¿Droga o Religión?
Extraordinaria novela de culto y cima de la corriente cyberpunk, inaugurada por Gibson con Neuromante. Aunque al contrario que ese movimiento de vida tan fulgurante como corta, Snow Crash no tiene fecha de caducidad: ostenta una potente trama con acción a raudales, intriga y un sustrato de ideas de inusual densidad intelectual. Ahí es nada una droga de carácter neurológico cuyo rastro nos lleva hasta el código de Hammurabi -primer lenguaje de la Humanidad- y la mitología sumeria.
El mundo que nos presenta es hipertecnológico como corresponde, pero reconocible según nuestros estándares actuales, no aparatoso o falso. La acción (trepidante y muchas veces violentísima) sigue dos derroteros, los que marcan Hiro Protagonist (Héroe Protagonista), hacker, luchador experto armado con dos katanas, primero repartidor de Pizzas Cosa Nostra Inc. y posteriormente cazadatos freelance para la agencia gubernamental CCI y T.A. (Tía o Tuya Afectísima como le gusta decir a ella), korreo que se mueve en monopatín con intelirruedas, arponeando coches o camiones para desplazarse a toda pastilla. Ambos envueltos en una trama abigarradísima alrededor de una nueva droga -el Snow Crash- que amenaza con provocar un vuelco social, el infocalipsis.
Dos mundos resultan trascendentales en la trama. Por un lado el Metaverso, realidad virtual donde todo el mundo interacciona, hace negocios o se divierte mediante avatares, y que se asemeja a Matrix o a Second Life. Y por otro, La Almadía, una especie de isla artificial, amasijo de cientos de barcazas, yates y sampanes que, trenzados alrededor de un portaaviones, se desplaza desde el sudeste asiático hacia California cargada con cientos de miles de desheredados, refus, sometidos al juego de los poderosos.
El mundo que nos presenta es hipertecnológico como corresponde, pero reconocible según nuestros estándares actuales, no aparatoso o falso. La acción (trepidante y muchas veces violentísima) sigue dos derroteros, los que marcan Hiro Protagonist (Héroe Protagonista), hacker, luchador experto armado con dos katanas, primero repartidor de Pizzas Cosa Nostra Inc. y posteriormente cazadatos freelance para la agencia gubernamental CCI y T.A. (Tía o Tuya Afectísima como le gusta decir a ella), korreo que se mueve en monopatín con intelirruedas, arponeando coches o camiones para desplazarse a toda pastilla. Ambos envueltos en una trama abigarradísima alrededor de una nueva droga -el Snow Crash- que amenaza con provocar un vuelco social, el infocalipsis.
"-Esto del Snow Crash ...¿es un virus, una droga o una religión?La novela tiene un componente sociopolítico muy interesante y socarrón. La civilización que nos presente incluye Ciudades estado, barclaves (Urbanizaciones independientes con su propia policía) y unos mermados Estados Unidos sumidos en un caos anarcopolítico donde reina el puro individualismo y el mercado -el presidente de EEUU tiene una breve aparición como indigente y la inflacción es tal que hay billetes de un trillón de dólares para uso corriente-.
-¿Y qué diferencia hay? -dice Juanita encogiéndose de hombros." (pág. 190)
Dos mundos resultan trascendentales en la trama. Por un lado el Metaverso, realidad virtual donde todo el mundo interacciona, hace negocios o se divierte mediante avatares, y que se asemeja a Matrix o a Second Life. Y por otro, La Almadía, una especie de isla artificial, amasijo de cientos de barcazas, yates y sampanes que, trenzados alrededor de un portaaviones, se desplaza desde el sudeste asiático hacia California cargada con cientos de miles de desheredados, refus, sometidos al juego de los poderosos.
A pesar de que la trama es de pura acción, la idea central gira en torno al lenguaje como organizador del cerebro y del conocimiento. Y la sugerente idea de que un lenguaje natural o edénico, común a todos, permanecería abrazado al tronco cerebral de la Humanidad. Una clave lingüística, un virus, te permitiría acceder y controlar esa parte tan profunda del cerebro.
La Torre de Babel es un mito que esta novela se atreve a subvertir: no fue un castigo de Dios para confundir a los hombres; muy al contrario las lenguas fueron una liberación del lenguaje único, de la dictadura que nos somete al estancamiento, las rutinas y la inercia. Así que una tablilla de arcilla escrita por el dios sumerio Enki -un código, "el nam-shub de Enki era un virus neurolingüístico"- se convierte en el objeto místico y real alrededor del cual gira esta vertiginosa obra.
La novela se enriquece enormemente trayendo a colación mitos y culturas ancestrales. Así la presentación del lenguaje sumerio como un lenguaje natural, capaz de entrar en el cerebro como un virus reorganizando su funcionamiento. O el del Minotauro:
La pura invención de personajes, tribus, roles, objetos y relaciones sociales es de tal magnitud que tenemos plena conciencia de estar inmersos en un mundo en marcha, acabado y coherente.
La Torre de Babel es un mito que esta novela se atreve a subvertir: no fue un castigo de Dios para confundir a los hombres; muy al contrario las lenguas fueron una liberación del lenguaje único, de la dictadura que nos somete al estancamiento, las rutinas y la inercia. Así que una tablilla de arcilla escrita por el dios sumerio Enki -un código, "el nam-shub de Enki era un virus neurolingüístico"- se convierte en el objeto místico y real alrededor del cual gira esta vertiginosa obra.
La novela se enriquece enormemente trayendo a colación mitos y culturas ancestrales. Así la presentación del lenguaje sumerio como un lenguaje natural, capaz de entrar en el cerebro como un virus reorganizando su funcionamiento. O el del Minotauro:
"¿Ha leído la historia del laberinto y el minotauro?La ironía y el sarcasmo son marca de la casa y aquí no faltan al describir el mastodóntico funcionamiento burocrático: quedará en los anales el memorando de los federales sobre el uso del papel higiénico o el pormenorizado y preventivo rollo policial a la hora de detenerte. Después de leer el libro, cada vez que escuches la expresión "atenderán a Razones" se te dibujará un sonrisa -"ultima ratio regum"-.
Todos los años, los griegos tenían que reunir unas cuantas vírgenes y enviarlas a Creta como tributo. Una vez allí, el rey las metía en el laberinto, y el Minotauro se las comía. Cuando yo era pequeño solía leer esa historia y preguntarme quién coño eran esos tipos de Creta, a los que todos temían tanto que cada año les daban a sus hijas dócilmente para que fuesen devoradas. Debían de ser unos cabrones muy desagradables.
Ahora lo veo con una perspectiva diferente. Para esos pobres desgraciados de ahí abajo,(la Almadía) América debe de parecer igual que Creta para esos pobres idiotas de los griegos, con la diferentcia de que aquí no hay coacción. Esos de ahí abajo entregan a sus hijos voluntariamente. Los envían por millones al laberinto para que los devoren. La Industria se alimenta de ellos." (pág. 117 y 118)
La pura invención de personajes, tribus, roles, objetos y relaciones sociales es de tal magnitud que tenemos plena conciencia de estar inmersos en un mundo en marcha, acabado y coherente.
Paz Soldán (aquí) resalta la crítica social como un valor de esta obra frente a Neuromante. Al convertir el lenguaje en un elemento de fuerza nos recuerda también a la notable Babel-17 de Samuel R. Delany.
Por la novela transitan multitud de personajes tan carismáticos como los dos protagonistas. Juanita, antigua pareja de Hiro. Juntos son "el Adán y la Eva del Metaverso", dado que ella diseñó los rostros y expresiones de los avatares, que son el mejor índice de fiabilidad en los negocios virtuales. Tío Enzo, capo de la Mafia Incorporated; el Cuervo, gigantón asesino aleutiano que maneja con precisión cuchillos de cristal; Ng. experto en seguridad cuyo cuerpo tremendamente mutilado viaja en una bolsa repleta de terminales cibernéticas...En fin.
Una fiesta de la imaginación.
Una fiesta de la imaginación.
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