sábado, 17 de noviembre de 2018

LOS MUCHOS MUNDOS de CHINA MIÉVILLE

...continuación.
KRAKEN (2010)
Miéville demuestra en esta obra que es capaz de mezclar ingredientes y conceptos que en cualquier otro pecarían de atrabiliarios: naves espaciales, monstruos cósmicos, reinos fantásticos,  "space opera" y un toque ocultista. 

Una enorme criatura marina que se encuentra expuesta en el Museo de Historia Natural de Londres es robada. Nadie se explica cómo un calamar gigante de ocho metros se ha volatilizado. A partir de aquí, el conservador Billy Harrow se verá envuelto en toda una conspiración sectaria que gira alrededor de la criatura en un Londres nuevamente bizarro.

La secta Krakenista que lo adora como un ídolo, los londromantes, el misterioso Grisamentum y una extraña mafia también andan tras el kraken. Unos le adjudican poderes divinos, otros creen que con su desaparición llegará el fin del mundo. Este dios legendario que espera el conjuro adecuado para revivir, nos remite claramente a la mitología de Cthulhu, de H. P. Lovecraft. Miéville trenza con osadía una ficción conspiranoica, mágica y criminal. 

Recorriendo este Londres esotérico podemos ver a una unidad policial especializada en crímenes sectarios y de culto; y también a unos londromantes desgarrando el suelo de la ciudad para realizar su magia. Las sectas poseen representantes y sedes y hasta el mismo mar tiene una embajada a donde se puede ir a solicitar favores y bendiciones.

Miéville desliza en esta novela el mismo espíritu antisistema que encontramos en Bas-Lag. Ahí tenemos metáforas como la huelga de familiares mágicos y el liderazgo de un espíritu egipcio, ex esclavo de faraones en el mundo después de la muerte.

EMBASSYTOWN (2011) 

La novela es todo un logro que versa sobre el poder del lenguaje y la corrupción de la vida política.

Embassytown bebe claramente de la tradición de obras clásicas como Babel 17, de Samuel L. Delany; Los lenguajes de Pao, de Jack Vance o Empotrados, de Ian Watson. Obras que fijan su objetivo en el lenguaje como herramienta de percepción del entorno y conformación de las relaciones y la personalidad.



De nuevo, China Miéville elabora una novela sobre el conflicto entre distintos; pero en este caso no por raza o creencia, sino por causas lingüísticas. La acción nos sitúa en Arieka, planeta natal de los alienígenas Ariekei; conocidos por los colonos humanos como los "anfitriones". En este mundo se encuentra Embassytown, ciudad donde reside un asentamiento humano. Los Ariekei hablan a través de dos bocas y su lenguaje no hace referencia a nada fuera de sí mismo. La palabra es el significado, no un signo que representa una cosa. Para los Ariekei, lenguaje, pensamiento y realidad son inseparables, y por tanto no son capaces de entender a los humanos individuales, el mentir o el especular. Por este motivo la comunicación directa entre humanos y "anfitriones" es casi imposible. De hecho los humanos, al no disponer de este lenguaje, pasan desapercibidos para los "anfitriones". 


Tal hiperliteralidad hace imposible que los "anfitriones" digan una mentira. Al igual que los Houyhnhms de los Viajes de Gulliver, no pueden comprender lo que es y no es. Esta inocencia los deja especialmente vulnerables a los embajadores humanos.

Mentir es una emoción para los Ariekei, que compiten en Festivals of Lies (de las mentiras) para ver quién puede acercase más a una mentira, un acto que se considera imposible y también tabú. Solo los "Embajadores", unos pocos humanos que han dominado una laboriosa forma de comunicación a dúo, son capaces de entenderse hasta cierto punto con los "anfitriones".

La historia es narrada por la humana Avice Benner Cho cuando la crisis se desata con la llegada de EzRa, un nuevo "embajador". Ya sea por casualidad, ya porque se trata de un plan minuciosamente elaborado, su forma de hablar el lenguaje desata una crisis de proporciones incalculables. Será entonces cuando Avice se de cuenta de que el único camino de salvación es que ella intente lo imposible: comunicarse directamente con los Anfitriones.






















Embassytown describe una revolución. Es la historia de cómo los Ariekei aprenden a simbolizar, cómo aprenden a escribir y también a mentir. La obra es una ambiciosa fábula política sobre el poder de las palabras y resulta fascinante que, una vez que los Ariekei entienden las mentiras, ya no pueden decir la verdad como solían hacerlo. El cambio en el lenguaje provoca un cambio en su perspectiva del mundo y en la comprensión de lo correcto y lo incorrecto. Embassytown plantea las cuestiones más obvias y difíciles sobre la verdad y la moralidad.

Acercándose a Shakespeare, Orwell o Burgess, Miéville se sirve del extraño lenguaje de los Ariekei para especular sobre aspectos como la teoría de la mente, la relación entre lenguaje y verdad, la correspondencia entre símbolo y significado, y otros muchos temas lingüísticos y filosóficos. Pero, sobre todo, se sirve del encuentro entre dos culturas, para hacernos reflexionar sobre el colonialismo, la influencia de unas sociedades en otras y la pérdida de la inocencia. 


Después de todo, las mentiras tienen su utilidad, como un personaje en Embassytown se da cuenta, mientras escucha a un Anfitrión que lucha por decirle a otro: "Se está entrenando a sí mismo en falsedad ... usando estas construcciones extrañas para que pueda decir algo verdadero". Leer ficción es, en cierta medida, dar por sentadas esas mentiras verdaderas, lo que hace que sea un placer paradójico encontrar una novela que nos recuerde de manera tan ingeniosa y amena, tanto las condiciones de la ficción, como las del poder que el lenguaje ficcional conserva: formar y reformular nuestras interacciones con el mundo.
(este último párrafo ha sido extraído del artículo de James Purdon en The Guardian)


EL MAR DE HIERRO (Railsea, 2012)
Nueva novela de corte juvenil que nos lleva al fantástico mundo del Mar de Hierro, donde toda la superficie está saturada por una intrincada red de vías y ferrocarriles sin fin. Tanto en la superficie como en el subsuelo se esconden numerosas criaturas monstruosas que concitan terribles peligros: insectos colosales, conejos carnívoros y topos gigantes. Entre los pasajeros de los trenes destacan los Cazatesoros y los Caza Topos. Sham es un cazatopos a bordo del tren Medos que está bajo el mando de la capitana Abacat Naphi, obsesionada con dar caza a un topo gigante que habita en el subsuelo. El nombre de la oficial y su obsesión nos remiten directamente al capitán Ahab y la ballena blanca. Pero no son los únicos. También resuenan bajo esta intrincada red de ferrocarriles los gusanos gigantes de Dune (F. Herbert) e incluso el óxido violento y reciclado de Mad Max.

De inventiva formidable y acción vertiginosa, la novela también incluye muchos toques de humor. Sin embargo Miéville no evita párrafos demasiado densos o promiscuas descripciones que quizás desesperen a los más jóvenes. Pero es que la novela es toda una parodia entrañable del clásico Moby Dick. El inmenso mar no está cubierto de olas sino de raíles y sus profundidades no las habitan ballenas sino gigantescos topos. Bajar a tierra desde el tren es arriesgarse a ser atacado por monstruosidades de todo tipo como ratas, murciélagos, tortugas y monstruos de ecos lovecraftianos. 

No sólo la capitana Naphi, sino todos los capitanes están obsesionados con un topo especial en torno al cual tejen leyendas y filosofías...tampoco hay ningún capitán que no haya perdido al menos una extremidad. Este tono paródico y satírico se acentúa en los minicapítulos en los que Miéville rompe la cuarta pared para hablar (y jugar) con el lector.

Sham vivirá numerosas aventuras, se cruzará con numerosas criaturas horripilantes y hasta con un tren Pirata; pero siempre podrá contar con su adorable murciélago Murdiu, que incluso le salvará de más de un peligro. Pero Sham, que siempre soñó con ser un Caza Reliquias, está convencido de que hay algo más allá del Mar de hierro; de modo que, cuando encuentra unas misteriosas fotografías en un tren descarrilado, el joven iniciará su particular búsqueda del final de las aparentemente infinitas vías de tren.

"Todos nosotros hemos sido, somos y siempre seremos Homo vorago apierentis: personas ante las que se extiende un abismo."


LOS ÚLTIMOS DÍAS DE NUEVA PARÍS 
(The Last Days of New Paris, 2016)

La portentosa imaginación de Miéville nos invita a una aventura deslumbrante y erudita donde se mezcla el arte surrealista con nazis ocultistas y militancia política. Una ucronía que se desarrolla en París bajo una ocupación nazi que se alarga hasta 1950.

De nuevo nos encontramos con una ciudad que habita una realidad distorsionada y alucinante. París se encuentra en cuarentena después de que una bomba S explotara en el café Les Deux Magots en 1941, durante la ocupación nazi. A partir de ese momento, las invenciones del arte surrealista se han vuelto quimeras vivientes, “manifestaciones” o "manif", que recorren las calles fundiendo su irrealidad con el paisaje urbano y enloqueciendo y atacando a cuantos encuentran en su camino. Poemas, textos, pinturas y personajes históricos de este movimiento vanguardista cobran vida infestando las calles de una visionaria locura.

El protagonista se encontrará con criaturas tan extrañas como pinturas reptantes, golems, tiburones-canoa, caras de niños gigantes, mujeres con cuerpo de rueda, girasoles gigantes en medio de la calle, edificios con líneas difusas y, sobre todo, el cadáver exquisito del autor surrealista André Breton. Bloqueados por esta pesadilla, los nazis consiguen abrir las puertas del infierno y convocar una horda de sanguinarios demonios para hacer frente a los manif y ganar esta interminable guerra.

Bizarro, bizarro.

La novela juega con dos líneas temporales: la acción en 1941, antes de la explosión de la bomba S y en 1950, varios años después. En la primera seguimos a Jack Parsons, un joven estadounidense que se encuentra en París para crear un arma con la que destruir a los nazis. Para ello traba amistad con André Breton y Aleister Crowley; todos juntos intentarán crear un poderoso Golem que derrote al Reich.

En la segunda a Thibaut, un luchador adscrito al movimiento surrealista y a la publicación La Main à plume (referencia a la publicación surrealista durante la Ocupación). Un día salva a Sam, una fotógrafa americana que es atacada por unos lobos-mesa. La fotógrafa ha entrado en la zona clandestinamente con el objetivo de documentar la irrealidad andante de la ciudad e ilustrar con ella un libro que se titulará, Los últimos días de Nueva París.

Se trata de una novela corta de trama sencilla pero enriquecida con una imaginación y documentación abrumadora. En francés, el término " manifestación " y el acortamiento " manif " se usan para protestas y marchas, y esta novela es también una alegoría sobre la potencia política del verdadero arte. Por supuesto, un teléfono de langosta no derrotará por sí solo al fascismo, pero el autor y el lector son conscientes, al final del libro, de cómo esta fantasía intensa y académica también habla de nuestra época.

La escritura es profundamente surrealista -en la novela, las vías sobre el pavimento "se agitan como colas de lagarto", y aparecen «ojos de carne corpulentos" que "protuyen de un pecho de hierro"-. Abundan las referencias a artistas como Léo Malet, Leonora Carrington, Max Ernst, Remedios Varo o Salvador Dalí.


"El Cumpleaños" de Dorothea Tanning
Ref.: "Un mono alado con ojos de búho..."

Estas referencias, extraídas del arte y la literatura surrealista, se recogen al final del libro a modo de listado. Un glosario meticuloso donde se detalla los manif y su procedencia; lo que resulta un incentivo para adentrarse en un movimiento tan apasionante. La búsqueda de esas imágenes ya está hecha y la puedes ver aquí.

La potencia visual de Miéville unida a estas visiones delirantes nos regala páginas memorables. Su capacidad para la descripción logra trasladarnos una ciudad desfigurada hasta el delirio, entregada a los deseos del inconsciente artístico y a las marañas del azar que rigen los mecanismos surrealistas. 






Aquí concluye la relación de obras de ficción que conozco en español. Se puede consultar su bibliografía completa aquí







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BONUS TRACK
Allá por el 2002 y tras el triunfo que supuso la publicación de La Estación de la Calle Perdido, China Miéville dió a conocer una lista de cincuenta obras fantásticas que todo socialista debería leer. Aquí la dejo como curiosidad. 


Ian M. Banks -- Use of Weapons (1990)
Edward Bellamy -- Looking Backward, 1887 (1888)
Alexander Bogdanov -- The Red Star: A Utopia (1908)
Emma Bull y Steven Brust -- Freedom and Necessity (1997)
Mikhail Bulgakov -- The Master and Margarita (1938)
Katherine Burdekin (sobrenombre de "Murray Constantine") -- Swastika Night (1937)
Octavia Butler -- Survivor (1978)
Julio Cortázar -- "A House Taken Over" (1951) Casa Tomada, en el volumen "Bestiario"
Philip K. Dick -- A Scanner Darkly (1977)
Thomas Disch -- The Priest (1994)
Gordon Eklund -- All Times Possible (1974)
Max Ernst -- Une Semaine de Bonte (1934)
Claude Farrere -- Useless Hands (1920)
Anatole France -- The White Stone (1905)
Jane Gaskell -- Strange Evil (1957)
Mary Gentle -- Rats and Gargoyles (1990)
Charlotte Perkins Gilman -- "The Yellow Wallpaper" (1892)
Lisa Goldstein -- The Dream Years (1985)
Stefan Grabinski -- The Dark Domain (1918-22; traducido y recopilado en 1993)
George Griffith -- The Angel of Revolution (1893)
Emile Habiby -- The Secret Life of Saeed the Pessoptimist (1974; trad. 1982)
M. John Harrison -- Viriconium Nights (1984)
Ursula K. Le Guin -- The Dispossessed: An Ambiguous Utopia (1974)
Jack London -- The Iron Heel (1907)v Ken MacLeod -- The Star Fraction (1996)
Gregory Maguire -- Wicked (1995)
J. Leslie Mitchell (Lewis Grassic Gibbon) -- Gay Hunter (1934, reimpreso en1989)
Michael Moorcock -- Hawkmoon (1967-77, reimpreso en una sola edición en 1992)
William Morris -- News From Nowhere (1888)
Toni Morrison -- Beloved (1987)
Mervyn Peake -- The Gormenghast Trilogy (1946-59)
Marge Piercy -- Woman on the Edge of Time (1976)
Philip Pullman -- Northern Lights (1995)
Ayn Rand -- Atlas Shrugged (1957)
Mack Reynolds -- Lagrange Five (1979)
Keith Roberts -- Pavane (1968)
Kim Stanley Robinson -- The Mars Trilogy (1992-96)
Mary Shelly -- Frankenstein, or the Modern Prometheus (1818)
Lucius Shepard -- Life During Wartime (1987)
Norman Spinrad -- The Iron Dream (1972)
Eugene Sue -- The Wandering Jew (1845)
Michael Swanwick -- The Iron Dragon's Daughter (1993)
Jonathan Swift -- Gulliver's Travels (1726)
Alexei Tolstoy -- Aelita (1922; trad. 1957)
Ian Watson -- Slow Birds (1985)
H.G. Wells -- The Island of Dr Moreau (1896)
E. L. White -- "Lukundoo" (1927)
Oscar Wilde -- The Happy Prince and Other Stories (1888)
Gene Wolfe -- The Fifth Head of Cerberus (1972)
Evgeny Zamyatin -- We (1920) 

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