Vuelvo a ver esta obra maestra y me doy cuenta de que, en realidad, no es un western. Los años del Lejano Oeste son ya pretéritos. Estamos en otra época y muchos personajes hablan de "aquellos salvajes tiempos", incluido el sheriff y el pistolero protagonista, William Munny.
Entonces ¿por qué es un western como la copa de un pino?
Recordemos.
Una prostituta es rajada en la cara y los pechos por dos vaqueros borrachos en un pueblucho remoto de Wyoming. Sus compañeras claman justicia, pero lo que obtienen es una compensación de siete caballos para el dueño del burdel por haber dañado su propiedad. Las meretrices deciden juntar sus ahorros y ofrecer una recompensa de 1.000 $ a quien mate a los dos vaqueros implicados.
El premio es muy suculento y pronto un pistolero joven y bravucón acude al rancho de William Munny (Clint Eastwood) para sumarle a la causa y repartirse el botín. Munny ya no es aquel brutal forajido famoso por su sangre fría; ahora es un vetusto granjero que malvive cuidando una piara de cerdos mientras intenta sacar adelante a sus dos hijos. Su esposa lo rescató de sus correrías pero ahora está viudo y, harto de su vida miserable, decide acompañar al joven; no sin antes convencerlo para añadir a la partida a su amigo Ned Logan (Morgan Freeman), un experto francotirador.
Mientras los tres pistoleros recorren el camino hasta Wyoming, otro cazarrecompensas se les ha adelantado. Es Bob el Inglés (Richard Harris) que es recibido por el sheriff Little Bill (Gene Hackman) con una brutal paliza. El sheriff quiere dar ejemplo y lanzar el mensaje de que los pistoleros no son bienvenidos en el pueblo.
En estos trazos ya se ve que no estamos en el Viejo Oeste. En primer lugar el punto de inflexión lo marcan las mujeres, con su iniciativa y su dinero. También es novedoso que Little Bill haya implantado la ley de un pueblo sin armas. En tercer lugar los forajidos están viejos y achacosos. Incluso sienten remordimientos por los asesinatos que cargan en su conciencia. Reconocen que la muerte es un acto terrible y definitivo: «Matar a un hombre es algo muy duro. Le quitas todo lo que tiene… y todo lo que podría tener», reflexiona Munny.
Estamos ante un western crepuscular, de los que dan la vuelta a las convenciones del género. Ya nada es blanco o negro como solía, todo se llena de tonalidades grises. El sheriff es un hijo de puta que aplica la ley de forma implacable. No es con él con quien empatizamos, sino con un asesino que ha sido capaz de enderezar el rumbo. Tampoco se puede decir que los cowboys maltratadores sean unos tipos perversos. Primero muestran un sincero arrepentimiento por los desmanes de una noche de borrachera y posteriormente, cuando son tiroteados, se muestran como unos vulgares granjeros de reses.
Todo ello hace que el Lejano Oeste aparezca como algo muy remoto, escondido tras una neblina que lo ha acabado convirtiendo en leyenda. El propio jovenzuelo que ha reclutado a Munny, no es más que un niñato que ha escuchado demasiadas historias sobre pistoleros aguerridos a los que ahora quiere emular. Incluso siendo un novato, ya se ha puesto un apodo, Schofield Kid, para que la pose sea completa. Pero finalmente la realidad de esta aventura pondrá a cada uno en su sitio. Y es que la película tiene una profunda textura moral. Cuando Logan está apuntando a los cowboys se da cuenta de que ya no es un frío asesino. Y cuando Schofield Kid busca consolarse por los asesinatos cometidos diciendo, "supongo que se lo merecían"; es el fiero Munny quien le responde con amargura: "Todos nos lo merecemos, Kid".
Está claro que el Salvaje Oeste es cosa del pasado y así lo certifica el periodista que acompaña a Bob el Inglés. El adulador W.W. Beauchamp (Saul Rubinek) escribe artículos y libros donde recoge los testimonios de gente que vivió aquellos tiempos legendarios antes de que su recuerdo se pierda; porque todos ellos ya están viviendo en otra época.
La presencia del periodista es la ratificación del cambio de época. Además cuando deja la compañía de Bob el Inglés para seguir a Little Bill, éste le contará la auténtica verdad de aquellos tiempos, mucho menos fabulosos de lo que Bob el Inglés le ha relatado. Como la historia de Dos Pistolas Corcoran a quien Bob mató en un duelo. El apelativo no era porque llevase dos revólveres, sino porque su pene era más largo que el cañón de su único Colt Walker. Según Bill, Corcoran se hubiese librado en caso de llevar dos pistolas; pero estaba borracho y acabó disparándose en un pie.
Resulta que la verdad es más grosera que cualquier cuento.
No había pistoleros que desenfundasen tan rápido como el rayo. Los pistoleros más legendarios eran en su mayoría unos borrachuzos impenitentes. Además los revólveres no eran muy fiables. Se encasquillaban constantemente y con ellos era muy difícil acertar a un hombre. Los testimonios que recoge el periodista, tanto de Bill como de Munny, son notoriamente desmitificadores en cuanto a la figura del pistolero y a la glorificación de la violencia como la ley del más fuerte. Así lo corrobora Munny cuando le responde a Beauchamp tras el tiroteo en el saloon.
“- ¿A quién ha matado primero?
- ¿Qué?
- Cuando un buen pistolero se enfrenta a un grupo superior de hombres siempre dispara primero sobre quién mejor dispara.
- ¿Es así?
- Sí, me lo dijo Little Bill, seguro que es el primero al que mató.
- Tuve suerte en el orden, pero siempre he tenido suerte cuando se trata de matar.”
Por eso algunos lo llaman "western revisionista".
Pero este Western que no es un Western ha visto cómo la situación se ha venido enquistando hasta forzar a Munny a resolverlo a la manera del Viejo Oeste. Después de destrozarnos todos los mitos ahora sí, en el desenlace, por fin, se nos sumerge en el más auténtico y salvaje Oeste.
Cuando Munny se entera de que han matado a su amigo Ned y que lo tienen expuesto en el saloon de forma humillante, rompe su abstinencia de diez años y se bebe varios tragos de whisky directamente de la botella. Ese será el fuego que revivirá al antiguo William Munny pendenciero y sanguinario.
Lo necesita para un último trabajo.
Munny entra solo en el saloon para enfrentarse a Little Bill y a todos los parroquianos con los que está organizando un grupo para perseguirlos. Su mirada y sus palabras son de acero. También sus músculos y sus nervios. El viejo porquero ha desaparecido para dejar paso al pistolero implacable que sabe perfectamente cómo matar personas. Empieza disparando a bocajarro al dueño del saloon, por lo que Little Billy le increpa.
“- Es usted un miserable y un cobarde hijo de perra. Ha matado a un hombre desarmado.
- Pues debió haberse armado cuando decidió decorar su salón con mi amigo.
- Es usted William Munny de Missouri, el asesino de niños y mujeres.
- Así es. He matado a mujeres y niños. He disparado sobre cualquier cosa que tuviera vida y se moviera. Y hoy he venido a matarle a usted por lo que ha hecho a Ned.”
Esta escena gloriosa, confusa y terrible, sí es el epítome del western.
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El género del western es fundacional en el cine estadounidense. Tras su época de esplendor languidecía en los años 70 y 80 cuando precisamente Clint Eastwood lo revitalizó en 1985, estrenando "El Jinete Pálido"; una revisión del clásico "Raíces Profundas" (en el original Shane, de Georges Stevens, 1953).
"Sin perdón" se estrenó en 1992 pero mantiene intacta toda su potencia dramática. El guión se debe a David Webb Peoples (guionista de otras dos obras monumentales como son "Blade Runner" y "12 Monos", casi nada).
La figura del periodista es el elemento de modernidad, pero no es la primera película del Oeste que lo incorpora. Ya en 1962, el gran John Ford contó con un periodista entre los personajes de su historia que se cuenta en El hombre que mató a Liberty Valance.
"Sin perdón" se estrenó en 1992 pero mantiene intacta toda su potencia dramática. El guión se debe a David Webb Peoples (guionista de otras dos obras monumentales como son "Blade Runner" y "12 Monos", casi nada).
La figura del periodista es el elemento de modernidad, pero no es la primera película del Oeste que lo incorpora. Ya en 1962, el gran John Ford contó con un periodista entre los personajes de su historia que se cuenta en El hombre que mató a Liberty Valance.
También en esta extraordinaria película se contraponen dos visiones del western, la del violento y lejano Oeste, representada por el desalmado pistolero

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