Dir.: Iciar Bollaín
Hay que agradecer a la directora su valentía para buscar proyectos honestos y emotivos donde podemos ver a personas de verdad, en situaciones vitales reconocibles.
Hay que agradecer a la directora su valentía para buscar proyectos honestos y emotivos donde podemos ver a personas de verdad, en situaciones vitales reconocibles.
Esta película derrocha emoción e intensidad a raudales. El guión enhebra con facilidad los hilos paralelos de dos historias, la de la colonización, el abuso de los indios, las voces clamando por la justicia de los frailes Montesinos y de las Casas; con la historia del rodaje de una película sobre esos hechos en medio de un país que todavía en el comienzo del siglo XXI pretender seguir abusando de los más desfavorecidos quitándoles el agua elemental para después cobrársela a precio de oro.
Entra en materia con una escena donde están presentes las dos historias: un espléndido Karra Elejalde ensayando su papel de Colón desembarca en el césped de la piscina del hotel y con la sombrilla en ristre toma posesión "de estas tierras en nombre del Rey y de Jesucristo ante la mirada atónita de los camareros uruguayos.
Este punto nos da el tono de la película: la ficción enfrentada a la realidad y cómo los seres humanos nos debatimos en esta peripecia.
El otro elemento clave es la evolución del productor Costa, personaje interpretado por Luis Tosar, que de cínico capitalista ("por dos dólares por cabeza puedes tener todos los indios que quieras a tu disposición") únicamente centrado en sacar adelante la película, pasa a sopesar dónde está el verdadero valor de las cosas y cuando la esposa del indio taino Daniel viene a buscarle para que la ayude a salvar a su hija, abandona el rodaje, deja todo al margen y cruza todas las barricadas jugándose el físico y yendo a salvar a la niña.
Finalmente el director de la película (Gael García Bernal) que soñaba con rodar la otra cara, la verdad de la colonización acaba abandonando estos ideales ("esta guerra se olvidará, pero mi película quedará para siempre") mientras que el productor Costa toma conciencia y partido por los desfavorecidos.
Dos subrayados. Uno el gran acierto de contar con Juan Carlos Aduviri para interpretar al líder indigenista. Otro el gran juego entre verdad y ficción que queda patente en muchas escenas como la señalada de Karra Elejalde o la de las mujeres indias que han de representar el ahogamiento de niños, de lo cual se muestran incapaces.
En la senda del gran Costa-Gavras o de su mentor Ken Loach, Iciar Bollaín nos regala una cinta honesta, con un desarrollo dramático in crescendo, buscando las motivaciones de las personas y colocándolas en situación crítica para conocer su verdad. Enhorabuena. Sales del cine volviendo a creer que el mundo puede cambiar y sobretodo que las personas pueden albergar esperanzas y anhelos que guíen sus fuerzas en su busca de un mundo mejor.
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