viernes, 2 de octubre de 2020

NARRATIVA EUROPEA - de Mercedes Monmany



Quiero dar cuenta aquí de un libro que es en sí mismo un blog literario completo. Fagocitados por las prisas, el solapamiento de las novedades o directamente la indiferencia y el olvido, valiosas obras de otras literaturas corren el riesgo de desaparecer por el sumidero del tiempo. Libros como éste ayudan a mantenerlos vivos e incluso repescar lo que pasó inadvertido. Lo ha escrito la ensayista y crítica literaria Mercedes Monmany y lleva por título "Por las Fronteras de Europa". El subtítulo circunscribe el territorio a "Un viaje por la narrativa de los siglos XX y XXI". Me parece el mejor Erasmus de Literatura europea para hacer desde el sillón de mi casa, ya que presenta y analiza 318 autores que recorren todas las grandes corrientes narrativas que han aflorado en Europa en los últimos 120 años. Claudio Magris, en la Introducción, lo define certeramente como "un atlas espiritual" y "una geografía literaria".

Mercedes Monmany (Barcelona, 1957) es crítica literaria y ensayista especializada en literatura contemporánea, y europea en particular. Ha sido editora, asesora de publicaciones y crítica literaria en los principales periódicos y revistas españoles Organizadora de numerosos ciclos, encuentros y exposiciones, ha traducido también a autores como Leonardo Sciascia, Attilio Bertolucci, Francis Ponge y Philippe Jaccottet. Es directora de las colecciones de poesía y de ensayo literario `La Rama Dorada`, de la editorial Huerga y Fierro. Escribe semanalmente sobre literaturas extranjeras en el suplemento `ABCD de las Artes y las Letras` del diario ABC, y colabora habitualmente en las revistas Letras Libres y Vanguardia Dossier. 

Me parece encomiable su insaciable curiosidad y diestro criterio, sólo hay que echar un vistazo al índice de este monumental libro de 900 páginas: literatura en lengua alemana, inglesa, francesa, portuguesa, italiana, rusa, hebrea, turca, holandesa, sin olvidar el mosaico centroeuropeo y los Balcanes o los países nórdicos. Por ejemplo en la Irlanda irredenta constan John Banville y Flann O´Brien, pero también William Trevor o Sebastian Barry. En los países nórdicos aparece Kjell Askildsen o Lars Gustafsson, pero también Peter Jacobsen o Knud Romer. En Italia descubro a Enzo Striano y su novela póstuma Nada de nada, "que sube a escena a la efervescente y utópica Nápoles del Siglo de las Luces, con su efímera República napolitana de 1799". Mientras que en el variadísimo catálogo de los Balcanes no faltan Ivo Andric, Elias Canetti, Bohumil Hrabal o Imre Kertész y Tibor Déry, "autor de una monumental y magnífica saga épica, La frase inacabada (1947), en la que retrataba a la sociedad de húngara de entreguerras"; también están presentes Jósef Czapski con su magnífico y estremecedor libro En tierra inhumana, sobre la barbarie de Katyn, Panait Istrati, "el vagabundo de los Balcanes y grandísimo cuentista oriental" o Miroslav Krleza, el más importante escritor croata del siglo XX, autor del clásico El retorno de Filip Latinovicz

Y todo ello sin olvidarnos del cuento griego contemporáneo con Rhea Galanaki o Filippos D. Dracodaidís. En la literatura en portugués aparecen Lobo Antunes, Lidia Jorge y Clarice Lispector, pero también Mia Couto, Agustina Bessa-Luís, autora de la bellísima novela Fanny Owen (1979), o Inês Pedrosa. Las nóminas de autores dedicados a Francia, Italia y Centroeuropa y los Balcanes son las más numerosas; aunque he leído con especial fruición los artículos dedicados a Portugal, Turquía e Israel.
Claudio Magris resalta en la Introducción que "a Mercedes Monmany la mueve el amor, un amor extraordinariamente generoso por los autores y las obras que descubre y de los que se enamora, que hace suyos entregándose a ellos, dándolo todo de sí: su entusiasmo, su pasión, la agudeza de su juicio."

Como no me gustan las listas evito reproducir el índice, en cambio he seleccionado algunos párrafos y presentaciones.





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MARCELLE SAUVAGEOT: LA AGONÍA DEL AMOR

¿Qué tienen en común libros aparentemente tan dispares como Reencuentro de Fred Uhlman, Paradero desconocido de Kressmann Taylor, Una pena en observación de C. S. Lewis y Déjame, de la francesa Marcelle Sauvageot? Pues que son pequeñas joyas estremecedoras e inmortales. Piezas raras, en según qué casos aisladas, que no tuvieron continuación alguna -en cuanto a intensidad o en cuanto a mera insistencia a la hora de publicar- por parte de sus autores y, en su mayor parte, ignoradas en el momento de su publicación. Congeladas en el tiempo con su brevedad justa y radical consiguieron más tarde, en algún momento, ser recuperadas y comprendidas con todo el entusiasmo y emoción que merecían. Si exceptuamos la maravillosa oración fúnebre que el escritor británico C. S. Lewis compuso a la muerte de su mujer, la poeta americana Helen Joy Davidson Gresham, el resto de las obras mencionadas tuvieron como voluntario o involuntario telón de fondo los convulsos años 30 del siglo pasado, y en algún caso, como el sobrecogedor libro, o testamento amoroso, de Marcelle Sauvageot, los que lo firmaron, fueron autores de ese único, conciso e imperecedero volumen.


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WILLIAM TREVOR, MAESTRO IRLANDÉS

Hay que decir antes que nada que William Trevor (Cork, 1928) es un magnífico autor, uno de los mejores de nuestros días. Candidato fijo desde hace años a ese errático e imprevisible premio que es el Nobel, que a veces da buenas sorpresas, Trevor, al que un día el New Yorker calificara como «el más grande autor de relatos contemporáneo», proviene, además, de uno de esos invernaderos, Irlanda, aparentemente inagotables, que no han cesado de dar sus mejores flores literarias a lo largo de los siglos, desde Le Fanu, Yeats, Beckett o Joyce hasta, ya en nuestros días, nombres como Edna O’Brien, John Banville, Seamus Heany, John McGahern o expatriados como Colum McCann y el famosísimo Frank McCourt. Un país, ahora ya muy distinto a la imagen siniestra, al tópico que durante siglos se asoció únicamente a hambrunas históricas, emigraciones masivas, sangrientas luchas de independencia, dogmas nacionales y religiosos, al Sinn Féin o a borracheras interminables en los pubs con legiones de bardos aficionados a tristes baladas y poemas melancólicos.
Poseedor de una innegable maestría narrativa, su magnífica novela La historia de Lucy Gault (2002) estaría dominada por esa poesía terrible y desoladora, de iluminaciones secas y deslumbrantes, dura como un mazazo, con la que este autor suele dar luz a la vida secreta y al sufrimiento callado de sus personajes solitarios, marginales, habitantes de los límites. A esas víctimas, invisibles para la mayoría, que padecen en sus carnes las injusticias y la crueldad de una Historia general, o bien privada, que los ha empujado a encerrarse más y más en sí mismos y en sus obstinadas pasiones, en sus derrotas, en su imparable autodestrucción. Los personajes femeninos de Trevor suelen tener este carácter estremecedor e imborrable. Están dominados por una terca, ciega, a veces casi suicida y enajenada resolución; por amores descabellados e imposibles («el amor es avaricioso cuando pasa privaciones») que los hacen ir hacia delante con su empeño, con su mudo estoicismo. Ahí estaría la chica irlandesa y vagabunda, Felicia, perdida en el mundo moderno y aterrador, desconocido, de una ciudad inglesa, a la que ha llegado en busca de un amor perdido, de El viaje de Felicia (1994, novela llevada al cine por Atom Egoyan); o la frágil y sometida Mary Louise Dallon, que para escapar de toda la miseria y el vacío de la vida que la rodea, lee con avidez páginas, obras literarias en las que halla su refugio (Leyendo a Turguéniev, 1991), o, si no, la indoblegable protagonista de La historia de Lucy Gault.


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GOLIARDA SAPIENZA: LA CONQUISTA DEL PLACER

Aclamada como una gran autora diez años después de su muerte, la historia y desventuras que sufrió la magnífica obra El arte del placer de la escritora y actriz siciliana Goliarda Sapienza (Catania, 1924 - Roma, 1996) nos parece hoy un nuevo y nefasto ejemplo de desatención crítica o, si se prefiere, de inflexible falta de comprensión. Una falta de comprensión que vendría provocada al no seguir al pie de la letra una estética y unas tendencias deseables que los tiempos, a cada paso, imponen como absolutos. Como diría el que fue su marido, Angelo Pellegrino, prologuista de la edición recuperada de El arte del placer, «el hecho de nacer entre la vanguardia y el minimalismo no podía favorecerla». Demasiada pasión, demasiada poesía del deseo y de lo irracional, demasiado desinterés por formalismos huecos y desangelados, o demasiada crudeza en las emociones y en el desprecio por la moral. (...) El éxito llegaría, ya en la primera década del siglo XXI, a través como muchas veces sucede, de Francia, un país atento como pocos, y caja de resonancias fundamental para casos «perdidos» literarios. 
Reescritura escandalosa de la literatura clásica de formación de un personaje, el libro de Goliarda Sapienza, nacida en el seno de una familia progresista desde siempre vinculada al mundo de la política, es un viaje fascinante a lo largo de la historia italiana del siglo XX. Un viaje a contrapelo que recorre una mujer casi mítica, Modesta, de empeño y tesón en sus objetivos casi legendarios, nacida simbólicamente el 1 de enero de 1900. Una mujer que, al modo de los conquistadores masculinos, con una energía brutal, avanza imparable a través de la apropiación de los territorios más inexplorados y prohibidos antes para cualquier mujer, sobre todo para las mujeres pertenecientes a su casta, la más baja y miserable del escalafón a comienzos de siglo en Sicilia.


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MARCEL MÖRING Y SU SAGA FANTÁSTICA

(...)
Otro de estos interesantes escritores en lengua neerlandesa es Marcel Möring (Enschede, 1957) autor de En Babilonia (1998), una excelente saga fantástica, llena de referencias literarias, míticas, bíblicas y cabalísticas, que recorre más de tres siglos de una estirpe judía imaginaria, los Levie-Hollander. En esta obra o Torre de Babel con la forma de remolino de historias que convergen al final para dar respuestas, conviven y dialogan muertos y vivos, humor y tragedia, realidad e irrealidad, épocas y continentes distintos, convirtiéndose en una bellísima metáfora del desarraigo como hecho consustancial a la condición humana. Pero también ocupa un protagonismo esencial el homenaje simbólico que Möring, hijo de una huérfana judía cuya familia sería totalmente exterminada, rinde a la importancia de la memoria y, en concreto, al significado individual que tiene el tiempo, el recuerdo y el pasado, para cada persona, para cada familia, para cada comunidad. La estirpe de los Levie, que se transmutaría en Hollander, como agradecimiento al país que les dio acogida, estaría fundada por un relojero, Chaim, que salió de su pequeña aldea de la Europa Oriental, en la parte que Polonia limita con Lituania, en el siglo XVII, huyendo de las matanzas de los cosacos. Instalándose en la próspera e industriosa Roterdam, sus descendientes se convertirían con el tiempo en físicos, sociólogos, falsos mesías, escritores de cuentos, e incluso estarían implicados en la preparación y lanzamiento de la bomba atómica.


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ORIO VERGANI: PRIMER AMOR, ÚLTIMOS SUEÑOS

Escrita por un curioso personaje de entreguerras, un «príncipe» de los periodistas italianos de su época, Orio Vergani (Milán, 1898-1960) participante en su día de las famosas tertulias de Gómez de la Serna en el Café Pombo, la novela Función en el colegio (1940) quedará como una de esas aisladas y emocionantes joyas de la literatura de un país, que el azar o algún tipo de terca tenacidad editorial los devuelve a la luz feliz y periódicamente.

A la manera de obras maravillosas o clásicos de la iniciación como El gran Meaulnes de Alain Fournier o El sueño de los héroes de Bioy Casares, esta novela narra de forma melancólica y dolorosa la aparición fugaz, onírica, casi se podría decir que fantasmal, de un primer amor inmediatamente perdido, que simboliza e inaugura en sí la cadena imparable y lacerante de pérdidas irremediables a las que un ser humano tendrá que asistir conforme vaya creciendo. Función en el colegio tendría la virtud de captar en unas cuantas instantáneas fatales y simultáneas el sentimiento de angustia e impotencia ante un destino que ha marcado a sus protagonistas, unos adolescentes, con la peor de las condenas: el paso del tiempo.

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