jueves, 19 de abril de 2018

ARLEQUÍN - según John Banville

Arlequín con violín, de Juan Gris

En la novela Imposturas, de John Banville, la joven Cass Cleave se relaciona con un viejo sátiro que de joven suplantó a otra persona para huir de los nazis. Para este anciano dandi de las letras vivir y mentir son equivalentes. Su poderoso intelecto fascina a la joven que lo ve como un Arlequín. Por este motivo el autor coloca entre las páginas de la novela la siguiente descripción de Arlequín, adaptación de The Italian Comedy, de Pierre Louis Duchartre y de St. Petersburg Dialogues, de Joseph de Maistre.




"De todos los personajes tradicionales de la comedia italiana, Arlequín es al mismo tiempo el más individual y el más enigmático. ¿Quién es este ser inexplicable? ¿Su cabeza y su corazón están hechos de la misma materia que los nuestros? Si se le erigiera una efigie, debería estar hecha de goma, pues solo una sustancia elástica puede recibir la impronta de su espíritu sutil y feroz, creado por los dioses en un momento de incontrolable alborozo y malicia. Se le llama por muchos nombres, y nadie es capaz de decir cuál le corresponde en justicia y en origen; muchas autoridades mantienen que su nombre fue en primer lugar un apodo. Tiene sin duda una esencia divina, si es que no se trata del propio Mercurio, dios del crepúsculo y del viento, patrón de ladrones y alcahuetes. También es Proteo, ora delicado, ora ofensivo, cómico o melancólico, a veces poseído por una locura desatada. 
Es el creador de una nueva forma de poesía, acentuada por gestos, puntuada de volteretas, enriquecida con reflexiones filosóficas y ruidos incongruentes. Es el primer poeta de las acrobacias y los sonidos indecorosos. Su media máscara negra completa la impresión de algo salvaje y demoníaco, y sugiere un gato, un sátiro, un verdugo. ¡Pensad en cómo le considera la opinión pública e intentad imaginar, si podéis, cómo él podría ignorar esa opinión o hacerle frente! En cuanto las autoridades le han asignado su mirada, en cuanto ha tomado posesión de ella, los demás hombres trasladan sus casas a otro sitio para no tener que ver la suya. Allí vive solo con su compañera, cuya voz es la única voz que conoce y sin la cual oiría solo gruñidos. Llega el día. Recibe una funesta señal. Se pone en camino, vestido de negro y un ojo enrojecido. Es por la mañana. Llega a una plaza pública abarrotada de gente apremiante y jadeante. Le presentan a un envenenador, parricida y blasfemo. Hay un silencio terrible, estremecedor. Coge al condenado, lo extiende sobre el potro de tortura, a continuación se pone al cabrestante y lo destroza. La cabeza pende de un extremo, y la boca, abierta como un horno, emite una palabra sanguinolenta, implora la muerte. 
Ha terminado. Da un paso atrás; extiende su mano manchada de sangre; de lejos le lanzan unas cuantas monedas de oro que se lleva a través de una doble hilera de hombres que reculan horrorizados. Vuelve a casa, se sienta a la mesa y come, luego se va a la cama y duerme. Al despertarse por la mañana, no piensa en lo que hizo el día anterior. ¿Eso es un hombre? Sí. Dios le recibe en sus santuarios y le permite rezar. No es un criminal, y sin embargo nadie dirá de él que es virtuoso, que es honesto, que es admirable. Ningún elogio moral parece apropiado para él, pues eso supondría un vínculo con los demás seres humanos, y no tiene ninguno. No tiene ninguno, este Arlequín."   pág. 285-287 

Arlequín con vaso en el Lapin Agile, Picasso, 1904








Arlequín es un personaje de La Commedia dell'Arte, una forma de teatro de improvisación que se inició en el siglo XVI y fue popular hasta el XVIII. Se representaba al aire libre y en la diversión se mezclaban malabarismos, acrobacias y un humor centrado en personajes con una historia áspera. Las actuaciones se improvisaban en torno a un repertorio de situaciones convencionales: el adulterio, los celos, la vejez, el amor; algunos de los cuales pueden ser rastreados en las comedias de Plauto y Terencio. 
Los personajes se identifican a través de sus trajes, máscaras y objetos. Arlequín llevaba tradicionalmente un conjunto realizado a base de parches y trapos (era un criado), que fueron evolucionando hasta en sus rombos multicolores característicos. 

A Arlequín antiguamente se le relacionaba con el diablo. Hay quien apunta la combinación de Hell (infierno) y King (rey) como etimología de su nombre. Lleva siempre un cinturón del que pende un palo. Su máscara es media, de color negro y nariz respingona. Como elementos demoníacos destacan una gran mancha roja en la frente y un bulto que semeja un cuerno.
Arlequín representa a un criado bufón, astuto y muy avaro. A veces tiene el comportamiento de un niño caprichoso. Siempre está buscando comida y la compañía de mujeres.
Más tarde, en las arlequinadas de los siglos XVII y XVIII, el personaje tomó otras características, pasando a ser un amante insidioso.

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