Salgo del cine con la sensación de que asistía a una comida exquisita y me han despachado con una exigua bandejita de canapés.
La obra es correcta, el desarrollo dramático limpio e inexorable, las interpretaciones magistrales pero el conflicto es tan nimio que apenas queda en el paladar gusto alguno.
Dos matrimonios se reunen para solventar una disputa entre sus respectivos hijos. La cortesía inicial irá dando paso a distintas mezquindades. A lo largo de la reunión se produce un desenmascaramiento que dejará aflorar las verdaderas pulsiones del ser humano.
La realización se somete a la prueba del escenario único, pero parece lo de menos. Cuando te das cuenta de qué va la película y cuales son sus retos ya sólo te queda recrearte en la calidad de unos actores excelsos.
Aunque bien es verdad que la película se ve con interés y la escritura de Yasmina Reza junto a la realización de Polanski hace que en ningún momento te resulte aburrida o pesada.
El debate sobre el hombre civilizado, dominador de sus más bajas pasiones, hipócrita consumado en las relaciones sociales carece de envergadura.
Nota: el cartel me parece genial y representa vivamente el tema de la película.
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