Con una producción espléndida y unos actores de talla, es una lástima que este pretendido homenaje de los Coen al Hollywood clásico naufrague sin remedio.
El productor de cine Eddie Mannix (Josh Brolin) está al frente de Capitol Films en un típico momento de la época dorada en la Meca del cine. Se está rodando una gran superproducción sobre la vida de Jesús cuando su protagonista, un tribuno romano (George Clooney), es secuestrado. El productor no sólo debe resolver esta crisis; su estrella de las películas acuáticas (homenaje a Esther Williams) se ha vuelto a quedar embarazada en medio de un rodaje y puede convertirse en un escándalo. Además se rueda un drama con un nuevo galán que resulta bastante paleto.
Según los productores, con esta película los hermanos Coen y George Clooney cerrarían su Numbskull Trilogy, trilogía temática sobre la estupidez formada por 'O Brother!' y 'Crueldad intolerable'. De las tres la única notable es la adaptación, muy sui generis, de La Odisea de Homero. En ´O Brother´ confluyen armoniosamente la comedia y la música con una mirada muy vitalista de unos verdaderos pícaros.
En cambio en ¡Ave, César! se multiplican las referencias a los clásicos de los 50 (Esther Williams, Gene Kelly, Clark Gable, Laurence Olivier, etc) pero con poca alma y menos intención. Aquí un quien es quien de los personajes que aparecen en la cinta.
Solo se salvan tres escenas donde aflora el genio y el humor negrísimo de estos hermanos: cuando Mannix cita a una reunión a los popes de las cuatro más grandes religiones para debatir sobre el enfoque de la película, la reunión que mantienen los guionistas comunistas y el juego entre dos hermanas gemelas (Tilda Swinton) que ejercen el periodismo cinematográfico.
Porque la película ¿Trata de un poderoso productor con sus tejemanejes, golpes de timón y manipulación de sus estrellas? NO. Ni tan siquiera es arrogante y mucho menos carismático. Un personaje sin chicha, incapaz de llenar la película.
¿Es una historia de cine dentro del cine al centrarse en las peripecias del rodaje de ¡Ave, César!? NO. Aunque todo gira en torno a esa película y Clooney se pasa todo el metraje vestido de tribuno romano, apenas un par de diálogos y unos preciosos planos de las naves y los set de rodajes nos podemos llevar a la boca.
¿Es una historia sobre la caza de brujas contra los guionistas auspiciada por McCarthy? NO. Aunque bien es cierto que una reunión de éstos hablando de la explotación a la que son sometidos y citando El Capital, constituye una de las pocas escenas con verdadero nervio. Pero el asunto no es relevante en la película ni está desarrollado.
¿Es una historia sobre la estrellas del Hollywood clásico, su vida alocada, neurosis y secretos sexuales? NO. El tribuno es un personaje endeble, Scarlett Johansson le pone una pizca de mala leche a su sirenita y poco más, mientras Channing Tatum apenas se marca un baile a lo Gene Kelly. Citas y apuntes, sin más.
Habrá que esperar una nueva oportunidad para que los Coen nos regalen una obra tan poderosa como alguna de las que tienen en su haber, que no son pocas: Valor de Ley, El Gran Lebowski, Fargo, Muerte entre las Flores, Barton Fink o Sangre fácil.
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