Dos buenas películas de terror en la misma semana ¡guau!, cuando a veces han pasado años sin poder llevarse algo decente al gaznate. Celebrémoslo.
Evidentemente el título se refiere a los tres ladronzuelos que irrumpen en la casa de un hombre ciego para robarle y se encuentran con un exmilitar perturbado y letal. Pero después de ver la película creo que el título conmina al espectador ¡No respires...! Y lo consigue con un ritmo sin huecos y una tensión angustiosa a más no poder.
Su propuesta es asfixiante y contumaz. La casa de marras se convierte en un gigantesco laberinto donde los asaltantes se convierten en víctimas; unos pobres ratoncitos que se jugarán la vida en cada pasillo.
El guión (del director y su guionista habitual Rodo Sayagues) explora con excelsa creatividad cada recoveco de la casa y aprovecha cada mínimo elemento: un par de zapatos en el suelo, un cerrojo, un mando a distancia de la alarma y hasta una simple mariquita (¡qué delicado plano el que la muestra sobre el torso de la mano, para que la chica a punto de morir encuentre inspiración!). Secuencia tras secuencia Alvarez anuda su film en nuestro cuello hasta conseguir asfixiarnos: la del sótano rodada con luz nocturna es opresiva.
No se habla mucho, más bien casi nada. El director logra escribir el terror con la grafía del silencio y el estatismo. Según ha declarado "Queríamos adentrarnos en la emoción primigenia de lo que es el miedo". Si justo a tu lado un animal ciego y salvaje está matando a tu amigo, sólo te queda permanecer quieto y en silencio. No respires.
Nos encontramos en Detroit, una ciudad en bancarrota con barrios enteros abandonados y un trío de jóvenes dedicados a la rapiña para juntar lo necesario y pirarse a California. "Queríamos enfrentar a un grupo de personajes que están haciendo algo moralmente incorrecto con alguien todavía peor, y que todos ellos estuvieran lastrados por una situación personal opresiva y angustiosa dentro de un mundo regido por la decadencia", ha declarado el director-guionista.
El exmarine lo interpreta Stephen Lang (aquel comandante vesánico de Avatar). Un hombre cuya desesperación y rabia no procede de su ceguera, sino del drama de haber perdido a su hija en un accidente de tráfico. Quiere vengarse del mundo y ahora no tiene nada más a mano que a estos tres incautos. "No hay nada que un hombre no pueda hacer una vez que ha aceptado que Dios no existe", nos suelta en uno de sus escasos diálogos.
Tras el impacto en Youtube de su corto "Ataque de Pánico", Sam Raimi le propuso el remake de su clásico ochentero Posesión Infernal ("Evil Dead"). El éxito que cosechó en 2013 con aquel proyecto, se ve refrendado ahora con este No respires; en el que cambia de registro, desde el gore más descacharrante al terror de corte psicológico y agobiante.
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