de Svetislav Basara
Obra valiosa y originalísima, esta es la novela de un yo entrópico.
Bien es verdad que se presenta como un libro de relatos pero sólo hay un personaje, un Yo autor de un fluido constante de conciencia en muchas ocasiones fuera del mundo tangible.
Obsesivamente Yo, compulsivamente Yo mientras caigo eternamente de la torre Eiffel o mientras aprendo que estos apéndices no son algo ajeno sino mis brazos. En cada página sólo un Yo en busca de asidero, esté más allá o más acá de la nada. Son aventuras conceptuales, en algunas ocasiones absurdas, siempre arrasadas de metaficción e idealismo; no en vano se cita a Kant y a Hegel.
Obsesivamente Yo, compulsivamente Yo mientras caigo eternamente de la torre Eiffel o mientras aprendo que estos apéndices no son algo ajeno sino mis brazos. En cada página sólo un Yo en busca de asidero, esté más allá o más acá de la nada. Son aventuras conceptuales, en algunas ocasiones absurdas, siempre arrasadas de metaficción e idealismo; no en vano se cita a Kant y a Hegel.
"Generalmente existen tres tiempos: el pasado, que, como indica su propio nombre, queda al principio de cada frase, por lo tanto en el pasado; el presente, lo que está justamente sucediendo; y el futuro, lo que será cuando la frase termine" "Yo lo sé -dije- he leído a Kant." "Es otra cosa -dijo el instructor- has comprendido el tiempo de forma teórica. Se trata de que lo sientas." "¿Sentir el qué?" "Sentir que el tiempo pasa". Eso me confundió. Claro que lo sentía. No entendía qué quería de mí. El instructor parecía saber lo que yo estaba pensando. "No solo se trata de que el tiempo pase. Tienes que comprender que tú también pasas con él." Lo comprendí enseguida. Antes estaba convencido de que los cambios se sucedían en un eterno ahora. Pero entonces supe que no era así. Me empapó un sudor frío. Según esto, resultaba que un día tampoco habría Klümm, que todo se disolvería y se desvanecería. Fue así como conocí el horror." pág. 80
El libro tiene una especie de prólogo dedicado al extranjero. Todos somos extranjeros, en Pekín o en París todos estamos perdidos en la noche. Todos tememos cruzarnos con la policía. Todos vivimos en un universo ininteligible.
Perdido en el supermercado es un ejercicio supremo de creación literaria desde la más absoluta consciencia. Recuerda el soneto de Lope "Un soneto me manda hacer Violante / que en mi vida me visto en tal aprieto; /catorce versos dicen que es soneto: / burla burlando van los tres delante." sólo que en este caso más moderno, metaliterario y existencialista.
"Sé cómo se sintió Sísifo. Apenas se termina un párrafo, apenas se pone el punto final a la última frase, ya aparece un párrafo nuevo, emerge como una pesadilla de la blancura del papel. Podría haberme ahorrado todo esto. Faltó poco para que lograra esquivar todas estas desgracias, para sortearlas, y reírme observandode lejos este circo. En efecto quería romper relaciones con el mundo. Por aquel entonces era aún joven, estaba lleno de fuerza, es decir, de asco. Ni siquiera quería comunicarme con el mundo fenoménico." pág. 131.
"Es lo que sucede con los cuentos. Uno se inventa un comienzo muy espectacular y empieza a escribir, luego todo fluye por sí solo y nadie sabe cómo acabará. Al principio solo había una palabra. ¿O no? ¿Y ahora? Ahora hay un ruido indescriptible, un fragor insoportable que nadie puede entender. En este fragor, una de las profesiones más difíciles es la de ser protagonista de una historia." pág. 134
La consciencia y la metaficción son la clave de estas páginas. Los personajes se quejan al autor y lo interpelan. El narrador mismo se confunde con el personaje y finalmente -la apoteosis- el libro concluye fagocitando al propio lector, el cual aparece amenazado en la última página.
Es un Yo que se encuentra fuera del discurrir, que no logra conectar con los acontecimientos. Carece de nexos con el espacio y el tiempo,
"Morí antes del amanecer, pero no dejé de escribir. Esta loca manía ha superado incluso a la muerte, y ahora, en vez de ocuparme de mi destino, escribo y escribo, mientras unas fuerzas horribles e incomprensibles me llevan y arrastran cada vez a más profundidad, o cada vez más lejos, si es que los complementos adverbiales (que ni siquiera me importaban mucho mientras vivía) tienen aún algún sentido." pág. 121El relato "Aprendizaje" es toda una declaración de intenciones: caminar, ver, distinguirse del entorno, comprender que una puerta puede ser salida y entrada...la realidad más mostrenca como problema. El otro es el de un portero de fútbol.
"Ese miedo al fracaso es el que forja a los porteros. (...) Porque la portería a sus espaldas no es otra cosa que una puerta a la nada, quizá al infierno, y si el guardameta no se agarra al balón rodante y resbaladizo que constantemente tiende a escapársele, la nada se lo tragará desde atrás. p. 47
Son relatos alucinados, a veces absurdos e incluso cándidos: En uno de ellos las personas se desinflan como globos. Son modas que van y vienen, pero hay que seguirlas para permanecer integrado.
Lo más importante es el modo en que está tratado. La acción es el vértigo propio de la vida y cómo la afrontamos. Los personajes e incluso el autor están fuera de foco. Sólo se reconocen como simple sujeto gramatical de una frase. O leemos "Aquí falta una frase. Y aquí otra." Siempre hay un apercibimiento del abismo, una falta de asidero, una amenaza de la nada.
Lo más importante es el modo en que está tratado. La acción es el vértigo propio de la vida y cómo la afrontamos. Los personajes e incluso el autor están fuera de foco. Sólo se reconocen como simple sujeto gramatical de una frase. O leemos "Aquí falta una frase. Y aquí otra." Siempre hay un apercibimiento del abismo, una falta de asidero, una amenaza de la nada.
"si se puede confiar en el tiempo verbal del futuro, pisaré la calle".
Añadiría que a pesar de todo y además de todo y de la mano del absurdo y la existencia del yo el libro parpadea con humor. Imma García
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