sábado, 1 de junio de 2019

POSESIÓN - de A. S. Byatt


UNA BÚSQUEDA APASIONANTE.
"Quiero vivir, amar y escribir. ¿Será pedir demasiado?", se pregunta una prima de la protagonista en la página 366. 
Ahí creo encontrar el epítome de este libro, rebosante de cartas y diarios.
Vivir, con significado y pasión. Amar como acción vital y escribir como expresión ineludible de una vida plena. En el fondo las tres palabras significan creación, revelación del alma a través de la literatura; y por conseguirlo esta novela es maravillosa y monumental. 

La novela es absolutamente literaria porque su asunto y sus protagonistas lo son; pero también esconde un vibrante relato de suspense que es una carrera por descubrir el secreto de una relación. Esto puede parecer paradójico, pero es así. La investigación de un puñado de académicos sosos e inseguros sobre un tedioso poeta victoriano, más famoso que leído, resulta apasionante y te mantiene en vilo hasta la última página. 

El libro rezuma literatura por todos sus poros. En sus páginas se reproducen poemas, cartas, anotaciones lingüísticas y mitológicas y hasta tres cuentos completos que A. S. Byatt compone, en un prodigio de virtuosismo, con el estilo y las claves de cada uno de sus autores. Los poemas de Randolph Henry Ash y Christabel LaMotte no solo tienen un metro y una rima propios, sino que el objeto de cada uno y sus metáforas logran identificar plenamente a su autor. Cabe decir lo mismo de las cartas y diarios que invaden las páginas. En ellos apreciamos con nitidez la desesperación de Blanche Glover por el distanciamiento de su Princesa, el dolor sosegado de Ellen Ash por la aventura de su marido o la pasión juvenil de Sabine de Kercoz batida por las tormentas de su Bretaña natal y las vivencias contradictorias que le provoca la visita de su prima Christabel. Las citas lingüísticas y mitológicas, las resonancias -poéticas o irónicas- que evocan la mayoría de los nombres o las claves que de pronto refulgen en los poemas al hilo de lo que van revelando las cartas halladas, resultan de una sabiduría literaria realmente deslumbrante.


Para encajar todas las piezas, Byatt arma una estructura tan compleja como dinámica donde conviven personajes y vivencias de dos épocas, que se mezclan y reflejan en un juego admirable: la de 1859 de Ash y LaMotte, época victoriana encorsetada y aparentemente insulsa; y la de 1986, en la que los estudiosos Roland Michell y Maud Bailey, persiguen los rastros literarios de una secreta pasión. Porque no hay que olvidar que, en el fondo, la novela no es más -ni menos- que una historia de amor, tan furtiva como apasionada, tan fogosa como literaria.

Todo empieza con un hecho inocente que deriva en uno culposo. Roland Michell es un oscuro graduado en literatura inglesa que estudia la obra del eminente poeta victoriano Randolph Henry Ash (inspirado vagamente en Robert Browning o tal vez en Alfred Tennyson). Su anodina existencia cambiará radicalmente al descubrir por azar unos borradores de cartas que el poeta nunca llegó a enviar a una misteriosa dama. Subrepticiamente las hurta de la biblioteca. Intuye que son la llave de una verdad escondida. R. H. Ash, el poeta sobre el que multitud de académicos y seminarios han volcado estudios e investigaciones, podría ser otra persona muy diferente del poeta frío y culto o marido intachable que figura en los manuales.

Como todo apunta a una poeta menor de aquella época, Christabel LaMotte (inspirada en Christina Rossetti), Mitchell acude a Maud Bailey, especialista en esta poetisa que actualmente está siendo reivindicada por las feministas inglesas. Ambos visitan el torreón donde vivió retirada y allí se producirá una escena verdaderamente excitante y mágica: Maud recordará un poema de LaMotte que aportará la clave para desentrañar el misterio.

A partir de ahí la novela se precipita en una carrera de detectives que encima han de mantener en secreto, pues acechan dos gigantescos buitres de sombra alargada, los dos mayores especialistas mundiales en R. H. Ash: el norteamericano Cropper y el muy inglés Blackadder. Esta carrera tiene secuencias memorables que culminan con un enfrentamiento entre todos los protagonistas ¡en un cementerio gótico en plena Gran Tormenta de 1987, con árboles cayendo y tejas volando!

El estilo de Byatt es refinado y preciso y fluye armonioso entre multitud de matices. Cada personaje dispone de un capítulo de presentación o de todo un diario para su más completo desarrollo. No sólo Ash y LaMotte, sino también Michell y Maud Bailey, Ellen, la mujer de Ash, Blanche, la compañera de Christabel y hasta el derrochador Mortimer Cropper, coleccionista obsesivo que arrasa con todo a golpe de talonario; nos invitan a recorrer los vericuetos de sus anhelos y sinsabores. Para rematar la faena Byatt juega con la ascendencia de alguno de ellos para redondear una trama sorprendente e ingeniosa.
"Merlín hechizado", de E. Burnett-Jones
Hay capítulos enteros que son básicamente un largo poema. Otros transcriben completo un intercambio de cartas. Algunos otros reproducen las entradas de un diario, o un cuento. El libro mezcla vida y literatura en una pócima irresistible que incluye mitos, relatos y feminismos varios.

MITOS RECURRENTES 
En el entorno poético y mítico que recrea la novela, "Melusina" es el poema mayor de Christabel LaMotte, "Ragnarök" el de Ash, "Vivien hechizando a Merlín" es el cuadro definitivo de Blanche y, abundando en ello, el padre de Christabel es el famoso recopilador de una Mythologie Française. En las cartas y diarios afloran leyendas como La Azuzena o Dama de Shalott, la historia de Dahud, reina de la ciudad anegada de Is... y hasta La Sirenita, de H. C. Andersen, otro hada que se transforma y sale de su mundo. Christabel, según declara, tiene muchos poemas sobre la metamorfosis, "uno de los temas de nuestro tiempo". 

Creo que el mito de Melusina es el trasfondo de toda la novela e incluso su leit motiv. En esta entrada desarrollo más este interesante asunto. El varón/Ash trata de poseer a Melusina/Christabel sacándola de su mundo; pero después de un tiempo de felicidad hay una traición y todo acaba mal. Christabel es libre y autosuficiente como Melusina; y como ella tiene un reino secreto. Como el hada, Christabel ofrece amor y fecundidad; pero también una huida para preservar su mundo o para esconderse de una sociedad que no la acepta. Podemos ver toda la novela como una rutilante ilustración del mito.
"En efecto, mi Melusina es una de esas combinaciones que usted sugiere de lo ordenado y humano con lo contranatural y lo salvaje: fundadora del hogar y demonio destructivo. (Y mujer, cosa que usted no comenta)." pág 197

Le escribe Christabel a R.H. Ash. Y respecto a Maud Bailey también hemos de recordar que Michell la encuentra retirada del mundo, absorta en la obra de Christabel y en su Centro de Estudios de la Mujer. Lo cual nos lleva a otra línea fuerza de la novela,


EL FEMINISMO 
Mujeres, mujeres, mujeres en cada página y en cada resquicio. Escritoras, estudiosas y rebeldes. El pobre Michell navega entre su novia Val y luego Maud Bailey sin encontrar su camino. R. H. Ash suspira por asomarse al maravilloso universo que Christabel y Blanche guardan con celo en Betania. Una veta feminista indisimulada recorre la novela. No hay inocencia en el hecho de que Blanche pinte su mejor cuadro con Merlín y Vivien "en el momento del triunfo de ella, cuando canta el Hechizo que pone a Merlín en su poder, para sumirle en perpetuo sueño"(p. 190). Christabel y Blanche son unas extrañas en su mundo, como Melusina. Han de esconderse para vivir un amor que el siglo XIX condena. También Maud Bailey, en pleno siglo XX, se ha sentido relegada en su trabajo por ser mujer. 

Abundan los poemas y reflexiones sobre el papel de la mujer. Psique es uno de los poemas que Christabel envía a Ash y que refleja su mundo.

"No es el hombre quien con su aprobación
da mérito y valor a nuestra acción,
ni es su beso de amor o gratitud
el premio que acredita la virtud. 
Las hormigas, sin amo, rey ni dueño,
no necesitan en su diario empeño
otra razón para su afán y esmero
que el bienestar de todo el hormiguero.
Y al cruzarse dos de estos animales
sus mensajes se dan como entre iguales;
y a ninguna otra inclina la cabeza,
porque donde no hay rey todo es realeza.
"Donde no hay rey todo es realeza".
Seguro que Christabel pensaba en este verso cuando refiere la respuesta de un gran poeta al envío de sus poemas. En ella le indicaba que eran bonitos y que "servirían para proporcionarme un objeto en la vida en tanto no tuviera -reproduzco sus palabras exactas- «Otras responsabilidades más dulces y más serias»".
La Sibila Cumana en la Capilla Sixtina
En otro momento Maud y Michell hablan de un poema de Christabel, La Sibila de Cumas:
¿Quién eres?
En lo alto de un estante retirado
dentro de un vidrio hueco
mi ser se pliega y cuelga arrebujado
cual murciélago seco. 
¿Quién fuiste?
El dios de oro era el que me urgía
él cantaba y gritaba
mi voz era su voz, no era la mía
su calor me abrasaba.

¿Qué ves?
He visto el firmamento cuando ataron
sus esferas al cielo
he visto a César cuando le cerraron
los ojos con un velo. 
¿Qué esperas?
El deseo es un fuego agonizante
el amor es sufrir
la paz está en el polvo de un estante
sólo ansío morir.

—Es un poema triste.
—Las niñas son tristes. Les gusta; les hace sentirse fuertes. La sibila estaba a salvo en su tarro, nadie la podía tocar, quería morirse. Yo no sabía qué era una sibila. Pero me gustaba el ritmo. El caso es que cuando empecé a trabajar sobre los umbrales me acordé del poema, y me acordé de ella.
Escribí un artículo sobre la imaginación del espacio en la mujer de la época victoriana: “Seres marginales y poesía liminal.” Sobre la agorafobia y la claustrofobia y el deseo paradójico de verse libre en el espacio sin límites, el páramo desierto, el campo abierto, y al mismo tiempo encerrada en espacios pequeños, impenetrables, cada vez más estrechos: como la reclusión voluntaria de Emily Dickinson, como el tarro de la sibila.
—Como la hechicera de Ash en su In-Pace.
—Eso es distinto. Ash la castiga por su belleza y por lo que él consideraba su perversidad.
—No, en absoluto. Ash escribe sobre las personas, ella misma incluida, que pensaban que debía ser castigada por su belleza y su perversidad. Ella suscribía el juicio de los otros. Él no. Él lo deja a nuestra inteligencia.
Por la cara de Maud pasó un gesto de disconformidad." pág. 67-8
LOS MUCHOS CUENTOS
El libro es literario hasta la médula y prodiga cuentos y leyendas por doquier. No sólo el padre de Christabel es un mitógrafo famoso que ha recolectado los cuentos y leyendas bretones, ella misma ha publicado dos libros "deliciosos, aunque ligeramente inquietantes", según refiere uno de los eruditos: "Cuentos para inocentes", actualizando los cuentos infantiles con una vena más moderna, feminista y de insubordinación, y "Cuentos del Mes de Noviembre"; llegándose a reproducir en la novela dos de ellos "El féretro de cristal"
(cap. IV) y "El Umbral"(cap. IX). Posteriormente conoceremos la huida de Christabel a Bretaña por el diario de su prima Sabine de Kercoz, ella misma autora de tres novelas y de un relato sobre Is, la ciudad anegada en el Océano.
"No sabía que leyera usted cosas tan pueriles como los Cuentos del mes de Noviembre. Son fundamentalmente los cuentos que contaba mi padre , sólo en esos meses oscuros a los que convienen. Él solía decir que los compiladores o investigadores que iban a Bretaña en los meses de verano —cuando el mar a veces sonríe, y la bruma se alza del granito y casi brilla— acaso no encontraran nunca lo que iban buscando. Los cuentos de verdad sólo se contaban en las noches oscuras, ya pasados los Santos. Y los cuentos del mes de noviembre eran los peores: cuentos de aparecidos, de demonios, de portentos, del Príncipe de los Poderes del Aire. Y del Ankou que conducía un carro terrible, un vehículo que iba chirriando, crujiendo, rechinando, y que cualquiera podía oír a sus espaldas por el campo desierto en una noche oscura: lleno de huesos de muerto, quizá, balanceándose en montón. Y el Conductor era un Hombre de Huesos: debajo de su sombrero enorme sólo se le veían unas cuencas vacías; pero no era, conste, la Muerte, sino el Criado de la Muerte, que venía con su Guadaña, cuya hoja no era curva hacia dentro para recoger, sino hacia fuera… ¿para qué? (Me parece estar oyendo la voz de mi padre en una noche oscura, preguntando: ¿para qué? Y si yo se lo cuento a usted un poco insípidamente, pues es porque los días se van alargando, y fuera hay un tordo que no para de cantar en mi espumoso mayo: y todo esto está fuera de fecha.) Si todavía en noviembre seguimos escribiéndonos cartas —¿y por qué habríamos de hacerlo? ¿y por qué no?—, puedo contarle un cuento, y lo haré, a la manera exacta de mi padre. Pasado noviembre venían las historias, más suaves, de la Natividad de Nuestro Señor; recordará usted que es creencia bretona que en ese día santo las bestias hablan en los pesebres y en los establos, pero ningún ser humano puede oír lo que dicen esas criaturas sabias e inocentes, bajo pena de Muerte…" pág 197
Dinan, en Bretaña


La Bretaña se nos presenta como una región fértil en leyendas y aparecidos, "está llena de la mitología de encrucijadas y umbrales". El tío de Christabel le habla de la Toussaint en la Bretaña, la tradición del Mes Negro y del mes Muy Negro, por Noviembre y Diciembre. Meses que se dedican a reunir a los vecinos y contar cuentos. Los cuentos y las leyendas nos explican, sí; pero no hay que explicar los cuentos, reflexiona su tío.
Toussaint, a altas horas de la noche
Mi padre ha contado el cuento de Merlín y Vivien. Los dos personajes no son nunca los mismos de un año a otro. Merlín es siempre viejo y sabio, y se da perfecta cuenta de lo que le va a pasar. Vivien es siempre bella, y cambiante y peligrosa. El final siempre es el mismo. Y también la esencia del cuento: la llegada del mago a la antigua Fuente del Hada, la invocación del hada, su amor al pie de los espinos, cómo el viejo se deja sonsacar el hechizo que alzará a su alrededor una fortaleza sólida pero que sólo él puede ver y tocar. Pero mi padre, dentro de esa armazón, pone muchas historias. Unas veces el hada y el mago son amantes fieles, cuya realidad es únicamente esa cámara soñada, que ella, con la complicidad de él, hace piedra eterna de aire. Otras veces él está viejo y cansado y dispuesto a dejar su carga, y ella es un demonio que le atormenta. Otras veces es una batalla de ingenios, en la que ella es toda emulación apasionada, una voluntad demoníaca de vencerle, y él es increíblemente sabio, y con todo y con eso impotente. Esta noche no era ni tan decrépito ni tan listo: era triste y cortés, consciente de que la hora de ella había llegado, y dispuesto a hallar gusto en su eterno desmayo, o sueño o contemplación. La descripción de la Fuente del Hada, con su hervor oscuro y frío, ha sido magistral. También lo han sido las flores que tapizaban el lecho de los amantes: mi padre ha sido pródigo en imaginadas prímulas y campanillas; ha hecho cantar a los pájaros en acebos y tejos oscuros, y yo he recordado la vida de mi infancia, que se vivía en los cuentos, de tal manera que yo veía flores y fuentes, veredas escondidas y figuras de poder, y despreciaba, no, empequeñecía en mi mente la vida de las cosas de verdad, la casa, el huerto, Gode.
Cuando hubo acabado, ella dijo con una vocecilla muy marcada:
«Tú también eres un encantador, primo Raoul, que haces luces y perfumes en la oscuridad, y pasiones gastadas.»
«Yo despliego mis habilidades», dijo él, «como hacía el mago viejo para la joven hada.»
Ella dijo: «Tú no eres viejo.» Dijo: «Recuerdo que mi padre contaba ese cuento.»
«Lo contamos todos.»
«¿Y su significado?»
Yo entonces me enfadé con ella, porque en las Noches Negras nosotros no hablamos de significados con esa pedantería del siglo diecinueve, nos contentamos con contar, oír y creer. Pensé que él no respondería, pero dijo, pensándolo mucho y con gran amabilidad:
«Es uno de los muchos cuentos que hablan del miedo a la Mujer, pienso yo. De un terror masculino al yugo de la pasión, quizá; del sueño de la razón bajo la férula de, ¿cómo llamarlo?, el deseo, la intuición, la imaginación. Pero es anterior a eso; en su aspecto reconciliador, es un tributo a las antiguas deidades femeninas de la tierra, desalojadas por la venida del cristianismo. Así como Dahut era la Hechicera Buena antes de ser destructiva, así también Vivien era una de las divinidades locales de los arroyos y las fuentes; a las que seguimos reconociendo, con nuestras capillitas a quién sabe qué Virgen…»
«Yo siempre lo he interpretado de otra manera.»
«¿Cómo, prima Christabel?»
«Como una historia de emulación femenina del poder masculino; ella no le quería a él, sino su magia; hasta que se encontró con que la magia sólo servía para esclavizarle a él…; y entonces, ¿dónde quedaba ella, con todas sus habilidades?»
«Es una interpretación retorcida.»
«Yo tengo un cuadro», dijo ella, «que retrata el momento del triunfo… así; quizá sea retorcido.»
«En la Toussaint no hay que buscar demasiado el significado», dije yo.
«La razón debe dormir», dijo Christabel.
«Las historias son antes que los significados», dije yo.
«Como he dicho, la razón debe dormir», volvió a decir ella.
Yo no me creo todas esas explicaciones. Empequeñecen. La idea de la Mujer es menos que la brillante Vivien, y la idea de Merlín no es una alegoría de la sabiduría masculina. Merlín es Merlín
Universidad de Lincoln, U.K. donde trabaja Maud Bailey


CONTRAPOSICIÓN de ÉPOCAS 
Comenzando porque Michell y Val viven "entre Piccadilly y Putney, en el sótano de una decrépita casa victoriana"; la novela establece múltiples paralelismos entre una época y otra, así como entre sus personajes. Podemos ver a Maud y Michell como en un juego de espejos respecto a Christabel y Ash. Es muy interesante la estrecha relación entre dos épocas aparentemente irreconciliables, separadas por más de un siglo; por ejemplo respecto al papel de la mujer, la concepción moral o los prejuicios. Por otro lado los poetas y académicos de Byatt no cejan en la búsqueda de la verdad, ni del sentido profundo de una obra. Todo ello a pesar de ciertas reticencias sobre aquello de hurgar en la vida privada. Ellen, esposa de R.H. Ash nos informa en su diario de su íntima batalla:
"Él aborrecía la nueva vulgaridad de la biografía contemporánea, ese saqueo del escritorio de Dickens en busca de sus anotaciones más triviales, las incalificables intromisiones de Forster en las penas privadas y las ocultaciones de los Carlyle. Muchas veces me decía, quema lo que está vivo para nosotros con la vida de nuestro recuerdo, no permitas que nadie haga de ello curiosidades frívolas o mentiras. Recuerdo que me llamó mucho la atención que Harriet Martineau, en su autobiografía, dijera que dar a la imprenta cartas privadas era una forma de traición, como contar la conversación íntima de dos amigos al pie de la chimenea en las noches de invierno. Yo he hecho fuego aquí y he quemado algunas cosas. Quemaré más. Los buitres no harán presa en él."
Hay cosas que no puedo quemar. Ni volver a mirar nunca, creo"
CREACIÓN LITERARIA
En el fondo la protagonista de la novela prácticamente no aparece en la misma. Pero su presencia gravita poderosa a través de sus textos. Sus acciones, pasiones y quebrantos son el hilo conductor de una investigación apasionante. 
Cabe decir que Posesión es un maravilloso artefacto literario donde cabe una novela de intriga, una historia de amor, una crítica al mundo académico y una profunda reflexión tanto sobre el hecho de escribir, como sobre el de la lectura.
"Le diré que la única vida de la que estoy seguro es la vida de la Imaginación. Sea cual sea la Verdad -o la Falsedad- absoluta de todo eso de vida-en-la-muerte, la Poesía puede hacer que ese hombre viva durante todo el tiempo que usted o quienquiera le crea vivo. Yo no puedo dar vida como Él se la dio a Lázaro, pero quizá sí como Eliseo, que se acostó sobre el cuerpo muerto y lo vivificó con su aliento.
O como hizo el Poeta del Evangelio; pues Poeta era, aparte de todo lo demás; Poeta era, fuese historiador científico o no.
¿Vislumbra usted lo que quiero decir? Yo, cuando escribo, sé. Recuerde aquellas palabras milagrosas del joven Keats: de nada tengo certeza, si no es de la santidad de los afectos del Corazón y la verdad de la Imaginación." pág 185.
Para terminar reproduciré la cita con que comienza el libro, cuyo título -no lo olvidemos- es, POSESIÓN. UN ROMANCE.
"Si un escritor llama Romance a su obra, no será menester que declare su intención de permitirse, en cuanto a la manera y el material, una latitud a la que no se habría sentido autorizado si pretendiese escribir una Novela. Esta segunda forma de composición se propone una fidelidad muy estricta al curso, no ya posible, sino probable y ordinario de la experiencia humana. A la primera, aunque como obra de arte deba someterse a leyes rígidas, y aunque cometería un pecado imperdonable si se apartase de la verdad del corazón humano, empero se le permite presentar esa verdad bajo circunstancias que en gran medida pueden ser del capricho o la invención del escritor. … El punto de vista desde el cual la presente narración entra en la definición de romántica consiste en el intento de enlazar un tiempo pretérito con el presente mismo que vemos alejarse presuroso.
                                                                       NATHANIEL HAWTHORNE,
                                                                       Prólogo a La casa de los siete tejados

Una gozada.

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