de Mike Mills
He aquí una película hiperrealista sobre dos seres fantasiosos e infelices. Aunque a la postre todo gravita alrededor de una tercera persona, el padre de uno de ellos, que salió del armario con 75 años, justo al morir su mujer. Papel interpretado magníficamente por Christopher Plummer.
La película trata de la vida y sus perplejidades. De ese puzzle que se nos escapa cuando nos miramos al espejo y todo nos resulta extraño.
Incluso en las últimas frases, los personajes reinciden en su condición de principiantes o aprendices respecto a la vida.
-Qué pasa ahora?
-no lo sé.
-¿Cómo se continúa?
Es curioso el tono de tristeza y melancolía que impregna todo el metraje a pesar de que el propio hijo mantiene una relación estable y de estar rememorando el último tramo -luminoso y vitalista- de la vida de su padre.
-¿Por qué les escondes tu gravedad?Tienes un cáncer en estadio cuatro.
-Bueno, no es tan grave como parece.
-Papa, no existe el estadio cinco.
-No quiere decir eso, quiere decir que ha pasado por otros tres estadios.
Encontramos muchos momentos conmovedores y la sinceridad de lo allí tratado inunda limpiamente cada plano.
La película tiene una textura seca, desnuda. Su ritmo es pausado que no lento. Sus imágenes se enriquecen con unos retazos hechos con diapositivas que igual nos presentan el contexto histórico y social de cuando se casaron sus padres (este era el presidente, estas eran las mascotas, esta era la gente, fue enviado a esta guerra) o nos explica los colores de la bandera gay (el rojo la vida, el amarillo el sol, el rosa el sexo, el turquesa el espíritu...) . El lazo emocional está muy bien trabado con escenas que remiten a otras; como al enseñar su casa al perro heredado de su padre o a su novia (este es el comedor, estas son las escaleras, esta es mi habitación,....). Posteriormente él se encuentra sólo en el apartamento de ella, quien le va indicando por teléfono el comedor, la cocina, el dormitorio.... Las diapositivas, las indicaciones nos remiten a la necesidad más íntima de estos personajes: buscan orientarse.
Todos los actores están estupendos. Ewan Mcgregor compone un hijo circunspecto y doliente, muy directo. Su compañera, interpretada por una dulcísima Melanie Laurent, aparece frágil y desorientada. La película comienza con Oliver empaquetando las cosas de su padre recién muerto. En medio de este naufragio, inicia el recorrido de rememorarlo, de asumirlo mientras se cuestiona su propia existencia.
Acompañamos al protagonista por una travesía del desierto en la que no sabe qué hacer con sus relaciones, con sus sentimientos, con su trabajo, con su vida. Todo ello queda muy bien reflejado en el recuerdo de una exposición que organizó su padre, en la que colocó un póster con el famoso relato de "El osito de peluche" de Margery William:
"-¿Qué es ser REAL? preguntó el Conejo. ¿Es tener cosas que zumban en tu interior y una palanca que te hace funcionar?-Ser REAL no consiste en cómo estás hecho -dijo el Caballo-. Es algo que te pasa. Cuando un niño te quiere durante mucho, mucho tiempo, no sólo para jugar contiguo, sino que REALMENTE te quiere, entonces te conviertes en algo REAL.-¿Duele?, preguntó el Conejo.-A veces, dijo el Caballo, que siempre era de fiar. Pero cuando eres real ya no te importa que te hagan daño."
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