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viernes, 20 de septiembre de 2019

INFORMER - creadores Rory Haines y Sohrab Noshirvani




Lo ha vuelto a hacer.
Bendita BBC.
Estas miniseries británicas de entre 6 y 8 episodios donde se apelmaza la acción, el crimen, el drama social, la investigación y el drama más íntimo me tienen ganado.

Si River llegó a emocionarme con ese baile en medio de la calle que representaba la lucha por la cordura en medio de una sociedad envilecida; y el David Budd de Bodyguard me enseñó su ética profesional paseando por las aguas pantanosas donde chapotean la política más rastrera y el falso interés nacional; este joven de origen pakistaní, Raza Shar (Nabhaan Rizwan), que protagoniza Informer, me ha tocado la fibra por el sufrimiento de quien se está intentando construir una vida digna en una sociedad injusta y la alternativa resultante es convertirte en un informante de un estado-leviatán, ciego y poderoso, que atrapa a los desheredados para que nutran su venganza.

De forma descarnada el oficial Waters pontifica: Los informantes "no son tus amigos. Los aprietas y exprimes y si te dan problemas los mandas a paseo y fuera".

La serie trata sobre un joven paquistaní nacido en Londres, que es reclutado por la unidad antiterrorista de la policía para que se infiltre en grupos musulmanes radicales para obtener información. El bautismo de fuego no puede ser más arduo. Tras un reciente atentado en Rotterdam, hay pruebas de que su instigador ha llegado a Londres y está formando una célula para ejecutar un atentado. Todo se precipita cuando Yusef, el mejor informante de la policía, aparece asesinado. Son seis episodios de una hora que mantienen la tensión y el interés hasta la escena final.

Raza es inglés de nacimiento y hasta cuando elige equipo en la PlayStation se decanta por Inglaterra ante el asombro de sus colegas musulmanes. Tiene un trabajo precario, un innegable encanto, una madre todavía sin papeles y unas ganas enormes de disfrutar de la vida lejos de líos y religiones. Pero en una noche de fiesta lo detienen y le encuentran su gramito de droga. Juntándolo todo el oficial antiterrorista Budd Waters (Paddy Considine) le presiona para que se convierta en informante.





















El pulso entre el policía y el joven representa la esencia de la serie. Por un lado la investigación terrorista, por otro el drama personal y social. Por un lado los mecanismos del estado, por otro el fresco social de ese Londres multicultural. Por una lado la manipulación del agente, por otro el peligro que corre un inexperto Raza. 
Aunque hay un punto donde los dos se encuentran. 
En el drama personal que arrastran.
El del policía viene de un pasado oscuro como infiltrado en una grupo pro-nazi, donde se metió tanto en su personaje que dejó pendiente una relación. Ahora y sin sospecharlo, la mujer aparece de pronto aparece en su vida actual. El de Raza en cambio se desarrolla hacia el futuro como consecuencia de convertirse en informante. Tanto él como su hermano pequeño y sus amigos sufrirán las consecuencias.

Informer tiene el tirón de una investigación contrarreloj que intenta descubrir una célula yihadista en Londres, bajo sospecha de atentado; pero la salsa y el sabor de toda la serie la aportan las pinceladas de esa sociedad multicultural que se hacina en Londres y cuya convivencia es un guiso bullente y picante como un buen curry especiado. ¡Qué vivo y diverso aparece Londres y con qué fuertes contrastes! Los bloques de casas subvencionadas y los trapicheos, los gimnasios de barrio y los elegantes edificios de la alta magistratura, los pequeños apartamentos donde se amontonan seis personas y la falta de oportunidades para jóvenes no blancos; la vida rota de los espías y las familias que sufren y se resquebrajan. Todo ello conforma un material narrativo de primer orden al que Rory Haines y Sohraba Noshirvani, sus creadores y guionistas, sacan todo el partido.



















Entre las etapas del aprendizaje contrarreloj de Raza se cuela un vitalista retrato de unos barrios londinenses tan multiétnicos como degradados.

Dos asuntos centran mi atención. El retrato de una realidad que suele ser invisible, la de los jóvenes inmigrantes procedentes de otras culturas y que son pasto de abuso y manipulación. Así ocurre con los dos hermanos paquistaníes. Raza es forzado por Waters para infiltrarse, mientras su hermano pequeño empieza a ser captado por un amigo musulmán fanático. Los prejuicios y la identidad cultural es uno de los grandes temas que desarrolla la serie. Raza es inglés de nacimiento, "no tienes acento" le dicen en la cárcel, no practica ninguna religión y tiene amigas universitarias con las que va de fiesta. Pero sus rasgos determinan su lugar en la historia.

El otro asunto es la arquitectura narrativa de la serie. Comienza con un tiroteo aparentemente indiscriminado en una cafetería, donde coinciden la mujer y la compañera de Waters. Tras la confusión del atentado, asistimos a las vistas en un tribunal y con las sucesivas declaraciones de los testigos se irá esclareciendo lo ocurrido. Así comienza cada episodio, con unos minutos del juicio y la declaración de un nuevo testigo. Todo ello provocará diversos flashbacks que nos ayudarán a reconstruir la concatenación de los hechos. El misterio principal es quién fue el tirador y cuáles han sido sus motivaciones para llegar hasta la cafetería y abrir fuego. En línea con el desarrollo de la serie, su impactante final tendrá más que ver con lo personal que con lo político.

Raza y su colega Dadir Hassan
Hay que destacar el trazo preciso de la mayoría de los personajes. El compañero de celda de Raza, Dadir Hassan (Roger Jean Nsengiyumva), la metomentodo compañera de Waters, (interpretada por Bel Powley), el colega islamista del hermano pequeño de Raza o el barbudo policía infiltrado desde hace años pero con escaso éxito; componen una panoplia de personajes que te mantienen alerta, porque no sabes por dónde se romperá el cristal. 


lunes, 3 de marzo de 2025

LA HORA del DIABLO - creada por Peter Moran


Lucy Chambers se despierta aterrada todas las noches a las 3:33 de la madrugada. Ni un minuto más ni uno menos. A lo largo del día también le asaltan visiones, flashes de escenas y situaciones que no sabe de dónde vienen. ¿Son pesadillas provocadas por el estrés o el resultado de un trauma enterrado? Lo más desconcertante es que ella percibe esos fogonazos como un déjà vu, recuerdos de cosas que le sucederán en el futuro. Entre las imágenes la más terrible es el fiero rostro de un hombre que le grita desde la mesa de una sala de interrogatorio a la que está amarrado. ¿Qué significa todo esto?

Además Lucy tiene que bregar con un hijo de ocho años que arrastra serios problemas: Isaac es obediente y silencioso pero incapaz de mostrar emociones. Muchas veces se sienta y mira al vacío sin pestañear provocando una situación espeluznante. A veces su madre lo abraza y el niño le pregunta: "Mamá, ¿quién es ese hombre?", cuando no hay nadie más en la habitación. En el colegio se queda de pie en medio del patio mirando fijamente algo que nadie más ve. Hasta los profesores le tienen miedo.


Lucy trabaja como asistente social y mientras está lidiando con estos trastornos su nombre surge inexplicablemente en la investigación de una serie de brutales asesinatos que están ocurriendo. Los homicidios son terribles y se suceden sin conexión alguna; por lo que los dos policías investigadores se aferran a Lucy. ¡Algo tiene que saber! 

Creo que esta serie ha pasado más desapercibida de lo que debería. Se trata de un drama criminal con un toque sobrenatural muy siniestro. La intriga que plantea es muy potente y la resolución -que debe ser fantástica- es plenamente satisfactoria. Se trata de un thriller criminal creado por Tom Moran (The Feed), producido por Steven Moffat (Doctor Who, Sherlock), y protagonizado por Jessica Raine (Informer) y Peter Capaldi (Doctor Who, In the loop), quien da vida a un enigmático asesino en serie conocido como Gideon.





La serie plantea múltiples indicios que te obligan a estar alerta, lo cual acrecienta la intriga. Como esa familia que también vive en la casa de Lucy... pero que sólo su hijo Isaac ve. Lucy también está buscando a un adolescente que ha desaparecido de su casa. Teme lo peor. En otra línea temporal vemos a Gideon, un loco asesino con los ojos de Peter Capaldi amarrado a la mesa de una sala de interrogatorios. Lucy se dejará llevar por sus déjà vu para encontrarlo y detenerlo junto a dos policías muy peculiares, Dhillon (Nikesh Patel) un joven y compasivo investigador que todavía vomita cuando ve un cadáver y Holness (Alex Ferns), un veterano policía bregado en lo más evidente pero menos ducho en lo sutil. 

La sorpresa surge cuando Gideon le revela a Lucy que no es la primera vez que han estado juntos en esa sala de interrogatorios. Tendremos que esperar al capitulo final para saber que Gideon no es un simple asesino al uso, sino que utiliza los mismos atisbos que tiene Lucy para llevar a cabo una espantosa misión. 

Las actuaciones de Raine y Capaldi son muy convincentes. Ella nos traslada esa confusión propia de una madre atrapada en los problemas de los demás mientras lidia con los suyos propios. Y Capaldi resulta totalmente siniestro.
 



La temporada 1 es sin duda mejor y su intriga más absorbente por desafiar toda lógica; pero la segunda temporada no desmerece. Su misterio o amenaza no es personal sino potencialmente cósmica, aunque su narrativa esta más simplificada. En ella Lucy y Gideon han de unir sus fuerzas para intentar detener un evento monstruoso vinculado con las vidas pasadas de Lucy. Eso sí ofrece una mayor cercanía a los personajes lo que permite que nos involucremos más en sus viajes emocionales.  

Lo dicho, una serie muy críptica -en su T1- que desafía al espectador empezando como una investigación criminal que va derivando hacia el horror sobrenatural y los misterios del multiverso.