jueves, 14 de noviembre de 2013

LA CAZA - de Thomas Vinterberg







El hombre acosado


Seco y cortante como la arista de un hielo se presenta este film sobre el terremoto personal y social que causa una calumnia.

Lucas es un recién divorciado que está recomponiendo su vida. Trabaja como profesor en una escuela infantil, acaba de comenzar una nueva relación e intenta restablecer lazos con su hijo adolescente. Pero una imaginativa niña desliza a una profesora un posible abuso sexual.

A partir de ese momento la vida de Lucas se convierte en tormento. Una insidiosa mancha de aceite comienza a impregnarlo todo. La histeria colectiva se va extendiendo hasta desembocar en una irreversible condena sin investigación ni base.

Lo mejor de la película es la exposición desapasionada pero rotunda de los hechos. Sin morbo alguno Vinterberg mira de frente a los mecanismos descontrolados de los prejuicios. 

Lucas es condenado al ostracismo: no quieren que acuda al trabajo, le impiden relacionarse o entrar en cualquier casa e incluso le impiden hacer la compra en el supermercado.

La idealizada Europa del Norte, con su avanzada organización social, nos ha mostrado los últimos años su lado más oscuro. Los crímenes y las corrupciones han aflorado en una novelística que ha terminado creando escuela. También el cine se asoma a sus demonios.

La película posee tal franqueza y los comportamientos nos son tan cercanos, que acabamos sintiéndonos incómodos: ¿cómo hubiésemos reaccionado ante un caso semejante? La pederastia es asquerosa y vil; pero la tantas veces proclamada alarma social nos puede convertir a todos en miserables. 
Me recuerda en sus ecos a La duda. La maledicencia y la condena se disparan con demasiada facilidad.  

La lucha de Lucas es agobiante. Está absolutamente solo y nada de lo que diga o haga servirá. La caza de brujas es total. Dos pinceladas para completar el cuadro. Esa calvinista comunidad siente amor por la caza y hasta practican pequeños ritos de iniciación con los jóvenes. Todo esto se convierte en una metáfora. Y la escena de la iglesia. Allí Lucas explota y se enfrenta a la comunidad reunida mientras rezan hipócritamente por sus almas. 

El guión tiene el acierto de la medida exacta. No carga las tintas y gradúa con sutileza tanto la atmósfera irrespirable como la desesperación de Lucas. Otro de los aciertos indudables es el papel de la niña. Su comentario fue leve y desea seguir jugando con Lucas. Sabiamente queda exonerada en su inocencia. La mirada se centra en las reacciones del mundo adulto.
Tobías Lindholm es quien escribe el libreto; guionista también de otra obra de Vinterberg, la notable Submarino, un drama un tanto sórdido del que me quedó grabada su desesperanza.

Mads Mikkelsen obtuvo, con todo merecimiento, el premio al mejor actor en Cannes 12´. Su rostro aparentemente pétreo logra imponernos su angustia psicológica y la opresión a la que está sometido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.