lunes, 16 de junio de 2025

UNA NIÑA ESTÁ PERDIDA en EL SIGLO XX - de Gonçalo M. Tavares



La obra de Tavares no se parece a ninguna otra. Es absolutamente personal. Al concluir la novela no puedo dejar de pensar que es un libro conceptual, que flota sobre la realidad histórica. Tiene personajes y les suceden cosas, pero alrededor de ellos parece instalada una niebla que nos sume en la duda de si lo que vemos es realidad o sueño. Los dos protagonistas son una niña con trisomía 21 (síndrome de Down) que aparece perdida en medio de la calle y un hombre que la recoge y pretende ayudarla. La niña dice estar buscando a su padre y poco más llegamos a saber. Lleva un fajo de cartulinas con notas que le indican qué hacer y cómo relacionarse sucintamente. Siempre sonríe y obedece pero no hay modo de saber quién es o de dónde viene. Del hombre tampoco se sabe nada, sólo que está huyendo de algo. Así inician, estos dos huérfanos —tan semejantes y diferentes— un periplo de lo más insólito por las calles de un Berlín fantasmal.

En su itinerario Marius y Hanna se cruzan con personajes a cual más excéntrico, lo que acentúa una sensación de extrañeza que enseguida me remite a Kafka. Ambos viven en una realidad extraña, cuyos códigos muchas veces son incomprensibles y las personas con que se topan parecen ancladas en su propia dimensión. Así lo intuye el protagonista cuando acude a un anticuario para mostrarle el único objeto que porta la niña: "a primera vista de todas aquellas antiguallas le llegaba la sensación extraña de que habrían pertenecido a otra especie humana como si la evolución fuese no solo técnica sino de los propios organismos". (pág. 70)

Esa sensación de extrañeza la ha vivido Marius en distintos momentos de su vida, como si el mundo y él tuviesen el dial desajustado. Así le ocurrió con la mano gigante de un camarero que llegó a aterrorizar a Marius en el pasado. O con un reloj sin manecillas cuyo mecanismo interno seguía funcionando aunque sin trasladar nada al exterior; metáfora de su propia vida llena de búsqueda y expectativa pero sin destino conocido. Así lo detecta el viejo Terezin que conocen en el hotel: "se dio cuenta de que estábamos en un estado de búsqueda y ese estado en tránsito, esa posición flotante que es estar en busca de algo, producía una curiosidad y una disponibilidad que el viejo Terezin había detectado en nosotros". 



En su andadura por la ciudad Marius y la niña se encuentran con Fried, unos de los cinco voluntariosos hermanos Stamm. Se dedican en cuerpo y alma a pegar carteles en calles secundarias avisando del desastre al que se dirige el mundo. "Estamos intentando avisar a la gente, ésa es nuestra función. Se trata de que la gente no olvide, que no se inmovilice mentalmente". También visitan a un anticuario cuya sede se encuentra en el cuarto piso de un edificio que amenaza ruina. Parece guardar los últimos vestigios de una civilización que está desapareciendo. Y en otra ocasión se topan con Josef, el Fotógrafo de Animales.
"Josef me explicó después que estaba haciendo una Historia de los Animales, una historia paralela a partir de los animales y de lo que les sucedía en cada ciudad, acompañando o reaccionando y, a veces, por extraño que parezca, anticipándose a los acontecimientos históricos.
El movimiento de los animales, cuántas información viene de ahímurmuró Josef. Se anticipan a los bombardeos. Ningún oído humano ha percibido todavía la aproximación aún lejana de un bombardero cuando ya decenas de especies de animales empiezan a buscar refugio. Las ratas, ¡qué bicho tan asombroso! Anticiparon la Segunda Guerra Mundial. Parecía que tuvieran un mapa de las alcantarillas de Londres: como si hubiesen tenido en la cabeza los diferentes itinerarios y como si hubiesen sabido ya la que iba a pasar. Huyeron mucho antes de los bombardeos.
¿Y conoce la invasión del escarabajo en Europa? -¿Se ríe? ¿No se lo cree? Se trata 
continuó Josef Berman de una verdadera invasión militar. Según los estudiosos del tema, por el recorrido del escarabajo de la patata podemos seguir y comprender parte de los acontecimientos políticos, económicos y militares de los siglos XIX y XX." págs 19 y 20


Dado que Marius y Hanna están perdidos parecen recorrer espacios de memoria. El hotelucho donde recalan para descansar está regentado por un anciano matrimonio judío que ha bautizado a las habitaciones con los nombres de los campos de concentración nazis. Por su parte Terezin le habla de los "Siete Siglos XX", siete hombres anónimos que guardan la memoria de todo lo acontecido en él. Mientras que el anticuario le muestra la tarea que se ha impuesto: continuar la obra de su padre y de su abuelo escribiendo cada día nuevas cifras de la interminable secuencia de los números pares. El último número que ha escrito ya es monstruoso y ocupa más de una página de guarismos apretados.
"Había, desperdigados por el mundo, siete hombres, siete judíos, que habían memorizado, sin fallo alguno, toda la Historia del siglo XX. Con hechos, dijo Terezin, con fechas concretas, intentando eliminar cualquier interpretación o juicio. Esos siete hombres -explicó Terezin- habían memorizado el mismo texto; son hombres-memoria cuya única función -además de intentar seguir vivos- es la de no olvidar ni un solo dato, ni una sola línea. Como es evidente, lo que han memorizado tenía que ver directamente o indirectamente, con nuestra historia particular, la de los Judíos." pág. 182.
Como se ve el libro desgrana una serie de encuentros paradójicos que parecen constituirse como relatos autónomos. Tengo la impresión de que cada uno de estos personajes pudiera interpretarse como una alegoría de esta vieja Europa llena de cicatrices. Y es que este turbulento siglo XX quizás no solo es incomprensible para Hanna, sino también para todo el resto de personajes, nosotros incluidos. 



Aunque la atmósfera del relato es sombría su fondo no lo es. Hanna siempre sonríe y es capaz de hacer sonreír a todo aquel con quien se cruza. Tampoco hay ningún personaje malvado. Aunque el final es esperanzador quizás sí hay una veta de desánimo. Los hermanos Stamm perseveran con sus carteles sabiendo que su incidencia será mínima. Lo mismo ocurre con el redactor de los infinitos números pares. Sabe que su tarea es inútil aunque, en algún sentido, quizás pueda justificar su existencia. 

Creo que la conclusión más válida ya nos la ofrece Tavares en las primeras páginas, cuando Marius está repasando las cartulinas de la niña y reflexiona: la niña tiene que aprender unos códigos para manejarse en el mundo, lo mismo que debemos hacer todos nosotros, muchas veces superados.
"Fried interrumpió mis pensamientos diciendo que lo que él tenía en la mano, la caja de Hanna, en la que había varias fichas correspondientes a los pasos que debía seguir, casi hacía sospechar que alguien creía tanto en los demás, en los hombres, que finalmente había abandonado a su propia hija con un catálogo de fichas para su aprendizaje. Es decir, había confiado tanto en los demás -como un loco, susurró Fried-, que había creído no sólo que alguien podría acompañarla, sino que también podría enseñarle cosas y hacer que progresara en los objetivos referentes a (y Fried fue leyendo en voz alta algunos de los objetivos a medida que hojeaba el catálogo): "HIGIENE, MOTRICIDAD FINA, REACCIONAR A ESTÍMULOS TÁCTILO-CINESTÉSICOS". A veces, dijo Fried, yo mismo aún no sé que la mejor manera de reaccionar a un puñetazo es con otro puñetazo, otras veces es fingir que no se tienen fuerzas para responder". (Pag. 42)
Yo creo que para leer este libro sencillo e inocente, pero también perverso y fantasmagórico a su modo, hay que fijarse en ese objeto extraño que porta Hanna y que Marius lleva a un anticuario para ver si descubre indicios de su procedencia. Es como si Marius buscase un anclaje para volver a situar a Hanna en la corriente de la vida, evitando que se convierta en ese reloj vano que funciona correctamente pero no tiene agujas que lo expresen. 








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"Alegoría de Europa" de J-Baptiste Oudry
Este libro se publicó originalmente en 2014 y quedó finalista del Premio PEN de Ficçao de 2015. Es un libro hermoso y un tanto enigmático que podría verse como un intento de acercarse a la memoria colectiva de Europa. El itinerario que afrontan Marius y Hanna parece el recuento de un pasado tormentoso. Refuerza esto que la acción transcurra en Berlín, en el centro de Europa, y que duerman rodeados de habitaciones con el nombre de los campos de concentración  (
Treblinka, Dachau, Mauthausen-Gusen, etc), donde los nazis perpetraron el exterminio del pueblo judío. 
El mayor horror del siglo XX, algo que sólo puede provocarnos rechazo y compasión.

Lamentablemente, ahora mismo, la Historia está añadiendo una nueva y terrible capa  a sus estratos. El gobierno de Israel, liderado por Netanyahu, lleva meses ejecutando el genocidio del pueblo palestino bombardeando escuelas y hospitales, asesinando a diario a mujeres y niños. 
La paradoja es terrible. 
El gobierno de Israel, heredero de aquellas víctimas de los nazis, se ha convertido en verdugo con una ferocidad asesina que nos deja anonadados. 

Con esta perplejidad leo las líneas de la página 51, cuando Marius descubre los nombres de las habitaciones del hotel y siente 
"el impulso de dar media vuelta de inmediato y sacar a Hanna de allí, pero no lo hizo.
-¿Por qué hacen eso?
-Porque podemos -respondió la señora, secamente-. Somos judíos."
En la novela ese "porque podemos" significa la intención de preservar la memoria para no olvidar la barbarie y prevenirnos ante ella. Seguramente ni el autor, ni ninguno de los masacrados en aquellos campos podrían imaginar que sólo unas décadas después un sanguinario como Netanyahu iba a decir lo mismo pero en otro sentido:  "Porque podemos" vamos a eliminar a todo el pueblo palestino y quedarnos con sus tierras como unos implacables forajidos.

La Relatora especial de la ONU para los Territorios Palestinos, Francesca Albanese, lleva meses denunciando el genocidio palestino:
"Usar el hambre como arma de guerra es inhumano. La crueldad del Gobierno israelí no tiene precedentes [y] no debe quedar impune. Racionar la ayuda humanitaria es un acto cruel e ilegal y es el sinónimo más claro de que Israel ha perdido la poca humanidad que habitaba"

           ¡¡BASTA YA!!                  ¡¡PAREN EL GENOCIDIO PALESTINO!!

miércoles, 4 de junio de 2025

OCCUPIED - creada por E. Skjoldbjaerg y Karianne Lund



Estamos en un futuro sólo dos casillas más allá y el mundo se encuentra en medio de una crisis energética. Europa se ha vuelto dependiente del petróleo y el gas de Noruega, pero las elecciones en este país acaban de proclamar vencedor a Jesper Berg (Henrik Mestad), cuya promesa estrella era cerrar el grifo de los combustibles fósiles. Una serie de tragedias climáticas han forjado su postura e inmediatamente cumple su palabra a la vez que presenta una tecnología alternativa basada en un mineral nuevo, el torio. Pero la Unión Europea no se conforma; se aboca a una situación de emergencia energética por lo que solicita la colaboración de Rusia para que invada Noruega y reinicie la extracción de petróleo. Con la economía no se juega y la droga barata del combustible fósil ha de seguir fluyendo.

Se trata simplemente de una ocupación operativa que afecta a las plataformas de petróleo y sin embargo, aunque el presidente, el gobierno y el parlamento siguen vigentes... ya nada es lo mismo. La bandera tricolor rusa ondea sobre la capital noruega y poco a poco la autoridad rusa acaba decidiendo cada vez más asuntos de estado. A pesar de que la vida discurre con aparente normalidad el equilibrio es muy precario y los ciudadanos empiezan a dividirse entre los que ven la invasión como algo inocuo y los que inician una resistencia. 


Cuando Jo Nesbø (el exitoso creador del inspector Harry Hole) presentó esta idea en 2010 parecía una coyuntura demasiado improbable; pero la anexión de Crimea primero y la invasión de Ucrania después por parte de Rusia, han hecho que el asunto no parezca hoy tan disparatado. 

Las ansias imperialistas de Putin han alarmado a los países escandinavos hasta el extremo de solicitar su ingreso en la OTAN para defenderse mejor del oso ruso. Los gobiernos europeos están incrementando su gasto militar y los países nórdicos están convocando a miles de reservistas para un entrenamiento de actualización. Tampoco Moscú ha permanecido indiferente ante este thriller sociopolítico. Alguna fibra sensible habrá tocado cuando ha reaccionado condenándolo por volver -dicen- a los supuestos de la guerra fría. Además la trama nos revela otro detalle sorprendentemente anticipatorio: en la presentación de esa época no tan distópica se nos informa de que EEUU ha logrado la plena autonomía energética y ha abandonado la OTAN, dejando a Europa sola. Así es como este caldo empieza a hervir. 



Salvando alguna inconsistencia me gusta el desarrollo dramático de los hechos en base a pequeños detalles, pequeñas decisiones, pequeños cambios de actitud que nos revelan la facilidad con que una sociedad plenamente democrática va deslizándose hacia una sociedad autoritaria perdiendo por el camino sus derechos y libertades. Muchos ciudadanos se muestran contemplativos ante la invasión ya que no ven sus vidas demasiado alteradas. Esto me ha recordado el hecho de que muchos jóvenes europeos votan a la extrema derecha e incluso se muestran dispuestos a renunciar a libertades si alguien les promete una cierta estabilidad. También recordé el excelente libro Sonámbulos, del gran historiador Christopher Clark, centrado no sólo en las batallas y atrocidades que ocurrieron en la Primera Guerra Mundial, sino en la complejidad de los acontecimientos, los malentendidos mutuos y las manipulaciones que llevaron a un grupo de líderes bien intencionados a un conflicto brutal.

Vemos venir a los lobos, pero seguimos tomando el té. En la serie, una conversación entre una jueza y una estudiante de derecho delata la sutileza del cambio de rumbo en los acontecimientos. 
-Es como si a nadie le importara lo que pasa. Los rusos se están haciendo con el control del país.
-No creo que eso sea verdad. No ha pasado nada.
-¡Nos han obligado a infringir nuestros derechos democráticos!. Es inconstitucional.
-No es inconstitucional. Lo aprobó el parlamento.
-Eh... porque les obligaron a hacerlo.
Efectivamente se trata de una "invasión blanda" por parte de Rusia, sin tanques ni bombas, lo que me hizo pensar en la invasión de bulos y desinformación con que los rusos intentan socavar los cimientos democráticos de la Unión Europea. 



Hay dos líneas argumentales muy interesantes. Por un lado la que muestra el modo en que Rusia se va haciendo con la última palabra sobre cualquier asunto de estado. La otra es todavía más sibilina y perturbadora. Nos muestra cómo varios personajes van dejándose impregnar por esos nuevos valores cada vez más autoritarios: en aras de la seguridad tenemos que restringir la libertad de opinión y de prensa, tenemos que vigilar y detener a los disidentes, hemos de extremar las vigilancias obviando cualquier derecho constitucional, etc.

Las tres temporadas de que consta la serie (de diez, ocho y seis episodios respectivamente) nos irán mostrando cómo les afecta la  ocupación a un variado grupo de personajes. Principalmente el presidente Berg y dos parejas cuyos valores veremos ir evolucionando. El presidente pasará de líder mundial verde a convertirse en títere de los rusos por seguir una política de contemporización. Finalmente los acontecimientos achicharran su gestión y, tras decidir autoexiliarse, logra retomar la iniciativa y maniobrar para implicar a EEUU y Europa en su favor. 

La historia de su guardaespaldas Djupvik (Eldar Skar) es todavía más inquietante y sintomática. En principio frustra un atentado contra la autoridad rusa Sidorova lo que le granjea la amistad de los invasores. Esto le llevará a convertirse en un enlace fiable entre su gobierno y los ocupantes, aupándole hasta la Unidad Antiterrorista. Una verdadera trampa para su juicio ético. Él trabaja honestamente para evitar atentados contra los rusos. Al igual que su gobierno quiere evitar que utilicen cualquier provocación como excusa para invadir militarmente el país y tomar el pleno control. Pero su celo le hará acercarse demasiado a las posiciones rusas que le facilitan todo tipo de vigilancias y detenciones indiscriminadas. Su esposa Hilde (Selome Emnetu), como jueza, tendrá que afrontar sus propios desafíos cuando tenga que decidir sobre los derechos de los nativos y de los ocupantes.



Por su parte la pareja que hacen el periodista Thomas Eriksen (Vegar Hoel) y su esposa representan posiciones antagónicas. Él será testigo de las manipulaciones que urden los ocupantes para forzar un mayor control, mientras que su esposa ve florecer el restaurante que estaba a punto de cerrar al convertirse en el favorito de los rusos adinerados.

Lo que más me gusta de la serie es que avanza sin miedo a situaciones cada vez más complejas tanto en lo personal como en lo político. Pronto aparece una organización autodenominada "Noruega Libre" cuyas audaces operaciones, junto a las maniobras del presidente, van provocando distintas crisis que los actores (Noruega, EEUU, Europa) habrán de negociar. 

Rusia tampoco se queda a la zaga. En la primera temporada llega a organizar atentados en la sombra para forzar una situación insostenible. En la segunda y con el Presidente Berg ya fuera de Noruega, logra manejar a la nueva presidenta como un títere. 

Los giros son continuos y las crisis constantes. Yo por mi parte, sigo expectante el hilo narrativo de la negativa de EEUU a implicarse por más que lo intente el presidente Berg. También el inaudito proceder de la Unión Europea. Negociando concesiones de Noruega a cara de perro a la vez que mira para otro lado ante las actuaciones de Rusia.