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viernes, 30 de julio de 2021

CUENTOS COMPLETOS V - de Philip K. Dick




El escritor Thomas M. Disch comenta en el Prólogo de este volumen lo que es público y notorio respecto a las carencias estilísticas de Dick, cuyas narraciones revelan una ejecución poco esmerada. Pero de ahí deduce el verdadero valor de este autor como muñidor de ideas formidables. Leer una historia de Philip K. Dick, dice, no es "contemplar una obra de arte terminada. Es más bien como involucrarse en una conversación." O sea, un intercambio de ideas que se disparan en múltiples y sorprendentes direcciones. Las ideas de Dick son tan profundas y osadas que han hecho que esta "conversación" que se inició hace 70 años todavía produzca unos frutos magníficos. Así lo reflejan películas tan recientes como Minority Report (2002) de Steven Spielberg, A Scanner Darkly (2009) de Richard Linklater o Destino Oculto (2011) de George Nolfi; además de la notable serie The Man in the High Castle.

El volumen es un perfecto compendio de las múltiples y fascinantes facetas que alumbra Dick: la realidad como una ficción de otro o incluso de uno mismo, el abrumador control gubernamental, la posibilidad mesiánica de redención, el tiempo como un laberinto de eternidad repetitiva… hasta incluye algunos relatos no publicados anteriormente que constituyen toda una rareza entre sus temas habituales y que nos acercan a un Dick más personal e incluso polémico. Como el relato Las prepersonas, un alegato de trazo grueso contra el aborto, donde el gobierno permite que los padres se deshagan de un niño hasta la edad de 12 años. También es muy excéntrico Cadbury, el castor necesitado, una especie de parábola animal o quizás también todo un viaje psicotrópico. Aunque el más llamativo entre estos es "El ojo de la sibila", donde el propio Dick aparece como oráculo en la Roma clásica hablando de un futuro desastroso en 1970 y de unos "inmortales" que visitan la Tierra de vez en cuando para tutelar su evolución.

Pero lo mejor del volumen son esos tres o cuatro poderosos relatos en los que Dick visita uno de sus temas seminales: eso de que la realidad es un constructo de alguien (de una máquina, una entidad o incluso de uno mismo) que nosotros vivimos como si fuese un sueño o una pesadilla. A los cuales hay que añadir dos estupendos relatos donde el tiempo y nuestra mente se entrelazan para crear pesadillas; y todavía un par más que exploran otra de las ideas fuerza de Dick, la de una sociedad totalitaria regida por un ente todopoderoso que incluso pretende el control mental de los ciudadanos a través del consumo de drogas.  
Ph. K. Dick visto por Crumb


"Las grandes ideas de Dick ocupan una longitud de onda única en el espectro de lo imaginativo. La conquista del espacio no es para él. En su obra, la colonización del sistema solar se traduce simplemente en la aparición de nuevos y más deprimentes suburbios. Tampoco lo son las ridículas fiestas de disfraces de la invención de nuevas razas de monstruos alienígenas. Dick fue siempre demasiado consciente de la presencia del rostro humano detrás de estas mascaradas como para perder el tiempo perpetuándolas"; comenta Disch en el Prólogo.

En La cajita negra se mezclan las obsesiones políticas y mesiánicas de Dick, en un relato que une la guerra fría y los telépatas con la persecución de un misterioso líder religioso cuya doctrina, basada en la empatía, está corriendo como la pólvora. 
El propio autor nos comenta esta historia en una de sus notas:
"Hice uso de este relato cuando escribí mi novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? De hecho, la historia está mejor hilvanada en el relato. Aquí, una religión es considerada una amenaza por todos los sistemas políticos; por consiguiente pasa a ser una especie de sistema político, puede que el sistema político definitivo. El concepto de cáritas (o ágape) se manifiesta en mi obra como la clave de la autenticidad humana. El androide, que es el hombre no auténtico, la máquina que actúa meramente por reflejos, es incapaz de experimental empatía. En el relato nunca llega a quedar claro si Mercer es un invasor de otro mundo."
Síndrome de alejamiento es uno de los mejores en el desarrollo de esa idea tan dickiana de que la realidad no es más un ficción en la que vivimos como marionetas. Todo comienza cuando un operador ve a su mujer viva, actuando como si no hubiera pasado nada... cuando él recuerda perfectamente que la ha asesinado.

La hormiga eléctrica es un relato de lo más inquietante en el que Dick vuelve al tema central de su universo, expresado así por él mismo: "¿cuánto de lo que llamamos "realidad" está realmente ahí y cuánto en nuestra propia cabeza?" 
Ilustración de David Mack para Marvel


El gerente de una empresa tiene un accidente, pero cuando despierta en el hospital los médicos le dicen que no le pueden tratar porque es un robot. El descubrimiento lo deja en shock y un abismo se abre bajo sus pies: ¿Quién soy? ¿Quién me creó? ¿Qué sentido tiene mi vida? ¿Qué es la realidad y qué significan mis percepciones?. 

El propio Dick hablaba de este relato en su ensayo “Como construir un universo que no se derrumbe a los dos días después”: "De repente, el señor Garson Poole descubrió que su realidad consistía en una cinta agujereada que iba de bobina en bobina dentro de su pecho. Fascinado, comenzó a rellenar y a añadir nuevos agujeros. Inmediatamente, su mundo cambió. Una bandada de patos voló por la habitación cuando abrió un nuevo agujero en la cinta." 
La manipulación de la cinta provoca cambios en la realidad, hasta una escena final que Dick reconoció que le asustaba.

La fe de nuestros padres plantea una sociedad totalitaria regida por un Benefactor Absoluto que ejerce el control de todas las mentes mezclando psicotrópicos en la comida y el agua. Dick vuelve a plantear la rebelión contra el poder absoluto y la conformación de la realidad llevando a su protagonista hasta el mismísimo salón del trono de esa omnímoda entidad. En el libro se recoge una larga nota del autor sobre este relato:
"El título se corresponde con el de un himno. Creo que con este relato conseguí ofender a todo el mundo, lo que en aquel momento me pareció una buena idea, pero que he lamentado desde entonces. Comunismo, drogas, sexo, Dios... lo puse todo junto y, por extraño que pueda parecer, cuando al año siguiente se me cayó el tejado encima, tuve la sensación de que este historia tenía algo que ver. (1976)
(...) Hay una parte del relato que me resulta especialmente interesante, a la vista de los recientes experimentos con alucinógenos: la experiencia teológica que han experimentado muchos de los que han probado el LSD. Me da la impresión de que se trata de una nueva frontera: hasta cierto punto, ahora es posible estudiar desde una perspectiva científica la experiencia religiosa... y, lo que es más, se la puede ver como una experiencia en parte alucinógena y en parte real."
En dos notables narraciones Dick juega con uno de sus juguetes favoritos, el tiempo. En Su cita será ayer, presenta a unos Estados Unidos que viven en Fase Hobart, una situación donde el tiempo va hacia atrás (los adultos se convierten en jóvenes y posteriormente en niños hasta llegar a volver al útero materno) produciéndose una serie de sorprendentes paradojas. Alternando la Fase Hobart (hacia atrás) y la Fase Normal (hacia adelante) podríamos vivir en un círculo eterno.



Por su parte Algo para nosotros, temponautas nos presenta una paradoja temporal. Los astronautas que iban a hacer el primer viaje en el tiempo colapsan en la reentrada cayendo en un bucle temporal en el que asisten a sus funerales infinitas veces.
"Parecía un déjà vu, y de pronto lo comprendió. "Estamos en un bucle temporal cerrado, y seguimos dando vueltas y vueltas, tratando de resolver el problema de la reentrada, creyendo siempre que es la primera vez, la única... y sin resolverlo nunca. ¿Cuántas veces ya? Puede que un millón. Puede que nos hayamos sentado aquí un millón de veces, analizando los mismos hechos una vez y otra y sin llegar a ninguna parte. Al pensar esto sintió un agotamiento insoportable". pág. 292
El terrible y agotador regalo de la vida eterna sobre el que Dick aporta su reflexión en una nota: "La esencia de la ficción sobre el viaje en el tiempo es siempre una confrontación, en los mejores casos contra uno mismo. En realidad éste es el tema de muchas obras de gran calidad literaria, pero en el caso de relatos como Algo para nosotros, temponautas, el momento en que el personaje se encuentra cara a cara consigo mismo permite una alienación que ninguna otra variedad de literatura haría posible... alienación y no comprensión, como cabría esperar."

Una odisea terrícola es el curioso relato sobre un mundo postapocalíptico y sin duda el germen de la posterior novela Dr. Bloodmeny o cómo nos las apañamos después de la bomba. Relato y novela son tan consecuentes que no sólo comparten la trama general, sino la mayoría de los personajes principales con sus mismas características y nombres. Entre ellos destaca Hoppy Harrington, nacido sin brazos y sin pies; un paria antes de la bomba que se convierte en imprescindible por su habilidad como arreglatodo... aunque en secreto alimenta una perversa ambición. Y sobre todo Eddie, una niña que porta en su interior a su hermano, un homúnculo con extraños poderes psíquicos y capacidad para hablar con los muertos. Se trata un personaje prototípico de Dick: un ser paranoico, con ciertos poderes psíquicos, que se encuentra incurso en una oscura conspiración.

Hay otro grupo de relatos en que Dick afronta el poder de las máquinas y la Inteligencia Artificial. Así en Combate sagrado la Genux-B está a punto de desencadenar una guerra haciendo una interpretación de los hechos tan sutil que escapa a los humanos. Mientras que en La revancha una inocente máquina de petacos se convierte en el juguete más peligroso al llevar su enfrentamiento con el jugador a la vida real. 

Espero llegar pronto y El caso Rautavaara son exploraciones de la mente humana en situaciones extremas. En el primero el sistema de sueño de un cosmonauta sufre una avería y deberá permanecer despierto los 10 años de travesía. 
"La nave había sido programada para hallar una solución en el caso de que se produjese una anomalía de ese tipo.
-Lo que haré -oyó que decía la voz de la nave- será proporcionarle un estímulo sensorial. El peligro que corre se deriva de la privación sensorial. Si permanece consciente durante diez años sin datos sensoriales, su mente se deteriorará. Para cuando lleguemos al sistema LR4, será un vegetal."
pág. 406
No por su encuadernación es un relato fantástico sobre un libro encuadernado con piel animal  que nos recuerda al mismísimo M.R. James. Según las notas de Dick el relato surge de un deseo personal, "que la Biblia fuera cierta". Por eso introduce al wub y su extraña piel, la cual al revestir los libros provoca alteraciones en los textos, siempre relacionadas con la inmortalidad.
La narración llega a un punto clave cuando uno de los científicos reflexiona sobre la naturaleza de este hecho: cabe pensar sobre si los wub con sus modificaciones simplemente emiten una opinión o en cambio hablan con conocimiento de causa?




Los cinco tomos que constituyen los «Cuentos completos» de Philip K. Dick fueron publicados por primera vez en Estados Unidos en 1987, cinco años después de la muerte de su autor. Esta quinta entrega recoge las últimas muestras de su narrativa breve, veinticuatro relatos escritos entre los años 1963 y 1980. 
Toda una exploración sobre la fragilidad del yo y de la realidad impulsada por una extraordinaria paranoia y lucidez.

miércoles, 26 de febrero de 2020

FLUYAN mis LÁGRIMAS, DIJO el POLICÍA - De Philip K. Dick



Philip K. Dick tiene un sello propio que actúa como un vórtice violento por el que te deslizas con intenso placer: tratar de definir qué es lo real y rasgar esa realidad tan aparente para detectar sus múltiples y paradójicas bifurcaciones.

Matrix fue un pelotazo por visualizar con potencia las realidades virtuales. La película es de 1999, pero Philip K. Dick ya había recorrido los laberintos de agujero de gusano 25 años antes. Sus protagonistas suelen vivir en realidades permeables cuyos tránsitos no controlan, lo que les lleva a dudar de sus percepciones, de la solidez del mundo que perciben e incluso de su identidad.

En "Fluyan mis lágrimas..." todo gira alrededor del cantante de éxito y presentador televisivo Jason Taverner. El tipo es un seis, alguien mejorado por reconstrucción del ADN, pero a pesar de todo un día se despierta y se encuentra en una América dictatorial, con controles policiales en cada esquina y sin nadie que lo reconozca, sea amigo o amante. No tiene documentos que avalen quién es y tampoco aparece en ningún registro ni base de datos del mundo. Nadie sabe de él. No existe.... y eso, en un estado policial, significa reclusión inmediata.

Éste es otro de los asuntos centrales en Dick, la amenaza de la dictadura y la opresión por un estado totalitario y controlador que asfixia al individuo. La tecnología, la televisión y el uso cotidiano y legal de las drogas se convierten de hecho en potentes herramientas de control. De ahí que las sociedades que retrata sean sofocantes y por eso la carrera que establecen sus protagonistas por saber quiénes son y liberarse del control sea mental, mediático o psicotrópico, siempre es nuestra lucha por la libertad.

Dentro de lo deslavazado que siempre se muestra Dick en sus narraciones hay muchos detalles que llaman la atención. La multitud de tarjetas de identidad que portan, incluida una tarjeta de consumo de drogas; los estudiantes como enemigo que perdió una 2ª Guerra Civil y que permanecen sometidos y encerrados en los campus, la práctica desaparición de los negros debido a la "Ley de esterilización de Tidman aprobada por el Congreso en los terribles días de la Insurrección"... y la hipocresía de su protección.
"-Son como el último rebaño de grullas aulladoras -dijo el empleado, acelerando la marcha ahora que el viejo negro había llegado a la otra acera-. Protegidos por un millar de leyes. No puede uno mofarse de ellos; no puede uno liarse en una pelea a puñetazos con un negro, sin arriesgarse a que le caigan encima diez años de cárcel. Sin embargo, estamos acabando con ellos." pág. 32
De todos modos los puntos culminantes de la novela no son políticos o sociales; sino más bien de carácter íntimo y personal. A ello nos abona la inspiración melancólica del título y las variadas ocasiones en que Jason mantiene conversaciones sobre el sufrimiento; bien con el General de policía Buckman o bien con su hermana, Alys Buckman, padres incestuosos de un niño.
"¡Jason, el sufrimiento es la emoción más potente que puede sentir un hombre, un niño o un animal! ¡Es una buena sensación!
-¿De qué manera? -preguntó él con sequedad.
-El sufrimiento hace que uno se abandone a sí mismo. Una sale fuera de su estrecha y pequeña piel. Y uno no puede sufrir a menos que antes haya amado... el sufrimiento es el resultado final del amor, porque es el amor perdido. Lo entiendes; sé que lo entiendes. Pero no quieres pensar en ello. Es el ciclo del amor, completado: amar, perder, sufrir, marcharse, y luego amar de nuevo. Jason, el sufrimiento es un darse cuenta de que uno tendrá que estar solo, y que no hay nada más allá, porque el estar solo es el destino final y definitivo de cada ser vivo individual. Eso es lo que es la muerte: la gran soledad.
Recuerdo una ocasión, cuando fumé yerba por primera ve en una pipa de agua en lugar de haciendo un petardo. El humo era frío, y no me di cuenta de cuánto había inhalado. Y de repente morí. Por un pequeño instante, pero que duró varios segundos. Se desvaneció el mundo y toda sensación, incluso el darme cuenta de la existencia de mi propio cuerpo. Y eso no me dejó aislada en el sentido habitual, porque cuando uno está aislado en el sentido habitual aún sigue recibiendo datos de los sentidos, aunque sólo sea de su propio cuerpo. Pero incluso la oscuridad desapareció. Simplemente, todo cesó. Silencio. Nada. Sola." pág. 139
En estas páginas da la impresión de que es el propio Philip K. Dick quien reflexiona ante el lector. También las lamentaciones de Félix Buckman por la muerte de su hermana parecen una transposición de las del autor por el temprano fallecimiento de su gemela, un hecho trágico que lo atormentó toda su vida.


Más que en ninguna otra novela -salvando Ubik- la trama de este novela es como una fiebre mental. De hecho se alude a un psicotrópico experimental que destruye la continuidad espacio-temporal del cerebro y sume al consumidor en una experiencia caótica de mundos alternativos. La extrema originalidad es que la historia está contada no por el consumidor-constructor de mundos, sino por un sujeto afectado que vive los delirios de otro.  

"- La mayoría de las personas a las que realmente conozco las encontré en Morningside.  Desde luego, en el mometo de conocerlas tuve la ilusión de que eran personas famosas como Mickey Quinn y Arlene Howe. Ya sabes... celebridades. Como tú.
- Conozco a Quinn y a Howe, y no te has perdido nada -dijo Jason.
Observándole fijamente, Kathy dijo:
-Tal vez no seas una celebridad; tal vez he vuelto a recaer en mi período ilusorio. Dijeron que probablemente ocurriría, tarde o temprano. Tal vez ahora es tarde.
-Eso -declaró Jason- me convertiría en una alucinación tuya. Sigue intentándolo; no me siento completamente real.
Kathy se echó a reir. Pero su humor continuó sombrío.
-¿No sería raro que te creara, como acabas de decir? ¿Que si yo me recobrara del todo tú desaparecieras?
-Yo no desaparecería. Pero dejaría de ser una celebridad.
-Ya lo has hecho -Kathy irguió la cabeza y sostuvo la mirada de Jason-. Tal sea sea eso. El motivo de que tú seas una celebridad de la que nadie ha oído hablar. Yo te he creado, eres un producto de mi mente ilusoria, y ahora me estoy curando de nuevo.
-Una visión solipsística del universo..." pág 58


Leyendo novelas de anticipación publicadas hace más de ¡45 años! te llama la atención cómo algunas prospecciones todavía están lejos, si es que llegan (coches voladores y telépatas), y otras han sido ya ampliamente superadas: el coche va a despegar para iniciar su itinerario, pero el general Buckman tiene que meter una tarjeta con el itinerario previsto en la ranura del coche. También vemos a los protagonistas entrar en cabinas para llamar por teléfono... y cuando la policía pide un expediente, se lo envían físicamente, fotocopiado. La música, que tanta presencia tiene en la novela, se escucha en vinilos, aunque eso sí en equipos quadrafónicos. En cambio está Risueño Charley, un muñeco parlante que tiene toda la pinta de un terminal con inteligencia artificial como las actuales Alexa o Siri. Brillante. 

Pero no hay nada como esos momentos estelares de Dick en que se produce un clic y de pronto la realidad se convierte en algo poroso y múltiple. Cuando leí los siguientes párrafos, no pude evitar imaginarme a un primohermano de Neo pensando qué coño significaban esas píldoras azules y rojas que le había mostrado Morfeo.
Lo que ocurría, pensó Jason Taverner, es que la droga había dejado de tener efecto. Ella… o quien fuese, había dejado de dársela, y se despertó a la realidad, allí, en aquel sucio y maloliente hotel, en la habitación del espejo roto y el colchón lleno de bichos. Y he seguido así hasta ahora, hasta que Alys me dio otra dosis.
No es extraño que me conociese, que conociese mi espectáculo de televisión de la noche del martes, pensó. Lo creó con su droga. Y esos dos álbumes de discos son simples decorados que tenía para reforzar la alucinación. ¡Cristo!, pensó. ¿Será verdad eso?
Pero pensó, ¿y el dinero que tenía al despertarme en la habitación del hotel, todo ese fajo? Reflexivamente, se palpó el pecho y notó su gruesa presencia; aún seguía allí. Si en la vida real pasase los días en hoteles piojosos del área de Watts, ¿dónde iba a encontrar tanto dinero?
Además, estaría fichado en los archivos de la policía, y en todos los otros archivos que hay por el mundo. No estaría fichado como un famoso nombre del espectáculo, pero sí como un vago y borrachín que nunca había logrado nada y cuyos únicos momentos importantes eran los que le daban las píldoras. Y Dios sabe cuánto tiempo puede haber sido así, pues quizás he estado tomando la droga durante años.
Alys, recordó, me dijo que ya había estado antes en la casa.
Y es posible, decidió, que sea cierto. Había estado. Para recibir mis dosis de la droga.
Tal vez sólo sea uno más de una multitud de personas que viven vidas sintéticas de popularidad, dinero, poder, gracias a una cápsula. Mientras que en realidad viven en sucias habitaciones, llenas de bichos, de viejos hoteles. La hez de la sociedad. Chusma, don nadies. Que no valen nada. Pero que, mientras tanto, sueñan"    pág. 216-17


OffTheRecord⏩͢▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂
En noviembre de 1971, Philip K. Dick denunció un robo en su vivienda. Su desquiciada mente relacionó el robo con una serie de teorías conspirativas que tenían que ver con sus escritos. 
En un trabajo escrito dos años antes de su muerte, Dick describía cómo su pastor episcopaliano le indicó que una importante escena de la novela era muy similar a otra del libro de los Hechos de los Apóstoles. Richard Linklater habla sobre esta novela en su película Waking Life.
Por otro lado, según cuenta Emmanuel Carrère en la biografía que escribió sobre Dick, éste pensó que la causa del hurto podía estar escondida en las páginas de "Fluyan mis lágrimas,...", una novela que había abandonado pero que a la luz de los actuales acontecimientos, algunos hechos narrados allí adquirían una mayor trascendencia. 
Le habían llegado rumores de que los efectos de la droga que aparecía en la novela eran semejantes a los producidos por un derivado del LSD con el que experimentaba la CIA. 
Pero había más.  
Pensando en ello, empezaba a darse cuenta de que el presidente de los EE.UU. y el país distópico que describía en el libro podían guardar similitudes con Richard Nixon y sus secretos planes de futuro, planes de tintes comunistas.
Si esto suena perturbador, lo siguiente va unos grados más allá. En el texto de un discurso que fue invitado a dar en la Universidad de Missouri y al cual tituló “Cómo construir un universo que no se derrumbe en dos días” (discurso que en realidad no llegó a dar y que fue publicado como ensayo años después de su fallecimiento), Dick detalla las numerosas coincidencias que su novela guarda con sucesos reales acaecidos posteriormente y con acontecimientos descritos en la Biblia.
De todo esto, Dick extrajo la conclusión de que el tiempo no es como creemos, que alternamos dos realidades, la convencional y otra radicada justo tras la muerte de Cristo. Esa fue la tesis que, potenciada por el conocido suceso epifánico del colgante piscis, defendió en la convulsa conferencia de Metz en la cual se destapó su locura.

lunes, 4 de noviembre de 2013

UNA MIRADA A LA OSCURIDAD - de Philip K. Dick

-A Scanner Darkly-










La mirada del título es precisamente eso, un buceo inmisericorde y valeroso en la vida de un grupo de amigos adictos a M, una sustancia que te acaba fundiendo el cerebro. Encontramos aquí a un Dick en sazón, que ha regresado de su infierno particular con las drogas y vuelve una mirada resuelta a sus días de vino y rosas.
"He vivido la misma alucinación que Barris y Luckman. Hasta el fondo, hasta creerme perdido como ellos. Sintió un escalofrío que le hizo estremecerse y parpadear. Sabiendo todo lo que sé, les he seguido en esa pesadilla paranoica, viviéndola con tanta intensidad como ellos... en una confusión total. Otra vez la oscuridad. La misma oscuridad que les rodea, que me ahoga. La oscuridad del horrible mundo de sombras en el que flotamos." pág. 118
Fred es un agente secreto que está infiltrado en los bajos fondos como Bob Arctor. Dado que siempre acude a informar enfundado en el monotraje mezclador  que camufla su personalidad, nadie sabe quien es en realidad. Por diversas informaciones, entre la panda de drogadictos que frecuenta, su jefe decide investigar precisamente a Bob Arctor. Sus secretas ausencias y sus ingresos económicos le hacen sospechoso. Fred/Bob está pasando por un momento de neurosis muy delicado y esta situación de vivir la vida como Bob y luego observarse en las grabaciones como Fred acabarán volviéndole paranoico.
"¿Cuántos Bob Arctor existen?, se preguntó mentalmente Bob. Un pensamiento extraño y fastidioso. Al menos había dos, se dijo. Uno que se llama Fred y otro que se llama Bob y que está siendo vigilado por el primero. La misma persona. Aunque... ¿son la misma persona? ¿Fred y Bob son el mismo individuo? ¿Hay alguien que lo sepa con certeza? Si ese alguien existe, yo lo sabría, puesto que soy la unica persona en todo el mundo que sabe que Fred es Bob Arctor. Pero, ¿quién soy yo? ¿Fred o Bob?" pág. 113
Dick se muestra profundamente humano con sus personajes. En muchas de las páginas aflora la melancolía y hasta el patetismo. Sus conversaciones a veces son hilarantes como la que gira alrededor del carburador del coche; y otras son alucinadas y escalofriantes, como los capítulos iniciales con Jerry Fabin asaltado por miríadas de piojos que inundan su cuerpo y su habitación.
Jeremy Hush
 También su amiga Donna vislumbra la debacle.
"-No espero vivir muchos años. Así que me importa un bledo. No quiero vivir muchos años. ¿Tú sí? ¿Por qué? ¿Qué hay en este mundo que valga la pena?¿Y has visto...? Caramba, fíjate en Jerry Fabin, o en cualquiera que lleve mucho tiempo tomando sustancia M. ¿Qué podemos esperar de este mundo, Bob? Es un lugar de paso hasta la siguiente vida. Nos castigan aquí por nacimos malditos..." pag. 176
En la Nota del Autor que coloca al final, nos avisa de que "no soy un personaje de la novela; soy la novela en sí". También que no hay moraleja en ella.
"Esta novela se ha referido a varias personas que sufrieron un castigo excesivo por lo que habían hecho. Deseaban gozar de la vida, pero eran como niños jugando en la calle. Veían a sus amigos morir uno tras otro -atropellados, mutilados, destruidos-, pero ellos seguían jugando. Todo nosotros fuimos realmente felices durante algún tiempo, por más terriblemente breve que fuera. El posterior castigo superó todo lo imaginable."
Los dos primeros tercios del libro se dedican a este modus vivendi de trapicheos y neurosis en busca de una felicidad imposible. Pero Dick no iba a redactar una novela generacional y sesentera por mucho que esté trufada con las canciones de Jimmy Hendrix y Janis Joplin. Con estos mismos materiales el genio de Illinois es capaz de alumbrar toda una conspiración, la paranoia del doble y de nuevo, como en muchos de sus libros, el papel del estado como una gigantesca inquisición. He ahí las dos claves de la novela. 
Paranoia - Valentina Kallias
Por otro lado, su apuesta de ciencia ficción es muy escueta. Sitúa la acción apenas tres lustros más tarde, 1994, de cuando se publicó, y reúne un par de detalles futuristas como el monotraje y las cámaras holográficas que vigilan a Bob. 

Pero más allá de todo esto, lo que encuentro genial en Dick es cuando hace tambalearse a la mismísima realidad. Cuando te conduce hasta un punto donde la línea entre sueño y realidad ha desaparecido. En esta novela ese momento ocurre cuando Fred observa la holograbación de él mismo como Arctor mientras duerme con una yonki. En la grabación se ve cómo la chica se diluye y aparece la cara de Donna. Fred se ve a sí mismo como Arctor despertándose y asustándose por ver a Donna. A Bob aquella noche le pareció un sueño... pero está grabado.  Cuando Fred lo observa, duda; pero al ver cómo Arctor se asusta, dice: todo es verdad porque Arctor también lo ha visto. Hay en esta escena un escisión de la personalidad, un trasvase entre universos paralelos que sólo Dick es capaz de mostrar.
Una mirada a la oscuridad -Ed.Minotauro

Incluso cuando se impone la realidad e ingresan a Bob en un centro, no significa que el complot no exista. El maestro Dick es único imaginando historias donde se cumpla su aserto: "Es extraño cómo la paranoia y la realidad pueden coincidir de vez en cuando".



NOTA DEL AUTOR

"In memoriam. Fueron mis camaradas, los mejores que he tenido. Permanecen en mi recuerdo, y el enemigo nunca será olvidado. El "enemigo" fue el error que cometieron jugando. Dejadles que vuelvan a jugar, de algún otro modo, y permitidles que sean felices." pág. 311

sábado, 27 de julio de 2013

Dr. BLOODMONEY - de Philip K. Dick









Cómo nos apañamos después de la bomba.-


Esta es una novela sencilla e incluso un tanto deslavazada como muchas obras del maestro Dick; pero entre un poco de ganga e ideas sin desarrollar, no deja de ofrecernos la veta áurea de sus constantes geniales. 

Estamos en una pequeña comunidad de California justo unas horas antes del holocausto nuclear. Después de que las bombas lo reduzcan todo a cenizas, la novela persigue a los escasos supervivientes para asistir a su incierto resurgimiento. 

En 1964 colocar en primera línea a un personaje negro y narrar que el holocausto proviene de fuego amigo quizás fuera algo osado, 
"Era la guerra y la muerte, sí pero era un error; no había habido provocación. No podía sentir ninguna hostilidad en las fuerzas allá arriba. No eran vengadoras ni estaban motivadas; eran vacías, huecas, completamente frías. Era como si su propio coche lo hubiera atropellado." pág. 66
pero hoy día todo ello está amortizado y lo que fulgura en la obra son otras gemas. Sobretodo los dos personajes principales que acaban sosteniendo la función.  Hoppy Harrington, un focomelo en la jerga, nacido sin brazos y sin pies. Un paria antes de la bomba que se convierte en imprescindible por su habilidad como arreglatodo. Tiene ciertos poderes y alimenta una perversa ambición. Enfrente tendrá a Bill, el hermano siamés que la jovencita Edie porta en su vientre. Es sobretodo una presencia, una fuerza psíquica que está en contacto con los muertos y que poco a poco irá desarrollando sus potencialidades. Ambos detentan las características de aquellos que Dick siempre coloca en el centro de sus libros: seres paranoicos, con ciertos poderes psíquicos, trabados generalmente a una oscura conspiración.
www.kahnselesnick.com
También está el astronauta Dangerfield cuya abortada misión a Marte lo ha dejado varado como un satélite alrededor de la tierra. Ahora es la radio que vertebra el mundo. Dedicado a leer novelas para sus oyentes, emitir noticias y la música que almacena en ¡kilómetros de cintas!, es como un eco de la civilización perdida. Los pequeños grupos de supervivientes adoptan la costumbre de reunirse cada tarde para escuchar la emisión.


Y por supuesto está el Dr. Bloodmoney, un físico que ya causó un primer desastre en el que denuncia Dick un nuevo Dr. Strangelove (película y libro de 1964, lo que indica el ambiente de la época). Este físico, que en realidad se llama Bluthgeld, tiene una neurosis magalomaníaca que le hace sentirse responsable del holocausto. Aunque es un personaje sin un desarrollo completo, protagoniza un momento clave de la novela, cuando pone su mente a prueba para verificar si son ciertos sus poderes. Tiene manía persecutoria y por eso se camufla como el granjero señor Tree.
"-Vine a América -estaba diciendo el señor Tree- a fin de escapar de los agentes comunistas que deseaban asesinarme. Estaban tras de mí...como lo estaban también los nazis, por supuesto. Todos estaban tras de mí." pág. 14
Él cree que su inconsciente causó el cataclismo. En su mente enferma tiene asociada la única visita que hizo al psiquiatra con la mirada que le lanzó Stuart, un vendedor negro. Dado que esa visita y esa mirada ocurrió el mismo día E (de la Emergencia), aprecia causalidad entre la amenaza que él sintió con las fuerzas que se desataron. 
"La guerra -dijo Tree-. Porque fue por eso precisamente por lo que empezó la otra vez; el negro me vio y comprendió lo que yo había hecho, supo quién era, y sigue sabiéndolo. Tan pronto como me vea...-se interrumpió, jadeando y atragantándose en su agonía-. pág. 193
Cuando siete años después vuelve a aparecer Stuart por el pueblo, Tree suma dos y dos, previendo una nueva catástrofe. Con la diferencia de que ya no está solo. Hoppy le discutirá el olimpo megalomaníaco.


El libro presenta múltiples líneas narrativas y un catálogo de personajes muy coral. Como sustrato de todo está la lucha por la supervivencia en un mundo postapocalíptico como ya antes había novelado George R. Stewart en La tierra permanece o posteriormente afrontarían autores tan dispares como Comarc McCarthy en La CarreteraArno Schmidt en Espejo Negros o Rafael Pinedo en Plop. Para sorpresa nuestra, el tono de Dick es mucho más esperanzador de lo que en él es habitual. Las pequeñas comunidades que presenta se basan en el trueque y bosquejan una cierta construcción social con roles y normas muy definidos; aunque mantienen un individualismo a ultranza y un innegociable odio al extranjero. 

No sé si Dick quiso hurgar en los odios y miedos de aquellos años de guerra fría, pero muchos personajes muestran algún aspecto de neurosis
"En muchos aspectos se conocía mejor a sí misma, sus derivaciones inconscientes y sus distorsiones sistemáticas de la realidad de la situación. Seis años de análisis le habían hecho mucho bien, pero no estaba curada. En realidad no existía curación: la "enfermedad" era la propia vida, y era preciso que se produjera un crecimiento constante (o más bien una adaptación a un crecimiento viable), o el resultado sería un estancamiento psíquico." pág. 25 
Muy entretenida y con atisbos de genio.

domingo, 20 de enero de 2019

El VICIO del PODER - de Adam McKay

El Halcón podría haberse titulado esta película.
O La Hiena, 

fiera que también aparece en pantalla como metáfora de lo que se cuenta. 
Me viene a la mente tanta fauna porque, en muchos momentos, la película parece un documental que expusiera los hábitos de uno de los más grandes depredadores de los últimos tiempos, Dick Cheney, todopoderoso vicepresidente del pazguato George W. Bush en una época donde se inventaron guerras, armas de destrucción masiva y mentiras de alcance universal.

El montaje es un alarde de ritmo dando saltos en el tiempo e intercalando imágenes metafóricas como la de la hiena, una leona lanzándose al cuello de un antílope o ese Dick Cheney pescando en el río que se intercala en varias reuniones para simbolizar su carácter: paciente, silencioso y letal.

La película es un biopic de Dick Cheney, pero irónico y punzante desde el mismo título original -Vice- (en inglés "vice" hace alusión al vicepresidente, pero también significa vicio y corrupción). El caso es que el director y guionista no ha tenido que inventarse nada para mostrar la ignominia y criminalidad de este tipo. Los hechos estaban ahí, en los periódicos y las TV de todo el mundo. De joven, un patán y borracho que fue expulsado de la universidad; de adulto, un burócrata gris y silencioso que fue forjando su estilo en la administración Nixon junto a otro halcón ya experiementado, Donald Rumsfeld, al que en un momento dado le pregunta, "¿Cuáles son nuestros principios?" (los de los republicanos). La respuesta de Rumsfeld simplemente es reírse a carcajadas mientras se va al despacho. 

Así de militante es esta historia basada en hechos reales; aunque el director no le escamotea a Cheney ese otro lado humano, cariñoso y comprensivo que practicaba en su entorno familiar. Un tipo, en definitiva, a la vieja usanza. Implacable en los negocios y todo un padrazo en casa (tuvo un hija lesbiana a la que dio comprensión y amor a pesar de practicar una ideología furibunda contra todo lo que sea LGTBI).

Su carrera siguió como Secretario de Defensa con Bush padre y durante la Guerra del Golfo. Cuando llegaron los demócratas de Bill Clinton se pasó al sector privado como máximo mandatario de Halliburton, la empresa petrolífera que sacó beneficios millonarios de la invasión estadounidense de Kuwait. Cuando volvió a la política requerido por Bush hijo ya había triunfado y no necesitaba nada. Además conocía mejor que nadie los entresijos de la Administración de modo que, como un vesánico demiurgo, se dedicó a convertir en hechos su ideología depredadora.

A pesar de contar con pesos pesados de la interpretación, Amy Adams como la esposa, Steve Carell como Donald Rumsfeld o Sam Rockwell como W. Bush, sólo el matrimonio ofrece alguna profundidad. Ella decidida y fuerte. Él enamorado sinceramente de su mujer y padre protector a la vez que implacable, oportunista y sin más convicciones políticas que su ambición de poder. Luces y sombras.

Narrativamente la película es brillante. Diálogos chispeantes y cómicos (si no fuera porque nos dejan con la boca abierta por el modo tan descarnado en que se ejerce el poder), créditos a mitad de película y hasta una escena postcréditos para acabar de reírse del signo de los tiempos. También elige una voz narradora que se convierte en un recurso irónico magistral en su resolución y una serie de picos dramáticos muy bien dibujados que te llevan en volandas por las más de dos horas de metraje. Repasemos algunos.

La película comienza con el ataque de Al Qaeda a las Torres Gemelas y el vicepresidente junto a los miembros del gobierno presentes en la Casa Blanca son encerrados en el bunker presidencial. La voz en off detiene la imagen y nos señala cómo el rostro de todos es de máxima preocupación cuando no de terror... excepto el de Dick Cheney, que está tranquilo y cavilando.

Sí, muchachos, aquello tan repetido por el marketing más superficial, de que la palabra crisis en chino significa peligro+oportunidad; lo vio en ese momento Mr. Cheney con absoluta claridad. Al Qaeda le acaba de dar las llaves de la guerra indiscriminada, la tortura legalizada y la confabulación con la grandes empresas de energía estadounidenses para campar a sus anchas.
























Cuando acaba esta introducción tan reveladora, la película se embarca en una serie de flashbacks para mostrarnos de dónde viene este personaje. Y aquí llega otro momento dramático relevante. La vida del joven Cheney era disoluta y fracasada. Expulsado de la Universidad, con una trabajo vulgar y una vida de bronca y borrachera, lo coge su mujer y le canta las cuarenta. Aquí se demuestra que detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer, aunque en este caso se trate de una verdadera lady Macbeth que, retadora, le espeta:
"No puedo ir a una universidad elitista, ni dirigir una empresa o ser alcaldesa; ese mundo no está hecho para mujeres.¡Te necesito! Y ahora mismo tú eres un cero a la izquierda bien gordo y empapado de pis." 

¿No os recuerda a House of Cards? Una pareja unida por sus desmedidas ambiciones de poder y dispuesta a todo para conseguirlo y ejercerlo. En una conversación, la madre les advierte a sus hijas: Cuando alguien tiene poder, los demás sólo quieren quitárselo. Igualmente cuando el joven Cheney le pregunta a Rumsfeld por sus principios, nos evidencia su vacío ideológico e incluso filosófico. Un vacío que se llenará con el ansia de un poder que se justifica a sí mismo ejerciéndolo además, en base a sus turbios prejuicios.


Vayamos con una delicia táctica.
Con Cheney de CEO en Halliburton y W. Bush preparando las primarias, éste le llama para proponerle que sea su vicepresidente. Cheney calla. Se intercala una imagen suya pescando en el río. El candidato insiste pero Cheney duda, encaja la mandíbula y baja la cabeza. Está soltando el sedal, deja que la mosca y el anzuelo floten. El incauto joven Bush (magnífico como siempre Sam Rockwell) está perplejo, ¡le está ofreciendo un chollo y se resiste!

" - Qué me dices? Quiero que seas mi vicepresidente. Tienes que ser tú. Eres mi vice.
- Bueno...George, yo.....soy presidente de una gran empresa. He sido Secretario de Defensa y también he sido Jefe de Gabinete de la Casa Blanca. La Vicepresidencia es un puesto principalmente simbólico... pero si llegáramos a un acuerdo.... digamos diferente.....aceptaría.
Podría encargarme de tareas mundanas. supervisar las administraciones, el Ejército, la energía y la política exterior. ¿...?
- Sí, vale, eso me gusta. Entonces qué ¿lo hacemos o qué pasa?
- Me parece que....nos puede salir bien.
- ¡Cojonudo!"

Picó. 
Cheney acabó teniendo despacho y mando en la Casa Blanca, en el Congreso, en el Pentágono y hasta en la CÍA. Manejó con mano de hierro las riendas más importantes del poder con un solo objetivo, ejercerlo para beneficio suyo y de los suyos.
Otro momento en el que una sola imagen lo dice todo lo encontramos cuando ganan (quizás fraudulentamente) las elecciones presidenciales. Cheney llega a la Casa Blanca, abre la puerta el despacho oval pero se queda en el umbral, recortado como una sombra. El plano es perfectamente explícito: el despacho oval en ese momento está vacío y lo seguirá estando aún cuando llegue el incompetente Bush. El poder lo ejercerá esa sombra que está fuera del despacho presidencial. 

Uno de los asuntos más espeluznantes de lo que retrata McKay tiene que ver con la utilización de grupos de ensayo y opinión (focus group), abogados y lobbys que llevó a cabo Cheney. Hay que convencer a la gente de que quiere justo lo que tú quieres aunque vaya en contra de sus propios intereses. Wow. 
Un ejercicio del poder sin complejos ni cortapisas. 

Así se pueden elaborar informes falsos pero perfectamente creíbles sobre armas de destrucción masiva, se puede articular una teoría como la del Poder Ejecutivo Individual*, o se puede producir un vuelco en la opinión pública para que le parezca genial recortar impuestos a los más ricos. También EEUU puede seguir siendo un país que no tortura porque lo que practican son "técnicas de interrogación mejoradas".
Estos tipos dejan en pañales las payasadas de Donald Trump.

Quizás sea esta parte de insidias contra los intereses generales de la sociedad, confabulaciones petroleras y de contratistas militares la que aparece más desvaída en la película. Así como dejar a W. Bush como un simple florero en las decisiones de guerra y tortura. Hay mucha munición, más negra y malévola, que McKay ha dejado de lado y es una lástima. 

La última imagen que destacaré está justo al final. Cheney está en una entrevista y cuando le preguntan sobre su legado, se vuelve hacia la cámara y, rompiendo la cuarta pared, nos amonesta iracundo: no se arrepiente de nada, lo que hizo fue por deber a la patria, hay que ser muy valiente para hacer lo que debes aunque luego quedes como un monstruo, etc. "Me elegiste a mí y ha sido un privilegio servirte", llega a decir. 
¡Qué cabrón! Estos salvapatrias son todos iguales.


El contraste de esta imagen la coloca McKay después de los créditos: vemos a uno de los grupos de opinión debatiendo acaloradamente sobre la película que acabamos de ver. Un partidario de Trump la define como propaganda liberal y luego tiene una pelea con un demócrata. Mientras tanto una joven se vuelve hacia su amiga y le dice que está emocionada por la próxima película de Fast and Furious. Así está el mundo.












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Aunque sus temas y enfoques sobre lo más reciente y vergonzante de la historia de EEUU recuerdan al cineasta Oliver Stone, Adam McKay elige una forma propia, entre didáctica y guiñolesca para presentar los hechos. Didáctica fue La Gran Apuesta para meternos en los entresijos de la crisis/estafa de 2008 y guiñolesco me resulta este Vice. Pero a pesar de ello (o quizás por ello), la película toca asuntos de profundo calado político y moral como el uso torticero que la ultraderecha siempre hace de la seguridad o la Teoría del Poder Ejecutivo Personal que se invoca en la película. 
Cuando Cheney mira a cámara y nos suelta: si no apruebas mis métodos ¿qué ataque terrorista permitirías? Nos está diciendo que el fin justifica los medios y sobretodo que "sus" fines justifican "sus" medios.

En cuanto al Poder Individual y Ejecutivo que ostenta el Presidente, los asesores de Cheney lo definieron para liberar las decisiones presidenciales de cualquier traba de tipo legal, relativa al contrapeso del Congreso u otros. Él ostenta el poder ejecutivo y nadie puede parar su acción. Esta teoría sigue viva e incluso provoca el debate de constitucionalistas estadounidenses. 
Yo creo que una acción estrictamente personal, sin rendir cuentas a nadie, respecto a la vida y muerte de miles de personas, se acerca más a la tiranía que a cualquier figura democrática. En España Aznar también aprendió la coletilla. Solía decir "el gobierno tiene la obligación de gobernar" o "como presidente haré lo que tenga que hacer". Por supuesto quería subrayar que él tenía la responsabilidad moral de acometer acciones que quizás otros no tuviesen el coraje de tomar. Lo que escondía es que los intereses generales que aducía sólo estaban en el mensaje, no en la realidad: Él sólo servía a sus intereses particulares, presentarse al mundo junto a los más poderosos para parecer un gran estadista. 
Por cierto que en la película echo en falta la famosa foto de las Azores. Blair y hasta un joven Trump sí que salen; pero parece que allí no hacen cuenta de los mamporreros. 


ACTUALIZACIÓN. 
Justo esta semana acaba de tomar posesión en Andalucía el nuevo Gobierno del PP y Cs. Una de sus primeras medidas será suprimir el Impuesto de Transmisiones Patrimoniales. Es un asunto que también sale en la película. Literalmente el responsable del focus group nos explica: Si queremos eliminar impuestos para los que tienen más de 2 millones no recibimos mucho apoyo; pero en cambio si lo denominamos un "impuesto a la muerte" el apoyo sube como la espuma. Como bien explica en este artículo Jesús Mota, esta decisión busca el aplauso fácil basándose en una falacia. ¿Cuántos andaluces van a recibir o transmitir una herencia de más de un millón de euros?:
"Hoy, en Andalucía solo pagan sucesiones las herencias superiores al millón de euros recibidos por heredero. Así que la supresión del impuesto (bonificación del 99% de la base liquidable) solo beneficiará a las herencias más altas. El argumento de que el ahorro fiscal aumentará el consumo no deja de ser una patraña. Para que esa filfa tuviera algún valor habría que explicar cuál es la propensión marginal al consumo; porque antes de las rebajas anunciadas los andaluces con más patrimonio ya disfrutaban de rentas más que suficientes para consumir y ahorrar."

Conseguir que la mayoría más pobre pague las obligaciones de la minoría más rica es un éxito inaudito pero no raro, gracias a políticos mediocres en inteligencia y honestidad moral. La deuda bancaria de esta última crisis la convirtieron en deuda soberana para que la paguemos entre todos. La gente común ha perdido sus casas, sus trabajos o han visto reducido su sueldo, mientras los prebostes mantuvieron sus mansiones, sus sueldazos y sus pensiones millonarias.
¡Y les he llamado mediocres!  ¡Es una jugada maestra! ¡Qué mundo!

jueves, 26 de octubre de 2017

BLADE RUNNER - de Ridley Scott

EEUU, 1982
Película seminal de la ciencia ficción. Un clásico incuestionable de 1982. Pero ¿qué queda después de 35 años y más de 20 visionados?
El alma.
Un alma atormentada sobre el destino de ser humano, perfectamente reflejada en un paisaje pesimista y desolador: una ciudad de Los Angeles sumida en la oscuridad permanente cuyos edificios y calles parecen la cloaca de un mundo que se fue al carajo. 

El ritmo de la película es lento y denso como una pesadilla, mientras la maravillosa música de Vangelis, emocionante y evocadora, nos empuja a la melancolía.
“A principios del siglo XXI The Tyrell Corporation desarrolló un nuevo tipo de robot llamado Nexus, un ser virtualmente idéntico al hombre y conocido como replicante. Los replicantes Nexus 6 eran superiores en fuerza y agilidad y al menos iguales en inteligencia a los ingenieros de genética que los crearon. En el espacio exterior los replicantes fueron usados como trabajadores esclavos en la exploración y colonización de otros planetas. Después de la sangrienta rebelión de un equipo de combate de Nexus 6 en una colonia sideral, los replicantes fueron declarados proscritos en la Tierra bajo pena de muerte. Brigadas de policías especiales -con el nombre de blade runners- tenían orden de tirar a matar al ver a cualquier replicante invasor. A esto no se le llamó ejecución, se le llamo retiro.”

Harrison Ford es el blade runner Rick Deckard, todo un experto en "retirar" pellejudos.


La película dibujaba para 2.019 (de aquí en 2 años) un futuro nada halagüeño. La metrópoli donde transcurre luce una pinta apocalíptica y contaminada. Vive sumida en una eterna noche y bajo una lluvia persistente. La mecanización, la industria feroz y contaminante, la pérdida de identidad cultural han arrasado a la sociedad y deshumanizado al ser humano. Muchos edificios están abandonados y la publicidad omnipresente quiere convencer a los últimos pobladores para que huyan a las colonias exteriores. Pero este infierno claustrofóbico en el que se mueve Deckard no es más que la materialización de una visión pesimista del ser humano.



Los guionistas Hampton Fancher y David Webb Peoples, con la ayuda del director, lograron una amalgama tan extraña como excelsa, que mezcla maravillosamente thriller y filosofía. Deckard busca a los replicantes, mientras éstos buscan a su creador. La película es netamente materialista mientras habla de las más trascendentales cuestiones: qué nos hace humanos, por qué morimos, de dónde venimos y cuál es nuestro destino. Paradójicamente mientras Deckard actúa como un autómata retirando replicantes sin pestañear, éstos viven atormentados por el paso del tiempo y la mortalidad. De hecho la muerte del último replicante es un poema visual cuyas imágenes y palabras permanecen en la memoria de todo buen aficionado al cine:

"He visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto Rayos-C brillar en la oscuridad, cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir...".


Es conocido que la cinta ha tenido a lo largo de los años hasta cinco versiones. Las diferencias más importantes se refieren a la presencia o no de la voz en off con la que se estrenó y el final impuesto por los productores, que nos muestra a Deckard y Rachel huyendo hacia un mundo feliz. Durante años mi visión no podía abstraerse de la voz en off. Sumada a la noche, la lluvia y la gabardina de Deckard (Ridley Scott tenía previsto también un sombrero; pero viniendo Harrison Ford de rodar Indiana Jones fue eliminado), para mí era una película de cine negro en un entorno futurista y con unas implicaciones filosóficas asombrosas.

Me costó varios años y visionados espaciados en el tiempo el apropiarme de una nueva versión, la conocida como director cut: se presentó en 1992 sin la voz en off ni el final feliz. También incluyó la secuencia de un sueño con un unicornio que atraviesa el bosque. Ahora puedo decir que ésta es mi versión definitiva: desoladora y trágica. A Deckard lo veo más solitario y amargado que nunca. A Roy Batty (Rutger Hauer) como un personaje netamente trágico. Rebelde como un Prometeo espacial, es capaz de encontrar al dios creador y matarlo. Tras la rebeldía y las respuestas vacías llega a comprender lo inexorable. Valora tanto la vida que es capaz de regalársela a su perseguidor, salvándolo en el último instante. La humanidad agostada del blade runner queda replicada y potenciada en un replicante que es capaz de enseñarle un nuevo camino.

Moebius, The Long Tomorrow
El prodigio del guión tuvo su parangón en una imaginería visual sin precedentes. Ridley Scott venía de rodar Alien, el octavo pasajero y cuando se incorporó a este proyecto, se trajo con él las ideas y diseños de Moebius  y Dan O´Bannon, colaboradores en aquella película. A ellos se sumaron un genio de los efectos especiales como Douglas Trumbull y un visionario futurista -como le gustaba llamarse a sí mismo- Syd Mead. Ellos crearon esa hipnótica y tenebrosa ciudad que con su agobiante atmósfera se erige en uno de los personajes principales de la película. 

Todo ello cobra más valor si recordamos que la realización corresponde a la época analógica, cuando no existían los efectos digitales que nos maravillan hoy en día. Decorados, maquetas y fondos fueron creados hasta el más mínimo detalle para lograr trasladarnos a un mundo abigarrado y oscuro, ahíto de símbolos: la pirámide truncada de la Tyrrel Corp. tiene unas evidentes connotaciones divinas y semeja un zigurat. En la cumbre habita "el dios de la biomecánica" como le nombra Roy Batty; o el arquitecto, tal y como llaman los masones a Dios. Por sus salones vuela una lechuza, símbolo de la inteligencia. Además la cumbre de este zigurat se encuentra por encima de la contaminación y la lluvia, siendo el único lugar en toda la película donde vemos el sol. Otro símbolo divino. En la pelea del desenlace Roy está a punto de morir, lo asume y salva a Deckard. Un rayo de empatía cruza su mirada. De pronto parece que tiene alma, la que simboliza una paloma que al morir el replicante, se eleva hacia los cielos. 


El tiempo inexorable y la búsqueda de significado a través del dios creador son cuestiones trascendentales que toca la película; pero quisiera detenerme un momento en una cuestión, que no será, por cierto, la de si Deckard es un replicante o no, que me parece insustancial. Quiero hablar de lo que representa el test Voight-Kampf.

Los replicantes tienen una inteligencia tan avanzada, sembrada de recuerdos implantados que les provocan reacciones emocionales, que realmente es muy difícil detectarlos como seres biomecánicos.
El test Voight-Kampf es un test ficticio que inventó Philip K. Dick en la novela origen de la película, ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?.  También es llamado el "test de empatía", que es la capacidad de identificarse emocionalmente con otros seres. En la novela es un asunto principal, desarrollado incluso a través de una religión conocida como el "mercerismo", que incita a los seres humanos a buscar el contacto y la empatía con los otros. 

El factor fundamental que define lo humano, según Philip K. Dick, sería esta capacidad empática que nos permite colocarnos en la situación emocional del otro. Dick conocía el Test de Turing que busca distinguir al hombre de una máquina, pero él creía que este test se centraba demasiado en la inteligencia, cuando lo esencial es la empatía. De hecho Dick presentaba a los androides con una inteligencia superior pero como malvados, al carecer de esta capacidad.

Resulta paradójico que el protagonista (para mí) sea el replicante. Es él quien insufla una nueva esperanza a Deckard. Es con él con quien nos identificamos como replicantes que vivimos condicionados (por el tiempo, la reproducción, el trabajo,...) y condenados a buscar un significado a nuestra exigua existencia.
Deslumbrante.