"El Infierno y el Purgatorio"
Llevo tres días exhausto recorriendo esta magnífica novela del mismo modo que los todoterreno Suburban -que tanto les gustan a los narcos- surcan el desierto entre Tijuana y El Paso. Todo para asistir a la bajada a los infiernos de dos buenos chicos: Adán Barrera (mejicano de Sinaloa) y Sean Callan (irlandés de la Cocina del Infierno). Eso sí bajo la atenta mirada del agente especial Art Keller.
Su historia recorre las vicisitudes y crímenes a través de los que acceden a la dirección de sus mafias y su desenvolvimiento en los tejemanejes de Nueva York el uno, y de Méjico el otro. Todo ello mezclado con el ingrediente de un agente de la DEA, al principio amigo de un Adán muy joven con quien se alía para liquidar a la vieja guardia del cártel.
Los dos muchachos tienen oportunidad de redención en algún momento y se inclinan por formar una familia y vivir legalmente pero la riada de corrupción acaba llevándoselos por el río de sangre y droga que es la obra.
Acompañándolos conoceremos los entresijos más inverosímiles del narcotrafico desde Méjico o Colombia a Estados Unidos. Sus organigramas, la corrupción generalizada en que se sustenta y sus formas de operar: el terror en que basan las lealtades, el reparto del dinero entre todos los estamentos policiales, políticos, etc. Todo ello tan bien entrelazado con la realidad cotidiana que hemos estado viendo en los telediarios los últimos 20 años, que a veces parece un reportaje de investigación periodístico: estaremos presentes en reuniones que solventan la connivencia política, en el recorrido de la droga en camiones, aviones o a través de túneles en la frontera, en acciones de apoyo a la Contra nicaraguense o en el viaje a China para comprar armas como moneda de cambio para comprar droga.
La escritura es eléctrica y vertiginosa. La trama discurre a la vez con varios personajes distintos y en distintos lugares. El autor realiza fundidos asombrosos porque a la pregunta de un personaje en un lugar, responde en la siguiente línea de texto otro personaje en otro lugar distinto. Asi que la historia va a toda pastilla.
Es absorbente por los hechos que se multiplican pero también por lo que desvela sobre cómo funciona todo: la estructura de las familias, el funcionamiento del Trampolín de México, el cómo Adan “pone el narcotráfico en el siglo XXI”, basándose en la revolución de Ronald Regan, bajando los impuestos: es mejor ganar muchas veces el 12% que pocas veces el 25%, etc.
El color de la narración es la maldad exacerbada y cruda: las traiciones constantes, la moral depravada, el horrendo modo de asesinar (un mafioso recorre los bares con la polla de un enemigo en un brick de leche, al Güero Méndez lo destruyen seduciendo a su mujer para después el mismo amante cortarle la cabeza y enviársela a su marido). La descripción detallada de la tortura a Ernie Hidalgo, agente de la DEA y cuya muerte provoca que el protagonista Art Keller acepte abrir definitivamente las puertas del Infierno: destruir su matrimonio, su vida, su moral. Bajar definitivamente a los infiernos con tal de encarcelar o matar a todos los implicados en el secuestro y muerte de su compañero y amigo.
El bravo río de los acontecimientos está surcado por personajes con un gran poso dramático: El sinuoso Sal Scachi que actúa de matón indistintamente del ejército, de la CIA, de la Mafia, o de los cárteles. Adam, reflexivo y maravilloso padre de una discapacitada, la prostituta Nora que según pasan las páginas va ganando en protagonismo, hilvanando el devenir tanto de Sean, como de Adam, Art y el propio arzobispo Manuel. Un arzobispo que, situado siempre junto al necesitado (sea gentil, mafioso o prostituta) acaba enfrentado al stablisment de su iglesia e incluso asesinado en oscuras circunstancias poco después de que se entrevea la quiebra de su fe.
Es notable la omnipresencia de la iglesia católica: los irlandeses neoyorkinos, católicos; los mejicanos católicos (la mujer de Adam no hace el amor hasta casarse; luego como no quiere tener más hijos que puedan ser discapacitados y la iglesia prohíbe hacer el amor con control de natalidad, tampoco lo hace). La conversación entre el ministro del Interior de México y el nuncio del Papa es pasmosa y expresa con toda crudeza el juego político "del toma y daca" de la Iglesia católica jugando a sus intereses, como si de un lobby se tratara.
En la página 407 el propio Adam Barrera, convertido ya en capo, extiende ante nosotros el Gran Lienzo de la Paradoja: los propios americanos persiguiendo tan denodadamente la droga la vuelven más cara y este dinero caliente atrae y fortalece a los cárteles. Además, la paranoia norteamericana contra el comunismo que creía ver prender en latinoamérica ha favorecido y financiado todas las guerras, guerrillas y asesinatos que tiñen de rojo estas repúblicas. Fíjense por ejemplo que en Nicaragua no acabó la Contra con el gobierno sandista, fueron unas simples elecciones libres. ¿De qué sirvieron todos los miles de millones de dólares que se gastaron los norteamericanos en asesinatos y guerrillas? Adam realiza una exposición desapasionada y terrible.
En un momento dado, el policía Keller le espeta a un sicario de los Barreda que si colabora con él estará en el Purgatorio, caracterizado porque su sufrimiento tiene conclusión; y que si no irá al Infierno, que es el infinito penar. Esta circunstancia afecta a todos los personajes, vagan por el Purgatorio camino del Infierno. Memorable.
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