viernes, 27 de mayo de 2022

UN POEMA por UCRANIA
























Ya en 1827, Goethe decía que "la poesía es un bien común de la Humanidad, que se manifiesta en todos los lugares y épocas"; y efectivamente la voz de los hombres y mujeres tiende a modularse en versos cuando acechan la tragedia, el miedo o el dolor. Quizás por ello desde el 20 de marzo de 2022, el Ministerio de Cultura de Ucrania puso en marcha la página web llamada “La poesía de los libres”, dedicada a mantener alto el espíritu ante la brutal agresión del dictador Putin. Su lema es que “nuestra poesía es el arma que inspira a los que sostienen las armas de la verdad”. En pocas semanas la plataforma superó la cifra de 15.000 poemas. Algunos de ellos incluso llegaron a convertirse en canciones que circulan por las redes sociales (libres) convertidas en un clamor por el sufrimiento y por detener esta absurda guerra. También al otro lado de la frontera, entre la oposición rusa, hay poemas que claman contra la guerra y que circulan entre particulares e incluso en la red social rusa Vkontakte... aunque desaparezcan poco tiempo después, borrados por la censura.

El único bando que guarda silencio en este campo de batalla poético es el bando oficial ruso. En ese bando sólo cabe el bramido de las órdenes y las bombas.




         
TOMA SOLO LO MÁS IMPORTANTE

Toma solo lo más importante. Tomas las cartas.
Toma solo lo que puedas cargar.
Toma los iconos y los bordados, toma la plata.
Toma el crucifijo de madera y las réplicas doradas.

Toma algo de pan, los vegetales del jardín y luego vete.
No volveremos, nunca otra vez.
No veremos nuestra ciudad, nunca otra vez.
Toma las cartas, todas ellas, hasta el último pedazo de malas noticias.

No volveremos a ver la tienda de la esquina, nunca otra vez.
no volveremos a beber de aquel pozo seco, nunca otra vez.
No volveremos a ver caras familiares, nunca otra vez.
Somos refugiados. Correremos toda la noche.

Correremos a través de campos de girasol.
Correremos de los perros, dormiremos con las vacas.
Juntaremos el agua con nuestras manos desnudas,
esperaremos sentados en campos, fastidiando a los dragones de la guerra.

No volverás, los amigos no volverán.
No habrá cocinas humeantes, ni trabajos normales.
No habrá luces de ensueño en los pueblos dormidos,
ni valles verdes, ni páramos suburbanos.

El sol será una mancha en la ventana de un tren barato,
apurándose entre fosas de cólera cubiertas de cal.
Habrá sangre en los tacos de las mujeres,
guardias cansados en fronteras de nieve,

un cartero de bolsas vacías, acribillado,
un cura de sonrisa triste colgado de las costillas,
el silencio de un cementerio, el ruido de un puesto de comando,
listas de muertos sin editar

desde hace tanto, que no habrá tiempo
de buscar en ellas nuestro propio nombre.


Serhiy Zhadan
publicado originalmente en La vida de María, 2015
Serhiy Viktorovych Zhadan es un filólogo, poeta, novelista y traductor ucraniano, nacido en 1974 cerca de Luhansk, región donde se concentra el conflicto separatista que Putin ha puesto como excusa para invadir Ucrania. Zhadan es uno de los poetas más celebrados de Ucrania, activista por la independencia de su país y “proletario punk”, según se define. Participó activamente en las protestas contra el gobierno de Viktor Yanukovych en 2013, a partir de las cuales se convirtió en uno de los poetas más conocidos y admirados del país. Varias de sus obras han sido traducidas entre otros idiomas al inglés, alemán y ruso. La Academia de Polonia lo ha nominado este año para el Premio Nobel de Literatura. Hoy es un voluntario resistente en Kharkiv y ofrece su testimonio a través de su cuenta en Twiter
Foto de Zhadan tomada de su Twiter
























La historia de Ucrania hacia su independencia no es muy diferente de la que han tenido que recorrer la mayoría de los países del mundo, atravesadas todas ellas por ocupaciones y guerras civiles. El problema de Ucrania es que su independencia definitiva es muy reciente, 1991, habiendo estado diluida en el férreo telón de acero de la URSS durante décadas. La descomposición de la URSS fue traumática para el dictador Putin que ha llegado a asegurar que Ucrania no existe, insistiendo en su delirio imperialista por restablecer el dominio de Rusia sobre todos los territorios que compusieron la URSS.

Rusia y Ucrania tienen una historia plenamente compartida. Los actuales ucranianos, rusos y bielorrusos surgieron de una federación de tribus eslavas, el Kyivan Rus, forjado en el territorio que hoy ocupa Kyiv. Durante los siglos IX al XIII dominaron una gran parte de la estepa europea, pero posteriormente Kyiv y las tierras a su alrededor quedaron bajo el dominio de Polonia y Lituania, lo que expuso a la población a influencias como el Renacimiento y la Contrarreforma. En los siglos XVI y XVII, la nobleza ucraniana aprendió a hablar polaco. Tiempo después, algunos ucranianos se esforzaron en formar parte del mundo rusohablante. 

La historiadora Anne Applebaum en un artículo aparecido en The Atlantic relata la historia de la identidad ucraniana:
"(En los siglos XVI y XVII) El idioma ucraniano, como la música y el arte ucraniano, se conservó en el campo, y en las ciudades se hablaba polaco o ruso. Decir «soy ucraniano» fue, en su momento, una declaración sobre el estatus y la posición social. «Soy ucraniano» significaba que te definías contra la nobleza, contra la clase dominante, contra los urbanitas. Más tarde, pudo significar que te definías como contrario a la Unión Soviética: los guerrilleros ucranianos lucharon en contra del Ejército Rojo en 1918 y también en la Segunda Guerra Mundial y en la Guerra Fría (...)
El sentimiento de identidad sobrevivió en las aldeas y creció entre intelectuales y escritores, manteniéndose lo suficientemente fuerte como para convencer a los ucranianos de convertirse en Estado coincidiendo con la Revolución rusa en 1917. Pese a que perdieron la oportunidad en la guerra civil que vino después, los bolcheviques se dieron cuenta de que Ucrania debería tener su propia república dentro de la Unión Soviética, dirigida por los comunistas ucranianos".

La negación de Ucrania por parte de Rusia se remonta varios siglos. La primera orden imperial rusa prohibiendo el ucraniano como idioma data de 1627. El Ucase (Decreto) fue firmado por el Zar Miguel I de Rusia.
Desde entonces, durante los siglos XVIII, XIX y XIX, se han promulgado multitud de Edictos y Circulares prohibiendo o silenciando el ucraniano por parte del Imperio Ruso. Por ejemplo en 1863 se aprobó la Circular de Valúev que prohibía a los censores otorgar permisos para la publicación de literatura educativa y popular en ucraniano ya que el idioma ucraniano, decía literalmente, «nunca existió, no existe y no puede existir».

No se puede hablar de un estado ucraniano en sí hasta 1917, cuando el Imperio Ruso se retira de la I Guerra Mundial y el vacío de poder alienta una guerra civil rusa. En este contexto se crea en Kiev la República Popular Ucraniana, donde se concentran las aspiraciones nacionalistas ucranianas, y la República Popular Ucraniana de los Sóviets creada por Vladimir Lenin en Járkov. Los bolcheviques y la República Polaca fueron los grandes enemigos de la efímera independencia ucraniana, que finalmente sucumbió en 1921.
Los años siguientes estuvieron marcados por la rusificación del territorio y la persecución de cualquier atisbo de nacionalismo ucraniano. Iosif Stalin implantó un programa de colectivizaciones forzosas que provocó la gran hambruna conocida como Holodomor (muerte por inanición), saldado con 4 millones de muertos entre 1932 y 1934. Posteriormente la ocupación nazi durante varios años y la posterior reconquista por parte de la URSS dejaron a Ucrania devastada.

















Desde la Independencia en 1991, Ucrania ha estado luchando contra la corrupción propia y la cleptocracia soviética. En estos años se han alternado dirigentes prorrusos y pro-occidentales. En 2005 y en 2014 movimientos populares ucranianos hicieron caer gobiernos apoyados por Rusia. En 2014 se produjeron las revueltas contra el corrupto presidente Yanukovych que acabó huyendo a su protectora Rusia. Esa revuelta acabó conociéndose como el Euromaidán y su objetivo era conseguir mayores cotas de democracia, libertad e integración en Europa. Todo esto agudizó la tensiones entre la Ucrania que miraba a Europa y las regiones prorrusas del sur (Crimea) y este del país (Donest y Lugansk). 

En marzo de 2014 Rusia se anexionó Crimea justificándolo Putin en la necesidad de proteger los derechos de los rusos en Ucrania. La narrativa del autócrata afirma que el este y el sur de Ucrania están llenos de rusohablantes lo que les convierte en esencialmente rusos; por lo que son una preocupación legítima del estado ruso. Esto es como decir que los canadienses por hablar inglés son ingleses que deben ser defendidos y gobernados por el Reino Unido.
La realidad es que en Ucrania la mayoría de las personas hablan ucraniano y ruso con fluidez, y a muchos les resulta difícil decir cuál es su lengua "nativa". Hasta 2014 no había ningún problema en la convivencia ligüística. Tal y como han mostrado los escritores y profesionales rusófonos el panorama era de aceptación, diversidad y diálogo.

El poeta, ensayista y traductor Ilya Kaminsky (Odessa, 1977) escribió un artículo titulado Sobre el ucraniano, el ruso y la lengua de la guerra que apareció originalmente en The Literaty Hub. De ahí tomo este extracto:

Cuando, en 2013, comenzó el enfrentamiento entre el gobierno de Yanukovych y las multitudes de manifestantes, resultando en que el asediado presidente abandonara el país poco después, Putin envió sus tropas a Crimea, un territorio perteneciente a Ucrania, con el pretexto de proteger devotamente a la población de habla rusa. Poco después este territorio fue anexado. Unos meses más tarde, con el pretexto de la ayuda humanitaria, se enviaron más fuerzas militares rusas a otro territorio ucraniano, Donbás, donde ha comenzado una guerra de poder.

Durante todo este tiempo, la protección de la lengua rusa se ha citado continuamente como la única razón de la anexión y las hostilidades.

¿Requiere la lengua rusa en Ucrania de esta protección? En respuesta a la ocupación de Putin, muchos ucranianos de habla rusa optaron por colocarse al lado de sus vecinos de habla ucraniana, en lugar de en contra de ellos. Cuando el conflicto comenzó a intensificarse, recibí este correo electrónico: 

Yo, Boris Khersonsky, trabajo en la Universidad Nacional de Odesa, donde dirijo el departamento de psicología clínica desde 1996. Todo este tiempo he dado clase en ruso, y nadie me ha reprochado nunca “ignorar” la lengua ucraniana oficial del Estado. Más o menos domino el idioma ucraniano, pero la mayoría de mis alumnos prefieren las clases en ruso, así que doy clase en esa lengua.

Escribo poesía en ruso; mis libros se han publicado sobre todo en Moscú y San Petersburgo. Mi trabajo académico también se ha publicado allí.
Nunca (¿me oyes?: NUNCA) me ha perseguido nadie por ser un poeta ruso ni por dar clase en ruso en Ucrania. Por todas partes leo mis poemas en ruso y jamás he encontrado ninguna complicación.

Sin embargo, mañana leeré mis poemas en la lengua del Estado: el ucraniano. No será solo una lectura: será una acción de protesta en solidaridad con el Estado ucraniano. Pido a mis colegas que se unan a mí en esta acción.



Desmontaje del monumento a la Amistad entre Rusia y Ucrania - O. Petrayuk - EFE

Efectivamente en junio de 2014, la región histórica del Donbás, dividida en dos oblast (unidades administrativas) —Donetsk y Lugansk— situadas en el este de Ucrania,  proclamaron su independencia, lo que desató un conflicto armado con el poder central que ha superado los 14.000 muertos en los ocho años de conflicto. Hace menos de tres meses y con la excusa de que se estaba cometiendo un genocidio en el Donbás, Vladimir Putin reconoció la independencia de estas regiones y a continuación invadió Ucrania.

La anexión de Crimea y la guerra del Donbás llevó a la poetisa ucraniana Anastasia Dmitruk a escribir el poema "Nunca seremos hermanos". En él ataca al imperialismo ruso y la conformidad de su población con la tiranía, contraponiéndolo a los anhelos democráticos de los ucranianos. Hay versos tan acusadores y despectivos como "No tienes el espíritu para ser libre" o "Todos ustedes están encadenados desde la infancia" o también "en casa ´el silencio es oro´"; para acabar con estos versos tan rotundos:
Tu tienes un Zar, nosotros tenemos una Democracia.
Nunca seremos hermanos.
El poema se convirtió en un acontecimiento literario y político. Fue debatido en programas de radio y televisión e incluso llegó a crearse una canción con su letra.
Según declaraciones de Dmitruk, el poema trata sobre un amor fraternal que nadie ha visto, pero del que todos hablan. Para ella está muy claro que un amigo o un hermano no irrumpe en tu casa con una ametralladora pidiendo tu rendición.


Источник: https://solnysh.ru/es/after-birth/nikogda-my-ne-budem-bratyami-sudba-poetessy-dmitruk-posle.html










Como se ve, los conflictos y tensiones con la nación hermana de Rusia han acompañado a Ucrania a lo largo de toda su historia. Ya en 1859, ante uno de los innumerables incidentes violentos de su patria, el considerado como poeta nacional ucraniano, Taras Shevchenko, había escrito el poema Calamidad otra vez:
Querido Dios, ¡calamidad otra vez!
Estaba todo tan tranquilo, tan sereno.
Habíamos empezado a romper las cadenas
que ataban a los nuestros en la esclavitud
cuando ¡alto! Otra vez la sangre de la gente
está fluyendo.
Taras Shevchenko conocía muy bien la historia de su patria y sus gentes. En su época Ucrania estaba bajo la tiranía del Imperio Ruso y él mismo nació en una familia de siervos (esclavos). Siendo aún niño fue arrancado de su familia y obligado a seguir a su amo a San Petersburgo. Con el tiempo allí se formó como pintor y comenzó a escribir poesía; pero su condición de siervo le impedía ingresar en la Academia de Bellas Arte de San Petersburgo. Sin embargo, un grupo de artistas y escritores, impresionados por su talento, lo ayudaron a comprar su libertad cuando tenía 24 años.

Shevchenko fue poeta, humanista, folclorista, etnógrafo, pintor y figura pública. Utilizó la poesía para rebelarse contra el zarismo, escribir en ucraniano y denunciar el sufrimiento del pueblo de Ucrania, lo que le condujo al exilio en 1847: durante 10 años tuvo que servir como soldado raso en el Ejército Imperial en Kazajstán. En la primera mitad del siglo XIX, Ucrania aun era una tierra feudal sometida a la tiranía zarista. Taras vivió en su infancia la paradoja de la belleza fecunda del campo ucraniano en contraste con las sórdidas condiciones en que vivían los campesinos. El campo impregnó en él amor por la tierra y patriotismo, mientras que de la vida campesina extrajo el odio a la opresión, la injusticia y la tiranía que inspira su poesía, siempre alentada por el fuego de la libertad.
Su obra legitimó el idioma ucraniano como lengua de cultura impulsando a más escritores a escribir en ella, ya que hasta entonces era considerada por muchos como un dialecto del ruso e incluso a
 partir de 1863 el régimen Imperial de Rusia impuso su prohibición.

Taras Shevchenko

Cuando Shevchenko escribió Calamidad otra vez ya era el poeta más destacado de Ucrania. Lo conocían como Kobzar o el juglar, el nombre de su primera colección de poemas publicada en 1840. Sus versos definieron las emociones y recuerdos que forjaron la identidad nacional de Ucrania y, hoy más que nunca, se han convertido en himnos de la resistencia frente al invasor ruso. Su poema más famoso se titula precisamente Testamento (Zapovit) y constituye una especie de himno nacional ucraniano en el que el poeta une su destino al de su amada patria. Como dice el poema, después de su muerte en San Petersburgo (1861), sus restos fueron triunfalmente transportados a Ucrania y sepultados en una colina cerca de Kaniv, a orillas del Dnieper, donde su tumba se convirtió en punto de peregrinación.


TESTAMENTO

Cuando muera, enterradme
sobre una colina,
en medio de las estepas infinitas
de mi adorada Ucrania:
Para que desde allí yo pueda ver
los campos sin fin y las quebradas
y escuchar el rugido enorme del Dnipró,
mientras arrastra la enemiga sangre
atravesando Ucrania hacia el mar.

Sólo entonces me desprenderé
de montes, campos y valles
y me encaminaré hacia el mismísimo Dios,
a alzarle mi plegaria.
No conoceré a Dios hasta entonces.

De modo que enterradme y levantaos,
romped las cadenas que os atan,
rociad con sangre enemiga
la libertad plena.

No olvidéis entonces recordarme
con voz reposada
en esta gran familia,
libre y renovada.






 La invasión de Putin ha dividido dolorosamente a familias enteras donde se mezclaban armoniosamente nacionalidades, lenguas y cultura. El dictador Putin ha conseguido el efecto contrario a su desprecio por Ucrania: los ucranianos han profundizado más en su identidad y cultura, generalizándose el uso del idioma propio y alejándose definitivamente de su vecino invasor. La ira y la urgencia por denunciar el sufrimiento que ha provocado la invasión rusa ha hecho que la poeta Halyna Kruk escribiera el mes de marzo pasado el poema "No a la Guerra"; en él reprocha amargamente tanto a la población rusa como a la occidental su pasividad y falta de acción más allá de portar carteles de "No a la guerra".


NO A LA GUERRA

Aquí estás con el cartel de "no a la guerra", consintiendo
lo inevitable: esta guerra no puede contenerse,
como la luminosa sangre arterial que mana de una herida
y fluye hasta que mata.
Entra en nuestras ciudades con los hombres armados,
se infiltra en nuestros patios con las unidades de reconocimiento,
como mortíferas perlas de mercurio que no pueden engarzarse de nuevo;
no puedes fijarla salvo para encontrarla y neutralizarla.
No puedes arreglarlos, solo encontrarlos y neutralizarlos,
a esos ejecutivos civiles, empleados, informáticos y estudiantes,
la vida no los ha preparado para las peleas callejeras, pero la guerra sí,
en primera línea, en un paisaje dolorosamente familiar, al principio
en las unidades de defensa se apresuran a reclutar solo luchadores experimentados,
luego jugadores que saben jugar a Dune y Fallout,
o tal vez si han recibido un cursillo de cócteles molotov de un cantinero que conocen,
en el club local mientras los niños duermen, los niños lloran, los niños nacen
en un mundo temporalmente inadecuado para la vida.
En el patio de recreo están arreando anti-tanque 'erizos checos'
y los hogares mezclan "bebidas" mortales.
Familias enteras, finalmente disfrutando de una conversación
y un proyecto colectivo: la guerra acorta la distancia
entre persona y persona, entre el nacimiento y la muerte,
entre lo que nunca quisimos
y lo que resultó que seríamos capaces.
"Mamá, contesta el teléfono ", suplicó una mujer durante dos horas
en el sótano del edificio de apartamentos,
terca y obtusa, no deja de creer en un milagro pero su madre está fuera
del alcance del celular, en las afueras, donde los fuertes cañonazos
derrumbaron los prefabricados como si fuesen Legos baratos,
donde apenas ayer las torres de transmisión dejaron de conectar a la gente,
donde el mundo desapareció entre los años de antes y después de la guerra,
a lo largo del pliegue irregular del cartel de "no a la guerra",
que tirarás a la basura más cercana,
cuando vuelvas de la protesta a tu casa, poeta ruso.
La guerra mata con vuestras manos de indiferentes
e incluso con las manos de los simpatizantes ociosos.


                                                                                   Halyna Kruk


Nacida en Leópolis, Ucrania en 1974, Halyna Kruk es poeta, traductora y profesora de literatura medieval en la Universidad Estatal de Lviv. Con cinco libros de poesía y dos novelas publicadas, ha sido reconocida como un referente en la poesía ucraniana. Los poemas de guerra de Halyna Kruk son desgarradores: hurgan en el fértil suelo ucraniano y desentierran las injusticias de la guerra y los escombros de la historia. La feraz tierra de Ucrania es conocida como "tierra negra" (chernozem) pero su historia la ha sembrado de víctimas. 
En el poema "No a la guerra" Kruk volcó su indignación contra la mayoría rusa que no planta cara a un régimen totalitario de Putin y la considera cómplice de los crímenes y violaciones que el ejército ruso comete en Ucrania. Kruk habla de la figura del “don nadie” o del “hombrecillo” tan presente en la literatura desde Pushkin a Dostoeivski, esos ciudadanos impotentes y sumisos ante el poder. En comentarios y entrevistas sobre su poema, Kruk también reprocha la pasividad de los medios culturales europeos a la anexión de Crimea por Rusia en 2014. 


Por su parte Anastasia Afanasieva (Járkov, 1982) autora de seis libros de poemas y receptora de algunos de los premios más importantes de poesía en ruso, escribió el poema "¿Puede haber poesía después...?" tras la anexión rusa de Crimea en 2014. Sus libros se han traducido al inglés, alemán, italiano, ucraniano y bielorruso. En el prólogo de una antología sobre poesía y guerra publicada en 2017, el poeta Ilya Kaminski citaba un correo electrónico en el que su amiga Afanasieva, hablante nativa de ruso, escribió desde la ciudad ucraniana de Járkov sobre la campaña de “ayuda humanitaria” de Putin para proteger su lengua rusa:

“Nunca me he sentido discriminada por hablar ruso. Es un mito. En cada ciudad del oeste de Ucrania que he visitado he hablado en ruso con todo el mundo. He encontrado nuevos amigos y, lejos de sentirme agredida, todos me han tratado con respeto. Os ruego que no escuchéis la propaganda. Su propósito es separarnos. Ya somos muy diferentes, no nos convirtamos en adversarios, no creemos una guerra en un territorio donde todos vivimos juntos. La invasión militar que se está produciendo es una catástrofe para todos. No perdamos la cabeza, no temamos las amenazas que no existen, cuando hay una amenaza real: la de la invasión del ejército ruso”.



¿PUEDE HABER POESÍA DESPUÉS....?


¿Puede haber poesía después de
Yasinuvata, Hórlivka, Savur-Mohyla, Novoazovsk?
¿Después de
Krasnyi-Luch, Donetsk, Luhansk?
¿Después de
separar los cuerpos en reposo de los agonizantes?
¿Los hambrientos de aquellos que pasean?
Mucho después
de que la poesía degenere en un “balbuceo autista”
Labios apareándose en la oscuridad
pregunto
medio despierta
¿Es posible la poesía
en el momento en que la historia se trastorna,
una vez que sus pasos
retumban en todos los corazones?
Imposible hablar de otra cosa,
hablar resulta imposible.

Mientras escribo esto
muy cerca de mí
se aniquila toda esperanza.



 

La opresión del  imperialismo ruso sobre los ucranianos y su identidad cultural está perfectamente reflejada en un famosísimo poema titulado "No moriremos en París", de Natalia Bilotserkivets. Fue escrito en un momento efervescente de la historia reciente de Ucrania, mediados de los 80, pocos años antes del derrumbe de la Unión Soviética.
El título se inspira en un verso de César Vallejo que pronosticó su propia muerte en París:
"Me moriré en París con aguacero,
un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París – y no me corro –
tal vez un jueves, como es hoy de otoño."
El poema "No moriremos en París" se hizo famoso en todo el mundo a raíz del accidente de Chernóbil. Es una especie de oración que se convirtió en himno para los jóvenes ucranianos que querían un país lejos de la opresión soviética. Aunque es un canto netamente pesimista (no llegaremos a París ni tan siquiera para suicidarnos bajo el Pont Mirabeau), logra trasladarnos una profunda impresión sobre el amor y la vida en circunstancias adversas.



No moriremos en París

Me moriré en París con aguacero.
César Vallejo

Olvidas las líneas olores colores y ruidos
se debilita la vista     se pierde el oído    pasan los más pequeños gozos
alzas tus manos y cara buscando tu alma
pero se eleva a cumbres inaccesibles y remotas

Lo que queda es sólo una estación         la última parada
la espuma gris de los adioses se arremolina y se hincha
ya está lavando mis manos indefensas
se filtra en mi boca una calidez dulce y repulsiva.
Sólo el amor perdura aunque mejor se hubiera ido

Lloré en míseras sábanas hasta quedar exhausta
por la ventana             acechaba una lila de un rojo pálido
corría el tren              que miraban los lánguidos amantes
en el estante sucio que se estremece bajo su carne.
Fuera la primavera pasó      se quedó en silencio

No moriremos en París           ahora lo sé con certeza
sino en una tosca cama empapada de sudor y lágrimas
nadie nos servirá nuestro coñac                 lo sé
no habrá besos tampoco que nos salven
bajo el Pont Mirabeau los turbios círculos no se desvanecerán.

Lloramos muy amargamente            explotamos la naturaleza
amamos demasiado fieramente
                        avergonzamos a nuestros amantes 
escribimos demasiados poemas
                        ignorando a los poetas.

No nos dejarán morir en París
y el agua seductora
                       bajo el Pont Mirabeau
estará rodeado de tropas.


                                      Natalka Bilotserkivets
                                      
Natalka Bilotserkivets, poeta, traductora, ensayista y editora, es una de las poetas más conocidas de Ucrania actualmente. Nació en 1954 y publicó su primer poemario, Balada sobre los invencibles en 1976, siendo aún estudiante. Triunfó en los años 80 con los libros de poemas The Underground Fire (1984) y November (1989).
Sus poemarios Allergy (1999) y Central Hotel (2004) fueron elegidos Libros del Año en el momento de su publicación. Sus poemas destilan un profundo lirismo, transformando lo histórico en íntimo mientras alumbra la oscuridad de viejas y nuevas pérdidas. Natalka Bilotserkivets vive y trabaja en Kyiv.
Ucrania es esa 'tosca cama empapada de sudor y lágrimas' y el alma que "se remonta a cumbres inaccesibles" son los deseos de una vida más plena que se escapa. Efectivamente el poema se escribió antes del colapso de la URSS y para los ucranianos París y todo lo que representa les quedaba muy lejos. La mención del Pont Mirabeau recuerda inmediatamente el famoso poema de Apollinaire, que elige dicho puente para reflexionar sobre el amor y la fugacidad. También recuerda el suicidio del poeta Paul Celan lanzándose al Sena.  
En los versos finales vemos que la poetisa ni siquiera puede aspirar a un trágico suicidio parisino porque estará rodeada de tropas-fronteras tanto interiores por el dominio ruso, como exteriores de Europa.


Ojalá Ucrania llegue a París o a Bruselas o a donde los ucranianos libremente elijan.   







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Fuentes:
-El lenguaje. La poesía. La guerra. Texto de Ilya Kaminsky
-Leamos a Ucrania en LetrasLibres.com
-Seis poetas de Ucrania en LetrasLibres.com

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