martes, 10 de diciembre de 2024

NADIE TE SALVARÁ - de Brian Duffield




La joven Brynn (Kaitlyn Dever) vive feliz aislada en su casa de campo. Pasa el tiempo construyendo maquetas y escribiendo cartas a su amiga más querida. Pero este deleite de su soledad se rompe el día que recibe la visita de unos extraterrestres. No se sabe muy bien sus intenciones pero demuestran unos poderes tan abrumadores (telequinesia, control de la electricidad, abducción) que alarman a la chica. Sin embargo ella está acostumbrada a vivir sola y a valerse por sí misma por lo que no se dejará mangonear. Resistirá hasta donde pueda. 

La primera hora transcurre entre persecuciones y acorralamientos en las distintas dependencias de la casa, incluidos un par de sustos de los que te hacen botar en el asiento. Parece que el desenlace fatal no se demorará, pero la joven va jugando muy bien sus cartas y se escabulle constantemente, mientras los espectadores casi ni parpadeamos, sumergidos como estamos en esta lucha sin cuartel.



Todo esto hace que parezca una película más del tipo home invasion, pero el director y guionista juega algunas bazas que la sitúan por encima de la media. La más radical y novedosa es que la película entera se desarrolla sin una sola línea de diálogo. La protagonista sólo masculla una frase de dos palabras en una ocasión y el efecto de este mutismo en el espectador es de pura inmersión en la trama.

La cinta no es una obra maestra, pero contar la historia sólo a través de imágenes (y banda sonora) sin que el ritmo decaiga supone una proeza elogiable. En la cinta podemos encontrar trazos de Señales (M. Night Shyamalan), Un lugar tranquilo (de J. Krasinski) y sobre todo -creo que nadie lo ha señalado hasta el momento- del clásico La invasión de los ladrones de cuerpos (Don Siegel, 1956); pero con un tratamiento particular en el que la invasión acaba conectada con la propia vida de la protagonista.



La casa es nuestro sanctasanctórum, de ahí que ser atacados en ella suponga romper nuestro entorno más seguro. Pero los alienígenas no sólo rompen esa burbuja física que se ha creado Brynn en la granja, sino también su burbuja emocional. Ya en su primera visita al pueblo apreciamos que su aislamiento no es voluntario. Por algún motivo la comunidad parece darle la espalda mientras ella vive atormentada por un hecho luctuoso de su pasado, la trágica muerte de Maud, su mejor amiga. De algún modo podríamos interpretar que este aislamiento emocional es el que le ha acabado librando de caer bajo el control alienígena a las primeras de cambio, como ha ocurrido con las gentes de pueblo. Asimismo su tormento será determinante cuando finalmente entre en contacto con los extraterrestres; lo cual provocará un final de esos que tienes que dar un par de vueltas en la cabeza.



El peso de la película recae íntegramente en Kaitlyn Dever, a la que seguimos en cada plano de su sofocante enfrentamiento; ni que decir tiene que esta menuda actriz sale plenamente airosa de su cometido. Para mí no ha sido sorprendente ya que venía de admirar su trabajo en las impactantes series Dopesick y Creedme.

Me detendré un momento en la ausencia de diálogos.
Todos hemos visto en los últimos tiempos unos cuantos poderosos planos secuencia, de esos que nos obligan a no pestañear mientras asistimos al desarrollo de la acción. Desde el clásico La soga del maestro Hichtcock a las más recientes Atenea de Romain Gavras o Hijos de los Hombres de Alfonso Cuarón pasando por El renacido de Alejandro G. de Iñárritu o El secreto de tus ojos de Juan José Campanella. La mejor característica de los planos secuencia -aparte de su dificultad técnica- es que atenazan la atención del espectador. Mientras la cámara no cierra su objetivo el espectador está prisionero de la acción. Así ocurre con esta película aparentemente poco pretenciosa. Mientras la joven transpira, gruñe, se muerde los labios y aguanta la respiración para que no la oigan, el espectador permanece maniatado a ella y a su destino.
Notable.