Este clásico de la literatura fantástica resulta tremendamente ambiguo y perturbador. No solo actualiza el Mito de la Caverna de Platón o el del Eterno Retorno de Nietzsche, sino que tiene trazos de la más reflexiva ciencia ficción, además de provocar debates tan filosóficos como el de la inmortalidad o tan contemporáneos como el de la realidad virtual. Todo ello en una novela primeriza publicada en 1940.
Un fugitivo de la justicia llega en un bote de remos a una isla desierta en el Pacífico Sur. Allí se esconde bajo unos acantilados. Pasado un tiempo descubre sobre él algunas construcciones abandonadas. Posteriormente se percata de que allí moran algunos habitantes. Sin revelar su posición se dispone a espiarlos, intentando escuchar sus conversaciones, ya que todo le resulta demasiado extraño.
Sin duda el prófugo recuerda cómo llegó a conocer esta isla misteriosa. Su presentación nos recuerda a la de un mito o a una maldición india.
"Un italiano, que vendía alfombras en Calcuta, me dio la idea de venirme; dijo (en su lengua):
—Para un perseguido, para usted, sólo hay un lugar en el mundo, pero en ese lugar no se vive. Es una isla. Gente blanca estuvo construyendo, en 1924 más o menos, un museo, una capilla, una pileta de natación. Las obras están concluidas y abandonadas.
Lo interrumpí; quería su ayuda para el viaje; el mercader siguió:
—Ni los piratas chinos, ni el barco pintado de blanco del Instituto Rockefeller la tocan. Es el foco de una enfermedad, aún misteriosa, que mata de afuera para adentro. Caen las uñas, el pelo, se mueren la piel y las córneas de los ojos, y el cuerpo vive ocho, quince días. Los tripulantes de un vapor que había fondeado en la isla estaban despellejados, calvos, sin uñas —todos muertos—, cuando los encontró el crucero japonés Namura. El vapor fue hundido a cañonazos."
Los enigmáticos residentes son caracterizados como turistas y entre ellos hay una mujer, Faustine, que todos los días mira el atardecer desde un mismo lugar del acantilado. Con frecuencia entabla conversación con un hombre llamado Morel. Estos turistas actúan de un modo inquietante. Parecen repetir acciones e incluso conversaciones, en una especie de reinicio constante que parece entrañar algún tipo de clave.
Por ejemplo los habitantes aparecen y desaparecen siempre de forma súbita y cuando el huido logra indagar en algunas dependencias no encuentra evidencia de que allí viva nadie. También oye a los turistas quejarse del calor cuando en realidad hace frío. Finalmente teme estar volviéndose loco cuando se percata de que las conversaciones entre Faustine y Morel son siempre idénticas, en el tono y en las frases. Llega a creer que algunas de la raíces de las que se alimenta son alucinógenas, aunque poco a poco se inclina a pensar que está viendo fantasmas o, peor aún, que él mismo es un fantasma y no lo sabe. Como Jorge Luis Borges señala en el Prólogo, Bioy «despliega una Odisea de prodigios que no parecen admitir otra clave que la alucinación o el símbolo, y plenamente los descifra mediante un solo postulado fantástico pero no sobrenatural».
La novela está construida como un artefacto de ficción con sus piezas meticulosamente encajadas; siendo estas detalles inocuos, pistas ambiguas y secretos reflectantes que el autor va distribuyendo pacientemente por el engranaje de sus páginas. Esta elaboración artesanal de la trama, con detalles que anticipan y determinan el sorprendente desenlace es una característica muy particular de Bioy Casares que podemos apreciar en muchos de sus mejores cuentos, como En memoria de Paulina donde también se vislumbra una pugna entre apariencia y realidad. Además tanto la novela como el cuento son, en el fondo, dos historias de amor en las que el narrador enamorado ve a su amor inabordable. Dos preguntas palpitan en ambos textos: ¿Conozco de verdad a la persona que amo? ¿o lo único que puedo llegar a conocer es lo que yo mismo proyecto?.
Este modo de construir la ficción es subrayado por Borges en el Prólogo, el cual ha quedado como una especie de Manifiesto sobre la Literatura Fantástica, género muy incipiente en aquella época en las letras hispánicas. Borges considera esta obra como una novela fantástica de aventuras que se contrapone a la amorfa novela psicológica en que "no se propone como una transcripción de la realidad", sino como un "objeto artificial que no sufre ninguna parte injustificada". Afirma que las obras fantásticas de "imaginación razonada" tienen en común con la novela de peripecias tradicional y con la ficción detectivesca un argumento hábilmente tejido, un rigor intrínseco y una capacidad de suspensión y sorpresa. Estas características son las que determinan que la obra sea "un objeto artificial", algo que posee una realidad artística propia, más allá de la realidad cotidiana. Lo cual no implica que el texto sea frío o carezca de emociones. Al contrario, el amor y el miedo, la soledad y la falta de comunicación desempeñan un papel central en la obra.
"Al pasar por el hall vi un fantasma del Tratado de Belidor que me había llevado quince días antes; estaba en la misma repisa de mármol verde, en el mismo lugar de la repisa de mármol verde. Palpé el bolsillo: saqué el libro; los comparé: no eran dos ejemplares del mismo libro, sino dos veces el mismo ejemplar."
Como se ve, la trama resulta casi onírica y su desarrollo esconde un homenaje al cine y a la novela de H. G. Wells "La isla del Doctor Moreau". Bioy Casares anticipa la realidad virtual de nuestros días pero, sobre todo, elabora una gran metáfora sobre la inmortalidad y el amor sin olvidar dos aspectos que retratan al hombre moderno, la soledad en medio de la multitud y la dificultad para distinguir lo auténtico de lo falaz. Incluso diría más, plantea un asunto tan radical como ¿existe el ser humano más allá de sus recuerdos?.
En nuestra era de la imagen no puede dejar de cautivarnos esta reflexión sobre cómo los personajes pierden toda identidad humana al convertirse en imágenes ficticias, ya que la realidad inventada se convierte en la única realidad. Así lo certifica el prófugo: "Las copias sobreviven, incorruptibles. Ignoro cuáles son las moscas verdaderas y las artificiales". O todavía de forma más inapelable: "...no hay más Faustine que esta imagen...", concluye el narrador.
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ⓒ Constanza Ragal |
Tampoco es que el lector sepa mucho del protagonista. Apenas que es venezolano y que huyó de una condena a cadena perpetua. No sabemos ni tan siquiera su nombre ya que el texto tiene la forma de un diario que alguien escribió. La novela entera glosa el debate de fondo entre realidad y ficción, ya que incluye unas notas a pie de página introducidas por un desconocido editor que apuntan a reforzar su verosimilitud.
Todo ello tiene que ver, creo yo, con la verdadera esencia de esta extraordinaria novela. El poder de la ficción para usurpar la realidad. Poco a poco el narrador va comprometiéndose con el mundo de ilusión presente en la isla hasta el punto de que ésta se convierte en su realidad principal. Llega a olvidar sus problemas de fugitivo para buscar desesperadamente integrarse en ese mundo de quimera.
Morel creó algo que le hace perdurar más allá de la realidad física. También el fugitivo considera que su diario le ofrecerá esto cuando muera, por ello se esfuerza en que sea completo y preciso.
"Siento con desagrado que este papel se transforma en testamento. Si debo resignarme a eso, he de procurar que mis afirmaciones puedan comprobarse; de modo que nadie, por encontrarme alguna vez sospechoso de falsedad, crea que miento al decir que me han condenado injustamente. Pondré este informe bajo la divisa de Leonardo - Ostinato rigore- e intentaré seguirla."
Esta determinación por la objetividad otorga una ilusión de realidad al ambiente fantástico. Obsérvese que el fugitivo, del mismo modo que Morel, está creando un dispositivo -literario en este caso- capaz de hacerle perdurar, aunque su anhelo máximo sería incrustarse en la conciencia de Faustine.
"Al hombre que, basándose en este informe, invente una máquina capaz de reunir las presencias disgregadas, haré una súplica. Búsquenos a Faustine y a mí, hágame entrar en el cielo de la conciencia de Faustine. Será un acto piadoso."
Jorge Luis Borges escribió en el Prólogo a la primera edición de esta novela en la editorial Losada: «He discutido con su autor los pormenores de su trama, la he releído; no me parece una imprecisión o una hipérbole calificarla de perfecta».
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* Adolfo Bioy Casares (1914-1999) fue un verdadero maestro del cuento y la novela breve. “La invención de Morel” se publicó en 1940 y marcó el arranque del género fantástico en español según Borges. Luego seguirían otros libros memorables como “El sueño de los héroes”, “Historias fantásticas”, “Dormir al sol” y "La trama celeste".
* Adolfo Bioy Casares (1914-1999) fue un verdadero maestro del cuento y la novela breve. “La invención de Morel” se publicó en 1940 y marcó el arranque del género fantástico en español según Borges. Luego seguirían otros libros memorables como “El sueño de los héroes”, “Historias fantásticas”, “Dormir al sol” y "La trama celeste".
La ambigüedad de la trama de "La invención..." y su intenso poso filosófico ha retado a todo tipo de artistas. En 2018 el antiguo batería del grupo The Police compuso y estrenó la ópera ´The Invention of Morel´. Antes el comiquero Miguelanxo Prado la abrazó como inspiración para su album "Trazo de tinta". E incluso los chalados guionistas de Lost (JJ Abrams y Damon Lindelof,) hicieron aparecer a Sawyer (Josh Holloway) leyendo "La invención de Morel" (en el episodio 4 de la 4ª temporada) para ampliar aún más el desconcierto de los espectadores. También ha dado lugar a distintas versiones cinematográficas entre las que destaca "El año pasado en Marienbad" (1961), de Alain Resnais, una deslumbrante pieza francesa tan experimental como poética.
* La inspiración de la novela viene determinada por la fascinación de Bioy Casares por la estrella de cine Louise Brooks, actriz y escritora estadounidense que se convirtió en una de las caras más famosas del cine mudo. Se la conoce, principalmente, por sus papeles en películas mudas durante la última mitad de la década de los años 1920 , sobre todo por La caja de Pandora y The Diary of a Lost Girl, ambas realizadas en Berlín por el director alemán Georg Wilhelm Pabst. Tras finalizar su carrera cinematográfica en 1938, optó por establecerse en Nueva York, ciudad en la que trabajó como vendedora en unos grandes almacenes y, más adelante, de acompañante de hombres ricos.
* La inspiración de la novela viene determinada por la fascinación de Bioy Casares por la estrella de cine Louise Brooks, actriz y escritora estadounidense que se convirtió en una de las caras más famosas del cine mudo. Se la conoce, principalmente, por sus papeles en películas mudas durante la última mitad de la década de los años 1920 , sobre todo por La caja de Pandora y The Diary of a Lost Girl, ambas realizadas en Berlín por el director alemán Georg Wilhelm Pabst. Tras finalizar su carrera cinematográfica en 1938, optó por establecerse en Nueva York, ciudad en la que trabajó como vendedora en unos grandes almacenes y, más adelante, de acompañante de hombres ricos.
* El asunto de una realidad alternativa o más radicalmente aún, el de una ficción que se superpone a la realidad lo trató posteriormente el propio Borges en su magistral relato "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius". En él una antigua sociedad secreta conspira para transformar el universo siguiendo los parámetros imaginarios de la ficticia nación de Uqbar. No en vano para estos gnósticos, "el visible universo no es más que una ilusión", por lo que es factible sustituirlo por cualquier otra.
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