viernes, 28 de marzo de 2025

LOS HERALDOS NEGROS - de César Vallejo

After Second Version Of The Triptych 1944 (panel derecho) © Francis Bacon 1988



 



Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma… ¡Yo no sé!

Son pocos; pero son… Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre… Pobre… ¡pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!













César Vallejo (1892 - 1938) fue un gran renovador de la poesía moderna. Su obra está íntimamente relacionada una intensa vida trufada de no pocos quebraderos de cabeza políticos y sociales, y una sensibilidad exacerbada. Estuvo tres meses en la cárcel, una experiencia que lo marcó profundamente. Allí escribió su segundo libro, Trilce. Experimentó la pobreza, la separación familiar y un agraviado sentido de la justicia. Todo ello aflora en su poesía. También un fatalismo procedente de sus orígenes indígenas. Estos sedimentos iluminan una constante en su obra: la solidaridad del poeta con el  sufrimiento de los hombres que en sus versos aparece convertido en un grito de rebelión.

En sus poemas experimentó con las capacidades expresivas del lenguaje, de ahí que habitualmente encontremos exclamaciones, asociaciones enigmáticas y patrones rítmicos cuyos ecos palpitarán en nuestra memoria. 

Desde sus inicios modernistas y su paso por las vanguardias de entreguerras logró construir una voz personalísima que ensanchó hasta alcanzar un humanismo radical y crítico. El poema "Los heraldos negros" está incluido en el libro homónimo publicado en 1919. En él se manifiesta el dolor intrínseco a la condición humana, tan vulnerable y frágil en su fugacidad.

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