edgar Wright, Shaun of the Dead; aunque en este caso menos atildada y más estrafalaria.
La fuerza de la idea motriz (con diálogos desternillantes), el desarrollo sostenido de la acción y un grupo de actores bien conjuntado hacen de esta película un logro semejante a lo que supuso en su día El Mariachi de Robert Rodríguez o El Proyecto de la Bruja de Blair: ideas frescas, audacia y desfachatez para regalarnos una pequeña joya.
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