¡Ostia tú, pero cómo hemos llegado hasta aquí!
Aquel engendro inicial -La Purga-, que sólo contaba con una idea, se ha desarrollado de forma increíble logrando una notable segunda parte y entregando ahora una tercera realmente entretenida.
El director y guionista de esta inusitada trilogía ha venido elevando su punto de mira desde un simple asalto a una casa, al retrato inmisericorde de la ciudad e implicando ahora a la nación entera con la parafernalia de unas elecciones presidenciales.
En 2013, La Purga introdujo un concepto interesante de terror: En un futuro cercano el gobierno permite cometer crímenes impunemente durante una noche al año. Para deshacerse de la rabia, la ira y la frustración, predican los Nuevos Padres Fundadores. Aquella primera película no fue más allá de plantear la situación sin mayor recorrido. Un año después DeMonaco insistía con La Purga: Anarquía, en la que a través de un grupo de personajes recorría la ciudad para encontrar a los distintos tipos de lobos y desnudar la violencia de estado. Todo ello entretejido con una tensa historia de venganza.
En este año 2016, nos entrega La Purga: Año de Elecciones, centrada en el debate sociopolítico que sustenta esa noche. La verdad es que la cinta está lejos de plantear una alegoría. Las ideas que maneja son meros lugares comunes (en la purga los que más mueren son los negros y los pobres -del mismo modo que ahora son los que llenan las cárceles-, o la purga es en realidad un aceleramiento de la ley del más fuerte, o el sistema (incluidos los seguros que pretenden contratar) es una estafa. Todo esto aparecía tangencialmente en la segunda y allí tenía fuerza (los ricos compraban personas para purgarse o aparecía un broker colgado en las puertas de Wall Street) provocando una sonrisa torcida. Al ser más explícito y necesitar desarrollo el argumento sociopolítico queda empobrecido.
Lo más irreverente que encuentro es la idea del asesinato como un industria del turismo, toda vez que a la noche de la Purga acuden genten de todo el mundo. También la parodia de los símbolos de la sociedad norteamericana. Ahí están las icónicas máscaras del Tío Sam, el venerado Lincoln o la propia estatua de la Libertad recorriendo las calles hacha en mano para purgar su violencia continuada. Del mismo modo me llaman la atención los argumentos de los Nuevos Padres Fundadores: "La Purga sirve para erradicar el crimen. La Purga salvó a este país de su crisis económica". Los encuentro tan zafios y contradictorios como geniales en su absurdo; seguramente sacados de los discursos políticos de tipos como Donald Trump.
Aunque....seamos serios. La película es un potente thriller donde prima la tensión y el impacto. Las calles se convierten en una trampa mortal.
La senadora Charlie Roan (Elizabeth Mitchell), candidata a la Presidencia, reivindica la supresión de la Purga anual. Su campaña está resquebrajando el sistema; pero precisamente la noche de la Purga ofrecerá una oportunidad a los Nuevos Padres Fundadores para corregir la anomalía. La senadora se convierte en objetivo de caza. El hilo conductor que relaciona esta película con la anterior, es el policía Leo Barnes (Frank Grillo) que en la anterior decidió no culminar su venganza y abominar de la Purga. Ahora dirige la seguridad de la senadora y el trabajo será abrumador.
La senadora Charlie Roan (Elizabeth Mitchell), candidata a la Presidencia, reivindica la supresión de la Purga anual. Su campaña está resquebrajando el sistema; pero precisamente la noche de la Purga ofrecerá una oportunidad a los Nuevos Padres Fundadores para corregir la anomalía. La senadora se convierte en objetivo de caza. El hilo conductor que relaciona esta película con la anterior, es el policía Leo Barnes (Frank Grillo) que en la anterior decidió no culminar su venganza y abominar de la Purga. Ahora dirige la seguridad de la senadora y el trabajo será abrumador.
El guión está bien estructurado y logra hacer confluir a todos los implicados (los Nuevos Padres, un grupo rebelde que planea una purga al revés y los que protegen a la senadora) en un desenlace potente.
Estrenada hoy supone todo un juego de espejos con nuestra realidad actual. Hay una senadora que se propugna como presidenta (Hillary Clinton acaba de ser nominada por el Partido Demócrata) y, como una cruel ironía, el presidente Erdogan en Turquía, está respondiendo al intento de golpe de estado con una desaforada purga de miles de detenidos, 60.000 personas retiradas de sus puestos y la reinstaruación de la pena de muerte asomando sus fauces.
La trilogía tiene esa pinta bizarra y de serie B que encontramos en películas como 2013: Rescate en Nueva York, o WestWorld (Almas de metal); donde nos muestran un mundo cercano pero extraño, aunque sólo por una pequeña modulación.
Alguién señaló que cada crisis produce sus propias películas de terror. King Kong era el monstruo de la recesión del 29. No creo que en un futuro cercano se vea La Purga como la película de nuestros miedos, sean la superpoblación, el paro o la xenofobia. Sin embargo, me encontré el cine con un llenazo total, la sala rebosando de jóvenes veinteañeros y un aplauso final: ¿?
Se da la circunstancia de que cuando una lolita, vestida con un traje de novia ensangrentado, ha gritado en pantalla "¡esta noche he empezado matando a mis padres y voy a continuar....!" Uno de estos jóvenes ha gritado "¡con mi profe de mates!"
Está claro que la película sirve para desfogar.
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