El poema Piedra de Sol está incluido al final de la sección “Estación violenta” de la antología Libertad bajo palabra (1960). Según confesión del poeta, refleja tres preocupaciones esenciales: su vida personal, las experiencias de su generación y la búsqueda de una visión del tiempo y de la vida. Por sus estrofas desfilan el amor, la humanidad, la otredad y el mestizaje.
El origen del poema está descrito en un pasaje retrospectivo (citado por Enrico Mario Santi en El acto de las palabras, 1997):
"No tenía plan. No sabía lo que quería escribir. Piedra de sol se inició como un automatismo. Las primeras estrofas las escribía como si literalmente alguien me las dictara. Lo más extraño es que los endecasílabos brotaban naturalmente, y que la sintaxis, y aun la lógica eran arbitrariamente normales. De pronto sobrevino una interrupción. Había escrito unos 30 versos y no pude seguir. Salí al extranjero por dos semanas […] y a mi regreso, al releer lo escrito, sentí la necesidad de continuar el texto. Volví a escribir con una extraña facilidad, pero en esta ocasión intenté utilizar la corriente verbal y orientarla un poco. Poco a poco el poema se fue haciendo, me fui dando cuenta hacia dónde iba el texto. Fue un caso de colaboración entre lo que llamamos el inconsciente (y que para mi es la verdadera inspiración) y la conciencia crítica y racional. A veces triunfaba la segunda, a veces la inspiración. Otra potencia que intervino en la redacción de este poema: la memoria […] Por ser obra de la memoria, Piedra de sol es una larga frase circular."
Cuenta la leyenda que el poeta estaba en Nueva York hacia fines de 1956 o principios de 1957 cuando, en medio de una profunda crisis amorosa, salió a la ciudad bajo la lluvia y de pronto, entre el golpeteo de las gotas, sintió el ritmo de los primeros versos; escuchó, en fin, las palabras y luego se puso a escribirlas. Todo el mundo relacionará esta experiencia con la de Coleridge cuando compuso Kubla Khan. El propio Coleridge contó que, mientras dormía, tuvo una visión fantástica en la que compuso unos 200 o 300 versos que escuchó y vio con perfecta métrica y rima.
Además, en una entrevista, el propio Paz explicaba la estación de su libro: "El otoño. La iniciación del otoño, constituye la estación violenta, la estación de las pasiones. El otoño es también luz reflexiva, “razón ardiente” como dice Apollinaire. Es, en síntesis: pasión y razón y acción y reflexión. El título posee un doble significado: se refiere por una parte, a una época de mi vida; por la otra, posee un sentido social. El otoño es la época de la cosecha, de la recolección de frutos. Es, pues, una estación colectiva, en la que los hombres comparten los frutos de su trabajo y las palabras del poeta."
El poema comienza y termina con los mismos e idénticos seis versos. En la nota a la primera edición Paz explicita cómo el poema está formado por 584 endecasílabos (ya que no toma en cuenta a los seis últimos que repiten seis primeros). Este número es igual al de la revolución sinódica del planeta Venus, que es de 584 días, los que tarda Venus hasta una nueva conjunción con el Sol. Fin de un ciclo y comienzo de otro.
El poema tiene pues, claramente, una estructura cíclica; la cual invita a considerar lo efímero de la vida, compuesta de ritmos, movimientos y transiciones. El poema mismo (como la idea del otoño) es transición, uno de los temas centrales no sólo de Piedra de Sol, sino de toda la poesía de Paz: ella representa tanto el diálogo como el forcejeo entre la inmovilidad y el movimiento. El verso “deteniendo, no al vuelo, sí al instante”, cifra la vocación fundamental del poeta: no se debe detener el movimiento; se debe detener el tiempo. Según Pere Gimferrer, “De lo que se trata aquí es de asediar, de poner cerco al instante, en busca de su fijeza en el poema, que nos revelará nuestro verdadero ser”.
Para Paz el poema será la consagración del instante privilegiado que escapa a la corriente temporal, el salto absoluto, la presencia del misterio cósmico, el rescate de la unidad y plenitud primigenias.
La encarnación del instante, invoca el instante perpetuo:
busco sin encontrar, busco un instante,
un rostro de relámpago y tormenta
corriendo entre los árboles nocturnos
...
busco sin encontrar, escribo a solas,
no hay nadie, cae el día, el año,
caigo con el instante, caigo a fondo,
invisible camino sobre espejos
que repiten mi imagen destrozada.”
Ese encuentro con el instante crea también una voz poética que, hasta ese momento desconocida, es capaz de desprenderse del sí mismo para adentrarse en ese “otro sí mismo”:
los sucesivos rostros de la llama,
todos los nombres son un solo nombre,
todos los rostros son un solo rostro,
todos los siglos son un solo instante
y por todos los siglos de los siglos
cierra el paso al futuro un par de ojos”.
Miquel Barceló |
Piedra de sol es un monumento lingüístico cuya temática es la fragilidad de los asuntos humanos, principalmente el enfrentamiento entre un hombre y el cuerpo de una mujer, pero también el lugar del yo en el mundo. Y con respecto a los otros, el poema los reconoce como condición de nuestra existencia, en contraposición a Sartre cuando asevera que el infierno son los otros.
nunca la vida es nuestra, es de los otros,
...
para que pueda ser he de ser otro,
salir de mí, buscarme entre los otros,
los otros que no son si yo no existo,
los otros que me dan plena existencia,
El poema sondea la totalidad, en él caben el mundo y la naturaleza, el encuentro con la mujer y el desencuentro, la soledad y la decrepitud....pero todo ello teñido por el tiempo.
Los quinientos ochenta y cuatro versos de Piedra de sol aluden al número de días que el planeta Venus tarda en dar una vuelta alrededor del Sol. En el panteón romano, Venus ha sido considerada en sus diversas acepciones como patrona de la maternidad, aunque en la cultura occidental ha prevalecido la identificación de la diosa con las libertades sexuales y eróticas; libertina, apasionada y victoriosa sobre el corazón de los hombres.
"Esta Venus patrona del erotismo es el cuerpo aludido desde los primeros versos del poema. Las otras mujeres que aparecen en el poema no son Venus, no son diosas, son cuerpos que hablan, cantan, se peinan; pero que no desean. Son cuerpos transparentes, “bien plantados más danzantes”. Así el conflicto se suprime. El interlocutor de Piedra de sol no es una mujer, ni la humanidad en abstracto, es el hombre de la modernidad, es el hombre urbano que pretende involucrarse en los asuntos de la polis y al que se le advierte “amar es combatir”."(1)El poema se funda en la mitología del eterno retorno como centro del mundo, eje del tiempo que a su vez es imagen de la eternidad. El tiempo se detiene como, al fin y al cabo, se detenía el río de Heráclito. Este centro se llama en Piedra de sol, amor:
todo se transfigura y es sagrado
es el centro del mundo cada cuarto
es la primera noche, el primer día
el mundo nace cuando dos se besan.
Estilísticamente Paz "recibió" los versos como endecasílabos; lo cual permitió insuflar al poema un aliento épico rico en enumeraciones, como señala Alberto Vital:
Finalmente, Armando González Torres traza esta poderosa síntesis en Guardagujas:"Después de todo, el endecasílabo es no sólo el verso del lirismo en español; también ha sido el verso de la épica, como en La Araucana de Alonso de Ercilla. Piedra de Sol es una épica del cuerpo cósmico desmembrado y vuelto a coser, y es una épica del cuerpo amoroso como centro mismo del universo.En sus Poéticas de Joyce, Umberto Eco razona que las enumeraciones largas en textos literarios son el inventario de una civilización que se quiere ordenar y conocer a sí misma. La enumeración es, advierte Eco, uno de los hábitos mentales decisivos en el pensamiento medieval, así como lo es en el primitivo.Jorge Luis Borges, Pablo Neruda y el Octavio Paz de Piedra de Sol cultivaron la enumeración tanto de seres y objetos como de rasgos y cualidades de un ser u objeto en particular. Hay matices entre ellos. En Borges la enumeración, el listado, es un recurso para atestiguar y plasmar el recuerdo personal y para ampliar el foco de atención a muchas direcciones casi simultáneas. En Neruda, la enumeración busca ser primaria (si no es que primitiva, incluso por momentos salvaje), genésica, originaria, creadora, y a veces terminal. En Piedra de Sol, aun dentro de la dualidad de vida y muerte, de sacrificio y renacimiento, la enumeración es sensual, erótica incluso, y por lo tanto vital y vitalista. De hecho, de las ruinas de Occidente y de la derrotada y marginada civilización azteca Paz entresaca a la figura de los amantes como el nuevo centro ordenador del mundo." (2)
Una obra cuya importancia histórica es comparable, según Pere Gimferrer, a la que ha tenido La tierra baldía (The waste land) de T. S. Eliot, en la lengua inglesa."Con un fondo métrico extraído de la tradición hispánica, la utilización de atmósferas y recursos de la poesía anglosajona moderna y la libertad surrealista para componer imágenes, Paz formula un poema híbrido y exigente, que ensaya un sincretismo intelectual entre la cultura prehispánica, el hermetismo occidental, la filosofía oriental y la vida moderna. En este texto se contrastan las conocidas dualidades pazianas entre el tiempo circular del mito y la linealidad de la historia, la temporalidad del poema y la intemporalidad de la poesía, la soledad y la comunión amorosa. El ritmo del texto, la mixtura de épocas, la alternancia de la experiencia interior y el flujo de la historia le dan un tono vertiginoso y la voz poética pertenece tanto a un ciudadano de las urbes amenazadas y devastadas de la primera mitad del siglo XX como a un individuo intemporal que escapa del tiempo en el mito. Piedra de sol es, más allá de su impresionante factura formal, un recuento de vida, un poema de amor, una proclama libertaria y erótica que, ante el absurdo y la muerte, reivindica el instante del placer y la comunión humana. Esos rasgos lo siguen haciendo, a la vez, un monumento y una habitación, un poema tan imponente como cercano, en el que el autor, y el lector, recuperan la posibilidad de solidaridad y asombro....Aunque Paz utiliza el nombre de la pieza, en realidad es un pretexto para aludir al mito y, sobre todo, a la noción de tiempo mítico. De esta manera, Paz pretende desarrollar un texto a la vez cosmogónico, histórico y confidencial, un poema donde caben los símbolos del tiempo, los arquetipos femeninos, las alusiones a la violencia política y las cuitas individuales. Por lo demás, si bien es un libro eventualmente surcado por imágenes de vena surrealista, está hecho en un metro castizo, con un hilo narrativo y fragmentos anecdóticos y con un haz de referencias personales cuidadosamente disimuladas. En suma, no se trata de un producto típico de la tradición mexicana, sino de un vehículo para conectar lo arcaico con lo moderno y lo local con lo universal."
(1) Maricela Guerrero. Piedra de Sol, 1957, en LetrasLibres.com
(2) Alberto Vital El Endecasílabo en Piedra de Sol, de Octavio Paz.
"En torno a Piedra de Sol" de Jose Emilio Pacheco. Revista Proceso.
Tanius Karan: Piedra del Sol. Un acercamiento comunicológico a la vida-obra de Octavio Paz
PostData sobre el objeto:
Las cuatro eras: Los cuatro cuadrados que rodean la deidad central representan los anteriores cuatro soles que antecedieron al actual Quinto Sol.
En el cuadrado superior derecho se representa el 4 Jaguar, día en que, tras 676 años, acabó la primera era al surgir de las entrañas de la tierra monstruos que devoraron a la gente.
A su izquierda, está 4 Viento que recuerda que tras 364 años, vientos huracanados sacudieron la tierra e hicieron que los que no perecieron se convirtiesen en monos.
Bajo éste, 4 Lluvia. Este mundo duró 312 años y los que vivieron en él, perecieron o se volvieron guajolotes tras una lluvia de fuego.
En el cuadrado inferior derecho se encuentra 4 Agua, antesala de nuestro mundo, que duró 676 años y acabó cuando los que lo habitaron murieron sepultados por las aguas y se transformaron en peces.
La duración de las eras está expresada en años, aunque hay que observarlas a través del prisma del tiempo azteca. De hecho lo común a las cifras 676, 364 y 312 es que son múltiplos de 52, y 52 años es la duración de 1 siglo azteca.
Puntos cardinales: Además el disco central contiene los signos de los puntos cardinales colocados entre los signos de las Eras: el Norte, signo 1 Pedernal; Sur, signo 1 Lluvia; Este, con Xiuhuitzolli un signo heráldico, y Oeste, con el signo 7 Mono.
A cada uno de los cuatro puntos cardinales está unido un grupo de cinco signos de días, un grupo de cinco “semanas” de trece días y un grupo de años.
Signos Ollin, Tecpátl, Quiahuitl y Xochitl (falso color) |
Primer anillo
La siguiente corona la forman los pictogramas de los veinte días bautizados del calendario sagrado azteca. Estos veinte días se iban combinando con trece números hasta que se formaba un año sagrado de doscientos sesenta días.
Lo forman veinte partes iguales con figuras que representan los días del mes Azteca.
Segundo anillo
La segunda corona contiene varias secciones cuadradas. Cada una de ellas contiene cinco puntos, lo que se cree que representan las semanas de cinco días. Hay también ocho ángulos que dividen la piedra en ocho partes, que probablemente representan los rayos solares colocados en dirección a los puntos cardinales.
Tercer anillo
En el extremo inferior de la piedra, se abren las fauces de los Xiuhcóatl (serpientes de fuego), que rodean y enmarcan la piedra y llevan al dios por el firmamento. Sus cuerpos están divididos en secciones que podrían simbolizar llamas. Estas secciones podrían representar cincuenta y dos ciclos anuales que se corresponden con un siglo. Cada vez que concluía un ciclo de 52 años se celebraba la ceremonia del Fuego Nuevo. En la parte superior del monolito, un cuadrado tallado entre las colas de las serpientes representa la fecha Matlactli Omey-Ácatl ("13-caña"). Se supone que corresponde al año 1479, el año en el que se celebró el Fuego Nuevo durante el reinado de Axayácatl, y a la vez, el año en que este calendario fue labrado.
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