domingo, 9 de mayo de 2021

DIARIO de ARGÓNIDA - de Jose Manuel Caballero Bonald



Esta misma tarde se está velando la muerte de José Manuel Caballero Bonald, poeta muy ligado a sus raíces, y como homenaje he querido releer su poemario Diario de Argónida (1997).
 
En estos poemas asoma la luminosidad de las marismas de su querida tierra, ese Coto de Doñana que convirtió en el mítico territorio de Argónida, tierra virgen y primigenia, "una referencia decisiva en mi educación sentimental".
 
El poema "Apunte del natural" supone un acercamiento tan pictórico como preciso a lo que supuso Argónida para el poeta, "paisaje ameno... tu cobijo primero, tu última morada".






APUNTE DEL NATURAL


Ese óleo locuaz de las colinas
colgado de la luz, al fondo
de la inestable prórroga del río,
apenas un reclamo evanescente
retenido en los bordes
majestuosos del paisaje, ilustra
la pasión y el desdén con que has juzgado
los quebrantos del tiempo, esa voluble
jurisdicción de lo vivido
donde se albergan siempre las mentiras.

Paisaje ameno, mesurado, manso
benigna imagen que remeda
tu cobijo primero, tu última morada."

En la Nota del Autor que figura al final del libro, el poeta aclara el topónimo literario de Argónida y explica la denominación de diario:
"Uso el término "diario" con una deliberada imprecisión. (...) Siempre me ha parecido que, a efectos literarios, nadie es capaz de evocar lo que ha vivido sin incurrir en alguna desviación engañosa o consecuentemente equívoca. Incluso se tiende a otorgarle al estilo mayor poder argumental que al testimonio. Y como estoy bastante convencido de que la poesía no tiene por qué coincidir con la verdad autobiográfica sino con esa otra verdad generada en el texto, el concepto de "diario" también puede disponer aquí de su propia ambivalencia".
Esta distinción clásica entre "verdad y veracidad" en la literatura aparece en muchos de los textos. Así el poema "Verdad Poética" concluye de forma tajante: "Empieza a ser verdad mientras lo escribo". Mientras que en "Soliloquio" podemos leer, "Evocar lo vivido equivale a inventarlo". No importa tanto la verdad como la veracidad de lo vivido o inventado. Algunos poemas parecen escritos en el mismo instante en que el poeta está asomado a la ventana, ante ese mágico estuario del Guadalquivir; pero la verdad está solo en el texto, haya sido escrito en Doñana o en su casa de Madrid.

En el libro encontramos paisajes y emociones de la adolescencia, apuntes del natural e incluso alguna crítica social "esa inconmovible seguridad / que algunos bienpensantes dictaminan (...) conduce a la sandez / sin paliativos." Pero también hay una profunda reflexión sobre la memoria y el tiempo. En torno a este último hay unos cuantos poemas hondos y penetrantes que he querido reproducir. 
In memoriam.




JUSTICIA DEL TIEMPO


La araucaria que crece en el jardín, aloja
entre sus lentas
                         gradas
                                    basculantes
un tropel bullicioso de pájaros 
oriundos de Argónida.

Huéspedes obstinados, comparecen
cada mañana bajo un cielo
incoloro
               y dejan en las vecindades
resplandecientes de la playa
el sonido del tiempo y su justicia.






MENOSCABO
  
Cautelosa avalancha de la noche
que en piedras,
en insectos, en árboles,
se asocia a las diseminadas
exhalaciones de la mar.

Allí amaina el deseo, se erosiona
como los promontorios litorales, dura
lo que un naufragio
                                y surge
alrededor como el trasunto
de un desigual desgaste de la vida.






DÍA CRÍTICO
  
Entre los pliegues lívidos del ocio
cohabitan de continuo
las larvas de las horas,
                                     vacilantes señales
de seductora información
-como mar o mazmorra o ventisquero-
que fluyen en lo absorto
de las amables treguas de la edad,

mientras la prenoción de la memoria
acude como un hosco buey exhausto
por los primeros,
                            por los últimos
trayectos de un pretérito
donde ya queda atrás hasta la vida.






SOLILOQUIO 
 
Con paso incierto y no segura
voluntad de vivir,
 se acerca el día opaco, macilento,
insustancial, ridículo,
en que todo se acalla,  
                                   el rescoldo mejor
que ya dejó ese día
precipitadamente
entre un raudal de interferencias
cada vez más presuntas.
                                        Ninguna
palabra será ya la palabra
que desmienta al silencio,
ninguna certidumbre
anulará el valor de lo ficticio.

Evocar lo vivido equivale a inventarlo.






 


VERDAD POÉTICA 
 
Adolescente de livianos lazos,
lienzo de luna, pétalo impoluto
que cruza el arenal, cruza el exiguo
lindero de los acebuches,
llega al vidrioso estanque,
y allí precisamente,
cuando se inclina para verse a solas,
hace su aparición el asesino.

Sangre junto al tupido seto
de arizónicas, sangre
por los rezumaderos de los caños
y en la huraña ruina
del fortín y en la playa acosada
de pájaros y larvas y alacranes.

¿De quién la transitoria furia,
qué se hicieron
aquellos vengadores? ¿Soy yo acaso
el que oyó las aladas palabras de Tiresias?

-El asesino que buscas eres tú.

Empieza a ser verdad mientras lo escribo.






FÁBULA 
 
Nunca serás ya el mismo que una vez
convivió con los dioses. Tiempo
de benévolas puertas entornadas,
de hospitalarios cuerpos, de excitantes
travesías fluviales y de fabulaciones.

Tiempo magnánimo
compartido también con semidioses
errabundos y hombres de mar que alardeaban
del decoro taimado de los héroes.

Qué ha quedado, oh Ulises, de esa vida.

La historia es indulgente, merecidas las dádivas.
Los dioses son ya pocos y penúltimos.
Justos y pecadores intercambian sus sueños.






DIDÁCTICA 
 
Si miras un reloj y esperas impasible
a que pase un minuto,
comprenderás al fin en qué consiste 
la eternidad.
                     Detente, caminante,
                                                      escucha
esos latidos perentorios, ese inconmensurable
desplazamiento de tu corazón
que deja por momentos un gran foso vacío
entre lo efímero y lo permanente.

El instante que pasa ocupa todo el tiempo.

No hay final ni principio:
sólo el todo y la nada equidistando.






BIOBIBLIOGRAFÍA 
 
Cuando busco al que fui, qué hacinamiento
de vacilaciones, atisbos,
pistas falsas, presagios, averías
de la memoria, ardides
neutralizados por la incertidumbre.

A veces soy alguno
de esos esquivos personajes
que repentinamente me suplantan,
y a veces sólo soy 
como un antecesor del que nunca seré
o acaso ese inconstante buscador de respuestas
por la futilidad de sus pesquisas.

Sin embargo, mi historia personal
poco tiene que ver con esa historia:
también yo soy aquel que nunca escribe nada 
si no es en legítima defensa.








La imagen incrustada corresponde a la edición gráfica que en 2017 publicó el Grupo Pandora/Pedro Tarbernero. con ilustraciones de Luis Manuel Fernández.



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Caballero Bonald (Jerez de la Frontera, Cádiz, 1926 - Madrid, 2021) fue poeta, novelista, ensayista y flamencólogo. Autor destacado de la generación del 50, publicó diversos poemarios que reunió en 1969 en el volumen Vivir para contarlo. En 1997 publicó un libro central en su poesía, Diario de Argónida. En 2006 recibió el Premio Nacional de Poesía por su poemario Manual de infractores, según el autor una “apología de la desobediencia”. Los poemas de este libro surgen de la indignación del poeta como ciudadano ante las guerras miserables, las injusticias sociales y los atentados a los derechos humanos que cada día encontramos en los medios de comunicación. "Descrédito del héroe" fue su último libro de poesía publicado, un libro que causó impacto en el ambiente poético, porque venía a demostrar que era posible hacer crítica de la realidad social con un lenguaje preciso y elaborado.
Su obra poética completa está recogida en el volumen 'Somos el tiempo que nos queda'.

Como novelista destaca en Dos días de septiembre, que ganó el Premio Biblioteca Breve de Novela en 1961, Ágata ojo de gato, (su novela preferida) con la que ganó el Premio Barral y de la Crítica, Toda la noche oyeron pasar pájaros (1981) y En la casa del padre (1988). También fue un prolífico ensayista, con obras tan destacadas como Narrativa cubana en la Revolución (1968), Luis de Góngora (1982) y el extraordinario volumen Luces y sombras del flamenco (1975). Como divulgador del arte jondo defendió una idea del flamenco como bandera de rebeldía y emancipación.

Fue profesor de Literatura Española en la Universidad Nacional de Colombia y en el Centro de Estudios Hispánicos del Bryn Mawr College. Fue director literario de la Editorial Júcar, subdirector de Papeles de Son Armadans y trabajó en el Seminario de Lexicografía de la Real Academia Española. Dirigió también un sello discográfico y editó en 1966 un Archivo del cante flamenco, compuesto de una monografía y una serie de grabaciones in situ.
En 1995 publica la primera parte de sus memorias, titulada Tiempo de guerras perdidas y en 2001, la segunda parte titulada Costumbre de vivir. Ambos volúmenes recogidos en La novela de la memoria (2010). 
En 2012 recibió el Premio Miguel de Cervantes. 

miércoles, 5 de mayo de 2021

PATRICK MELROSE - creada por David Nicholls y E. Berger























Patrick Melrose es un drama desgarrador que llega a tener tintes de película de terror en uno de sus extremos (episodio 2, Never Mind); mientras que en otro vivimos momentos hilarantes a costa del proceso de autodestrucción al que se lanza Patrick, consumiendo todo tipo de drogas y alcohol. En todo caso se trata de un relato con una gran intensidad emocional.

La serie está basada en los 5 libros autobiográficos que escribió Edward St. Aubyn, conocidos como "Las novelas de Patrick Melrose". Allí se da cuenta de una historia familiar llena de snobismo y crueldad. El padre de Patrick (interpretado por Hugo Weaving) fue un ser tiránico que abusó sexualmente de su hijo cuando sólo era un niño. Mientras que su madre (Jennifer Jason Leigh), una rica norteamericana, alcohólica y prisionera en una relación tóxica, se desentendía de todo. Cuando su hijo le confesó los abusos, ella simplemente le respondió: "A mí también me viola". Se trata de una feroz crónica que combina con maestría momentos atroces con otros donde reina la más acerada ironía. 

Así se puede apreciar en esta conversación en la que unos amigos de David Melrose, padre de Patrick, lo visitan en la Provenza. Allí también se encuentra Nicholas Pratt (Pip Torrens), otro engreído aristócrata no menos desaprensivo que el padre.  
Víctor.-Anne se ha quedado prendada especialmente con Calígula.
Anne.-Víctor intentó que sintiera lástima por él
Víctor.-Pero Tiberio asesinó a toda su familia. Es natural que aquellos que vivieron el terror terminen también aplicándolo tarde o temprano.
Anne.-¿Así eran las cosas en Eton?
Víctor.-A Anne le encanta satirizar el sistema educativo inglés.
Anne.-Y en cuanto a su obsesión por follarse a sus hermanas...
N. Pratt.-El vicio es bueno pero nada como el incesto, dicen. Ese tipo me habría caído muy bien. Hizo todo lo que quiso sin preocuparse por la ética.
Anne.-Por qué crees que hay una superioridad en ser inmoral?
N. Pratt.-No es una cuestión de superioridad, es cuestión de no ser un aburrido o un capullo.
David Melrose.- Lo único que uno ansía es el hastío.
Patrick Melrose recorre varias décadas de la vida de este aristócrata traumatizado, politoxicómano y dipsómano; desde los 60 retratando su niñez en un château del sur de Francia, hasta la madurez, con hijos y familia, en los dos mil y ya en Londres; pasando por los 80 donde se narra la juventud disipada de Patrick, a caballo entre Londres y N. York. Todo para dar cuenta del profundo trauma que amargó su vida para siempre y del espantoso círculo familiar y social que le rodea. En definitiva, una odisea por el dolor siempre a la búsqueda del camino de redención.


Patrick Melrose (Benedict Cumberbatch) se define a sí mismo como "narcisista, esquizoide y alcohólico suicida" y en el primer plano de la serie recibe la llamada de un amigo de la familia que le comunica la muerte de su padre. La cara de Patrick, adormecida por las drogas, casi no reacciona; pero poco a poco una sonrisa se va ensanchando en su cara. "El viejo cabrón ha muerto" le dice a una amiga. "Estoy pensando en dejar las drogas", le dice poco después a otro. Es 1982, en Londres, y Patrick debe viajar a N. York para recoger los restos de su padre. Cuando cruza el Atlántico no sólo fracasa espectacularmente en dejar las drogas, sino también en suicidarse. 

La muerte de su padre le provoca tanto una liberación como un shock y para gestionarlo Patrick se abandona a un tobogán de drogas y alcohol. El recipiente con las cenizas de su padre le inunda de rabia y los chutes en los que busca ayuda convierten al episodio inaugural en una comedia negra con momentos hilarantes. Un drogadicto pegado a un recipiente de cenizas al que lanza, golpea y pretende abandonar, sin conseguirlo, en repetidas ocasiones.


El segundo episodio es un terrible drama infantil que transcurre casi íntegramente en el château francés. La tiranía del padre tanto sobre su hijo como sobre su mujer llega hasta la humillación y el episodio, a pesar de las maneras educadas y el colorido maravilloso de la campiña, resulta insoportable y conmovedor. Hijo y madre viven acechados por una bestia que los somete hasta límites inconcebibles.

El tercero es un repaso sin piedad a la alta sociedad británica, poniendo el acento en la estupidez, displicencia y amoralidad de esos personajes que viniendo de Eton y Oxford, acaparan los puestos claves de la sociedad sin demostrar valía alguna. La fiesta de una arribista, a la que acude la mismísima princesa Margarita, provoca no pocas situaciones ridículas y unos diálogos de lo más cínico. 

Patrick los observa con su amigo y psiquiatra Johnny (Prasanna Puwanarajah)
-Dios mío, míralos. Los recuerdo a todos de mi infancia. Estirados y aburridos.
-Son los últimos marxistas.
-¿Hum?
-Los últimos en creer que la clase social lo explica todo.


Los dos episodios finales giran en torno a la madre de Patrick y a su propio rol, ya como adulto y padre de familia con dos hijos. Cada verano todos se reúnen en la mansión familiar del sur de Francia; pero su madre, ya anciana y enferma, pretende donarla a una fundación de carácter New Age, dejando a Patrick sin herencia. Además pide a su hijo un último deseo, que le ayude a morir mediante el suicidio asistido.

La serie es ácida y dramática hasta la médula. Patrick no encuentra más coraza para sobrevivir que el sarcasmo y la ironía. En el entierro de su madre mantiene esta conversación con Julia (Jessica Raine), su más constante amiga y esporádica amante.
-Es verdad que has vuelto a dejar la bebida.
-Sí, se acabó.
-Felicidades. Complicado justo ahora.
-No. Al contrario. Las emboscadas llegan cuando parece que todo va bien. O eso dicen.
-Lo que no has dejado es la ironía.
-¡Es la adicción más fuerte! Olvídate de la heroína, con la ironía puedes decir dos cosas a la vez.
-Ya me cuesta aguantar los parches de nicotina y fumar al mismo tiempo, no me quites la ironía, déjame un poco de sarcasmo.
-El sarcasmo no es igual, es demasiado simple
-Que puntilloso.
-Será mejor que entremos o los cadáveres se van a amontonar.


Los cinco episodios exploran de forma descarnada el dolor emocional más atroz y unos vínculos familiares tóxicos. Cada episodio corresponde a una de las cinco novelas semiautobiográficas que publicó St. Aubyn. En España se publicaron en dos volúmenes; el primero titulado El Padre reúne las tres primeras: Bad News, Never Mind y Some Hope; mientras que en el segundo, titulado La Madre, se incluyen las dos últimas, Mother’s Milk y At Last.

Adaptar cinco libros suponía todo un reto y hacerlo en cinco magníficas horas supone todo un logro por parte del guionista David Nicholls. Sus escenas y diálogos siempre son agudos e inteligentes y hacen que este personaje atormentado cobre vida ante nosotros. Por su parte el director Edward Berger es capaz de adaptar el ritmo de las imágenes a lo que se está contando. Los planos de furia y drogadicción son rápidos, impacientes y eléctricos; mientras que las secuencias de la campiña (con esos azules y amarillos tan maravillosos) o de las fiestas son pausados y cuidados al detalle. Es de subrayar cómo está rodado el primer abuso del padre, en off, con un silencio atronador mientras la cámara se va retirando por el pasillo. (Del mismo modo que el maestro Hichtcock rodó uno de los asesinatos que tienen lugar en Frenesí). 


Pero está claro, el rey de la fiesta es un formidable Benedict Cumberbatch que, según ha declarado, siempre quiso interpretar este personaje y lo demuestra con una interpretación antológica: vulnerable, obcecado, trágico e irritante en ocasiones, hilarante en otras y siempre profundamente melancólico. Es capaz de pasar de la delicadeza a la furia en el mismo segundo. Muchos de sus diálogos son consigo mismo y destilan un profundo sarcasmo que Cumberbatch sabe dejar caer con una elegancia suprema. 

Al final Patrick siempre estará solo con sus demonios y ni su amiga Julia podrá consolarlo.
-Qué te ha dicho esa lunática
-Que no hay una conclusión sencilla sobre lo que significa la vida de alguien.
-Pero sí que puedes saber lo que significa para ti.
-No siento nada concluyente sobre mis padres.
-Suena agotador ¿No sería más sencillo detestarlos?
-Ya lo intenté con mi padre. No fue bien. Siento un poco de todo: desprecio, pena, rabia...miedo y... ternura.
-¿Ternura?
-De pensar en lo desgraciados que fueron los dos. Y entonces recuerdo que tengo hijos y el odio vuelve a invadirme.
-Yo odio la pena. Hace estragos con el rímel.
-Tanto te importaba mi madre?
-No tiene que ver con ella. Se te saltan las lágrimas en un funeral o con una película ñoña. No es lo que las provoca es sólo por la tristeza del ambiente. Supongo.
-A veces por lo que lloras y lo que sientes coincide. Solo a veces
-Hum.
-Ah, ¡joder!, me pregunto lo que sería tener una reacción natural ¡la que sea! sin ironía ni desapego, sólo ser espontáneo al...al sentir algo.
-No me lo preguntes a mí.

martes, 27 de abril de 2021

SIETE MENTIRAS - de James Lasdun




La historia se centra en un doble impostor, ya que como tal actúa tanto en su vida personal como en su rol social. Y si el territorio en que se mueve es la extinta República Democrática de Alemania, ahíta de escuchas y delaciones, el juego de imposturas se multiplica exponencialmente. Otra cuestión es que el autor no ha profundizado en este corrupto caldo de cultivo social, expuesto sólo en el último cuarto del libro, provocando en el lector una cierta decepción.

Stefan Vogel y su esposa Inge lograron huir de Alemania Oriental pocos años antes de la caída del Muro de Berlín. Ahora, en 2003, viven en el norte del estado de Nueva York con el reconocimiento de quienes pertenecieron a la intelligentsia disidente; pero en el cóctel de una galería de arte una mujer arroja a Stefan un vaso de vino en la cara. Conmocionado por un gesto tan repentino, percibe que el agravio proviene de su pasado, lo que le incita a rememorar sus años de juventud tras el telón de acero. 

En los siguientes capítulos Stefan nos narrará sus años de formación en el Berlín Oriental de los 70 y sus anhelos de amor y libertad unidos a la fantasía de vivir en Estados Unidos. El hecho de que su padre fuera un diplomático que realizaba frecuentes viajes a Nueva York, proporcionaba reconocimiento social a la familia y fomentaba la idea de un traslado permanente. Pero la caída en desgracia del progenitor frustró toda expectativa.
 
Fotograma de "La vida de los otros"












Este infortunio no arredra a su madre que, acostumbrada al éxito social, reinventa a su familia como un centro de arte e intelectualidad invitando a artistas y centrando el foco en los pinitos que Stefan hace en poesía. Con la ayuda del tío Heinrich, oficial de la Policía estatal, reflotan el prestigio social de la familia lo que permite a Stefan subirse a una nueva ola de mentiras. Comienza a frecuentar los círculos bohemios en cafés y teatros destartalados donde abundan artistas disidentes y farsantes varios.
     "-No hay por qué susurrar. Esto es una zona libre, ya te lo he dicho. Todo el mundo está invitado, incluyendo a la bofia. Somos artistas, no activistas. No queremos reformar el sistema. Nos aburre a morir, pero somos demasiado cínicos para intentar cambiarlo.
     Puede que lo que acaba de decir no fuera tan absurdo como parecía, pero la manera de expresarlo lo hacía parecer una declaración oficial de intenciones.
     Pese a todo, esas palabras me tocaron la fibra sensible. Aburrimiento, cinismo.. Me podía identificar con eso..."
pág 124
Sinn und Form es la revista oficial donde por fin publica Stefan, no sin antes entregar su alma al diablo. 
"Vuelta a empezar: otra vez a empujar la rueda, de regreso a mi pequeño infierno hecho de vanagloria, engaño y desesperación. Y si antes el precio había consistido únicamente en unos pocos años de mi madurez, ahora todo parecía indicar que se trataba de vender mi alma." pág. 141
Otra mentira más que le permitirá acercarse a la bella actriz Inge y recogerla en su regazo cuando es abandonada por su amante. Posteriormente Stefan e Inge lograrán acogerse al sistema Freikauf, mediante el que el gobierno de Alemania Occidental compraba visas de salida para los disidentes. "Fui adquirido, según me informó mi tío Heinrich, a cambio de dos camiones de naranjas sevillanas. Mi esposa, que en esos tiempos era una celebridad, salió más cara...". Mentira tras mentira Stefan logrará construirse una cómoda vida y además con la mujer soñada. 

Sibylle Bergemann -"Katharina Thalbach, Ostberlin", 1973

La novela se construye pues como una vuelta hacia atrás que nos invita a recorrer una época bastarda, la misma que retrata la película "La vida de los otros" (Florian Henckel, 2006). Pero el narrador es poco fiable y antes de revelarnos su verdadero papel en aquella sociedad opresiva y deleznable, gasta dos tercios de la novela en sus años de formación. 
No es lo que el lector espera. 
Después de un inicio tan fulgurante, con esa copa de vino haciendo resurgir un sentimiento de culpa, esperamos una confesión en toda regla, no una nueva impostura. Porque aunque el bildungsroman que se marca Lasdun está maravillosamente escrito y no carece de interés, la organización de los materiales narrativos está desequilibrada y resulta un tanto frustrante. Parece como que el narrador hubiese querido poner la tirita (sepan que mi carácter es débil y mi actitud pasiva, que tanto mis padres como la sociedad me empujaron a la impostura) antes de declarar su verdadero papel en aquella época atroz.

La novela se convierte pues en un estudio de personajes centrado, sobre todo, en el carácter de Stefan que es bien particular. El protagonista y narrador tiene ese aire aturdido de quien vive la vida como un préstamo extraño que nunca logra comprender. Tiendo a verlo como una personificación genuina del "síndrome del impostor". Su vida no es algo que él elija, siempre le es sobrevenida. Fue declarado poeta-intelectual por su madre para forjar el nuevo esplendor de la familia, lo que le obligó a expurgar versos de viejos tomos escondidos en el desván. Conoció inopinadamente a Inge pero nunca la conquistó, cayó en sus brazos casi por despecho, al ser abandonada por Menzer, el líder de los disidentes. Cuando llega a EEUU la pátina de "poeta disidente" le bastó para ser contratado por la revista que editaba una ricachona snob.
"Recuerdo esa extrañeza onírica que me embargó al ser tratado como si la posibilidad de que fuera un distinguido Hombre de Letras y un genuino disidente político se considerase un hecho establecido e incontrovertible." pág 167









Resulta paradójico, y quizás ahí radique el interés de la novela, ver cómo las mentiras se acumulan, mientras Stefan va medrando impunemente, cuando se trata de un tipo parado y despreciable.
"Yo era quien había creado esta existencia extraña y convulsa, del mismo modo que una criatura marina fabrica el caparazón que le conviene. El rasgo definitorio de este particular caparazón -sigamos con la analogía- resultó ser el progresivo estrangulamiento de su inquilino. Cuando conseguí quitármelo de encima, ya estaba más muerto que vivo." pág .69
Stefan tiene un carácter eminentemente sumiso y conformista. Siempre tiende a "esperar lo peor", pero cuando le ocurre un agravio (desde el bullying que sufrió en el colegio hasta la copa que le derraman en Nueva York, pasando por los abusos que sufrió por el conserje-vigilante del edificio) lo siente como un déjà vu, una sensación de que el daño infligido ya estaba hecho con anterioridad. Como que ya estaba amortizado.
"Lo que conservo más vívidamente que los detalles concretos, que ya me resultaban familiares a esa edad, es la sensación de que el daño que se me estaba haciendo ya había sido infligido, de forma misteriosa, con anterioridad. Ya había sucedido. Puede que no de manera literal, pero sí de un modo que hacía de esa manifestación suya poco más que una especie de documento jeroglífico de un acontecimiento anterior y más relevante; de la misma manera, pongamos por caso, que una formación rocosa en concreto, hecha visible por un corrimiento de tierras, documenta un seísmo que tuvo lugar hace milenios en las placas tectónicas de la tierra." pág. 68.
Sólo al final tendrá que tomar una terrible decisión para que su expediente de delator no vea la luz. La caída del muro de Berlín y la reunificación de las dos Alemanias abrió los archivos de la temida Stasi y muchos alemanes quedaron estupefactos al comprobar la cantidad de amigos y familiares que en realidad eran informantes del Organismo de Seguridad; el cual se estima que llegó a tener más de doscientos mil confidentes en nómina, lo que facilitó el éxito de la represión.

Archivos de la Stasi


Lamentablemente todo esto sólo ocupa unas pocas líneas en una novela que tiene sus mejores páginas en la llegada a EEUU ("Las dos caras de la moneda me fascinaban: la ruina y el glamour..." pags. 156 y ss.); aunque yo prefiero las de introspección de este personaje tan despreciable como alérgico a la acción.
"Por eso la gente había empezado a apartarse de mí, cosa que se me antojaba de lo más natural. Recuerdo que cada vez que me atacaban, ya fuera de manera física o verbal, una parte de mí se situaba con firmeza junto a mis agresores. Si me hubiera sido posible dividirme en dos, probablemente habría participado en los ataques contra mi persona.
Ya había experimentado los efectos paralizantes de esa antagonismo durante la semifinal de los doscientos metros. Lo que me sucedió durante los siguientes años, mientras el curso de mi impopularidad seguía avanzando, fue esencialmente una versión corregida y aumentada de esa experiencia.
Un profundo letargo se adueñó de mi espíritu. Mi mente se fue nublando y mi cuerpo experimentaba un sopor permanente. Empecé a ver las exigencia de mi vida como distancias insalvables que había que recorrer, cosa que no lograría jamás dado que me había convertido en un ser extraordinariamente lento, con lo que más valía ni intentarlo. En casa, pasaba las horas tumbado en la cama. Me gustaría decir que me convertí en un tipo sesudo y autoexigente, que leía sin parar, que lo leía "todo", pero lo verdad es que me pasaba la mayor parte del tiempo mirando al techo. Si desarrollé algún tipo de conocimiento, fue el que incumbe a la vagancia. Conservo de ese período la sensación de una misteriosa relación entre las habitaciones y el tiempo. Llegado a cierto nivel de inmovilidad, uno olvida la ostensible función de una habitación -servir de refugio o de área sellada para llevar a cabo en ella una determinada actividad- y empieza a experimentarla en su más pura naturaleza, la de un barco que te transporta a través del océano del tiempo. Cuanto menos me movía, más evidente me resultaba esa función. A veces me parecía que casi notaba debajo de mí la oscilación y el balanceo de ese invisible elemento, lo cual constituía una sensación extrañamente placentera: la sensación del contacto al desnudo con un poder superior capaz de aniquilarlo todo y dispuesto a ello. Me dije que sólo necesitaba yacer ahí y dejarme llevar por cualquier vejación que me acechara para desmoronarme y convertirme en polvo. Que el hecho de que yo mismo formara parte de este Apocalipsis a cámara lenta no era más que un pequeño valor añadido. "
págs. 79-80


sábado, 24 de abril de 2021

DISCURSO en LA OFICINA de OBJETOS PERDIDOS - de Wislawa Szymborska

























    Perdí unas pocas diosas camino del sur al norte,
    también muchos dioses camino de este a oeste.
    Un par de estrellas se apagaron para siempre, ábrete, oh cielo.
    Una isla, otra se me perdió en el mar.
    Ni siquiera sé dónde dejé mis garras,
    quién anda con mi piel,
    quién habita mi caparazón.
    Mis parientes se extinguieron cuando repté a tierra,
    y sólo algún pequeño hueso dentro de mí celebra el aniversario.
    He saltado fuera de mi piel, desparramado vértebras y piernas,
    dejado mis sentidos muchas, muchas veces.
    Hace tiempo que he guiñado mi tercer ojo a eso,
    chasqueado mis aletas, encogido mis ramas.
    Está perdido, se ha ido, está esparcido a los cuatro vientos.
    Me sorprendo de cuán poco queda de mí:
    un ser individual, por el momento del género humano,
    que ayer simplemente perdió un paraguas en un tranvía.





                                                                                                 Wislawa Szymborska


sábado, 17 de abril de 2021

30 MONEDAS - creada por Alex de la Iglesia



Alex de la Iglesia es uno de mis cineastas predilectos. Sus temas iconoclastas, su potencia visual y ese híbrido de terror y esperpento que practica me atrae sin remedio. Sus protagonistas entre histriónicos y neuróticos no dejan indiferente a nadie. Otro asunto es que sus obras plenamente redondas sean menos que las más irregulares donde conviven su enorme talento con tropiezos en el desarrollo. Lamentablemente aquí vuelve a ocurrir. Una serie llena de ideas y secuencias formidables se ve mellada por personajes y subtramas que te abocan a puntos muertos.

Pero a pesar de ello De la Iglesia nos ha regalado un producto ambicioso e irreverente para disfrutar a tope, mezclando de forma desatada su estilo y su mundo con algunos de los mejores tropos de lo fantástico: el diablo, la brujería, los dobles, los sacrificios sangrientos, los poseídos, la lucha entre el Bien y el Mal y la malignidad de la niebla o los espantapájaros de origen sobrenatural. Todo ello sin olvidar el paso entre dimensiones a través de un espejo. Desde la misma cabecera De la Iglesia deja patente su audacia e intenciones. Una crucifixión de Cristo brutal e irreverente rodada con total maestría a través de viñetas hiperrealistas donde vemos a unos diabólicos romanos y a un Jesús que, en medio de la tortura, se gira hacia Judas riéndose de su destino como traidor. Y todo ello bañado por una saeta postmoderna obra de un Roque Baños antológico. 


Manuel Vergara (Eduard Fernández) es un párroco especializado en exorcismos que ha sido exiliado desde Roma al pueblo segoviano de Pedraza. Allí intenta recomponer su vida tras muchas experiencias traumáticas enfrentándose al Mal y el remordimiento por la muerte de un joven durante un exorcismo. Como único vestigio de esa lucha obra en su poder una de las 30 monedas con que se pagó a Judas su tradición. Este será el objeto sobre el que girará toda una conspiración global que recorrerá Roma, París, Nueva York, Jerusalén y Ginebra. 

Comienza la serie de forma potentísima con un señor recorriendo las calles de Ginebra hasta la sede del banco BPH. Allí dispara a todo el que se le interpone sin inmutarse por los disparos que recibe. Una vez en la cámara revienta una caja de seguridad para hacerse con una moneda. A la salida le recoge un lujoso coche con un extraño cura que guarda la moneda. Después viene la intro y a continuación nos encontramos en Pedraza donde, en una noche de lluvia y relámpagos, la veterinaria local asiste al parto de una vaca que inexplicablemente alumbra ¡un niño!. No va más.

Este hecho extraordinario reúne a la veterinaria Elena (Megan Montaner) con el alcalde Paco (Miguel Ángel Silvestre) que consultan el asunto con el nuevo párroco. Los tres se convertirán en el trío protagonista ya que el padre Vergara le regala a Elena una moneda sin aparente valor, lo que hace que sea asaltada por visiones de unos enigmáticos obispos que le exigen entregarla.  


Todo esto se nos presenta en dos capítulos iniciales tan interesantes como dispersos, siendo el tercero en el que la serie implosiona con un montón de ideas fulgurantes y la presentación de los villanos de la serie. Descubren en una casona del pueblo un gigantesco espejo que demuestra ser una puerta interdimensional. Las secuencias en torno a él son espeluznantes y De la Iglesia las ha rodado como sólo él sabe. En el espejo se ve un libro que en la habitación real no existe: El Evangelio de Judas, un texto apócrifo que según cuenta Vergara es el texto de cabecera de los cainitas, donde se afirma que Judas también formaba parte del plan de Cristo.
"Lo llaman el Evangelio de la traición. La idea es muy simple. Dios es todopoderoso ¿de acuerdo? O sea que sabe todo lo que va a ocurrir. Lo sabe y lo consiente porque forma parte de su plan: el Plan Divino. O sea que la traición de Judas también forma parte del Plan. ¡Cristo quiere ser traicionado! Cristo le pide a Judas que le traicione para que la Salvación sea posible. Escúchame, si Judas no le traiciona, Cristo no terminaría en la Cruz y no resucitaría. De hecho...¡Judas es el mayor de los santos porque entrega su alma para que Cristo cumpla con su destino! ¡Judas se sacrifica por él!"


A través del espejo llega un doble maligno del párroco que pretende llevar el caos y la locura al pueblo, convirtiendo a sus habitantes en una horda feroz. Aunque no se abunda en las situaciones de sospecha sobre si es Vergara o su reverso, el director vasco nos deja una de sus perlas de humor negro y casticismo en el sermón de este insidioso cura. 
"La lucha entre el Bien y el Mal. Ahora voy a deciros donde se encuentra el Mal. Desde luego no lo busquéis en el Infierno. El Mal se encuentra a vuestro lado. En el corazón de vuestra propia casa. El mal es ese señor que sale sonriendo en televisión prometiendo solucionar todos vuestros problemas. Unos problemas que en realidad él mismo ha creado. Os engaña. Os miente. Y vosotros le votáis una y otra vez . ¿Por qué?. Por miedo. Dios quiere justicia. Dios quiere que denunciemos a los que nos manipulan con sus palabras a la vez que nos roban lo que es nuestro."
Los capítulos 4 y 5 desarrollan en paralelo la llegada de Vergara a Roma, donde es secuestrado por los cainitas para intentar atraerlo a su causa; mientras que en Pedraza se presenta el marido de la veterinaria, desaparecido de forma misteriosa hace dos años. Sin embargo se trata de una nueva amenaza ya que es un sosias convocado por la bruja del pueblo a partir de un espantapájaros. 

En los cinco primeros episodios se aprecia que De la Iglesia y Guerricaechevarría han optado por desarrollar un arco narrativo individual para cada capítulo, a la vez que se desarrolla la trama principal. De ahí las subtramas que se van sucediendo, la del recién nacido que cuida obsesivamente Carmen (Carmen Machi) hasta convertirse en un monstruo, la de la ouija que celebra una pandilla de jóvenes en la que una de ellas desaparece hechizada por los cainitas o la del doppelgänger del marido de la veterinaria. 



Esta concepción episódica ha permitido a De la Iglesia explorar multitud de temas fantásticos, pero también perder el ritmo con un metraje excesivo dedicado a aspectos costumbristas cuando no directamente chuscos. Los puntos muertos a los que me refería más arriba son precisamente los más castizos y hacen decaer la intensidad de la trama: casi toda la historia de Jesús (Paco Tous), la del ricachón del pueblo y por supuesto la del guardia civil interpretado por Pepón Nieto y sus refuerzos, las dos policías interpretadas por Nuria González y Greta Fernández.  

En cambio los personajes de Carmen Machi y Macarena Gómez sí tienen ese punto vesánico que los hace interesantes. Quizás el problema radique ahí. El gusto por lo costumbrismo y el esperpento del autor vasco necesita estar unido al delirio y la malignidad, como ocurría con el cura de Mirindas Asesinas y con el de El día de la bestia. También en La Comunidad, una inmersión total en el costumbrismo, que hacía aflorar en los vecinos un fondo de perversión. Por contra los vecinos de Pedraza son receptores pasivos del mal. De ahí que Merche (Macarena Gómez), la mujer del alcalde, vaya ganando protagonismo según aumenta su infamia.   

De todos modos la historia es tan potente y la realización tan vigorosa que podemos saltar por encima de estos baches para deleitarnos con escenas memorables. Yo particularmente me quedo con la parte italiana (¡y hablada en italiano!) que es apasionante. Las secuencias del padre Vergara con el cardenal Fabio Santoro (Manolo Solo) son magníficas. No sólo por ese territorio que nos permite visitar los sótanos del Vaticano con sus bibliotecas y archivos secretos, sino por el recorrido de la historia de estos dos curas que se dejan tentar por el conocimiento y poder que representa el diablo.



En este sentido el capítulo cuarto es uno de los mejores al juntar a los dos sacerdotes con el mismísimo diablo -todo un hallazgo el actor Cósimo Fusco- que no por nada se llama Angelo. La conversación cara a cara que tienen los tres en una celda destila una intensidad increíble y el propio Álex de la Iglesia considera que es de lo mejor que ha dirigido nunca, según declara en esta entrevista:
Es una escena que no me puedo permitir hacer en el cine porque dura casi 15 minutos y estoy especialmente orgulloso de ella. Sobre todo cuando Lucifer explica qué ha pasado en la humanidad, que ‘el mal’ luchó y perdió en la batalla primordial tal y como se les había dicho porque era su papel, y que lo único que pedían era “aparecer en los créditos”, que es una frase que me gusta mucho. “Entonces nos escondimos en un lugar del pensamiento de Dios que vosotros llamáis infierno”; eso es de las mejores cosas que hemos escrito. El golpe de suerte llegó con la interpretación de Cósimo Fusco. Teníamos que buscar un individuo que te creas que es el demonio por su manera de mirar, de moverse.
...
Me proponían que llevara unos ropajes destrozados y yo pensé que no, que iría de traje y corbata; si está algo sucio es porque lleva un mes encerrado en una celda. Pero no quiere impresionar a nadie con su apariencia, le dije a Cósimo que no gritara ni levantara la voz en ningún momento porque, joder, eres el fucking demonio, no necesitas hacer nada. Hay un momento en que el tercer cura le reta a librarse de sus cadenas, “¿por qué no me prendes fuego con tu lengua?”, y Lucifer se queda como decepcionado, “¿de verdad quieres eso? ¿No te basta con lo que estoy diciendo y necesitas que pasemos a los efectos especiales?” (risas). Es un momento muy atractivo.
El problema vuelve a estar en la resolución. El enfrentamiento entre Santoro (ya en posesión de las 30 monedas) y Vergara tiene muy poca entidad y resulta precipitado. En la hora de la verdad, las misas negras con hostias oscuras y los cientos de carneros degollados que han convertido Pedraza en un reguero de sangre, no tienen una culminación a su altura. Cuestión que se arregla con un giro final que nos invita a la siguiente temporada.


La serie me resulta audaz y excesiva, por momentos terrorífica y siempre disfrutona con su colección innumerable de referentes fantásticos. Los más evidentes tienen que ver con John Carpenter y películas suyas como ‘El príncipe de las tinieblas’ (1987) En la boca del miedo (1994) o El pueblo de los malditos (1995). 

Me gusta mucho este juego de reliquias y fetiches como símbolos de poder (las monedas, la lanza de Longinos, el evangelio apócrifo) y celebro que el hallazgo narrativo de los cainitas no sea simplemente funcional. 
"La cuestión esencial siempre ha sido la cuestión del Mal. ¿Por qué Dios permite la existencia del Mal?
-¿Por qué?
-Si un hombre no puede elegir entre el Bien y el Mal...es libre.
-Para que seamos libres
-Pero eso significa aceptar el sufrimiento de los inocentes, la pobreza , la injusticia, el crimen ... No es tan fácil ser libre. Sale caro.
-El mal es necesario para que exista el bien
-Pero si el Mal es necesario es como decir que es Bueno. que los que hacen el Mal sólo interpretan su papel dentro del Plan Divino . Sería como decir que es bueno hacer el Mal. Eso es lo que defienden los cainitas."
En el capítulo final se nos informa que Napoleón logró reunir tres monedas, mientras que Hitler se hizo con cinco. Parece que un poder absoluto más grande que la Humanidad es algo obsceno llamado siempre a fracasar. Quizás por eso el cardenal Santoro, una vez investido con las 30 monedas, sufre un impasse que provoca su perdición. 





















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Está claro que De la Iglesia conoce el cuento de Borges, Tres versiones de Judas, incluido en el volumen Ficciones (1944). 
Recordemos que una propone que si "el Verbo había pasado de la eternidad a la historia y de la dicha sin límites a la mutación y la muerte"; correspondería un sacrificio condigno y Judas Iscariote, discípulo del Verbo, se rebajó a delator: "El orden inferior es un espejo del orden superior".

Mientras que en otra un teólogo propone un ilimitado ascetismo. Judas "pensó que la felicidad, como el bien, es un atributo divino y que no deben usurparlo los hombres". De modo que igual que el asceta mortifica la carne, Judas mortificó el espíritu, "eligió aquellas culpas no visitadas por ninguna virtud: el abuso de confianza (Juan 12: 6) y la delación. Obró con gigantesca humildad, se creyó indigno de ser bueno".

La tercera es tan radical como la propuesta cainita: "Dios totalmente se hizo hombre hasta la infamia, hombre hasta la reprobación y el abismo. Para salvarnos, pudo elegir cualquiera de los destinos que traman la perpleja red de la historia; pudo ser Alejandro o Pitágoras o Rurik o Jesús; eligió un ínfimo destino: fue Judas".

Pero quizás De la Iglesia ha elegido, para desarrollar su serie, la versión que se recoge en la nota final del relato, aquella que dice:

"Erfjord, en el tercer apéndice de la Christelige Dogmatik refuta ese pasaje. Anota que la crucifixión de Dios no ha cesado, porque lo acontecido una sola vez en el tiempo se repite sin tregua en la eternidad. Judas, ahora, sigue cobrando las monedas de plata; sigue besando a Jesucristo; sigue arrojando las monedas de plata en el templo; sigue anudando el lazo de la cuerda en el campo de sangre."


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* Una estupenda entrevista a Alex de la Iglesia donde repasa las mejores escenas.

* Un artículo donde se identifican todas las referencias en 30 monedas.