Parecería como si una ola ochentera nos estuviera invadiendo en los últimos tiempos. Y no hablo solamente de los pobres remakes de Robocop, La cosa o Noche de miedo; sino de aquel gozoso espíritu aventurero con marchamo juvenil que definía a películas como Los Goonies, ET, Exploradores, It o Cuenta conmigo. Creo que el primer homenaje fue Super 8 (J. J. Abrahams), continúa con la serie Stranger Things y llega hasta este It centrado, como las citadas, en las peripecias fantásticas de un grupo de adolescentes.
Esta nueva It es terrorífica y conmovedora a partes iguales por retratar, tanto los terrores infantiles que cobran las distintas formas del payaso Pennywise, como las terribles agresiones que soportan los jóvenes protagonistas en forma de bullying, abusos y malos tratos.
La película cuenta el enfrentamiento de un grupo de chavales (seis chicos y una chica) con una encarnación maléfica que ataca a los niños de su ciudad. Poco a poco descubrirán que este ser maligno vuelve a la vida cada 27 años, se esconde en las alcantarillas del pueblo y, aunque su forma más habitual es la del payaso Pennywise (Bill Skarsgard), puede cambiar de forma a capricho.
El triángulo que sostiene la historia tiene por vértices a un grupo de niños (el Club de los Perdedores, se autodenominan), "Eso" y el idílico pueblo de Derry, en Maine. En este sentido se trata de una historia paradigmática de Stephen King en la que es fácil identificar sus constantes: el valor de la amistad, la lucha del bien contra el mal, la pérdida de la inocencia, la amenaza del pasado sobre el presente y la infancia como un territorio cargado de amenazas. De hecho el novelista siempre ha demostrado tener un punto de vista muy particular sobre la infancia tal y como lo reconoce en esta entrevista:
"Siempre me ha interesado la infancia. Por un tiempo, fui el único tipo [en el género de terror] que quería escribir sobre niños y adultos. William Golding escribió una introducción a su libro, Lord of the Flies, donde hablaba sobre la génesis de esa historia. Una noche estaba sentado junto a su esposa junto al fuego y le dijo: "¿Qué pensarías si escribiera un libro sobre niños, pero en vez de escribirlo sobre la forma en que a los adultos les gusta recordar la niñez, lo escribiera sobre cómo son realmente los chicos? "Ella dijo:" Esa es una idea fantástica ". Así que escribió El señor de las moscas , que es un libro sobre niños para adultos. Pensé que realmente me gustaría escribir una historia sobre lo que se pierde y lo que se gana cuando creces desde la infancia hasta la edad adulta, y también, las cosas que experimentamos en la infancia que son como semillas que florecen más adelante."
En el retrato de esos tres elementos acierta Muschietti que, tras su estupenda presentación con Mamá, nos demuestra que sabe de qué va esto del terror y de qué va lo de contar historias. Particularmente creo que la película refleja perfectamente el nexo entre los terrores infantiles y las penalidades familiares y sociales que padecen estos "perdedores". Este es uno de los grandes logros tanto de la novela como de la película.
El miedo real (a la oscuridad o a la soledad), el acoso escolar, la exclusión social, el racismo, los miedos que nos inoculan los padres (religión, enfermedad) o el abuso sexual que padece la niña (cuyos terrores tienen la forma de ríos de sangre, como en Carrie), están perfectamente retratados en la película aportando una emoción muy particular. Se trata del mismo enfoque que adoptó Frank Darabont en la adaptación de las novelas de King, La milla verde y La niebla. En ambas el drama de los personajes y sus miedos son tan relevantes o más que las propias escenas que aterrorizan al espectador. Todo ello se beneficia de unas interpretaciones muy ajustadas de estos jóvenes actores; aunque hay que hacer una mención especial tanto al "bocazas" Finn Wolfhard -que viene de participar en otra pandilla, la de "Stranger Things"- como, sobretodo, a la sobria y encantadora Sophia Lillis que está magnética.
Una de las cuestiones que más llama la atención es la metamorfosis constante del payaso Pennywise. Y es que el mal que pervive en las entrañas de Derry puede adquirir cualquier forma imaginable, porque se alimenta de los miedos que albergan los niños. El propio Stephen King definió su novela en la revista Time como el reto de "poner juntos todos los monstruos a los que un niño tiene miedo”.
Por supuesto la película recoge la magistral selección de temores infantiles que King reflejó en la novela: El miedo al rechazo ("el nuevo" en la pandilla encima es "el gordito"), al acoso violento de los compañeros de colegio, a los abusos sexuales del padre, a la enfermedad crónica generada por una madre sobreprotectora o el miedo al mundo adulto que el joven Stan atisba en la ceremonia judía del Bar Mitzvah que se le avecina.
Muschietti afronta su película como un gran aficionado a la novela de King. En alguna entrevista ha reconocido que para él la clave del libro y sus terrores está en una reflexión de Bill Denbrough, el tartamudo líder del Club de los Perdedores: "¿Qué pasa si este monstruo está comiendo niños porque nos dicen que eso es lo que hacen los monstruos?". Los niños soportan sus penalidades y se creen lo que les dicen sus padres. Pero hay que reconocer que los adultos que aparecen lo hacen de una forma negativa o cuando menos poco solidaria. De modo que los niños están solos. Nadie más que ellos ve y sufre las acechanzas de Pennywise y nadie más que ellos le hará frente, cada uno cargado con sus propios fantasmas. De ahí los cambios de Pennywise para adaptarse a los miedos de cada uno. De ahí la fascinación de esta obra 30 años después de su publicación: todos guardamos un cofre con nuestra infancia y sus terrores. El novelista ya lo expresó hace años: "Dejamos de buscar fantasmas y monstruos debajo de la cama cuando nos damos cuenta de que en realidad están dentro de nosotros."
Me encanta la recreación de esa comunidad, tranquila e ingenua; esos niños que no solamente han acabado el instituto, sino también una época de sus vidas y que se asoman a la juventud…. pero está Pennywise. La sensación de indefensión que acompaña a los protagonistas, se refuerza por la maligna influencia que Eso tiene sobre Derry, el epicentro de un poder maligno que se perpetúa. El padre de Mike Hanlon, el único niño negro, se vio involucrado en el anterior despertar de Eso. Ahora le toca a él y posteriormente, dentro de 27 años y siendo el único de los Perdedores que permanece en Derry, deberá hacer la llamada del reencuentro.
Derry parece haber crecido para alimentar a It, que permanece en ella aletargado. Ahí están sus canales, alcantarillas y pozos, para darle escondite y accesos. La novela juega con el tiempo alternando la narración de las vivencias de los niños en dos épocas distintas. Podemos huir -parece decirnos-; pero el mal permanece. Esto se refuerza en la novela donde cada uno de ellos cae en los mismos errores: Eddie se casa con una mujer sobreprotectora como su madre y Beverley se casará con un hombre que también la somete a maltrato aunque sea psicológico.
Siendo una película notable y gozosa, teniendo algunas escenas realmente terroríficas, echo en falta un hilo conductor. Yo creo que Muschietti ha dado por supuesto que todos conocíamos o la novela o la miniserie y sobre eso ha montado un puzzle al que se le ven las costuras. La película no tiene un ritmo propio. Las historias de los niños se van colocando una al lado de otra como meras fichas. Luego se añade la historia truculenta de Derry; pero parecen elementos sueltos.
La novela comienza con unos jóvenes cargados ya de variadas experiencias, que han de revivir el terror que padecieron en su infancia. La novela se estructura en dos épocas de la vida de los protagonistas que se van alternando; pero la película se centra exclusivamente en la infancia. Yo creo que este hecho determina mucho el ritmo de la película perjudicándolo, ya que es moroso y un tanto repetitivo. Al convertirse en un punto de acceso a la segunda parte, pierde esa conjugación de tiempos que la hubiese convertido en algo memorable.
El payaso Pennywise se convirtió en un icono del terror desde su aparición televisiva en 1989 gracias a la expansiva actuación de Tim Curry. La plasmación que hacen Muschietti/Skarsgård es muy diferente y algo más siniestra, tal y como lo expresa el director: "Le dije que tratase de alcanzar ese contraste extraño entre el aspecto aniñado e inocente del personaje y algo mucho más oscuro y siniestro. Bill Skarsgård tiene ese aspecto, porque parece un niño."
P.D.
Stephen King ha declarado en su propia web cómo le llegó la inspiración de la novela: en una larga caminata a pie por un entorno solitario y agreste -pero industrializado- atravesó un puente que le recordó a un cuento clásico noruego, 'Las tres cabras macho Gruff'. En él, tres cabras cruzan un puente bajo el cual hay un aterrador troll que quiere comérselas. Se olvidó poco después de la idea, pero de algún modo quedó ahí, germinando. Pasado un tiempo, pensó en lo poderoso de la idea de un monstruo oculto en las entrañas de la ciudad, y en la propia estructura de Bangor, donde él vivía, que está dividida en dos por un enorme canal que le acabaría llevando a la idea de una red de canales y alcantarillas.
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