domingo, 22 de enero de 2012

EL HIELO - de Vladimir Sorokin










Los nuevos dioses.-

¡Guau! Vaya tío este Sorokin. Novedad absoluta en sus temas, en sus modos de narrar. He aquí a un autor de entidad.
El hielo es el del meteorito que hace más de 100 años cayó en Tunguska. Este hielo es la herramienta del Universo para liberar a la Hermandad de la Luz. 23.000 seres que se hayan prisioneros en nuestro oscuro planeta.

La novela comienza con la búsqueda de estos seres. Para ello han de secuestrar y golpear el esternón con un martillo de hielo hasta que "el corazón hable". Si estás hueco, mueres. Asistimos al despertar de varios de ellos. Se nos presenta desnuda y brutal la acción. Algunas situaciones rayan lo pornográfico. 
Su forma de narrar es seca, telegráfica, como si fuesen las indicaciones de un texto dramático. 
"Es un bosque de abedules. Hay restos de nieve. Luce el sol matutino.
Dos personas se bajan del coche.
Botvín: 39 años, relleno, rubio, ojos azules, rostro campechano, cahqueta abierta sobre un chándal decolor verde-azul con raya blanca en el pantalón hy bambas negras.
Néilands: 25 años, alto,..." pág 51

Son tres libros en uno. Cada uno con un estilo propio. El primero es un thriller. Se repiten los secuestros de personas con unas características determinadas para someterlas a la percusión de su esternón. Resulta un poco espeluznante y descarnada. Un hombre de negocios, unas prostituta,...los secuestrados y sus circunstancias nos acercan a la sociedad rusa actual.

La segunda es el relato biográfico y en primera persona de uno de los miembros principales de la Luz. A través de sus vivencias no sólo conocemos el origen y situación de esa Hermandad de la Luz; sino también la historia reciente de Rusia desde los años 40 hasta Yelstin: la miseria comunista, los secuestros de las SS nazis y las diversas purgas que afrontó primero Stalin y luego otros dirigentes soviéticos. 
El contraste entre la mísera realidad y la espiritualidad de los encuentros entre "hermanos" es muy vivo.

En un salto espectacular -quizás algún lector perderá el equilibrio- pasamos del thriller a la cosmogonía:
"Al principio sólo había la Luz Eviterna. Y la Luz resplandecía en el Vacío Absoluto. Y la Luz brillaba por y para Sí Misma. La Luz se componía de veintetrés mil rayos luminosos. Y éstos éramos nosotros, para quienes no existía el tiempo, sólo la Eternidad. Y en ese Eterno Vacío resplandecíamos. Y engendrábamos los mundos. Mundos que iban llenado el Vacío. Así nacía y crecía el Universo." pág. 225
Sin embargo, por error, crearon la Tierra y resultaron atrapados en ella. Los habitantes de la Tierra son meras máquinas de carne. Son muertos andantes. La Luz no habita en su corazón.

El tercer libro es una especie de juego. Una empresa comercializa "El Hielo" y el martillo con que el que ha de percutirse el pecho para "despertar el corazón". Toda esta parte es un conjunto de testimonios, un crisol sociológico de los que lo han probado: cómo cuentan la misma experiencia un periodista, una poetisa, un empresario, un obrero, un sacerdote........Es verdad, estamos huecos. 
Cautiva el hecho simbólico del martillo de hielo y del despertar. También los distintos modos de narrar según sea acción, relato biográfico o testimonio.

Si el despertar a una nueva vida nos recuerda a Matrix, el final con un niño jugando con el hielo nos recuerda el último plano de Men in Black I, con un demiurgo jugando a las canicas.

Pero el libro en su totalidad ¿cómo lo considero? ¿Fábula política, realismo fantástico, ciencia ficción?  Es un pastiche de cuidado; pero te lo bebes con ansia. Saltar de Tunguska hasta la Luz primigenia y luego volver a saltar hasta un montón de paquetes con las indicaciones de un videojuego no es moco de pavo. Y el resultado es brillante.

Además contiene unos retazos inquietantes: Los seres se caracterizan por ser rubios y de ojos azules, como la raza aria que soñaba Hitler. Pertenecen a las élites sean de las SS, del KGB o de los nuevos supermillonarios rusos. Pisotean al género humano sin misericordia:
 "Las navajas casi a diario cortaban la existencia absurda y privada de sentido de tal o cual máquina carnal cuya memoria pudiera perjudicarnos". pág 270
O desprecian los libros y la cultura
"En las Bibliotecas. Allí siempre se sentaban miles de máquinas carnales dedicadas a la locura silenciosa de pasar hojas de papel cubiertas de letras. Aquellos volúmenes gordos y gastados que habían sido escritos por otras máquinas carnales que llevaban muertas años o siglos y cuyos retratos presidían los templos destinados a aquel mudo  vano y ritual. Existían millones de libros. Los reproducían sin parar con la intención de mantener la demencia colectiva, logrando que millones de máquinas carnales se encorvasen piadosamente sobre las hojas de papel muerto. Después de la lectura se hacían todavía más muertas. " pág 290

Ni de los dioses podemos fiarnos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.