Preparados, listos, ¡ya!....¡espadas en ristre! porque el duelo comienza y no habrá piedad...aunque siempre guardando la etiqueta. Estamos en la década de 1880 en Nueva York y la alta sociedad neoyorkina ve con escándalo cómo los nuevos ricos pretenden acceder a sus clubs y salones exclusivos sin ningún recato.
¡Hasta ahí podríamos llegar!
La guerra más íntima, educada e implacable está abierta entre la vieja alcurnia neoyorkina y la nueva élite millonaria e industrial, y nosotros seremos testigos de este acoso tan elegante como descarnado.
John Fellowes, el curtido guionista de Downton Abbey, traslada su afilada pluma a la bullente ciudad de Nueva York que, tras dejar atrás la Guerra Civil, inicia una despiadada carrera hacia la riqueza y la prosperidad. La expansión del ferrocarril y de las ciudades está creando una nueva clase de muy ricos que se apresta a integrarse en los círculos de poder y de la alta sociedad con pleno derecho... pero no cuentan con la defensa numantina que las familias de rancio abolengo harán de su exclusividad. La batalla es sorda pero fiera, muchas veces trivial, llena de sonrisas falsas y desplantes pero, sobre todo, apasionante.
Por su parte Bertha Russell (Carrie Coon) viene de una familia sin linaje pero una vez casada con el titán de los ferrocarriles George Russell (Morgan Spector) no se conforma con triunfar en los negocios y la industria... quiere reinar en la vida social de Nueva York y sobre sus rancias familias. Las escaramuzas a las que asistimos durante toda la primera temporada son tan incruentas como encarnizadas. Todo vale para figurar en lo más alto del escalafón. Engaños, amenazas, desplantes. Incluso los negocios del marido serán instrumentos para acceder a esa élite tan exclusiva como cerrada.
El fresco social es lo suficientemente amplio como para sumar todo tipo de conflictos y desafíos. Recordemos que en aquella época se hablaba de Los Cuatrocientos, una exclusiva lista del "dinero viejo" neoyorkino que gobernaba la vida social bajo la autoridad de "La Señora Astor".
A la media docena de familias aristocráticas hay que sumar a la Sra. Chamberlain (Jeanne Tripplehorn), sometida a un estricto ostracismo por romper las reglas del decoro. Todo ello se complementa con los pequeños dramas de las docenas de criados, doncellas y lacayos que habitan cada mansión. Lo paradójico es que con todo este cúmulo potencial de conflictos y disputas, y en medio de un diseño de producción realmente apabullante, la serie resulta extrañamente superficial. La sangre nunca llega al río (salvo un concejal que se enfrenta al poderoso Mr. Russell). Una cáustica periodista llegó a resumir toda la primera temporada en un simple punto climático, ¿tanto dar vueltas sólo para ver si finalmente Agnes cruza la calle?.
Podríamos tildar a The Gilded Age como una fastuosa telenovela, llena de despampanantes trajes de época, sombreros imposibles y escándalos sensacionalistas producto de nimias faltas de etiqueta; pero también tendríamos que decir que esta telenovela tiene un atractivo picante y la suficiente mala leche como para resultar perversamente embriagadora. Creo que esto tiene que ver con representar una paradoja, la de retratar una guerra despiadada en un entorno de lo más refinado.
Pero a esta atracción cabe señalarle algunos debe. El primero es que en general resulta demasiado amable. Fíjate que uno de los problemas más escandalosos de la primera temporada es que se descubre que el chef francés de los Russell es en realidad originario de Kansas. Bueno, pelillos a la mar. Del mismo modo cuando la ruina económica amenaza primero a la sobrina de las van Rick, luego a los propios Russell y posteriormente a la dignísima Agnes, las aguas no tardan en volver a su cauce. Parece que los ricos tienen asegurado su status. Finalmente es notorio que en la mezcla de dramas que viven señores y criados, los de estos últimos están subrepresentados.
![]() |
-Los de abajo- |
La serie busca su inspiración en la vida de Alva Vanderbilt y en la novela La edad de la inocencia de Edith Warton; pero parece claro que la mirada crítica del libro está muy reducida y la dinámica de clases muy poco representada. Incluso la única coprotagonista de raza negra tiene cierto status -sus padres son unos burgueses que regentan una farmacia- y una buena educación, que le sirve para emplearse como periodista. Lo que sí tiene la serie es una fuerte impronta femenina. Sus principales protagonistas son mujeres de armas tomar y también están muy presentes los movimientos sufragistas de la época.
No en balde la vida de Alva Vanderbilt que inspira la obra es muy jugosa y nos muestra a una mujer adelantada a su tiempo. Era hija de comerciantes que, tras casarse con el soltero de oro William Vanderbilt, se convirtió en la reina de la sociedad neoyorkina a golpe de chequera desbancando a Caroline Astor como dueña y señora del "prestigio" que amasaba su clase a través de bailes anuales, galas benéficas y todo tipo de eventos. Ava Vanderbilt construyó una especie de castillo francés en plena 5ª Avenida de Manhattan para cuya inauguración organizó un baile de máscaras con más de mil invitados. No sólo eso, como alternativa a la rancia Academia de la Música que acogía a la alta sociedad, mandó levantar la Ópera Metropolitana que hasta hoy en día es el templo de la música clásica de la ciudad. Siempre tuvo muy presente que "el dinero da poder". En los albores ya del siglo XX, viuda y en la cúspide de su vida abrazó la causa del sufragio femenino, donando grandes sumas al movimiento tanto en Inglaterra como en Estados Unidos.
La T2 tiene dos líneas narrativas reconocibles. Por un lado está lo que podríamos llamar la Guerra de la Ópera, ya que a pesar de que Bertha Russell ha conquistado Nueva York, quiere certificarlo accediendo a la propiedad de un palco en la prestigiosa Academia de la Música, cosa que la Sra. Astor todavía le niega. Y eso a pesar de que, como le recuerda su marido: "Pero si ni siquiera te gusta la ópera". A lo que ella responde con el brillo acerado de su ambición: "La ópera es donde la sociedad se exhibe".
Por otro lado se aprecia que las tramas de esta temporada introducen algo de la más mostrenca realidad en esa burbuja de seda y armiño. Por ejemplo conoceremos cómo y a través de quién el esposo de Bertha Russell amasó su fortuna. También veremos un cambio drástico en los roles de poder de la hermanas van Rick. La dominante Agnes verá cómo su alocado sobrino Oscar (Blake Ritson) prácticamente la arruina y será la apocada Ada la que se encontrará con una abultada herencia que la convertirá en jefa de la casa. Eso sin dejar de lado la trama más ordinaria que sigue a Peggy (Denée Benton), la amiga negra de Marian. Es un personaje aislado de las tramas principales, pero nos permite conocer la época fuera del glamour de la Quinta Avenida. Por ejemplo las primeras demandas de los trabajadores por conseguir mejores horarios y condiciones laborales. Además, cuando Peggy se traslada hasta Alabama para realizar un reportaje, podemos entrever el fuego pavoroso de la violencia racista.
Para poder tener una mayor libertad compositiva, Fellowes ha creado personajes protagonistas ficticios a los que acompañan secundarios tomados de la realidad para respaldar los eventos históricos que reflejan la época (como la expansión del ferrocarril, la inauguración del primer edificio con luz eléctrica o la creación de la Cruz Roja).
La serie es muy placentera de ver y fascinante en el retrato de los usos y costumbres. Su dirección de arte, escenografías y vestuario son de una opulencia exquisita. Fellowes construye su relato con solidez y elegancia en la puesta en escena y clasicismo en la narración, sin olvidarse de unas necesarias gotas de ácido; como cuando Agnes le dice a su sobrino "me voy a subir a cambiar para la cena" y éste le responde "no creo que lo consigas".
👉___________________________________________
The Gilded Age consta de 3 temporadas y 25 episodios. Retrata un período histórico de EEUU denominado así y que abarca de 1870 y 1890, justo después de la Guerra de Secesión. En esa época se produjo una gran expansión económica, industrial y demográfica que provocó grandes desigualdades económicas y sociales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.