de Matthew Vaughn
Gamberra y fresca aproximación al género de los superhéroes, basada en el cómic del mismo título de Miller y Romita y basado en la premisa: ¿porqué una persona normal, sin poderes, no puede aspirar a ser superhéroe?
La secuencia inicial de la película es toda una respuesta contundente. Pero siempre está el típico friki que se dedica con empeño a ello.
La película recoge la línea argumental y los personajes del cómic, aunque en el último tercio se inclina más hacia una típica película de acción.
El cómic por su parte no hace tantas concesiones y persigue muy de cerca los vaivenes del friki kick-ass, de Hit-girl y de Red Mist, sin perder ni un gramo de mala leche, ni las retorcidas relaciones entre sus personajes: como la verdadera historia de Big Daddy o el soez lenguaje de Hit-girl o el final con un nuevo aspirante a superhéroe subiendo en ascensor a la cima de otro edificio...ahora bien también la película es potente y cañera.
El cómic por su parte no hace tantas concesiones y persigue muy de cerca los vaivenes del friki kick-ass, de Hit-girl y de Red Mist, sin perder ni un gramo de mala leche, ni las retorcidas relaciones entre sus personajes: como la verdadera historia de Big Daddy o el soez lenguaje de Hit-girl o el final con un nuevo aspirante a superhéroe subiendo en ascensor a la cima de otro edificio...ahora bien también la película es potente y cañera.
La vida de ese trío que nunca liga, amantes de los cómics y nativos de las redes sociales e internet está plasmada con pulso firme y humor entrañable: los escuetos planos del protagonista con su padre son obras maestras de concisión y mala leche. La historia se abre camino con buen ritmo aprovechando la desfachatez de la idea y del personaje y sin dejar de lado el patetismo de un superhéroe en pijama.
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