Muchas cosas son criticables en la vida y opiniones de Mel Gibson, pero lo que no se le puede negar es que, como cineasta, tiene un compromiso con la autenticidad. "Encontrar la verdad y el modo de mostrarla" declara en esta entrevista. Y la verdad debe ser para él, la capacidad para sobrevivir con principios en medio de la barbarie, encontrar esa pizca de humanidad en un entorno de violencia despiadada. Así ocurre tanto tanto en 'Braveheart', 'La Pasión de Cristo' y 'Apocalypto'; como en este asalto a la colina de Hacksaw Ridge, su título en inglés. En una época de guerra encarnizada, el mayor contraste lo aportará un pacifista: "Mientras todos estén quitando vidas, yo estaré salvándolas. Ésta será mi manera de servir", afirma Desmond Doss, el protagonista de este drama épico que nos habla del valor y las convicciones.
Hasta el último hombre cuenta la historia real de Desmond Doss, un objetor de conciencia que participó en la sangrienta batalla de Okinawa, manteniendo su negativa a llevar armas, lo que no le impidió salvar la vida de 75 soldados. Por todo ello recibió la Medalla de Honor del Congreso, de manos del Presidente Harry S. Truman.
El auténtico Doss recibiendo la medalla |
Doss creía que la guerra estaba justificada, pero siendo un adepto de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, sus creencias le impedían coger cualquier tipo de arma. Durante la instrucción se negó a coger el fusil por lo que sufrió todo tipo de humillaciones e incluso un Consejo de Guerra. Finalmente fue asignado como médico de combate y objetor de conciencia; aunque él prefería el término "cooperador de conciencia".
Los guionistas Robert Schenkkan y Andrew Knight han sabido encontrar el equilibrio entre las distintas partes de la película para mostrar a una persona sencilla, cómicamente romántica, pero capaz de un coraje y una determinación inquebrantables.
La película se estructura en tres partes, las infancia y juventud de Doss, su traumático adiestramiento militar y, finalmente, la epopeya bélica que vivió. Las tres partes suponen un crescendo. En la etapa juvenil destaca la figura del padre, Tom Doss, un hombre alcohólico y traumatizado por su participación en la Primera Guerra Mundial. Esos fantasmas del pasado lo convierten en un hombre iracundo y tiránico; lo que no le impide tener una reacción de grandeza al ver a su hijo ante un Consejo de Guerra. Lo interpreta Hugo Weaving que, con sólo un puñado de escenas, deja patente su carisma. La segunda parte transcurre durante la instrucción militar con los oficiales y soldados empeñados en quebrar sus convicciones. Estas dos partes simplemente son el preámbulo para las apabullantes secuencias de su experiencia bélica.
Okinawa fue una de las últimas líneas defensivas de los japoneses para evitar la invasión de su país. La defensa fue numantina. Se combatió durante 82 días, en 1945. La batalla se denominó Typhonn of Steel (Tifón de Acero) en inglés, y Tetsu no ame (Lluvia de Acero) en japonés; nombres que reflejan la ferocidad de los combates y la enorme cantidad de buques y vehículos blindados implicados. La batalla se cobró más de 250.000 muertes, la mayor cifra de toda la Segunda Guerra Mundial.
Doss combatió en los acantilados de Hacksaw Ridge y para reproducirlo, Mel Gibson ha rodando algunas de las mejores secuencias bélicas de la historia del cine. El director nos sumerge en medio de la batalla con un realismo extremo. Las imágenes del asalto son sobrecogedoras. Asistimos espantados y en primer persona a una batalla cuerpo a cuerpo con un grado de inmersión prodigioso que inevitablemente nos remite al desembarco de Normandía que nos presentó Spielberg: salpicados por el barro y la sangre, percibimos a nuestro lado el impacto de los disparos y el desgarro de los cuerpos. Unas escenas tan brutales como magnéticas.
Gibson rueda de un modo muy visceral pero a la vez resulta admirable su contención. Sin espurios alardes melodramáticos o patrioteros nos muestra la heroicidad modesta y genuina de Desmond Doss. Sin cargar las tintas. Casi se puede decir que adopta el carácter de Doss, humilde y austero, para mostrar con toda crudeza la guerra y, en contraste, la abnegación del médico. El único exceso ha sido el tono mesiánico de los planos finales que rememoran un Descendimiento. La verdad es que chirrían en el conjunto de la obra.
Andrew Garfield, después del fiasco de los Amazing Spiderman, vuelve a otro papel donde poder desarrollar su talento; un héroe delgaducho que no se reconoce como tal, frágil, pero poderosamente consecuente y honesto.
Los guionistas Robert Schenkkan y Andrew Knight han sabido encontrar el equilibrio entre las distintas partes de la película para mostrar a una persona sencilla, cómicamente romántica, pero capaz de un coraje y una determinación inquebrantables.
La película se estructura en tres partes, las infancia y juventud de Doss, su traumático adiestramiento militar y, finalmente, la epopeya bélica que vivió. Las tres partes suponen un crescendo. En la etapa juvenil destaca la figura del padre, Tom Doss, un hombre alcohólico y traumatizado por su participación en la Primera Guerra Mundial. Esos fantasmas del pasado lo convierten en un hombre iracundo y tiránico; lo que no le impide tener una reacción de grandeza al ver a su hijo ante un Consejo de Guerra. Lo interpreta Hugo Weaving que, con sólo un puñado de escenas, deja patente su carisma. La segunda parte transcurre durante la instrucción militar con los oficiales y soldados empeñados en quebrar sus convicciones. Estas dos partes simplemente son el preámbulo para las apabullantes secuencias de su experiencia bélica.
Okinawa fue una de las últimas líneas defensivas de los japoneses para evitar la invasión de su país. La defensa fue numantina. Se combatió durante 82 días, en 1945. La batalla se denominó Typhonn of Steel (Tifón de Acero) en inglés, y Tetsu no ame (Lluvia de Acero) en japonés; nombres que reflejan la ferocidad de los combates y la enorme cantidad de buques y vehículos blindados implicados. La batalla se cobró más de 250.000 muertes, la mayor cifra de toda la Segunda Guerra Mundial.
Doss combatió en los acantilados de Hacksaw Ridge y para reproducirlo, Mel Gibson ha rodando algunas de las mejores secuencias bélicas de la historia del cine. El director nos sumerge en medio de la batalla con un realismo extremo. Las imágenes del asalto son sobrecogedoras. Asistimos espantados y en primer persona a una batalla cuerpo a cuerpo con un grado de inmersión prodigioso que inevitablemente nos remite al desembarco de Normandía que nos presentó Spielberg: salpicados por el barro y la sangre, percibimos a nuestro lado el impacto de los disparos y el desgarro de los cuerpos. Unas escenas tan brutales como magnéticas.
Gibson rueda de un modo muy visceral pero a la vez resulta admirable su contención. Sin espurios alardes melodramáticos o patrioteros nos muestra la heroicidad modesta y genuina de Desmond Doss. Sin cargar las tintas. Casi se puede decir que adopta el carácter de Doss, humilde y austero, para mostrar con toda crudeza la guerra y, en contraste, la abnegación del médico. El único exceso ha sido el tono mesiánico de los planos finales que rememoran un Descendimiento. La verdad es que chirrían en el conjunto de la obra.
Andrew Garfield, después del fiasco de los Amazing Spiderman, vuelve a otro papel donde poder desarrollar su talento; un héroe delgaducho que no se reconoce como tal, frágil, pero poderosamente consecuente y honesto.
P.D.
En las entrevistas con Gibson, éste alardea de los pocos efectos digitales de la cinta, a pesar de la espectacularidad de las acciones. Esto se debe a que muchas de las explosiones son reales y transcurren muy cerca de los especialistas; todo ello gracias a un nuevo dispositivo, conocido como "caja bomba", que crea muchos escombros sin riesgo para los actores.
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