domingo, 16 de enero de 2011

Oh, Brother

de Etan y Joel Coen

Feliz Libertad: eso es lo que pensé al concluir la película. Que tengas un mundo propio, que tengas una forma muy personal de contarlo y que tengas medios y amigos para llevarlo a cabo, ¡qué feliz libertad!.


Cojo la Odisea de Homero, me voy al profundo Sur norteamericano y cuento las aventuras de este moderno Odiseo en su viaje de vuelta a su casa, a su mujer y sus seis hijas...aunque las mujeres del siglo XX no son como la dulce Penélope.


¿Pero se trata de la actualización del mito? Creo que no. Se trata sólo de la estructura, del camino y sus recovecos con sirenas, ciegos haedos y polifemos para al final contar la historia que interesa a los Coen: esos pesonajes desamparados con los que empatizamos gracias a su inocencia aunque no siempre sean honestos y cómo se desenvuelven en un mundo que en ningún momento comprenden y ante cuyo maltrato trampean e intentan escapar. Un puro divertimento.

Finalmente un accidente, una canción en el momento oportuno ante un político oportunista les brinda el momento de salvación. Todo parecía perdido pero la vida sigue.

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