lunes, 2 de junio de 2014

HORLA CITY y otros - de Fabián Casas





Acabo de conocer la existencia y la poesía de Fabían Casas. Me lo presenta Matías Néspolo en ElDiario.es. Nacido en Buenos Aires en 1965 es uno de los poetas más leídos de los últimos años en Latinoamérica. Su amigo Viggo Mortensen publicó una antología de poesía argentina en su editorial, Perceval Press, de EEUU. Allí aparecían poemas tanto del propio Casas como de Washington Cucurto, Mario Arteca, Juan Desiderio, María Medrano, Sergio Raimondi, Gabriela Saccone y otros. 

No se tarda mucho en leer su poesía completa recién editada en España. Son poco más de 200 páginas que recogen sus libros previos: Tuca (1990), El salmón (1996), Pogo (2000), El spleen de Boedo (2003), El hombre del overol (2006) y los poemas escritos hasta 2010.
Me gusta particularmente la definición de su poesía que Hernán Bravo Varela colocó como título de una antología del poeta: El pequeño mecanismo de los acontecimientos. (Editorial Almadía, México, 2012).
Y es que sus poemas ponen el foco sobre esos acontecimientos de la vida cotidiana como arrancar el coche, sentarse en un balcón o ir a tirar la basura en los que, de pronto, el poeta percibe un clic que los transforma en un fulgor. Como bien dice este antólogo: "Antes que seguir el famoso tópico horaciano ´Vive el día de hoy´, Casas modifica su acción ´Captura el día de hoy´ y consigue una foto, una instantánea."

El lenguaje de los poemas es cotidiano y busca la inmediatez. No en balde el libro está encabezado por una cita de Tita Merello: "El ejército más grande del mundo lo forman los pobres, los enfermos y los desesperados." Los poemas que siguen parecen dar voz a este ejército.
Como un abismo me atrae la desnudez de su plan, de ese hombre solitario explorando las señales del mundo. En sus versos germina la rara flor de lo auténtico. Como dijo el critico mexicano Adrián Ramírez Serrat, en sus poemas "conviven la cotidianeidad y la eternidad".



            SIN LLAVES Y A OSCURAS

            Era uno de esos días en que todo sale bien.
            Había limpiado la casa y escrito
            dos o tres poemas que me gustaban.
            No pedía más.
            Entonces salí al pasillo a tirar la basura
            y detrás de mí, por una correntada,
            la puerta se cerró.
            Quedé sin llaves y a oscuras
            sintiendo las voces de mis vecinos
            a través de sus puertas.
            Es transitorio, me dije;
            pero así también podría ser la muerte:
            un pasillo oscuro,
            una puerta cerrada con la llave adentro,
            la basura en la mano.



                         *        *


            DESPUÉS DE UN LARGO VIAJE 

            Me siento en el balcón a mirar la noche
            Mi madre me decía que no valía la pena
            estar abatido.
            Movete, hacé algo, me gritaba.
            Pero yo nunca fui muy dotado para ser feliz.
            Mi madre y yo éramos diferentes
            y jamás llegamos a comprendernos.
            Sin embargo, hay algo que quisiera contar:
            a veces, cuando la extraño mucho,
            abro el ropero donde están sus vestidos
            y como si llegara a un lugar
            después de largo viaje
            me meto adentro.
            Parece absurdo: pero a oscuras y con ese olor
            tengo la certeza de que nada nos separa.



                    *         *


            UNA CANCIÓN QUE NO RECORDÁS

            Acelerás despacio,
            el aire en la cara te reconforta.
            A tu derecha, una heladera de coca-cola
            ilumina la estación de servicio.
            Un colectivo, amarillo,
            cruza lentamente la calle.
            En la radio, los Beatles
            cantan una canción que no recordás;
            una cucaracha flotaba en el café
            cuando vaciaste la cafetera.
            Doblás y tomás por una calle oscura,
            el empedrado te sacude un poco
            y el ruido liso que te acompañaba
            es ahora un leve repiqueteo.
            ¿Qué es lo que hace
            que una vida funcione y avance?
            Alguien, unos metros delante tuyo,
            hace señas para que te detengas.


                      *          *


            UN PLÁSTICO TRANSPARENTE

            Abrí la puerta y te estabas bañando.
            Los vidrios empañados, el ruido del agua
            detrás de las cortinas,
            las cosas esenciales instaladas
            fuera de la razón.
            Me llamaste, acercaste la cara
            y nos besamos a través del plástico
            transparente: fue un instante.
            Las parejas y las revistas literarias
            duran casi siempre dos números.
            Sin embargo, de a poco,
            le fuimos ganado terreno al río:
            días interminables en los que el caos
            tomaba tu forma para envolverme mejor.


                   *          *


            DESPERTARTE

            Despertarte a mitad de la noche
            y ver en el otro lado de tu cama
            a tu mujer llorando
            es una experiencia importante.
            Quiere decir, entre otras cosas,
            que mientras paseabas por los cuartos
            iluminados de tu cerebro
            algo se estaba gestando cerca tuyo
            Un error con el cual mantenés
            una particular relación de intimidad.
            Porque aunque no firmemos nada,
            ni corramos apurados bajo la lluvia de arroz
            pensamos que es para toda la vida
            y así seguimos.
            Botes que durante la noche
            quedan amarrados al muelle
            golpeándose entre sí,
            según el viento. 



           
            











            CANCHA RAYADA

            Caminamos, con mi viejo, por la playa de estacionamiento.
            Es un día de calor sofocante
            y en el asfalto recalentado
            vemos la sombra de un pájaro negro
            que vuela en círculos,
            como satélite de nuestra desgracia.
            Una multitud victoriosa, a nuestras espaldas,
            ruge todavía en la cancha.
            Acabamos de perder el campeonato.
            La cabina del auto es un horno a leña;
            los asientos queman y el sol que pega
            en el vidrio, enceguece.
            Pero no importa, como dos bonzos
            dispuestos a inmolarse,
            nos sentamos y enciendo el motor:
            Fabián Casas y su padre
            Van en coche al muere.
 

                    *          *


            A MITAD DE LA NOCHE 

            Me levanto a mitad de la noche con mucha sed.
            Mi viejo duerme, mis hermanos duermen.
            Estoy desnudo en el medio del patio
            y tengo la sensación de que las cosas no me reconocen.
            Parece que detrás de mí nada hubiese concluido.
            Pero estoy otra vez en el lugar donde nací.
            El viaje del Salmón
            en una época dura.
            Pienso esto y abro la heladera:
            un poco de luz desde las cosas
            que se mantienen frías.





Seix Barral publica Horla City y otros, toda la poesía de Fabián Casas hasta el día de hoy que además estaba inédita en España. 
En una estupenda entrada de su blog El Cronotopo Taller, Graciela Occhi nos presenta a Fabían Casas y su mundo: "A los treinta años tuvo una depresión clínica, y un amigo suyo le dijo "vos lo que tenés es el horla". A la semana le trajo El Horla, el cuento de Maupassant. Cuando lo leyó identificó lo que le estaba pasando, y según cuenta en una entrevista, “le puse un nombre a mi enemigo. Pero entendí que ese enemigo era también mi maestro, y tenía que aprender de él. Un maestro muy duro, muy estricto. A su vez, entendí que yo vivía en una ciudad construida por el horla, y es una ciudad armada con muchas ciudades en donde estuve, en donde viví. Con eso fui construyendo al Horla City, la ciudad del miedo”.

La poesía de Fabían Casas es lacónica y contundente, sin artificios. Parte de la experiencia cotidiana donde encuentra el "chispazo lírico ahí donde no se lo espera" como bien dice Matías Néspolo en su artículo de ElDiario.es. Y también: 
"Lo cierto es que el léxico y el registro de habla que utiliza Casas, si se pasa por alto alguna palabra del argot porteño –absolutamente comprensible en todo el orbe hispánico, por extensión– parecen más adecuados para ir a comprar el pan que para construir un poema. "La función social de un escritor es hacer que el lenguaje brille", dice el autor por ahí. Y vaya si brillan sus composiciones con un laconismo y una simpleza inaudita, que iluminan experiencias tan prosaicas como abandonar la cama a la madrugada por un vaso de agua o salir a tirar la basura y que se cierre la puerta. "Es transitorio, me dije; / pero así también podría ser la muerte: / un pasillo oscuro, / una puerta cerrada con la llave adentro, / la basura en la mano", rezan los últimos versos de Sin llaves y a oscuras. Si los poemas suelen ser narrativos; sus títulos, descriptivos y transparentes. O el remate de A mitad de la noche, pieza que pareciera explicitar su poética: "Pienso esto y abro la heladera: / un poco de luz desde las cosas / que se mantienen frías."

"El humor seco y corrosivo es otro de sus ingredientes: "Las parejas y las revistas literarias / duran casi siempre dos números" o "benditos los que no saben que la muerte / da clases en todos lados". O aún mejor: "me pregunto en qué momento / los dinosaurios sintieron / que algo andaba mal". Pero por sí solo no explica el misterio de sus versos. El desamor, la melancolía urbana, el irrevocable paso del tiempo con el saldo de la nostalgia y la pérdida de los seres queridos (la prematura muerte de su madre es un motivo recurrente tanto de su poesía como de su prosa) son algunos de sus temas."

"La poesía de Casas no es explícitamente social ni política, pero puede que allí esté la clave de su efectividad y contundencia, porque no reniega de esa dimensión. "Pienso que todos los poemas que hemos escrito son poemas políticos. (...) Los poemas políticos de Gelman no son quizá los que hablan sobre sus compañeros, o sobre los desaparecidos. Quizás una posición política para Gelman sea la de, en el medio de ese quilombo, ponerse a escribir poemas intimistas", reflexiona el poeta cuyos versos son sin duda la incómoda voz de una generación huérfana, diezmada por la pasada dictadura, las drogas y una guerra absurda. Una voz que hasta cuando habla cosas tan anecdóticas como un narcótico jarabe para la tos que a escondidas consumía la pandilla en la infancia, siempre da un doloroso testimonio de todos aquellos "amigos borrados con el liquid paper / del Proceso, Las Malvinas y el sida"."

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