jueves, 20 de diciembre de 2012

MIENTRAS dan las NUEVE - de Leo Perutz







El laberinto de la libertad.-
Esta alucinada novela transcurre en una Viena fantasmagórica durante solo una jornada, de nueve de la mañana a nueve de la noche.

Durante esas horas, Stanislau Demba perseguirá dinero y amor mientras él mismo es apremiado por la policía.

Demba es un luchador empedernido. Siempre acosado, aparece y percute en distintos escenarios, incomodando a todo aquel con quien se cruza. La comida en el Café Hibernia donde con mil excusas logra parapetarse tras una muralla de volúmenes pertenece casi al vodevil.

El sentido onírico, pesadillesco hace acto de presencia con el propio Demba allí donde aparece. Esa noción de irrealidad que arrastra el personaje también lo sospecha él mismo
"Y yo me sentaba en el rincón y terminaba mis deberes, contabilidad, cálculo y análisis mercantil. ¿Con qué sueñas, Stanie? No me estás prestando atención. ¿Por qué miras con esa fijeza la mesa? ¿Qué sueñas?
-Sí; tal vez esté soñando -dijo Demba bajito-. Tal vez todo sea sólo un sueño. Tal vez esté destrozado y echo trizas en alguna parte en una cama de hospital, y tú, y tu voz, y la habitación de allí, tal vez seáis sólo un delirio de los últimos minutos." pág. 83
El episodio con el ladrón Kallisthenes Skuludis es un ejemplo de la ambigüedad que impregna el relato entero. Todo es aparente, sospechamos siempre que hay algo más detrás del atormentado Demba; pero no sabemos qué es. 

Gerhard Ritchter
La peripecia atropellada y muchas veces grotesca me recuerda a After hours de Scorsese, pero la novela es más onírica, más fantástica y su desenlace más atronador. 
Solo al final descubriremos en toda su extensión la locución que da título a la obra. 

La composición del relato es minuciosa. Como en un laberinto se suceden las estancias: la tienda de ultramarinos, el Parque Municipal, el café, las casas donde ejerce de instructor, las apuestas.... Stanislau Demba visita todas ellas como un ratón enjaulado, vive en un sufrimiento permanente y en última instancia teme por su libertad. Su único ángel guardián será la jovencita Steffi Prokop, cuya dulzura será su último asidero.

Gerhard Richter

El primer título del libro fue  precisamente Libertad, y no sin razón, ya que es uno de los sentimientos más acendrados en Demba.
"De repente me pasaban por la cabeza planes que había concebido durante años y que jamás había realizado. También cosas sin sentido y banales; súbitamente me pareció que era un terrible pecado no haber bebido jamás cerveza con una pajita; dicen que uno se emborracha si lo hace, y yo nunca lo he probado. y luego, algo que siempre he querido hacer, seguir a un extraño, para ver lo que hace, cómo se gana la vida y cómo transcurre su día. Me acordé de que hoy podía haberme sentado en un banco en el Parque Municipal y esperar a la aventura, y haber asustado a cualquier muchacha con una estupenda historia de mi invención. Todo eso me pasó por la cabeza, todo eso lo hubiera podido hacer hasta ayer mismo, nimiedades, claro, cosas ridículas; pero representaban la libertad. Y me di cuenta de lo rico que era con toda mi pobreza; era el soberano de mi propio tiempo, me resultó evidente, como nunca había sucedido antes, lo que todo aquello significaba: libertad. Y ahora estaba atrapado, era un delincuente, aquellos pasos que daba en la reducida buhardilla, en medio de todos aquellos trastos, eran mis últimos pasos en libertad. Me sentía desfallecer, los oídos me gritaban: ¡libertad, libertad, libertad!". pág. 98
Algunos han querido ver en la novela un símbolo de la época de entreguerras en Europa. En el epílogo de Hans-Harald Müller, se la relaciona con El idiota de Dostoievski. Para su publicación en 1921, Perutz redactó una breve introducción:
"Este libro fue escrito en otoño de 1917, en los tiempos en que la humanidad todavía no sabía de pueblos encadenados. El caso de Stanislaus Demba, el héroe de la novela, era por aquel entonces un grotesco destino personal. Debo atribuir al desarrollo de los acontecimientos que ahora, cuando tomo el libro entre las manos, tengo la impresión de que la vida de Stanislaus Demba no es un destino individual, sino que se me aparece como un símbolo de una humanidad atada y encadenada".

Leo Perutz es un maravilloso autor de referencia en la literatura fantástica. Así lo atestiguan obras tan señeras como "El maestro del juicio final", "El Marqués de Bolívar" y "De noche, bajo el puente de piedra

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