sábado, 12 de febrero de 2011

Valor de Ley

de Joel y Ethan Coen

¡Qué maravilla de película! y yo que me echaba las manos a la cabeza porque no me gustan los remakes.

La novela de Charles Portis ya había sido brillantemente llevada al cine por Henry Hataway con un crepuscular John Wayne en el papel de marshall tuerto que le valió un Oscar y secundarios de lujo como Robert Duvall.

Ahora los hermanos Coen nos dicen que no han querido volver a ver la película y que sólo les interesaba filmar el libro.
Esto se hace evidente en el papel de la niña que se amplía sustancialmente confiriendo a la película nuevas facetas o en la escena de presentación del alguacil: interrogado en un juicio por una detención donde se muestra de gatillo fácil.

Desde el mismo comienzo los Coen nos deleitan con cine de altura: el primer plano casi difuso de una casa se va ampliando hasta descubrirnos un cadáver ante sus escaleras. La propia niña con voz en off nos adentra en su propia historia: han asesinado a su padre y ella a pesar de sus catorce años quiere vengar su muerte cogiendo al asesino. Mientras escuchamos, el tren llega hasta el pueblo y allí mismo mueren los raíles. Estamos en el territorio de la frontera. Los hombres solos ante la naturaleza, rodeados de polvo, chinches y forajidos.


El tono, la duración pausada de los planos, los diálogos, el montaje, todo lo que constituye el sello Coen nos hace navegar con fluidez y emoción por esta aventura donde una niña testaruda exige justicia y para ello contrata y acompaña a un alguacil borrachín, tuerto e inflexible. La jovencita Hailee Steinfeld nos regala una interpretación decidida y sobria mientras Jeff Bridges instalado ya en el olimpo de los grandes, está colosal: lo que la película transmite de drama, comedia y aventura lo hace a través de sus planos: hundido en un un infecto catre, cabalgando mientras refiere sus chascarrillos, disparando en la embosacada de la cabaña o en el famoso duelo final a caballo, con dos armas y las bridas en la boca. Pero sobretodo en muchos contraplanos silenciosos donde con elementos mínimos pero potentes da la réplica exacta tanto a la niña como al ranger Matt Damon. El cual por cierto como personaje aporta muy poco.
La película contiene homenajes a westerns ya clásicos como El hombre que mató a Liberty Valance o la más reciente Sin perdón. Viva el western.

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